CAPÍTULO LXII (2ª parte)

Bueno, parece que esta vez he tardado menos que últimamente, y eso que si os cuento mi semana:-S…

Bueno al final el capítulo va a ser más largo de lo previsto en principio, yo que me lio a escribir y no paro, y ya que la idea inicial no era partirlo, lo hice para que no esperarais tanto, pues para que tenga dos partes, pues mejor tres, así no me olvido de nada. Así que nada, esta es la segunda parte. Dentro de unos días la tercera y última de este interminable capítulo :-}

Agradecimientos de los dos anteriores capítulos. Hoy cortitos que tengo que irme a la ducha ya de los ya:-S

Bels, Karla, Adry, Krisev, Melissa, May, Ale, Anónimo (Argentina), Anónimo, RominitsV, Nuri, Pao, Andy, Marianna, Al, Klaudia, Anónimo, Andrea, Mariel, Mellanie, Milagros, Grisel, Jorgi, Alee, Maripaz….GRACIAS ;-)….(si me olvido de alguien que lo diga)

Dudas. La general, “huele a final”…si, para que os voy a engañar, este no es el último, pero…nos queda nada para terminar:-[. Va tontas, si así descansáis de mi :-}. Más dudas. Karla, no, no estudio literatura, estudio Derecho :-}. Marianna, el fic lo empecé con una idea a desarrollar, cuando esa idea estuviera bien desarrollada el fic terminaría, y ya lo esta:-[, pero tengo una pequeña solución para todo lo que ha estado pasando este año, ya os enteraréis :-}. Mellanie, si te refieres al anillo de oro, o a la “alianza”, que lleva últimamente Kris, esa la lleva desde su cumpleaños, unos dicen que es un regalo de él, otros que es el anillo que él uso en Bel Ami. Si en cambio te refieres al anillo negro de Chanel que llevo mucho tiempo, ese empezó a usarlo ya en la promoción de Luna Nueva, y dejo de usarlo, poco antes de su cumpleaños, y si te refieres al rumor que salió en el que decían que se había visto a Robert comprando un anillo y que le iba a pedir en matrimonio delante de sus padres, te diré que yo personalmente no los veo de ese estilo, si hubo anillo o no en esas fechas, nadie lo hemos visto, y en tal caso, en mi opinión simbolizaría otra cosa, otro tipo de compromiso, algo más sentimental, no se…es mi opinión :-S

Si hay alguna duda más, pues ya sabéis, no tenéis más que preguntar.

Y ahora si, os dejo con el capítulo.

CAPÍTULO LXII – Para Siempre (2ª parte)

Narrador

Robert no dejo de sonreír ni un solo instante. No solo tenía a su chica con él, en su casa, sino que su familia, sin darse cuenta, le estaba concediendo el mayor de los regalos posibles. Ver como las personas más necesarias e importantes de su vida, trataban a la dueña de sus mayores pensamientos, ver como la aceptaban, como la integraban haciéndola una más…ver todo eso, era algo que él jamás imagino.

Definitivamente, estas iban a ser sus mejores navidades.

****

Bien entrada ya la noche, y tras una pequeña disputa, que acabo entre risas por todos los presentes en la sala, sobre cuales iban a ser los lugares visitados durante la estancia de Kristen en la ciudad, el cansancio comenzó a exteriorizarse. De poco sirvieron las protestas de la joven ante la negativa de Clare a que ésta y su hijo durmieran separados, sobretodo tras silenciar sus palabras con un beso en la mejilla y un “hasta mañana”.

Mentiría si dijera que no quería dormir con él, claro que quería, y más llevando tanto tiempo sin hacerlo, pero en este caso, la timidez y la vergüenza le podían, sobretodo cuando recordaba la situación a la inversa, cuando era Robert el que dormía en su casa, en la de sus padres. Habían sido veces contadas, pero todas separados, al menos ante los ojos amenazantes del padre de la chica, ya que cuando todos dormían, ella no dudaba un segundo en entrar a escondidas donde un más que despierto Robert la esperaba.

Kristen sonrió tras pasar el umbral de la conocida habitación. Su templo como bien le dijo él hacía ya un año, aquella noche en la que todo comenzó a hacerse más confuso, noche que trajo junto a ella todos los miedos de ambos. Caminó por la estancia mirando a ambos lados, todo seguía igual a como lo recordaba, su guitarra apoyada en una de las paredes, la estantería repleta de libros, los mismos olores que seguían grabados en su mente, la cama…ese lugar que fue testigo de sus besos aquel día, de sus risas…, incluso de sus lágrimas. Lágrimas por temor, por miedo a no saber poner un nombre a lo que sentía.

Un año después de aquello, todo estaba claro. No habían dudas, ni miedos, pues todo seguía el ritmo que sus sentimientos marcaban.

-Mi familia te adora – susurro Robert sobre el hueco de la clavícula de su chica, a la vez que sus manos se entrelazaban por la cintura de ésta, atrayendo más su espalda hasta su propio cuerpo con ese gesto.

-Yo adoro a tu familia – contesto ella, recostando su cabeza sobre el hombro de Robert, el cual siguió acariciando la cintura de ésta, mientras ella seguía reviviendo el día de hoy con la mirada completamente perdida en la habitación.

-En cuanto podamos escaparnos, te voy a llevar a mi sitio preferido – volvió a susurrar él, haciendo que ella sonriera.

-¿A dónde? – pregunto curiosa girándose entre los brazos del joven, quedando ambos cuerpos completamente pegados.

-A un sitio – respondió en tono burlón – Solo te diré que es un sitio muy tranquilo y esta cerca del mar – dijo llevando su boca hasta su cuello.

-¿Esta lejos? – pregunto ella, intentando saber algo más.

-Mmmm, a unos ochenta kilómetros de aquí – respondió él mientras besaba la línea que marcaba su mentón.

-¿Es una isla o algo así? – siguió insistiendo ella, dejándose llenar por los besos de su chico.

-Ya lo verás – murmuro éste, subiendo hasta su oreja - Es una sorpresa, si te lo digo pierde la gracia.

-No es justo – protesto Kris – Aunque me digas el nombre no voy a conocer el lugar…

-A alguien le preguntaras y no quiero que veas ni sepas nada hasta que no estemos allí – sentenció sellando sus labios con los de ella.

La conocía, quizás mas de lo que algún día pudo creer que haría, quizás más de lo que ella misma creía, de hay que tuviera tan claro que, si quería sorprenderla, tenía que quedarse callado. Ni siquiera su madre conocía el lugar donde quería llevarla, ya se enterarían, pues su idea no era pasar encerrados todos los días que ella estuviera en el país, pero…, si alguno de ellos, y para ello era mejor no decir nada, de lo contrario, no conseguiría mucha intimidad. Ya se imaginaba a sus hermanas y a sus amigos merodeando por el lugar. No…mejor callar.

Además estaba el factor sorpresa. Adoraba sorprender a Kristen. A algunos les encanta regalar, a otros simplemente les basta con ser detallistas o halagadores, Robert en cambio disfrutaba viendo la cara de Kristen al sorprenderla. Sus gestos desconcertantes sumados a sus preguntas curiosas, justo como ahora, y sus ojos brillantes unidos a su sonrisa temblorosa al despejarse sus dudas. Era como un regalo mutuo, ella la sorprendida y él…, él simplemente feliz observándola en ese efímero instante.

Fue inevitable que ambos cuerpos se dejaran arrastrar por la pasión, una vez se recostaron sobre la cama, esa cama en la que él, tantas noches había dormido solo, esa en la que ella, ya había dormido una vez.

Primero fueron suaves caricias con la única intención de reconocerse, de recordarse mutuamente. Caricias lentas, pausadas…sin prisa alguna, todas acompañadas por el más absoluto de los silencios, acompañadas por el brillo con el que ambos ojos se miraban. De hay pasaron a los besos, besos totalmente sincronizados por el movimiento de sus lenguas, las cuales danzaban sosegadas en la boca del otro, junto con el paso del aire entre sus labios. No tenían prisa, eran muchas las horas que les quedaba por delante, hoy solo querían disfrutarse mutuamente, como hacía tantos días que no hacían.

Para cuando la luna estaba en su punto más álgido, la luz que ésta desprendía se filtraba por los resquicios de la ventana de la habitación, reflejándose en los dos pares de cuerpos desnudos que yacían sobre la cama. Esa noche se entregaron mutuamente, una, dos…incontables veces…, todas llenas de ternura, en todas dejando a la calma ser participe en todos sus gestos, en todas sus caricias, en todos sus besos…

Tuvieron que reprimir sus risas cuando los muelles de la cama estuvieron a punto de delatarlos, así fue como acabaron entregándose nuevamente sobre el frio suelo, frió para el resto, frío menos para ellos, pues la temperatura corporal de ambos cuerpos dejaba muy lejos el significado de esa palabra. Exhaustos, se recostaron nuevamente sobre el lecho del joven, una vez la oscuridad comenzó a dar paso a la claridad del nuevo día. Pero eso daba igual. Que más les daba dormir cuando todo el mundo despertaba, que más les daba ser distintos al resto de personas, si para ellos… el uno era perfecto al otro.

…

Ventnor, una localidad costera al sur de la isla de Wight, fue el lugar escogido por Robert para aislarse del mundo junto a Kristen. Dos días tardo en poder sorprenderla, pues la familia de éste, se negaba a separarse de ella, aludiendo que eran días para estar en familia, y que ya tendrían tiempo de estar juntos.

Finalmente lo consiguió, vaya si lo consiguió, aunque para ello tuvo que desvelar su mayor secreto a sus hermanas, a las cuales les hizo jurar que no dirían nada a nadie, por lo menos no hasta que hubieran pasado un par de días, los suficientes para seguir pasando desapercibidos ante sus amigos. No es que huyera de ellos, al contrario, estaba decidido a compartir con Kristen todo lo que a él le hacía feliz en esa mágica ciudad, pero…su cuerpo clamaba recuperar el tiempo perdido, rogaba por unos días en los que lo único importante fueran ellos dos, solo ellos dos.

Kristen no dudo ni un solo instante en bajar la ventanilla del vehículo, una vez llegaron al comienzo de la localidad. “Tan cerca y tan distinta”, se dijo a si misma una vez bajo del coche para ver de cerca las impresionantes vistas, a la vez que el aire fresco y puro entraba por su garganta hasta llegar a sus pulmones. Maravillada, corrió por toda la llanura de piedras que bordeaban el acantilado de la ciudad, mientras Robert se recostaba sobre el capo del vehículo sonriendo ante esa imagen.

Parecía una niña pequeña. Saltaba, corría y gritaba a la vez que señalaba cada uno de los puntos más impresionantes que veía, pero lo que más le fascinaba, era ese brillo en los ojos, ese brillo que solo unos pocos, los precisos, habían conseguido ver en ella, ese brillo que hablaba por si solo. Esa era su Kristen, la chica de la que se enamoro hacía ya tanto tiempo, la chica que le robo el corazón sin proponérselo. Atrás quedaba la imagen sería y segura que ésta intentaba dar al mundo, eso no era más que una fachada, pues en su interior seguía escondiéndose una niña, vulnerable como todas, una niña a la que con poco…se le podía hacer muy feliz. Tremendamente feliz.

Para la joven, las sorpresas no quedaron ahí. Un nuevo grito eufórico salió de sus labios al ver que la habitación reservada, en uno de los modestos hoteles del pueblo, daba justo en frente a la costa, esa que hacía unos instantes la había dejado tan perpleja. Pero si hubo algo que realmente le gusto, eso fue la sencillez que engalanaba a dicha estancia. Nada de metros interminables de habitación, nada de lujos innecesarios, nada de bañeras más grandes que su propia cama, nada. Solo simplicidad, la misma que se reflejaba en todo el pueblo.

Cuarenta y ocho horas, ese fue el tiempo contado por Robert que tuvieron para estar solos. Cuarenta y ocho mágicas horas en las que tuvieron tiempo para hacer de todo. Lo primero fue ir a uno de los supermercados de la localidad. Kristen adoraba ir a comprar su propia comida, adoraba pasear por los pasillos del amplio local viendo y comparando cada uno de los productos. No era el echo en si de ir a comprar lo que adoraba, era el echo de hacer cosas que le recordaran que era una persona normal, una joven de apenas diecinueve años que por su trabajo, bien podría decirse que tenía vivencias para los próximos cuarenta.

Nadie los reconoció, absolutamente nadie. Entraron, compraron, pagaron y salieron sin que nadie sospechara que esos dos jóvenes, eran considerados por muchos, dos de las personas más influyentes del mundo. Solo una niña, una niña que temblorosa por estar equivocada, susurro el nombre de la joven actriz, al verla pasar por su lado. Nadie les miro mientras hablaban con la niña, ni tampoco cuando firmaron sus nombres en una de las hojas del cuaderno de ésta, ni mucho menos cuando se hicieron fotos con ella. Nadie, eso eran para el resto de habitantes de la pequeña población, solo dos personas más, como el resto de las más de seis mil que habitaban por allí.

Otra de las cosas que hicieron, fue montar en el ferrocarril que recorría la ciudad y sus alrededores. Kris no pudo resistirse al verlo, hacía tanto que no montaba en uno, y por supuesto Rob, no pudo resistirse a decirle que no, pues adoraba verla así, daría todo lo que tuviera por verla siempre así.

El interior de la modesta habitación, fue testigo de sus risas. Risas cuando Robert intento sustituir a Kristen en la labor de cocinar, risas cuando ésta, le hizo limpiar todo el desastre que el joven provoco. Risas cuando recordaron el momento en el que bajaron a la playa y como la joven, intento mojar al castaño con el agua helada del mar que tenían delante.

Nuevas risas fueron protagonizadas por el actor, cuando escucho a una emocionada Kristen, narrar a su madre sus impresiones acerca del jardín botánico de la localidad. No es que fuera un sitio que pegara mucho con los caracteres de ambos, pero…algo le decía que ese lugar le gustaría a la joven, y ese algo era la gran tranquilidad que se respiraba en el lugar. Además, el echo de que muchas de las especies recogidas en el jardín fueran australianas, como la madre de la joven, de ahí la adoración de Kristen hacía ese país, lo hacía más interesante y curioso de ver.

No faltaron los momentos de intimidad entre la joven pareja. Mientras se duchaban, o simplemente mientras contemplaban juntos alguna de las películas que daban por televisión, daba igual, cualquier momento era el mejor para estar juntos, para comportarse como lo que eran, una pareja de jóvenes enamorados. Hasta tuvieron tiempo de que Kristen intentara persuadir, sin éxito, a Robert, para que éste se deshiciera de su incomoda barba, esa que estaba empezando a crecerle alrededor de su carismático mentón, ese que ella adoraba acariciar con sus labios, ese que solo pudo acariciar las dos primeras noches que pasaron juntos desde que ella llego al país inglés.

Apenas unas horas pasaron del tercer día que estaban en soledad, cuando los toqueteos incesantes en la puerta de madera, les indicaron que tenían visita. Era de esperar dadas las fechas en las que estaban, y más cuando Robert, no era el único que quería tener a Kristen como compañía.

-¿Interrumpimos? – pregunto un jovial Tom, él cual no dudo un instante en atravesar el umbral de la puerta seguido por las hermanas y el resto de amigos de Rob.

-Podéis pasar, adelante, adelante, vosotros como en casa – contestó él sarcásticamente, cerrando la puerta, una vez todos pasaron.

-Somos la reencarnación de Santa Claus, y venimos a traeros vuestros regalos – saludo Tom, a una más que risueña Kristen.

-Espero que no te hayan cansado mucho, porque tenemos que llevarte a un sitio…mágico – dijo Victoria, dando dos besos a la joven.

-¡Hey!, no empezar con vuestros paseítos y vuestras rutas, es navidad, además estamos de vacaciones – reprocho Sam, besando en la mejilla a la castaña.

-¿Y porque estamos de vacaciones tenemos que encerrarnos todos los días en el bar? – pregunto Lizzy apartando al muchacho de su cuñada, la cual no dudo en abrazar.

-Mmmm… Si – afirmo Bobby, mirando a ambas jóvenes.

-Pues nada, vosotros al bar, y nosotras a visitar cosas ¿te parece bien guapa? – pregunto la novia de Sam a la joven, una vez pudo darle dos besos. Ella simplemente asintió mientras Marcus se colocaba delante de ella, mirando a todos los presentes en la sala, esperando así su turno para hablar.

-De aquí no te vas sin probar la mejor cerveza del mundo, así que tu verás como te las apañas jovencita – le dijo éste acusando con el dedo a una más que divertida Kristen.

Robert presenciaba entretenido la escena, apoyado en una de las paredes de la habitación. No solo tenía a su chica junto a él, también tenía a las personas más importantes de su vida, todas juntas, encerradas en la misma habitación, y lo mejor de todo, es que todas conectaban a la perfección.

Hubieron momentos para todo durante los días que compartieron en la localidad.

Momentos en los que pasearon por los alrededores de la cuidad, por la llanura que recorría el acantilado, por los pocos rastros que quedaban del castillo de Ventnor, construido en 1910 y demolido unos cincuenta años más tarde, o por las zonas pesqueras y comerciales de la misma. Momentos para las risas, aunque esos siempre acompañaron, pues los amigos de Robert, incluso él mismo, no dudaban ni un instante en hacer el payaso, cada vez que la ocasión lo ameritase. Y sin ameritarlo también. Momentos para las bromas, sobre todo cada vez que veían pasar el ferrocarril por delante de ellos, y todo porque a Kristen se le ocurrió pedirles el montar otra vez.

Charlas interminables hasta altas horas de la madrugada sobre todo y nada. Momentos reflexivos, muchos de ellos producto del alcohol y protagonizado por los chicos. Pero si hubo un gran momento, ese sin duda fue cuando entraron a la mejor cervecería del poblado. Marcus no dudo ni un instante en cumplir su palabra, cuando agarro a Kristen de la muñeca y se la llevo hasta la barra para que probara, en palabras de él, “la mejor cerveza que su paladar podría degustar”.

Despidieron y recibieron la llegada del nuevo año como la ocasión lo merecía. Todos juntos, brindando por la llegada de un año más, el primero que Kristen pasaba con ellos, el primero de los muchos que esperaban que pasara junto a ellos. Bailaron hasta altas horas de la madrugada, bebieron y comieron hasta que no pudieron más, cantaron en voz alta sin ningún tipo de vergüenza, alegrando así la velada a todos los presentes en el local. Pero por encima de todo disfrutaron, disfrutaron como el resto de mortales hicieron esa noche, pues eso es lo que eran y ningún prestigioso nombre, y menos una gran fama a las espaldas cambiaria eso.

Nunca.

El punto fuerte de la noche, fue sin duda el momento en el que por los altavoces se pudo escuchar al gran músico Van Morrison y su tema Beside You, canción favorita de Robert desde siempre, favorita para Kristen desde que lo conoció. El joven no dudo un instante en sacarla a bailar a la pista, mientras los silbidos de los amigos, sonrojaron a la joven, y llamaron la atención de los conocidos más despistados, los cuales discutían entre risas en la barra del bar, cosas sin ningún sentido.

-Te quiero, te amo, te amo, te quiero… - susurró Robert apoyando su frente en la de su chica, mientras sus manos se perdían por cintura de ésta.

-Estás borracho – rio ella, mientras se dejaba llevar por el movimiento que él marcaba.

-Igualmente te amo – volvió a susurrar sobre sus labios.

-Yo también te quiero, te amo… ¡te adoro! – grito ella, completamente absorta en la burbuja que se convertía su mundo cuando estaba junto a él.

De lo que no se dieron cuenta, es que un par de oídos cercanos, intentaban inmiscuirse en el interior de esa burbuja.

-¡Ah!, Sam, yo también te adoro – gritó un borracho Tom a la vez que abrazaba a su amigo Sam, y se movían cual péndulo alrededor de la joven pareja.

-Y yo también te adoro, eres lo mejor que me ha pasado nunca – gritaba Sam mientras el movimiento de sus cuerpos, les hicieron chocar contra el de Robert.

-Sois un par de imbéciles – protesto el joven bajo las fuertes risas de Kristen.

La joven estaba completamente encantada, algo borracha sí, pero igualmente fascinada. Le encantaba esa ciudad, le encantaba Londres por completo, y por supuesto adoraba a los amigos de su chico, por no hablar de él.

Se sentía cómoda, como una más, pues así le hacían sentirse entre todos, así se comportaban con ella. Nada de ser una extraña, nada de ser la “nueva”, alguien que llega para llamar la atención de uno de sus miembros más importantes del grupo, ni siquiera su marcado acento americano, tan distinto del inglés, le hacía sentirse diferente. Nada, nada le hacía extrañar su hogar, si alguien le faltaba, esos eran sus hermanos, los cuales seguro estarían disfrutando como ella estaba haciendo en ese momento, si ellos estuvieran junto a ella.

A Sam y Tom se unieron el resto de amigos que seguían sentados en la mesa, todos con el mismo propósito, seguir pasándoselo en grande, y porque no, seguir haciendo que Kristen sonriera, y que Robert se enfadara. Les gustaba picar a su amigo, además de esa forma se cobraban todas las que él les había echo, cuando la situación era a la inversa. Además, se sentían cómodos con Kristen.

Para que negarlo, la chica les gustaba. Les gustaba su carácter, su forma de ser…, les gustaba para su amigo, solo había que ver como ésta lo miraba, para saber que no podía haber tenido mejor elección. Durara lo que durara su relación, eso ahora era secundario, lo importante para ellos era el momento, y en ese momento, su amigo era feliz. Con eso les bastaba.

Una vez terminada la canción, Marcus, Bobby y compañía, arrastraron a Robert hasta el escenario, pues la noche no podía acabar sin que entre todos cantaran, más bien vociferaran, una canción. Las chicas contemplaban desde la pista, el magistral numerito que los jóvenes estaban dando. No sabían lo que estaban cantando, nadie con los cinco sentidos bien puestos lo sabría, pero ahí estaban ellos, todos juntos, como siempre había sido, como siempre seguiría siendo.

Robert contemplaba desde lo alto del escenario, como sus hermanas se abrazaban a su chica. Sonrió, como no iba a sonreír, si el mejor regalo que la vida podría darle, lo tenía justo delante. No era Kristen en si, ni sus hermanas, ni siquiera sus amigos, esos que siempre, pasara lo que pasara, estaban ahí. Era el conjunto de todo.

¿Quién dice que no se puede tener todo?

La música siguió, y con ello el turno de que las chicas subieran al escenario. Kristen se sonrojo una vez que Lizzy le paso uno de los micrófonos, “donde me he metido”, pensó una vez su cuñada empezó a cantar, pero para cuando llego su turno, la voz salió sola de su garganta. Ni siquiera se callo cuando los chicos comenzaron con su peculiar ovación desde abajo, ni cuando la mitad de los todavía presentes en el local, se unieron a éstos.

Solo hubo algo que la hizo silenciarse por unos segundos, algo que hizo que su mundo se parara por unos instantes. La sonrisa de su chico, esa de la que jamás se olvidaría, esa que estaba grabada en su mente, desde la primera vez que vio.

Pronto la tercera parte…Un besazo, buen fin de semana!!!.....

Publicado por Almu en 12:51