Bueno… lamento muchísimo el retraso, de verdad. No voy a repetirme en lo dicho en la nota que publique el viernes, simplemente deciros que espero que entendías el porque de él, ya que la concentración y el tiempo no han jugado de mi mano este último mes, por ello, los últimos días he estado en modo off, pero ya he vuelto ;).
Y ahora, a lo importante, el fic.
Entramos en fase… fase peligrosa. Si hasta ahora, los detalles que muchas habéis ido desglosando a lo largo de cada capítulo han sido importantes, es porque a partir de ahora éstos van a comenzar a desplegar sus alas, dándole así el completo sentido al fic. En otras palabras, vienen curvas emocionales :-}.
Hace casi un mes de la publicación del último capítulo, y se que estaréis deseando leerlo, así que no os voy a entretener más. En el próximo, y ya con la calma establecida (de momento ya hay bastante menos caos por el blog), ya os respondo una a una como merecéis ;-).
A disfrutar que la boda, cada día va estando más cerca :-}.
Capítulo 27 – Los mejores actores
“Tres días antes de la boda”
-Yo quería que estuvieras aquí.
-Y yo Rose pero… si no te hubieras empeñado en casarte aquí y encima al aire libre –repetí ya con voz cansada. Con esta ya eran tres las veces en la media hora que llevaba hablando por teléfono con ella.
-No me lo repitas más. Bastante arrepentida estoy ya –sollozó. Y yo ya no sabía si lo hacía por el tema del jardín, por miedo a que no estuviera listo para el gran día, o porque realmente quería que yo estuviera con ella en Seattle- ¿Dormirás conmigo en mi última noche de soltera verdad?
-Siempre y cuando tu amiga Jessica no este –respondí con ironía ante su pregunta.
-Muy graciosa –espeto- No. Solo las dos. Tú y yo, como cuando éramos niñas.
-¡Vas a casarte! –grite emocionada ante la melancolía de su voz- No van a llevarte al matadero.
-Ya pero… No se –escuche como sorbió su nariz- Vienes después de tantos años y… apenas hemos pasado tiempo juntas. Soy una completa egoísta –admitió finalmente.
-Rose, yo acepte preparar tu boda, tú no me obligaste a nada –susurre sería. No quería que Rose se sintiera culpable por nada, y menos por cosas de las que ella no tenía la culpa.
-Si pero…
-Si pero nada –irrumpí- Fui yo la que tomo la decisión de marcharse, y de no haber sido por tu boda, aún no se cuando hubiera vuelto –dije con total sinceridad- No puedo pretender ser el centro de tu atención a días de casarte –añadí ante su falta de respuesta.
No podía permitir que mi hermana estuviera preocupada ahora por eso, no cuando tendría que estar feliz y ante todo nerviosa, de igual forma que todas las novias con las que había tratado en estos tres años a días de casarse.
No cuando el error lo cometí yo, no ella.
-Pero podría estar allí contigo –sollozo nuevamente, dando así de lado a la fría imagen que siempre había mostrado.
-¿Y quien se encargaría entonces de todos los detalles? Tu luna de miel, las miles de prendas que te llevaras en la maleta, y sin olvidarme por supuesto de ensayar para la noche de bodas –por fin rió ante mi último comentario- Estoy bien ¿vale? Y no me arrepiento en absoluto de estar aquí ¿entiendes? –insistí. Y no solo hablaba por hablar. Realmente, me sentía bien- Y se que pasaremos tiempo juntas, si no ahora, a tu regreso de las Seychelles.
-Ten por seguro que me tendrás una semana instalada en Boston –respondió con humor.
-Eso espero –sentencie ante sus palabras- Pásatelo bien esta noche ¿de acuerdo? Disfruta de las pocas noches que te quedan de soltería.
-Lo haré –respondió más animada- Nos vemos mañana. Te quiero –susurró.
-Yo también te quiero Rose –susurre antes de colgar- Mi hermana – respondí a los curiosos ojos de Edward, los cuales me miraban desde la puerta de mi habitación- Se siente culpable de que no pueda ir a su despedida de soltera –susurre sin poder evitar que la sensación de nostalgia volviera, mientras miraba el teléfono apoyado ahora entre mis manos- Por cierto, Emmett dice que ya le rendirás cuentas por no asistir a la suya.
-Esta como una cabra –respondió tras una sonrisa.
-Le caes bien… -susurre encogiéndome de hombros, tras dejar el móvil sobre la cama- Le caes bien a todos.
-¿Ese todos también te incluye a ti? –ironizó, alzando sus cejas.
-Bueno… me lo estoy pensando –respondí intentando sonar interesante, causando con ello nuevamente su risa.– Quizás –insinué mientras me cruzaba de brazos ante su atenta mirada y aquella sonrisa ladeada capaz de perturbar lo más imperturbable- si me dieras una pista de que me harías si ganaras esa apuesta yo…
No fui capaz de terminar la insinuación. Apenas iba a hacerlo cuando lo labios de Edward se estamparon contra los míos, silenciándome con ello. Silenciándome a mí, pero no a mi cuerpo, el cual respondió rápidamente a su gesto como merecía, mientras sentía como mis rodillas comenzaban a doblarse.
-Y te aseguro que lo que le sigue, te gustara mucho más –susurro contra mi boca, mientras su dedo índice perfilaba mi labio entreabierto.
“Grítale que ya ha ganado la apuesta”, grito la voz de mi conciencia, pero mi cabeza, al igual que mi boca, estaba totalmente silenciada, pendiente únicamente de esa mirada reflejada en sus ojos, esa que estaba empezando a gustarme demasiado.
-¿Lista? –pregunto Edward. Yo simplemente me limite a asentir cual robot ante las órdenes de su dueño.
Si, se muy bien que acabo de utilizar la palabra dueño cuando justamente debería ser al revés. Para algo había pagado nueve mil dólares ¿no?, para ser su dueña, si no de sus pensamientos, si de sus movimientos. ¿En que momento se habían invertido las tornas?... no tenía ni idea, puede que yo jamás hubiera tenido el control de nada. A cada minuto mi confusión era mayor y lo único que parecía tener algo de lógica, eran las reacciones de mi cuerpo ante sus gestos.
Por dios, como podía decir que esas reacciones eran lógicas, si apenas conocía a Edward de una semana… ¿Qué lógica había en eso?
“Bella, tu no eres lógica…” Esa, esa debería de haber sido la respuesta de mi otro yo, pero ella parecía haber caído también en las garras del señor Edward, alias domador de personas. Si no, ¿porque estoy bajando las escaleras de casa para ir a un sitio al que ni siquiera se llegar?, ¿y porque me he puesto uno de los mejores vestidos que había en mi maleta? Y lo que aún es peor ¿por qué estoy usando uno de los conjuntos de lencería, que tan vilmente, metió Ángela en mi equipaje?
Por Edward, única y exclusivamente por Edward.
Pero no porque me lo hubiera pedido, quizás de haberlo hecho, ahora no estaría preguntándome las mil y una estupideces que rondan mi cabeza. No. Me lo había puesto… porque sí, porque así me lo pidió mi cuerpo, porque así me lo dicto mi mente, una mente que solo pensaba en una cosa mientras escogía que ponerme de entre toda mi ropa… ¿le gustara a él?
-Señora Swan –apenas habíamos llegado al coche, cuando la voz de Thomas, el encargado de organizar un poco el desastre del jardín, llamó mi atención- Ya hemos terminado de colocar las carpas.
-¿Ha dado tiempo? –pregunte emocionada.
-¿Se lo dije o no se lo dije? -inquirió con superioridad– También le hemos instalado las luces, así que, si no desea nada más, creo que nuestro trabajo aquí ha concluido.
-No, nada más. Muchas gracias –dije agradecida. Por fin parecía que las cosas estaban empezando a ir bien.
-A usted –respondió con un intento de sonrisa aduladora, antes de girarse sobre sus talones y marcharse nuevamente hacía el interior del jardín.
Un adiós por mi parte como despedida hubiera estado bien, pero mi mente, hasta el momento perturbada por Edward, ahora estaba concentrada en borrar aquella sonrisa que solo provoco estremecimiento en mi cuerpo, estremecimiento muy distinto al que provocaba otra sonrisa.
-Ya entiendo porque le llamas hombrecito de mirada lasciva –susurro Edward de forma burlona en mí oído, cambiando ese estremecimiento por otro más… más… Por otro sin duda mucho mejor.
-Cuando digo las cosas es por algo –reaccione cuando la sangre volvió a mi cerebro.
-Yo también y hoy, te lo voy a demostrar –contesto con prepotencia, mientras se encaminaba hacía el vehículo aparcado.
-¿Y es necesario ir hasta Port Ángeles para que me lo demuestres? –inquirí siguiendo de cerca sus pasos.
-Ajam –asintió mientras su sonrisa arrogante curvaba sus labios- Sube al coche -pidió. Y de nuevo mi cuerpo reacciono ante sus órdenes.
El camino hasta Port Ángeles no parecía muy complicado, no al menos para dos desconocidos como éramos nosotros del lugar. Y así hubiera seguido, de no haber sido por el anuncio publicitario de la ciudad que habíamos escuchado en la mañana por la radio, mientras Edward y yo limpiábamos conjuntamente el desastre ocasionado en la cocina.
Esas fueron las consecuencias de juguetear con la comida. Edward probó la salsa, yo probé la salsa, ambos nos probamos mutuamente, y la salsa terminó quemándose sin remedio, desparramándose parte de ella por la encimera de gas, e incrustándose con fuerza sobre la sartén el resto de la misma. Lo que nos llevo a cenar la pasta sola. Bueno, sola… sola no, la acompañamos con el vino, aunque más bien podría decirse que lo único que cenamos fue vino, de ahí la resaca con la que nos habíamos levantado y el desastre ocasionado por media casa, ya que las ganas por volvernos a probar, nos llevaron a repetir por parte de ésta.
“A este paso, tendremos que volver a hacerle una visitilla al supermercado”, pensé mientras sentía el calor asentándose en mis mejillas, ante el recuerdo de mi imagen en la mañana, mientras me hacía con varios envoltorios plateados para tirarlos.
Y eso que hasta hacía unos días, no era más que una reprimida sexual y ahora, sólo había que verme, cuesta abajo y sin frenos hacía el camino de la ninfomanía. Esperaba que eso al menos tuviera cura, sino iba a tener que pensar seriamente en convertirme en acompañante femenina, para poder pagar la factura del psicólogo al que tendría que ir, nada más poner un pie en Boston.
Ya me estaba viendo sentada sobre el diván blanco de una enorme sala con paredes blancas y muebles de madera lacada. Probablemente, un hombrecito bajito y regordete, sentado a mi derecha, estaría ajustándose sus gafas de gran montura negra con cada una de las palabras de mi historia. Bueno, puede que el hombrecito fuera un guapo y apuesto recién licenciado, aunque era preferible la primera opción porque… ¿cómo le cuentas a un recién licenciado mi historia sin volverle loco?...
“Mire usted, se que es nuevo en esto y puede que lo que le cuente le haga reflexionar sobre su futuro en el amplio mundo de la psicología pero… necesito un diagnostico, lo necesito con urgencia. Resulta que mi hermana se iba a casar con el amor de su vida, boda que yo preparaba en mi cuidad natal de la que por cierto huí cuando mi novio me dejo plantada a semanas de casarnos, por eso me traslade aquí a Boston y por lo visto, las secuelas vividas me hicieron entrar a trabajar en una empresa organizadora de bodas, empresa que contrato mi hermana, bueno, fueron mis servicios los que contrato, el caso es que, guiada por mis buenos amigos, ya que yo no quería volver a ese lugar y mucho menos sola, contrate a un gigoló para que éste se hiciera pasar por mi novio delante de todos, bueno, de todos… todos, pero sobre todo delante de mi ex, al cual por cierto, no conseguía sacarme de la cabeza en todo ese tiempo, por eso no fui capaz de buscarme a un novio real y tuve que acabar pagando a uno, uno que por cierto era muy caro, pero que sin duda, valía lo que cobraba, y le hablo… con la mayor de las consciencias, vale lo que cobra, en todos los sentidos, de ahí que pasara de ser una reprimida sexual a no pensar en otra cosa que no fuera su cuerpo encima de mi… o debajo… o al lado… o detrás… o… El caso es que ahora estoy aquí, pidiéndole ayuda a un desconocido, ayuda que costeo ofreciendo mis servicios como acompañante pues el mío, me dejo en la banca rota, y todo para preguntarle… ¿cuál es mi diagnostico?... ¿Señor?... ¡Señor! ¿Va a volver?... Mmm, y eso que aún no le he mencionado la relación con mis padres, ni las miles de preguntas que ahora se formulan en mi mente.”…
No, mejor no tentar a la suerte y buscar a alguien más experimentado que no huya despavorido a la cuarta palabra que mis labios pronuncien. Aunque… puede que ese hombrecito regordete sea un perturbado, siempre se ha dicho que los psicólogos son los más locos que hay. ¿Y si no es un loco pero si es un degenerado? Una vez vi en un programa de televisión, que un psicólogo se excitaba escuchando a sus pacientes, de hecho, mientras estas desvelaban todos sus pensamientos, mirando hacía una pared blanca por cierto, él estaba tan impasible, masturbándose al lado de éstas.
¿Y si eso me pasa a mi? ¿Y si el hombrecito regordete se masturba mientras yo le estoy contando mi historia? Con mi suerte, no sería extraño que eso me ocurriera. No, no… mejor no tentar a la suerte y buscar una mujer, una mujer lo suficientemente profesional para no excitarse cuando le describa los hechos, ni tampoco escandalizarse…
¿Existirá esa mujer?, solo me faltaba que la psicóloga también se masturbara a mi costa. ¿Y si mejor, me desahogo con un cura?... para algo están ¿no?, ellos son los psicólogos de Dios, o así al menos los llama Jake. Mira, ellos al menos son baratos, y si se masturban o escandalizan no podre ver sus caras.
Señor… ¿que estoy pensando?… Todo esto es una completa locura…
-¿Estas bien? –pregunto de pronto Edward, haciendo que el rubor volviera a asentarse en mis mejillas.
Menos mal que tenía la cara escondida entre mis manos, sino a ver que le explicaba.
-Si… Estaba –piensa Bella piensa- estaba pensando en mi hermana –si, precisamente en ella misma estaba yo pensando.
-Es normal que se sienta algo culpable no te sientas mal por ello. Esta noche, cuando tenga a un boys bailándole delante, no se acordara de ti –respondió con esa sonrisa tan característica suya, antes de volver a centrar sus ojos en la conducción.
Y ahora era cuando verdaderamente me sentía culpable. Edward intentando que no me sintiera así, y precisamente consigue lo contrario, y todo por no estar pensando en quién le había dicho que estaba pensando.
¡Dios!, mi mente es un completo caos, ni siquiera yo misma entiendo lo que pienso porque en vez de estar pensando en lo que debería de estar pensando, que es en mi hermana, y en lo mal que ella se siente por no estoy con ella en Seattle, estoy pensando en lo bien que estoy aquí, en Forks con Edward, y en lo muchísimo que ha cambiado mi vida sexual y…
Dios mío… creo que debería dejar de pensar por unas horas…
-¿Seguro que te encuentras bien? –volvió a insistir Edward.
-¿Eh?... Si, si –afirme con la cabeza ante la imagen de su cuerpo semi girado sobre el asiento hacía mi dirección- Me encuentro bien.
-Ya hemos llegado –susurro con cierta burla.
-¿Ya? –asintió ante mi asombro.
-Te lo estaba diciendo pero tú parecías… ida –respondió antes de que sus labios se torcieran en esa sonrisa tan suya.
-Pensaba en mis cosas –respondí ante su atenta mirada de escrutinio- ya sabes… cosas de chicas –añadí, llamando de nuevo a su risa.
-A veces me gustaría saber lo que piensas –susurro mientras se hacía con las llaves puestas en el contacto del vehículo, y abría con su mano libre la puerta para salir.
-Créeme –suspire sintiéndome agradecida de que no pudiera leer mi mente- mejor que no –añadí en un ligero susurro mientras lo imitaba y salía también del coche.
Una vez fuera de éste, caminamos varias calles en silencio dirección a… dirección a no sabía donde, pero al contrario de lo ocurrido en la mañana, cuando Edward propuso la idea de hacer algo de turismo por la ciudad, no me queje. De hecho, lo que al principio me pareció una completa absurdez, ahora lo agradecía bastante, pues aunque mi cuerpo se alegrara ante la situación de estar tantas horas a sola con Edward, dichas situaciones estaban empezando a afectar seriamente a mi mente, ya de por sí, afectada.
Varias fueron las veces que Edward volvió a preguntarme como me encontraba. Mientras seguíamos caminando. Cuando se paró frente a los cines de la ciudad, cuando únicamente asentí ante su propuesta de entrar a ver alguna película, cuando deje que él la eligiera. Mientras comprábamos palomitas y otra más cuando nos sentamos en nuestras respectivas butacas.
A ninguna conteste más que con un ligero sí. ¿Qué iba a decirle?, ¿qué mi mente llevaba dos días siendo un completo caos?, ¿qué ni yo misma sabía lo que me ocurría?, ¿qué su nombre era el protagonista de muchos de esos pensamientos?... ¿Que la noria en la que se había convertido mi estómago, comenzó a girar como loca cuando sus dedos rozaron mi mano mientras cogía palomitas? o… ¿que desee fervientemente estar a solas con él en la sala, una vez las luces de ésta se apagaron?
No, ninguna respuesta valía sencillamente porque ni siquiera yo, era capaz de responderme a mi misma que me sucedía.
Y encima, para colmo de males, la película que Edward había escogido era una comedia romántica, como mi propia vida, solo que la mía de romántica… poco tenía.
-¿Amigos con beneficios? –pregunte sarcástica, una vez el título de dicha película apareció.
-Era esta, una de terror, otra de acción y otra de dibujos animados. Como ves, no había mucho donde elegir –respondió.
-¿Y que te ha hecho pensar que quiera ver una comedia? –inquirí ante su obviedad.
-Bueno, anoche durante la… cena –dijo entrecomillando la palabra “cena”- mencionaste que el cine de terror te da pesadillas. La acción… sinceramente no es lo mío y los dibujos animados pues…
-¿No puedo creer que no te gusten las películas de acción? –inquirí asombrada- Eres el primer chico al que oigo decir eso, bueno –recule al pensar en mi amigo- Jake también pero él… masculinidad, lo que se dice masculinidad… no es que tenga mucha –ninguna para ser exacta.
-Era una de lucha –comento con naturalidad.
-¿Y? –¿donde estaba el falló? Esas eran las preferidas de los tíos- ¿No te va la lucha? –inquirí con ironía.- Esta bien, ya lo pillo –siseé ante la extraña mueca que se formo en el rostro de Edward, una que parecía querer decir “¿eso es lo que conoces a los hombres?”.
Esperaba que al menos la película no fuera lo que me estaba imaginando aunque… con ese título, poco podía esperar.
Apenas habían pasado cinco minutos de la película, y ya intuía el desenlace de ésta. Dos amigos desdichados en el tema del amor, comentando conjuntamente, lo hartos que están de las malas citas. Seguro que no tardarían mucho en enrollarse, enamorarse y ser felices para siempre.
Este tipo de películas deberían de estar prohibidas, confunden a las mentes frágiles como la mía. Yo era de las que creía en ese “felices para siempre”, hasta que ese felices para siempre decidió dejarme a través de un mensaje de texto. Al menos a este par los dejaban en la cara, no tenían que conformarse con un “lo siento, no puedo”.
Y luego dicen que el cine no hace daño. Seguro que quien lo dice, jamás se ha topado con la cruda realidad.
-¿Y ese suspiro? –pregunto Edward, ante mi gesto involuntario.
-Nada –sisee- estaba pensando. Si la realidad se pareciera solo en la mitad a las películas, todo sería mucho más fácil.
-Bueno, no es extraño que dos amigos acaben intimando –respondió ante mi comentario.
-No, pero si que se enamoren repentinamente y formen parte del grupo felices por siempre –conteste sarcástica.
-¿Apenas llevamos diez minutos de película y ya sabes el desenlace? –inquirió con burla.
-Edward, no hace falta ser un Einstein para saber como va a terminar esto –susurre con desdén, a la vez que alzaba mi mano señalando así al par de tontos de la pantalla que intentaban vendernos el cuento de amor eterno.
-La vida ya es bastante dramática cuando le apetece, el cine no tiene porque serlo también –argumento- y tampoco las personas.
-Yo no soy una dramática –dije en mi defensa ante su insinuación- simplemente digo que –y adiós a la premisa que tenía en mente, gracias a la perturbadora sonrisa de Edward, que aún con las luces apagadas, era tan visible- El cine podría ser más real, simplemente eso –concluí de manera atropellada ante el gesto de su mano para que continuara hablando.
De no haber sido por su interrupción involuntaria, aunque, cada día tenía más claro que esa sonrisa, de involuntaria poco tenía, mi argumento hubiera sido otro muy distinto.
En las películas todo es muy sencillo, o al menos esa es la imagen que intentan vendernos. Una pareja se conoce, se enamora a las primeras de cambio, algo sucede a mitad de esta que los jode durante media hora y luego… sin más, vuelven a estar juntos rebosantes de amor y pasión. No hay malos entendidos, y si los hay, se solucionan rápidamente por que según ellos… el amor todo lo puede.
En la vida real eso no pasa. En la vida real las cosas no se hablan a la cara, se huye como los cobardes y se acaba contratando a un gigoló para…
¡Dios mío!... mi vida era más patética que la de las películas.
-¿No querías realismo? –la pregunta burlona de Edward, me hizo alzar la vista, escondida hasta el momento entre mis manos, hacía la pantalla.
Como había predicho, no llevábamos ni veinte minutos de película, y la pareja de amigos ya se estaba enrollando a lo loco. Pero mi mente ya no era capaz de decir nada ante esa imagen, no cuando hacía horas yo estaba haciendo lo mismo que ahora estaba criticando.
Ellos al menos se conocían, yo a Edward…
Y sin pretenderlo, me vi arrastrada en el carrusel de sentimientos que aquella pareja desprendía a través de la pantalla. Esos gestos, esos besos, esas caricias que mis ojos contemplaban, esas de las que hasta hacía unos días me reía por creerlas impensables, esas que parecían tan reales como…
-No entiendo como los actores pueden…
-¿Besarse y tocarse con personas que no les gusta? –asentí ante la respuesta de Edward- Por dinero –sentencio con rotundidad.
Por dinero… respuesta correcta para dos actores. ¿Sería la misma respuesta en su caso?
Su profesión no era ninguna película de acción y mucho menos romántica, y… aunque me negara a pensarlo, esas caricias que tanto me recordaban a las suyas, seguramente también recordarían a otras mujeres, a otras desdichadas ávidas de una vida no tan infeliz, que al igual que yo, terminaron contratándolo.
¿Sería igual con ellas?... Lo nuestro no era más que una película romántica a los ojos de los demás, en nuestra mente estaba claro el guión que cada uno relataba pero… ¿siempre era un guión? ¿Siempre éramos dos actores?... Mi mente estaba empezando a dudarlo pero… ¿y la suya?
Y de nuevo, aquella necesidad mía por querer saber más, por querer preguntar, hizo que mi cuerpo se tensara sobre el asiento, al punto de no poder centrarme en nada más que no fuera una respuesta. ¿Pero como le preguntas eso, a alguien que no suele responder preguntas?
-Y como… -trague saliva mientras mi mente intentaba encontrar las palabras exactas para que Edward respondiera- ¿Como consiguen no excitarse?, o parecer que lo están… -susurre apenas sin voz, mordiéndome el labio inferior.
Por mucho que intentara hacerme la tonta, Edward no lo era y averiguaría en seguida el contexto de esa pregunta.
-Dejándose llevar –sentencio en un susurro- El sexo no entiende de tabúes, no tiene cerebro –añadió aumentando así mi asombro, el cual no se debía a su respuesta, sino a que lo hubiera hecho, a que me hubiera respondido.
-¿Aunque esa persona no te atraiga lo más mínimo? –insistí de nuevo.
Necesitaba saber más. Mi mente me exigía saber más.
-Esa es la frialdad del sexo, no hay sentimientos de por medio. Es solo… sexo –respondió con naturalidad mientras mi mirada se perdía en la suya.
Seguía sin ser suficiente. Necesitaba saber algo que ni siquiera sabía como preguntar.
-Ya pero… - giré el cuello, apartando así mi mirada de la suya, esa que lo único que estaba consiguiendo era desconcentrarme- Si yo tuviera que hacerlo con el hombrecillo de mirada lasciva… Te aseguro que no podría –susurre avergonzándome de nuevo.
-Si tuvieras que hacerlo por necesidad, te aseguro que te imaginarias a alguien –contestó. Y de nuevo, mis ojos se perdieron en esa intensidad del color de la esperanza. Esa que aún sin apenas luz, podía apreciarse.
-¿Siempre es así? –pregunte por impulso. Y esta vez no aparte la mirada. Necesitaba saberlo- ¿Siempre te imaginas que estas con otra persona?
-Contigo no –sentencio con firmeza, añadiendo con ello aún más nervios en mi estómago.
La desconcentración ya me había poseído por completo. Edward había entendido a la perfección el contexto de mis preguntas, contestado así a aquella que llevaba formulándose en mi cabeza demasiado tiempo, aquella de la que no podía olvidarme por muy libre que me sintiera.
La mirada de Edward continúo puesta fijamente en mí, cuando su mano comenzó a acariciarme lentamente la rodilla. De no haber sido porque ya estaba sentada, estas se habrían quebrado ante tal caricia, debido a las pequeñas descargas que el contacto de su mano estaba provocando en mi piel, descargas que recorrían mi cuerpo por completo desembocando en mi sexo, el cual sentía palpitar, humedeciendo con ello mis pequeñas bragas.
Aprecie como sus dedos se perdían por el corte de mi vestido, avanzando lentamente por mi pierna izquierda, la cual continuaba pegada a la otra, de igual forma que mi mano se aferraba con fuerza al apoyabrazos del asiento, e intentaba silenciar mis labios de aquellos gemidos que amenazaban por romper mi silencio, a medida que sus dedos continuaban avanzando lentamente por mi ya sensible extremidad.
-Edward… -un gemido traicionero, rasgo mi garganta.
Quería gritarle que parara, pero mi cuerpo no tenía pensado hacer caso a mi mente.
Abrí mis piernas recibiendo su mano, cuando ésta comenzó a acariciar la piel escondida más allá de mi muslo. Pude ver como su sonrisa ladina, se ampliaba ante mi gesto como si se enorgulleciera de ello, como si… tuviera claro que él, tenía el control de mi cuerpo, algo que… no era ninguna mentira.
Una persona normal, alguien que no anhelara desesperadamente las caricias que estaba recibiendo, habría cerrado las piernas y sacado la mano de Edward de inmediato. Esa otra sería una persona sensata, sobre todo por la gente que ajena a mi locura, permanecía centrada viendo la película. Yo no era esa persona normal, y desde luego, la sensatez brillaba por su ausencia del mismo modo en el que los ojos de Edward lo hacían mientras jugueteaban con la tela húmeda de mis bragas, aquella que hasta su caricia, tan cómodamente estaban asentadas en mis ingles y que ahora, tanto ansiaba por que apartara.
Aprese mis labios con fuerza entre mis dientes, cuando su dedo índice acarició lentamente uno de mis húmedos pliegues. Sin ser consciente, mi mano izquierda fue a parar a su pierna derecha, clavando las uñas alrededor de la tela de sus pantalones, a medida que su caricia se iba haciendo más intensa.
Y entonces, mi mente abandonó mi cuerpo al sentirlo rozando mi clítoris.
-Shusss… Intenta mantener la compostura si no quieres dormir en la comisaría esta noche –susurro en mi oído, antes de pasar su tibia lengua y mordisquearme el lóbulo.
Mis ojos se cerraron con fuerza ante ese gesto mientras mi garganta luchaba contra mis propios gemidos, esos que amenazaban por volver a salir de un momento a otro, a medida que su dedo dibujaba formas circulares sobre mi humedad.
-Así que crees, que pienso en otras mientras hago esto ¿verdad? –inquirió a la vez que su dedo irrumpió lentamente en mi interior.
-Edward –sisee ante el pausado bombardeo de mi centro, a la par que luchaba contra el ímpetu por elevar mis caderas con el fin de aumentar el roce de aquella caricia.
-Dime Bella… ¿estoy fingiendo? –susurro ronco, intensificando su caricia en mi interior.
No pude contestar, mis labios estaban completamente sellados por la amenaza que a cada segundo se intensificaba en mi garganta. Pero si pude ver sus ojos, los cuales aún a oscuras, reflejaban a la perfección el dilatamiento en sus pupilas.
Sus labios se curvaron con prepotencia, cuando arremetió un segundo dedo contra mí. Tan excitada como cabreada por tener que contener todo aquello que deseaba gritar, mi mano, aquella que aún seguía paralizada en una de sus piernas, apreso con fuerza ésta en respuesta a sus caricias, a medida que poco a poco fue subiendo en busca del bulto que yacía entre sus piernas.
-No tengas miedo de tocarme Bella –susurro Edward cuando mis dedos rozaron sutilmente la tela que envolvía su erección- Tócame como yo te estoy tocando, siente lo mismo que siento yo al hacerlo –pidió con voz rota por la excitación.
La duda y el temor porque alguien nos descubriera, acompaño cada uno de mis torpes movimientos, los cuales tuvieron que ser ayudados por su mano libre, mano que guió la mía hasta la cremallera de su pantalón, la cual, después de abierta, me dio un pequeño acceso hasta su abultado miembro.
-Edward –jadee débilmente al sentir entre mis dedos nuevamente la textura de su piel.
-Eso es Bella. Siénteme…
Sus jadeos retumbaban en mi cabeza casi con la misma fuerza que sus dedos retumbaban en el foco de mi excitación. A cada contracción de mi sexo, mis dedos se aferraban con más fuerza alrededor del suyo, el cual sentía palpitar bajo mis obtusas caricias, caricias que en nada podían compararse al límite al que me estaban arrastrando las suyas, a ese límite que te hace pedir más, desear más.
-Edward –siseé rota por el intenso placer al que me estaba llevando- quiero… quiero sentirte –rogué apenas sin voz. A cada segundo que pasaba, más difícil me era mantener la compostura.
-Ya lo estas haciendo –susurro en jadeos.
-No –susurre apenas sin voz, consecuencia del aumento oscilante de sus dedos- así no… Edward por favor –rogué en un susurro que más bien parecía una suplica.
-Aquí no –susurró en respuesta.
A punto estuve de llorar, cuando sus dedos salieron de mi interior provocando que un profundo vació se asentara en dicha zona. Quería gritarle que continuase con ese exquisito roce, mi cuerpo entero gritaba que lo abofetease por dejarme a las puertas, por privarme de aquella sensación tan bestial que se había formado en mi bajo vientre, pero para cuando quise hacerlo, me vi arrastrada por su agarre hacía el exterior de esa sala que hasta hacía unos segundos, había sido testigo de lo que ese hombre era capaz de hacerme con tan solo un par de movimientos y un par de palabras.
La fuerte excitación que continuaba recorriendo mi cuerpo, no me permitió oponer resistencia cuando me vi entrando con él a uno de los baños que habitaban en aquel lugar. Mi cuerpo suplicaba por volver a sentir la cercanía del suyo, cercanía que no tardo en ofrecerme, estampando sus labios contra los míos, una vez se cerrara la puerta principal de los servicios.
-¿Aquí? –susurre en su boca. Su lengua ya estaba comenzando a jugar con la mía.
-No llego al coche –jadeo antes de arremeter su lengua nuevamente contra mí, a la vez que sus manos se perdían por mi cuerpo elevándolo en peso, y enrollando mis piernas alrededor de su cintura.
-Edward… -sisee al sentir mi espalda chochar contra la pared de uno de los cubículos del baño.
La respuesta a mis gemidos no se hizo esperar. Sus ávidas manos, las cuales luchaban por levantar mi vestido hasta el punto de poder darle un mayor acceso, se deshicieron de mis bragas con la misma furia con la que su lengua estaba arremetiendo en mi boca. No tarde mucho más en escuchar la hebilla de su cinturón abriendo paso hacía aquel bulto que tanto ansiaba por sentir, aquel bulto que sentí tanteando mi entrada, pocos segundos después de escuchar el familiar sonido de aquel envoltorio plateado.
-Ed… Ward… -jadee rota por la extrema sensación que me provocaba su miembro abriéndose paso en mi humedad.
Y entonces su boca silencio el sonido gutural del que iba a ser presa, al sentir como su pene terminaba por hundirse en mí.
Rápidos movimientos siguieron la primero. La humedad de mi sexo facilitaba la entrada de su miembro, el cual sentía escurriéndose por mis entrañas, rozando mis paredes de forma exquisita, asentado olas de exquisito placer, las cuales recorrían sin ningún tipo de contemplación todo mi cuerpo.
Iba a explotar, de un momento a otro explotaría. La fuerte fricción de cada una de sus estocadas, estaba despertando nuevamente el monstruo tejido en aquella sala a oscuras.
Sus movimientos en mi interior se intensificaron haciéndome imposible seguir el juego de su lengua, cuando sus manos, posicionadas sobre mi trasero, abrieron más mis piernas, dándole un brutal acceso a mi interior.
Mi sexo ardía, mi estómago ardía, toda yo lo hacía con cada embestida, las cuales sentía rozar lo más profundo de mi ser, rompiéndome con cada una de ellas, provocando que mis uñas se clavaran con más fuerza sobre el agarre que me ofrecía su espalda alta.
Y de pronto, cuando su boca se separo de la mía y sus ojos verdes se abrieron clavándose en los míos, me deje llevar, me deje llevar por todo el fuego que me estaba recorriendo, por toda esa excitación mezclada con adrenalina de la que en ese mismo instante estaba compuesta.
Mis ojos volvieron a abrirse con el susurro de su risa, encontrándose nuevamente con aquel brillo del color verde. Mi frente se apoyaba en la suya, y su cálido aliento acariciaba mi cara humedecida por el sudor.
Ninguno habló, solo el silbido de nuestras respiraciones apausadas, hacían eco en aquel espacio tan reducido.
Mis manos no se separaron de su cuerpo, como tampoco las suyas del mío. Ni su miembro, el cual aún palpitante, continuaba preso por mi intimidad, una intimidad que lejos de estar molesta por ello se sentía agradecida.
Y entonces sonreí, olvidándome de lleno que todo esto no era más que una actuación, la mejor actuación de toda mi vida.
Él no tardo en corresponder a esa sonrisa.
Espero no haberos vuelto un poco locas pero… os tenía que hacer participes de la locura que Bella me ha hecho a mí :-}.
Y nada, que espero poderme resarcir por el retraso con estas 16 paginas. ¡Besos!
7 Sonrisas:
Almuuuuuuuuuuuuuu me muerooooooooooo! dejame tratar de analizar que fue lo que paso aqui y regreso a escribir con un poco mas de cordura jajajajaja!!
O M G.... Noooooo no puedo evitarlo amo amo amooooo este par esta historia.. como escribes, como nos pones.. increible almu eres fantastica..... puff me kedo cortaaa no sabes...
me encanto el cap.. sobre todo que tuvo su principio y fin.. me explico=?? tuviste inicio correcto.. con el ritmo ... y poco apoco se intensificoooo es perfectooooooooooooo..
que si no ha valido la penaa?? por supuestooo que lo vale. pero sabes que pasaa que eres tan buenaaa que nos dejas con ganas de mas jajajaja.. siempre enganchadora jajaja
felizzzzzzz me has dado un viernes felizzzzzzzz :D
hasta la proximaaa y cuidateeee descansaaa toma tu tiempoooooo.... un abrazote y sabes k t xtrañamos muak
Regresé, lo volvi a leer y mori de nuevo jajajaja no se porque siento que ahora vienen los 30 minutos de conflicto en esta película, triste, pero necesarios jajaja un abrazo grande almu!
que puedo decir ante este pedazo de capitulooooo.......como dice Lau morii pero también me he reidooo a lo lindo!!!
sobre todo esa visita que bella ha creado en su mente ... esa visita al psicologo me he meadoo de la risa ...solo de imaginarme al regordete masturbandose pero le doy toda la razon a Bella es que con semejante historia si acabarian haciendo esooo.... jejeje ayyy que cosasss mejor me callo pero debo admitir que estas leturas bien hechas ayudan porque ayudan .... yo me entiendo jejejj eres buenaaa Almu!!!!
a esperar el siguientee ayyyyy se aproxima la bodaaaaaaa quiero saber un poquitin mas de Edward ya dijooo que a nadie se imagina cuando esta con ella!!!!
besitosss mi Almu y a disfrutar las fiestas!!!!
OMG Almu en serio nos quieres matar verdad?? Dios que hombre mas provocativo!! Y ps Bella que ni se resiste y como..! jaja Estuvo genial y mas si se están abriendo al dialogo, y es q obvio él no debería estar pensando en nadie mas, estando con ella! Y miedo me esta empezando a dar contigo con eso de "fase peligrosa" que nos esperara, conociéndote...!!
Y María estoy contigo, si entendí, fue así bien explicito en todos los sentidos, es que como siempre valió la pena cualquier espera, te luces Almu!
Otra cosa, extrañaba mucho la cabecita loca de bella jajaja esta mujer me hace reír demasiado esa visita al psicólogo estaría genial, es que cualquiera se puede traumar con semejante historia jajajaja la parte de solo pensar en el cuerpo de Ed arriba, abajo de lado etc XD (por cierto no me había fijado q ahora no podemos copiar nada)
PD: Que bueno q ya aprendiste a no pedir disculpas;-D aquí nosotras sabemos cuanto le dedicas al rincón y mas ahora con todo esto de las renovaciones y de ajustar los detallitos, así q tranquila aquí esperaremos paciente (bueno igual de ansiosas jaja) a la próxima actualización!! Y mi Almu se que no me vas a dar ninguna pista, pero Dios si a bella le toca pagar por los "favores" extras se ira a quedar totalmente arruinada de por vida y mas allá, porq con tanta recogedora de envoltorios plateados!!
Almu genia!!!!!Estos dos se estan enloqueciendo mutuamente y nos estan arrastrando a nosotras de pasada...que lindo cachondeo llevan,asi da gusto pagarse el gigolo!!!!!!Esta historia me encanta, es un deleite visual!!!!!!Besoides!!!!Marchu
Oh por dios Almu como demonios haces para escribir semejantes cosas, creo que el sentimiento es general cuando te digo que despues de leer cada capitulo necesitamos una ducha que nos baje la temperatura, jajaja!!!!!
Bueno desde el principio, parece que Bella poco a poco va a recuperar lo que perdio cuando se fue, por lo menos en cuanto a la relación con su hermana, parece que Rose la extrañó mas de lo que aparentaba.
El monólogo interno de Bella fue hilarante, me mató el debate por el psicologo, la verdad no creo que ninguno este calificado para atender la locura Cullen, mejor trata de solucionar los conflictos directo con la fuente. Seguro que lo encuentra tremendamente mas placentero que estar hablandole a un desconocido de lo que ese hombre le provoca.
El cine.... excelente toque, quien no se puso alguna vez un poco cachondo en una sala a oscuras, en fin, parece que la oscuridad y el tema de la pelicula saco lo mejor de Edward y por fin contestó alguna preguntas, con discrecion pero lo hizo, claro que sus respuestas solo generan mas dudas, porque si bien es cierto que la suerte de relacion que tiene con Bella parece mucho mas intima de lo que deberia de permitirse él personalmente, no deja de ser la persona que ella contrató para que se hiciera pasar por quien no es, y si bien parece sincero con ella en todo momento eso no quieta que se dedica a fingir sentimientos donde no los hay, supuestamente, asi que creo que todo esto le va a generar a Bella, mas de una noche de imsomnio si es que Edward no la agota demaciado, y un millon de nuevas preguntas.
Me parece que cuando se den cuenta de que estan demaciados adentrados en la farsa va a ser cuando todo les explote en el rostro, Bella se seinte cada vez mas comoda con él y con la intimidad con la que estan viviendo, y Edward hace rato que dejo de ser un profecional que finje ser para ser lo que finje, se esta dejando llevar y aunque no entrega mas que su cuerpo, por lo menos aparentemente, esta dando demaciada rienda en la relación.
Besos
Y tú, ¿nos regalas una sonrisa?