My angel - Capítulo XIV (2ª parte)

CAPÍTULO XIV – Roma (2ª parte)

Robert

Faltaban tres horas para llegar a Roma cuando lo vi. ¿Es que no habían vuelos y aviones en el mundo, que tenía que toparme con él? Ya bastante desagradable era la idea de saber que él la poseía  en cuerpo y alma, para encima tener que compartir el mismo habitáculo.

Esa noche apenas pude dormir, a mi mente solo venían imágenes de ellos dos juntos, besándose, acariciándose, sintiéndose... amándose… La rabia corría por mi cuerpo, apoderándose de mí, con cada una de ellas. Y lo peor, es que sabía que aquello no era producto de mi imaginación. No era tonto, los había visto en mas de una ocasión juntos, besándose… tocándose, no tan real como lo que ahora se reflejaba en mi mente, pero si lo suficiente para dar rienda suelta a mi mente.  

Uno a uno, todos los cigarros de mi cajetilla de tabaco, desaparecieron entre mis pulmones. Quería ser yo el que estuviera con ella, quería que fuera a mi a quién sintiera, por quién ella suspirara. Tenía que empezar a hacer algo ya, o de lo contrario esta rabia se acabaría convirtiendo en desesperación y nunca la tendría.

El primer día en Roma fue toda una locura, no solo porque nos llevaban como títeres entre entrevistas, ruedas de prensa y más entrevistas, sino también por la grandisima expectación que había a nuestro alrededor.

Cientos de niñas y chicas se agolpaban a las puertas de todos los sitios a los que íbamos a la espera de vernos. No tenía ni idea de que este libro fuera capaz de captar tanto interés, sabía que era conocido, bueno más bien me lo habían dicho, pero hasta tal punto no podía imaginármelo.

Pero lo que realmente me dejo en shock, fueron los gritos que pegaban al verme. Allí por donde yo pasara se desata la locura de las fans, sus gritos penetraban en mi celebro como martillazos, no entendía como podía estar pasando esto realmente, como de la noche a la mañana había pasado de ser del señor don nadie a esto.

La mañana fue tranquila, es decir, sobrelleve como pude todo ese descontrol, pero la tarde no fue tan fácil. Yo pensaba que firmar libros no tenía mayor complicación que un cansancio de muñeca al finalizar la jornada, pero me equivoque. Perdí la cifra de las veces que me dijeron te quiero, te amo, te adoro, vamos que escuche todos los sinónimos de la palabra amor.

Igual me paso con la cuenta de las veces que me pidieron que las mordiera. Si realmente hubiera sido un vampiro, perfectamente hubiera podido montar un batallón de neófitos. Y luego estuvieron todas las veces que me llamaron sexy, que me halagaron por mi pelo, por mi físico, vamos por todo mi yo en sí.

Pero si por encima de todo, debía recordar algo, era de aquella chica que me pidió que saludara a todas las fans “Robsten”. Robsten, ¿que coño significaba eso?, supongo que sería una nueva clave para hablar entre los jóvenes, y el no conocerla, cuando prácticamente teníamos la misma edad, me había traumado, de ahí que lo recordara.

Lo peor de todo no fue eso, lo peor fue que apenas pude hablar con ella. No estuvimos solos ni un minuto, cuando no estábamos rodeados por todo el tumulto de gente, estábamos en algún acto promocional, y cuando estamos en el hotel, que era donde reinaba la tranquilidad, su novio estaba allí.

Aunque los celos me comían por dentro, en el fondo lo entendía. El lugar de Michael era estar aquí con ella, apoyarla y mimarla, ya que Kristen era una persona muy frágil y nerviosa y sabía que sola no podría llevar tanta presión. Pero aún así no podía evitar desear ser yo él que estuviera en su lugar, ser yo él que la apoyara, la mimara, la acariciara, la consolara…, ser él único que estuviera en sus momentos de bajón, él que durmiera con ella por las noches.

Esa noche me volvió a suceder lo mismo que la anterior, las imágenes de ellos dos juntos volvieron a agolparse en mi cabeza torturándome. La noche anterior fui fuerte y puede resistir, pero esa noche no podía, la había vuelto a ver después de muchos días y mis sentimientos volvieron con más fuerza a oprimirme el pecho.

Sin pensarlo dos veces cogí mi móvil y empecé a escribir, quería llamarla pero… tampoco quería provocar más disturbios, ya que en mi cabeza aún recordaba las palabras de Cam.

“Hoy todo a sido muy raro peque. No sabes las ganas que tengo de hablar contigo”

Sentado a los pies de la cama, esperaba ansioso una respuesta, ya no solo por saber que me respondía, sino también para averiguar si estaba con él o no, todo dependía de lo que me contestara y del tiempo que tardara en hacerlo.

“Si que lo ha sido. Yo también tengo muchas ganas de hablar contigo, pero me parece que va a estar difícil”

Suspire al leerlo, eso significaba dos cosas; una, no estaba con él, quizás si en la misma habitación, pero no físicamente con él, y dos, también deseaba hablar conmigo. Ahora lo que tenía que averiguar era hasta donde estaba dispuesta a llegar para hablar conmigo. Entonces en ese momento recordé algo;

“Mañana por la mañana tenemos una sesión de fotos. Cath no viene, haz lo que sea para que él tampoco”

Catherine me había comentado en el coche lo de las fotos, y también me había dicho que ella no podía asistir por temas de la promoción, así que ese era mi momento, solo había un pequeño detalle, su novio;

“Vale, aún no se como lo lograré pero él no vendrá”

Contesto pasados dos minutos. Eso significaba para mi mucho más que cualquier cosa, ella tampoco quería que él estuviera allí y sería capaz de inventar cualquier pretexto, con el fin de que no viniera aún arriesgándose a tener una pelea.

“No te haces una idea de lo mucho que te hecho de menos”

Le escribí dejando ver en parte mis sentimientos, ella no era tonta, por lo que entendería a la perfección el contexto de mis palabras. Minutos más tarde, y apunto de irme a intentar dormir, ese último mensaje fue contestado, haciéndome el hombre más feliz que había en esos momentos en toda Roma;

“Tú si que no te haces una idea de lo mucho que te he echado de menos yo”

Con una pedazo de sonrisa enorme, y mis nervios, me fui a dormir, deseando que las horas pasaran lo más rápido posible.

Aunque esta noche dormí más que la anterior, no pude evitar dar vueltas en la cama pensando en que excusa le diría Kristen a su novio. Bajo ningún concepto quería que viniera, pero tampoco quería ser él causante de que ella pasara un mal trago, y menos hoy, ya que esta tarde era la apertura del festival y de sobra sabía que sus nervios estarían por las nubes.

-Robert, soy yo, ábreme –pidió Cath, mientras tocaba la puerta de mi habitación.

-Pasa –susurre nada más abrir-. Buenos días –salude-. ¿Qué tal van esos nervios? – pregunte, a la vez que cerraba la puerta.

-Mal, muy mal, toda la crítica europea va estar pendiente hasta del último detalle, así que imagínate como estoy, me juego mucho con esto –dijo, sentándose en el sillón de la habitación a la vez que entrelazaba sus manos y se las frotaba.

-Todo sale bien. Has hecho un trabajo increíble, teniendo en cuenta el poco dinero con el que contabas – dije arrodillándome ante ella y frotándole un hombro en señal de ánimo.

-Gracias Robert, pero que sepáis que sin vosotros esto no hubiera sido posible.

-Y si no hubiera sido por ti, seguiría siendo el señor don nadie, así que soy yo él que te tiene que agradecer las cosas –bromee, aunque aquellas palabras, de broma tenían poco.

-Que locura ¿eh Robert? –inquirió con una sonrisa, aludiendo a lo ocurrido el día anterior-. Tranquilo, esto va por etapas.

-Eso espero –suspire.

-Y por cierto, no solo a mi me lo tienes que agradecer, a Kristen también, fue ella la que te escogió…

¡Kristen! ¡Dios!, en ese momento estaría peleando con su novio, o quizás inventando una excusa…

-Cath, ¿me harías un favor? –pregunte sin mirarla, solo vi como ella asintió–. A ver, eh… Sabes que Kristen y yo somos muy buenos amigos –algo tenia que hacer para intentar ayudarla, aunque quizás ya fuera tarde pero tenía que intentarlo.

-Si, lo se –sonrió de nuevo.

-Y no se si sabrás que estamos mucho tiempo sin vernos…

-No, no lo sabía, pero bueno eso es normal Robert, la vida sigue. Lo importante es seguir conservando esa amistad.

-Si, precisamente por eso quiero pedirte algo –susurre, bajo su atenta mirada–. Ya que ni tú, ni los miembros de la producción, venís a lo de las fotos, me gustaría aprovechar para estar con ella y ponernos al día.

-Me parece bien Robert, por mí con que estéis esta tarde a tiempo para el festival, una vez acabadas las fotos podéis ir a donde deseéis.

-Ya Catherine pero… no es eso lo que quiero pedirte –a ver como le explicaba.

-No entiendo Robert, ve al grano.

-Me gustaría estar a solas con ella, para volver a lo de antes –reitere-, y tú sabes mejor que yo que Michael vendrá.

-¿Qué estas tratando de decirme Robert? No quieres… ¿no quieres que vaya Michael?

-Si –musite-, eso es –confirme, era tontería seguir andándome con rodeos.

-Pero…

-Mira Catherine –la interrumpí-, ella y yo ya lo hemos hablado. Kristen va a inventar algo para que él no venga, pero tampoco quiero que se enfade con ella, no se si me entiendes, por eso me gustaría que me ayudaras –y terminé dándole más detalles de los que en principio quería darle.  

-Robert… ¿Qué hay detrás de todo esto? –inquirió. Podía notar la incertidumbre, recorriendo su rostro.

-Nada Catherine, ya te lo he dicho –reitere de nuevo-. Me gustaría estar un tiempo a solas con ella, hablar con ella de todo esto que nos esta pasando, solo es eso, y yo con Michael no se si podré…

-Vale Robert, te haré el favor, pero escúchame una cosa –advirtió-. Nos conocemos y se como eres. Esa chica tiene novio, uno que por cierto la ama, no se te ocurra meterte por el medio, ni hacer nada que pueda confundirla.

-Catherine ya te he dicho…

-Si Robert si, pero yo también te lo digo. Michael es muy buen chaval.

-Y no lo dudo, no se porque me dices todo esto si ya te he explicado las razones –fingí hacerme el tonto. Quizás no había sido buena idea pedirle ayuda pero… lo hecho, hecho estaba. Además, ella no me conocía tanto y tampoco a Kristen, así que su opinión estaba de más.

-Por que te conozco, por eso –dijo seria, levantándose del sofá-. No lleguéis tarde por favor –pidió antes de cerrar la puerta.

Sentado en el asiento trasero de la furgoneta que nos llevaba a donde nos iban a hacer las fotos, contaba los minutos mientras esperaba que Kristen llegara. No sabía si mi plan de último momento habría surgido efecto, o si por el contrario habría complicado más las cosas, solo esperaba que no le trajera más problemas.

Deje de pensar en eso en cuando la puerta se abrió.

Allí estaba ella, mi ángel, el único que era capaz de hacerme sonreír como lo hacia, el único que hacía que me temblaran hasta las entrañas, por el único que suspiraba… un ángel con nombre y cuerpo de mujer, eso era ella para mí.

Cuando terminamos las fotos la invite a comer, aún nos quedaba tiempo y quería aprovecharlo para hablar y estar con ella.

-Bueno y cuéntame, ¿como van los nervios? –pregunte, una vez ya sentados en la mesa de aquel pequeño y cálido restaurante al que nos habían llevado.

-¿Mis nervios? –dijo en un resorte-. Aumentando por momentos –suspiro-. Madre mía, que locura todo ¿verdad? –sonrió.

-Si y de las grandes –conteste, sonriendo también.

-¿Y tu como estas? ¿Cómo estas llevando todo esto?

-Estoy en una nube peque. No entiendo todo lo que esta pasando, como de la noche a la mañana pase de ser un completo desconocido a esto. No se… supongo que tengo que asimilarlo.

-Es normal que te sientas así, como bien has dicho todo a cambiado de la noche a la mañana.

-Si Kris, pero no entiendo… no se como… -no sabía como explicar lo que sentía-. ¡Dios!, ¿como pueden decir las cosas que me dicen? Si ni siquiera saben como soy, ni siquiera sabían mi nombre hace cuatro meses y… -suspire agobiado. Cada día la locura crecía más, y yo cada día lo entendía menos.

-Robert, tu ahora eres la novedad, te has metido en el papel de uno de los hombres más aclamados por la juventud, es normal que te adoren.

-Exacto Kristen, es el papel. Pero ellas me aclaman como si yo fuera así realmente. No se, quizás todo esto me pilla muy desprevenido.

-Ese es el problema Robert, ni tu ni yo sabíamos del interés de este libro, y eso ha hecho que nos pille todo por sorpresa.

-Si, eso es verdad, pero asusta.

-No tengas miedo –dijo acariciándome la mano que estaba encima de la mesa.

Nos quedamos unos minutos en silencio mirándonos a los ojos, entonces dije algo que recordé para así romperlo, no porque estuviera incomodo, sino porque estaba demasiado cómodo, y aquello asustaba.

–Oye, ¿a ti una chica te pidió ayer que saludases a las fans?… Robsten, o algo así.

-Si –contesto riéndose y mirando hacía la mesa.

-¿Y eso que significa? Desde ayer estoy con la duda –Bueno, realmente estaba con otras dudas pero, un restaurante no era el lugar apropiado para plantearlas.

-Robsten es la combinación de nuestros nombres –susurro tímida. Mi cara que por momentos parecía asombrarse más–. Si, el principio del tuyo y el final del mío –explicó.

-¿Estas hablando en serio? –pregunte atontado, ella asintió un poco avergonzada–. Vaya –exhale, no me salía ninguna otra palabra.

-Si, vaya –imito ella, con la mirada cabizbaja y aquella sonrisa avergonzada.

Quizás ese fuera el mejor momento para hablar con ella, ya que el tema sin querer parecía haber  salido solo, pero la notaba tensa y nerviosa, y no creía que hablar de ello le ayudase demasiado para enfrentarse a lo que nos esperaba después, así que preferí intentar relajarla, ya habría ocasión de mencionar el tema en otro momento, aunque me muriera de ganas por hacerlo.

Después de pasar horas hablando de todo un poco pusimos rumbo al hotel. Teníamos que arreglarnos y ya íbamos atrasados, pero no podía bajarme del ascensor sin decirle algo;

-Me alegro de que nada de lo ha pasado nos haya cambiado –dije encarándola, mientras se abrían las puertas del ascensor avisándome de que había llegado a mi planta.

-Y yo… –la interrumpí dándole un beso en mejilla. No quería que hablara, por lo menos no todavía.

Mientras me arreglaba recordé todos y cada uno de los momentos del día de hoy. La sinceridad con la que hablamos, la manera de abrirnos el uno con el otro, su sonrisa, como se tocaba el pelo cada vez que se ponía nerviosa, todo… Era una lástima que no fuéramos capaces de hacer lo mismo con nuestros sentimientos…

Casi una hora después llego el momento de la verdad, el estreno en el festival ante la crítica, pero antes tenia que pasar por el aluvión de flashes y autógrafos. Una vez hecho, entramos al auditorio donde se exhibía la película, tomando  asiento donde me indicaron. Para mi alegría me sentaron al lado de Kristen y lejos de su novio, que se encontraba filas más atrás, pero aunque para mi esto era una alegría para ella no, estaba tensa y no paraba de mover sus manos y de tocar su pelo. Sabía que esto no era solo fruto de los nervios por el estreno, también ayudo su querido novio, por lo visto se habían peleado de trayecto aquí.

La causa, yo.

En un intento de tranquilizarla, tomé su mano junto a la mía y así la sostuve durante todo el tiempo que duró la película. Ya que su novio no podía tranquilizarla porque los celos le cegaban lo haría yo mismo, yo no iba a ser tan tonto como él.

Una vez acabo la película, los críticos se levantaron en masa para aplaudir, no se si por educación o porque realmente les gusto lo que vieron, el caso es que, en ese momento en el que todos se felicitaban con todos, aproveche para escribir una nota a Kristen. Mientras la escribía agradecí interiormente al guardaespaldas que no me dejo que le firmase un autógrafo a una de las fans, sino no se de donde habría sacado aquel trozo de papel junto al bolígrafo.

Cuando me acerque hasta ella para hacer lo mismo que todos, felicitarla, le introduje la nota en el bolsillo de la chaqueta.

Ya estaba hecho, ya no había vuelta a atrás. Durante toda la película me di cuenta de lo mucho que necesitaba hablar con ella, más incluso de lo que pensaba, además tenia que aprovechar que no estaba bien con Michael. Se que puede sonar un poco cruel, pero tenía que jugar con las pocas cartas que tenía, sino nunca podría tener la oportunidad de hacerla feliz.

Mis nervios aumentaban conforme pasaban los minutos, no estaba seguro de que fuera a venir a mi habitación, o de si iba a poder resultarle fácil hacerlo. Desesperado, daba vueltas entorno al dormitorio mientras pensaba en que decir si aparecía. No sabía muy bien como empezar pero… si sabía una cosa, iba a dejar las cartas sobre la mesa, y aunque sabía que eso podía asustarla y alejarla, no lo iba a permitir, no hasta que ella me dijera y demostrara que lo nuestro era imposible.

Los minutos pasaban y mis nervios corrían como el agua por el conducto de una fuente. ¿Y si no venia? ¿Que haría si no venia? ¿Debía seguir buscándola si estaba claro su rechazo? Pufff… ¿Que debía hacer?

Justo cuando me hice esa última pregunta llamaron a mi puerta, y todos los nervios que tenia en el estómago se subieron a mi pecho, cuando abrí y vi que tras la puerta estaba ella.

Siguiente - Capítulo XIV (3ª parte)

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Bueno se que a lo mejor esperabais otro capítulo, pero en este caso me pareció importante poner las dos partes, ya que ayer me salte detalles que veo interesantes la verdad, para mañana ya llegara la tercera parte OK…..

Bueno chicas como siempre agradecer el apoyo de todas, os quiero mucho y sin vosotras no me animaría a seguir escribiendo besos a todas…

Y a todas las chicas del blog Rodward&Krisella, os quiero un montón…….

Ya sabéis, críticas, comentarios, “guerras”, lo que sea…besos….

Publicado por Almu en 21:24