Buenos días chicas!!, aquí os dejo el capitulo de Disturbia, anoche a Nuri no le dio tiempo a terminarlo, por ello me pide que os haga saber que lo siente, como si nunca ninguna nos hubiéramos retrasado. El caso, más vale tarde que nunca, además como dice un dicho, lo bueno se hace esperar, y me da a mi la sensación, de que este capitulo, además de esperado, es bastante bueno…
Ale me callo ya y os dejo con el…
Capítulo LVI – Dile adiós a la fantasía
Bella POV
- ¡¿Qué?!
No podía culpar a Alice, yo misma hubiese tenido esa reacción si me hubiesen contado mi cita con Edward. La cita por la que había esperado inconscientemente durante mucho tiempo. Una cita surrealista, pero perfecta, aunque fuese una locura pensarlo.
- Alice, relájate.
- ¡No me puedo relajar! Estabas perfecta, era la ocasión perfecta, el momento perfecto... ¡y tuvo que salir así! – gritaba Alice como si fuera ella misma la del problema. Aun que yo no le llamaría precisamente problema.
- ¿Así? – pregunté.
- Si, así Bella, un desastre de cita. Definitivamente, ayer no era mi día, ya no sirvo de Celestina, estoy en decadencia…
- No ha sido un desastre, para nada, no llames a mi cita desastre – le contesté enfurruñada. ¿Desastre? Vale, se le podía llamar así, era un desastre, pero era mi desastre.
- Ay Bella Bella…lo que hace el amor. Pero bueno, si con todo lo que pasó tú consideras que ha sido una buena noche, entonces me doy por satisfecha, misión cumplida.
- Alice, no nombres al amor, olvídate de eso, no me confundas más de lo que ya estoy.
- ¿Confundida? No me hagas reír Bella. Ya te lo dije ayer, tenéis un hijo, olvídate de confusiones y disfruta un poco.
- Y he decidido disfrutarlo, sólo que no salieron las cosas como pensábamos…pero no fueron un desastre, que ya me imagino lo que vas a decir. El final de la noche fue perfecto…
- ¿Perfecto? Perfecto hubiese sido si hubieseis acabado lo que empezasteis, acabar la noche besándoos con Elliot en brazos y Andrew de fondo no me parece un final de noche perfecto. Pero te repito que si a eso le llamas perfección, me doy por satisfecha, estás tontita Bella – el enfado lo sustituyó por una risita irritante.
- Yo no estoy tontita Alice.
Mi manía de negarlo todo, negarlo hasta la muerte si era necesario. Pero yo en el fondo sabía que tenía razón. Estaba tontita, más que tontita. Estaba ilusionada, como nunca antes lo había estado. Habíamos acabado la noche besándonos con Elliot en brazos y Andrew de fondo, sí. Pero eran besos que se habían quedado grabados en mi, grabados como todos los momentos que compartimos juntos esa noche. Momentos que no eran, ni mucho menos, idílicos. Pero, ¿qué sería una noche entre Edward y yo sin anécdotas? Desde que nos conocimos nuestra relación ha estado plagada de anécdotas, unas muy desagradables, y otras no tanto, como las de nuestra primera cita. ¿Por qué no habían sido desagradables? Porque habían merecido la pena, como el mismo me dijo y yo corroboré. Sí. Había merecido la pena. Y si. Estaba tontita, si Alice lo quería llamar así. Prefería eso a amor, porque no sabía si estaba preparada para decirlo con todas las letras.
Después de esa interrupción de nuestro queridísimo Andrew en la que nos incitaba a irnos a un hotel, idea la cual adivinaba que no nos parecía mal a ninguno de los dos, decidimos ignorarlo por unos minutos en los que disfrutamos lo que no pudimos disfrutar en la que iba a ser una cena muy reveladora. Disfrutar nuestra compañía, nuestra cercanía, nuestro contacto. Fueron unos minutos en los que nos olvidamos de lo que nos rodeaba, porque nos lo merecíamos, y porque así nos apetecía a los dos, tan sencillo como eso. Nos dejamos llevar y nos olvidamos de lo que es correcto o no, hacía mucho tiempo que debíamos haber hecho eso.
Pero no podía ser eterno, y ante el llanto de nuestro hijo, en el que nos decía que el también quería un poco de atención, nos tuvimos que separar. Jugamos unos momentos con él, entre risas y miradas cómplices, vergonzosas, como si fuésemos dos quinceañeros. Pero otra vez, eso tuvo que acabar, Elliot se durmió por fin, y ante la molesta presencia de Andrew, Edward decidió marcharse, no sin antes decirme con la mirada que aquello no había hecho más que empezar.
Con una sonrisa imborrable, con nuestro hijo en brazos y con las manos entrelazadas, nos despedimos en la puerta de mi casa. Me acarició el dorso de la mano, y después de besar la cabecita de Elliot, se acercó a mi rostro para, una vez más, rozar sus labios con los míos. Un beso tierno, pero que a la vez, lo decía todo. No necesitábamos ya más palabras, los dos sabíamos que aquella noche habíamos dado un gran paso y, con sus acciones y las mías, nos dábamos cuenta de que ninguno de los dos tenía intención de retroceder ni un solo milímetro.
Dos minutos después, y cuando estaba dejando con cuidado a mi niño en su cuna, sonó mi móvil, con un mensaje que no hizo más que aumentar la sonrisa idiota que se había formado en mi cara.
“Gracias por convertir un desastre de cita en la mejor que he tenido en mi vida. Edward”
Con eso, ¿cómo quiere Alice que no tenga cara de tonta? Y no sólo con eso, si no con el mensaje de buenos días de esta mañana, y el que me mandó una hora después para preguntar por Elliot, el de cinco minutos después, y todos los que me mandó a lo largo de la tarde. Parecíamos niños. Y no me importaba.
- ¡Bella! – el grito de Alice interrumpió mis recuerdos.
- ¿Qué pasa?
- Nada, que te has quedado aún más tonta de lo que estabas hace cinco minutos, ¿en qué pensabas?
- En nada…
- Ya, claro, en nada. Pero déjalo, no necesito que me digas en que pensabas, porque mira lo que tienes aquí.- dijo señalando mi frente.
- ¿Qué tengo?
- Un cartel que pone “Edward”. Y otro en la espalda que pone “Peligro: mujer en estado de atontamiento extremo”.
- Eres idiota.
- Y tú lo estás, por Edward – rompió a reír a escandalosamente. A veces Alice me hacía tener instintos asesinos.
- Eres tan niña cuando quieres Alice…
- ¡Ah claro! Mira quién habla, la mayor, la madura. La que hace un momento estaba mirando al infinito pensando en su amado cual tonta enamorada. No me hables de niñerías Bella, que el amor no tiene edad.
- Que romántica Alice.
Dejé mi coraza a un lado, y empecé a reír con ella. Ganar una amiga como Alice había sido otra de las cosas por las que había merecido la pena pasar estos años de locura.
- Bueno, ¿a qué te referías antes con lo de que ayer no había sido tu día de Celestina?, ¿todo bien con Jasper? – no me había olvidado de lo que había dicho.
- Si si, con Jasper todo bien, como siempre.
- ¿A quién se le pone la sonrisa tonta ahora eh? – le dije picándola.
- Pero yo no lo niego. Somos un par de románticas Bella.
- Tú eres una romántica empedernida, yo soy una chica ilusionada.
- ¡Oh! ¡Qué bonito!- dijo con gesto irónico- pero ese término no sería el que yo utilizaría, yo diría enamo….
- ¡Ves como eres una romántica! ¡No digas eso! Que me lias Alice, déjame a mí con mis sentimientos, así estamos tranquilos los dos, vivimos en armonía…
- Bueno, mientras esa armonía no te impida avanzar con Edward, todo va bien. Yo solo quiero que os dejéis de tonterías ya.
- Y lo hemos hecho Alice, de verdad. No sé…creo que estamos empezando algo, pero prefiero dejar pasar las cosas y no agobiarme pensando que es lo que siento o dejo de sentir. Estoy bien así, estoy mejor que nunca la verdad.
- Otra vez la sonrisita…
- Alice.
- Vale, ya me callo.
- Si, mejor dime entonces porque es que ayer no te fue bien, y dejemos de hablar de mí.
- Emma me pidió ayuda para que Emmett fuese su papá y yo no me pude resistir, pero salió todo fatal, ahora Emmett está peor y Emma también. Encima tú no acabaste con Edward como tenías que acabar…estoy perdiendo facultades. – puso un puchero de los de ella.
- Vamos por partes. Lo mío lo vamos a obviar porque dijiste que te ibas a callar. Y lo de Emmett… ¿porqué te metiste en eso Alice?, eso es mejor que lo solucionen ellos.
- No, porque ellos no solucionan nada, lo único que hacen es pelearse, tengo que ayudarlos, no sabes lo mal que los vi ayer.
- Me imagino, Edward me contó algo en la cena, pero es mejor dejarlo Alice, es mejor no meterse en esas cosas…- el timbre me interrumpió.
- ¡Yo abro! – gritó Alice entusiasmada, desapareciendo por la puerta de mi habitación, donde llevábamos más de una hora hablando, aprovechando que Elliot jugaba entretenido – ¡Edward! Sabía que eras tú, ya me iba. ¡Bella nos vemos mañana! ¡Qué disfrutéis la noche! – y oí el sonido de la puerta. Esta Alice era incorregible. ¿Cómo que ya se iba?
- Tu tía Alice está mal de la cabeza peque – le dije a mi pequeño antes de que el rostro de Edward asomara por la puerta.
- Hola – me dijo con una sonrisa deslumbrante.
- Hola, ¿y Alice?
- Se ha ido, está loca, ya lo sabes, creo que ha sido una manera sutil de dejarnos solos.
- Muy sutil.
Y ahí estaba el. Seguía con su sonrisa, y se acercaba peligrosamente hacia la cama, donde nos encontrábamos Elliot y yo. Sabía que era una tontería ponerme nerviosa, pero lo estaba. ¿En qué momento empecé a sentir esto por Edward? Hace un tiempo, la presencia del padre de mi hijo me ponía nerviosa, si. Pero unos nervios que me daban ganas de correr, huir y no volver a verlo en mi vida. Esto era muy distinto, y mientras más miraba Edward, más veía lo distinto que era. No, definitivamente no quería salir corriendo.
- ¿Cómo habéis pasado el día? – dijo cogiendo a Elliot en brazos y besándole la cabecita, ganándose una sonrisa del niño y una risita de mi parte.
- ¿No te ha quedado claro las…quince veces que me has preguntado por mensaje?
- ¿No quieres que te mande mensajes? Pues muy bien, no te mando más. – dijo con un gesto de falsa ofensa y con una clara intención de acercarse a darme un beso de bienvenida.
Antes de que pudiese acercar un solo centímetro, el timbre sonó, dejándonos a los dos con las ganas. ¿Es que nunca podemos tener un momento de intimidad?
- Espero que hoy no sea como ayer – dijo Edward, adivinándome el pensamiento.
- No, tranquilo. Seguro que es Alice que como salió tan rápido se olvidó de algo, o Andrew que se olvidó las llaves. Voy a abrir, vengo ahora. - me levanté de la cama, dejando a Edward jugando con Elliot, y me encaminé hacia la puerta.
No era ni Alice ni Andrew. Un Emmett ojeroso estaba tras la puerta de mi casa, pidiendo ayuda sólo con la mirada.
- Hola Bella.
- ¡Emmett! Ya te echaba de menos, pasa.
- Y yo a ti Bells, ¿Cómo va todo?
- Me parece que aquí lo necesario no es hablar de mí, si no de ti, ¿qué pasa? Siéntate y cuéntame. Ya tenía ganas yo de hablar contigo.
- Pues no sé que pasa Bella, ese es el problema, que no se que pasa.
- ¿Con Rosalie? Algo me han contado. ¿Por fin te has decidido a acercarte? Sé que te morías de ganas desde hace tiempo.
- Me he decidido, Alice y Emma me dieron un empujón, pero Rosalie es imposible. No sé que le pasa, no es la Rosalie que yo conocí hace un tiempo, y lo peor es que sigue ahí, yo sé que mi Rosalie sigue ahí, es solo que está completamente cerrada. Ayer tuvimos una discusión en el parque, después fui a buscarla a su casa y fue más de lo mismo. Dice que necesita que me aleje de Emma porque no quiere que se encariñe, que no soy lo suficientemente maduro, y yo estoy empezando a pensar que tiene razón. Ni siquiera soy capaz de luchar por la mujer que me gusta.
- Eso no es verdad, no digas eso nunca. Es normal que estés así, eso se llama impotencia, pero no te dejes guiar por ella. Claro que eres capaz de luchar, lo estás haciendo, has dado el primer paso, pues no retrocedas. Si tú crees de verdad que bajo esa coraza se encuentra la Rosalie que conociste hace tiempo, la Rosalie que te gusta, sigue luchando.
- Yo sé que está ahí, pero yo ya no sé si soy el hombre que ella necesita, a veces pienso que el hombre que ella necesita es…
- ¿Yo? No digas tonterías hermano. – dijo Edward apareciendo en el salón y sentándose a mi lado con Elliot en brazos, quien rápidamente fue arrebatado por Emmett, besándolo y revolviéndole el pelo.
- Edward, no sabía que estabas aquí – dijo Emmett con una sonrisa pícara – veo que no perdéis el tiempo…
- Emmett, a lo que íbamos, que no pienses tonterías – interrumpió por suerte su hermano.
- No son tonterías Edward, ella estaba contigo, pues por algo será, ¿no? Está claro que a mi no me quiere ver ni en pintura.
- Estaba conmigo por un error, igual que yo. Nos acompañamos en la época en la que más necesitábamos compañía, en la época donde sufríamos por otras personas, pero nada más – me sonrió, y yo no tuve más remedio que bajar la mirada.
- Pero yo no puedo evitar pensar que ella tiene razón, que merece una persona madura…
- ¿Y tú no lo eres? – esta vez fui yo la que lo interrumpí – Parece que no estoy hablando con el hombre que me ha ayudado en todo, que asumió la posible paternidad de mi hijo con una actitud impecable, el chico que ha estado a mi lado siempre que lo he necesitado, sin esperar nada a cambio. Perdona si te ofendo, pero a mí me parece que la que no te merece es Rosalie, con la actitud que está teniendo. Si a ti te parece que realmente hay otra Rosalie debajo de esa máscara, lucha por ella, pero ni se te ocurra pensar que no eres el hombre maduro que ella merece porque por ahora eres mucho más de lo que ella merece.
- Exacto. Yo también conozco a la Rosalie que está escondida, y está esperando a que seas tú, y solo tú, la que la saque de ese pozo donde se ha metido. Así que levanta el ánimo y deja de pensar en estupideces, ¿tú quieres estar con ella? – le preguntó Edward.
- Me gusta muchísimo, y si, me gustaría intentarlo.
- Pues adelante, una vez me dijiste que no hiciera que te decepcionaras de mi, ¿era tu héroe no? Eso fue lo que me dijiste, pues tú eres el mío, así que no me decepciones tú a mí. Gracias a ti estoy hoy aquí, así que espero que dentro de muy poco tu tengas los mismos resultados que yo.
- Con la diferencia de que yo no me he comportado como un capullo – le contestó Emmett risueño, no tenía ni idea de lo que estaban hablando.
- Acepto la diferencia, pero espero haber mejorado un poco en ese campo. – me miró, y supe inmediatamente a quien se estaban refiriendo, por lo que decidí contestar.
- Bueno…..se podría decir que…..sí, pero no has mejorado un poco, has mejorado mucho.
- Ya veo que habéis mejorado, que bien os ha sentado el viajecito a las Vegas, cualquier día me llevo a Rosalie y nos casamos borrachos, a ver si así mejora la cosa – dijo Emmett interrumpiendo el cruce de miradas entre Edward y yo, mirando hacia nuestras manos, las cuales estaban entrelazadas. No sabía en qué momento habíamos llegado a estar en esa posición, no se me hacía para nada incómoda, pero retiré mi mano de la suya rápidamente.
- Bueno Emmett, ¿te quedas a cenar? – intenté cambiar de tema.
- Pues no me vendría nada mal, necesito compañía, lo reconozco, además echo de menos al peque y así paso un rato con el – contestó jugueteando con Elliot.
Edward puso mala cara y me susurró al oído un: “lo acepto solo porque es mi hermano y está mal”. Seguidamente sonrío en mi oreja y me depositó un beso en el cuello, lo que hizo que diera un respingo y me levantara rápidamente del sofá, antes de que lograse ponerme más nerviosa de lo que ya estaba.
- Uy uy uy. Secretitos, ¡que romántico!
- Emmett, cállate si no quieres largarte ahora mismo.
- Vale... ¡como sois eh! Está claro que con las cosas del amor no se juega…
- ¡Emmett! – gritamos Edward y yo a coro.
- ¡Ya me callo! Pero no me digáis que esto no es perfecto. – lo miramos, no entendiendo a que se refería – ¿quién nos iba a decir a nosotros hace un tiempo que estaríamos aquí, con Elliot, hablando de vosotros y de mi y Rosalie, como deberíamos haber hecho desde un principio? Esto ha sido una locura.
- Lo ha sido, parece que está mejor, ¿no? – preguntó Edward.
- Lo está, pero no nos confiemos. Cualquier día aparece Alice embarazada de Andrew, o Jacob enamorado de Jasper, o Bella casada con Rosalie, nunca se sabe, con el historial que tenemos…
- ¡Calla Emmett! No llames a la mala suerte.
- No me negarás que es completamente probable, con la carrerilla que llevamos.
- Ahí tengo que darle la razón a mi hermano Bella, si nos fiamos por eso…. – dijo Edward riéndose hasta que Emmett lo interrumpió.
- Bueno, ahora en serio chicos, gracias, no sé qué haría sin vosotros, aunque suene a tópico. Y…que os quiero a los dos.
- No me lo puedo creer, mi hermano poniéndose tierno.
Emmett me entregó al niño y los dos empezaron a pegarse y a jugar como dos niños. Nunca me hubiese imaginado que iba a poder disfrutar de verlos así, después de todo lo que habíamos pasado. Me estaba emocionando cuando, de repente, unos brazos nos apresaron a Elliot y a mí, y los cuatro nos envolvimos en un sincero abrazo.
………………….
Así fue pasando la semana, con interrupciones en los momentos en los que podía estar a solas con Edward, sobre todo del pobre Emmett. Emma se puso enferma y él tuvo una excusa para ir a casa de Rosalie todas las noches, la niña no quería a otro que no fuese él. Ni siquiera a Edward, que la fue a visitar en dos ocasiones. Noches en las que siempre acababan discutiendo por cualquier tontería, generalmente por la negación de Rosalie a escuchar a Emmett, estaba completamente cerrada a una posibilidad con él. Pero Emmett no paraba de intentarlo.
Aunque en el fondo sabía que si tanto Edward como Emmett lo afirmaban, Rosalie era una buena chica, yo no podía dejar de estar preocupada por mi amigo. La actitud de ella no me gustaba, y esperaba que fuera sobreprotección de hermana lo que me pasaba con ella.
El grandullón venía todas las noches a casa, con el ceño fruncido y ojeras que evidenciaban lo poco que dormía, y que otra noche, habían discutido. Edward y yo ya no sabíamos que hacer por él…y por nosotros.
Habíamos pasado la semana entre besos a escondidas en la universidad, rápidas caricias en la biblioteca cuando él venía a ayudarme, miradas cómplices en casa mientras Emmett nos contaba sus escasos avances…pero nada más, ni siquiera teníamos tiempo de hablar.
Por ahora me conformaba con lo que tenía, mi confianza con él aumentaba a cada minuto, a la par que la facilidad para olvidarme del porqué de cada detalle y dejarme llevar. Ya no era que me gustaba estar con él, era que necesitaba estar con él. Su presencia. Su compañía. Sus besos. Sus caricias. Todo. No sabía si era bueno que me sintiera de esta manera, porque no sabía exactamente lo que sentía él, pero me lo demostraba demasiado para mi propia cordura.
- ¿Ya se durmió? – preguntó Edward entrando en la habitación de Elliot, donde mecía a mi pequeño intentando que se durmiese.
- Todavía no, pero ya le falta poco. – le contesté sonriendo.
- Quien ya está tardando es Emmett, hace más de una hora que debería estar aquí.
- ¿Crees que habrán mejorado las cosas? – Lo teníamos controlado. Emmett venía sobre las nueve. Rosalie llegaba a las ocho de trabajar y Emmett estaba cuidando de Emma. Bastaba media hora para que discutieran, y otra media hora para que Emmett llegase a mi casa a desahogarse.
- Pues no lo sé, pero de verdad espero que si, por él y por nosotros.
- No seas exagerado – le dije riendo – nosotros estamos juntos casi todo el día…
- Si, pero a mi me gustaría llegar por la noche a tu casa, con Elliot, y hacer esto – besó a Elliot – y esto – me besó en un hombro, haciendo que me estremeciera – y esto – su brazo pasó por mi cuello, abrazándome – y esto – sus labios rozaron mi frente.
- Edward….
- Me gustaría hacer esto, es decir, disfrutaros a vosotros dos. No digo que no me apetezca consolar a mi hermano, es más, lo quiero hacer y me alegra que confie en nosotros. Es sólo que en este momento tengo muchas ganas de disfrutar esto que nos está pasando.
- ¿Y qué está pasando?
- ¿Tú qué crees que está pasando?
- ¿Otra vez con el jueguecito de las preguntas Edward?
- ¿Otra vez con el jueguecito de las preguntas Bella?
- Shh, lo vas a despertar, que ya está dormido. Acuéstalo. – me advirtió.
Edward le dio un beso en la frente a nuestro niño y se alejó hacia la puerta de la habitación. Yo, sonriendo, acosté a Elliot en su cuna y después de desearle buenas noches en silencio, besarlo y arroparlo, me giré para ver a Edward mirándonos fijamente, con una sonrisa en su rostro.
- Gracias – me dijo.
- ¿Por qué?
- Vamos a salir o despertaremos al peque – contestó, esquivándome.
Los dos, de la mano, salimos de la habitación de nuestro hijo, y un silencio se instaló entre nosotros.
Edward se sentó en el sofá pensativo, mirando su correo en mi ordenador, aunque yo sabía que no estaba muy concentrado en eso. Algo se estaba guardando, y ya no quería eso. Habíamos avanzado mucho, y tenía claro que lo iba a seguir haciendo. Si de mi dependía, no íbamos a retroceder.
- Edward, ¿qué pasa?, ¿por qué me has dado las gracias?
Se tensó, pero inmediatamente sonrío como lo estaba haciendo hacía unos minutos, mirando como acostaba a Elliot. Me dijo que me sentara con él, y acariciándole el pelo, volví a preguntárselo.
- ¿Porqué?
Edward suspiró, como si se estuviera dando ánimos a sí mismo.
- Por todo.
- Eso no me vale.
- Por todo. Por permitirme entrar en tu vida, por permitirme enmendar mis errores, por querer conocerme a pesar de lo que te hice pasar, por criar tan bien a Elliot, por haber representado la realidad en medio de tanta locura…
- ¿Qué?
- Si. Has sido mi realidad, aunque hasta ahora no me he dado cuenta. Han pasado tantas cosas Bella…cada una más surrealista que la anterior, pero ahora me doy cuenta que entre todo eso, entre toda esa locura, estabas tú. Te he tratado fatal, incluso te he llegado a ignorar, pero no era mi mejor momento. Toda mi vida se acababa de ir por la borda. Lo de Tanya me descolocó por completo, me dejó perdido. Y de repente llegaste tú, y todo lo que tu llegada trajo a mi vida. Era una cosa tras otra, sin embargo siempre seguía ahí, pendiente de ti. Podría haberme separado, olvidarme de que existías y seguir mi vida, pero no lo hice. Porque inconscientemente te necesitaba, desde un principio has sido lo que me ha mantenido sujeto a la tierra. Así que, aunque de una manera extraña, has representado algo nuevo, la luz entre tanta penumbra. Has representado mi posibilidad de empezar una nueva vida. Una vida alejada de todo lo que había planeado para mí mismo, pero no por ello peor, todo lo contrario. Nunca me había imaginado algo mejor, porque todavía no te conocía a ti. ¿Ahora lo entiendes?
- Más o menos…
- Hace mucho tiempo que vienen pasando cosas Bella. Emmett por un lado, Tanya por otro, Jacob por otro, Rosalie… y yo pensando que el problema eras tú, cerrándome a la posibilidad de conocerte, cuando en realidad, eras tú lo único que no me permitía volverme loco. Si tu no hubieras llegado a mi, quizás todo esto no hubiese pasado, pero ahora mismo seguiría perdido, porque toda mi vida se me había desmoronado. Tú me has devuelto mi vida, no la que tenía, si no la posibilidad de otra mucho mejor. Una vida que me muero de ganas por vivir, si estás dispuesta a ello. Así que por todo esto, gracias. A eso me refería.
- Vaya…
- ¿Qué pasa? – me preguntó, con una sonrisa tan sincera, que en ese momento supe que yo también tenía que dejar mis miedos atrás. Él lo había hecho, y se merecía lo mismo por mi parte.
- Pasa que si estoy dispuesta, pero sin gracias, sin perdones. Quiero empezar a intentar vivir esa vida de la que hablas, pero aceptando que todo lo que hemos pasado, ha sido necesario para llegar hasta aquí. Y con todo lo que has dicho, ahora sé que no cambiaría nada de lo que ha pasado, porque eso nos ha hecho estar ahora mismo aquí diciéndonos esto.
Acercó su mano a mi rostro, acariciando mi mejilla, mirándome como nunca me había mirado…
-Pero…-interrumpí lo que sabía que iba a llegar ahora.
-¿Pero?
- Pero, siento decir que Andrew está a punto de llegar. No quiero que nos pase lo de siempre…
- Pues Andrew se puede encontrar con las llaves puestas por dentro, y no poder abrir – me dijo con una sonrisa maliciosa.
- Y Andrew se quedaría en la calle Edward.
- Andrew tiene muchas casas a donde ir….
- ¿Quién pone las llaves en la puerta? – le dije, uniéndome a sus risas.
- ¿Ansiosa?
- ¿Quién fue el de la idea?
- Yo, pero tu las pones, mientras yo pongo algo de música para relajar el ambiente, creo que me he puesto nervioso con todo lo que te acabo de decir…-me dijo avergonzado.
- Lo has hecho muy bien.
-Llevaba tanto tiempo queriendo decírtelo – se volvía a acercar a mi…y Andrew a punto de llegar.
- Bueno, voy a poner las llaves en la puerta de una vez.
- Si, mejor.
Me levanté, cogí las llaves y las coloqué en la cerradura, mientras una canción inundaba el ambiente…
- Me gusta mucho esta canción – le dije girándome hacia él, reconociendo la melodía al momento.
- Si es que soy un romántico.
- Si claro…. – le contesté divertida.
- De verdad que lo soy, hay muchas cosas que no sabes de mi Bella.
- Estoy dispuesta a que me las enseñes, así como estoy dispuesta a enseñarte las mías. ¿Y tú? ¿Estás dispuesto a lo mismo?
- ¿No te ha quedado claro todavía?
Edward se levantó, mientras yo me acercaba, ansiosos de entrar en contacto otra vez, el uno con el otro. Cuando recorrimos esa pequeña distancia, su brazo rodeo mi cintura, mientras que los dedos de su otra mano empezaron a recorrer mi cuello. Llevé mis manos a su pelo, y lo miré, disfrutándolo, admirándolo.
- ¿De verdad no cambiarías nada de lo que hemos vivido juntos?
- Nada.
- ¿Volverías a llegar tarde a aquella clase?
- Volvería a llegar tarde – reí.
- ¿Volverías a emborracharte conmigo?
- Por supuesto.
- ¿Aún sabiendo lo que viene después?
- Aún sabiendo eso.
- ¿Solo por Elliot? ¿O algo más?
- Por algo más.
- ¿El qué?
- Porque te necesito.
- ¿Y porque me necesitas? – intenté agachar la cabeza, tímida, pero él no me dejó – yo también te necesito, ¿sabes porque te necesito?
- No.
- ¿Quieres que lo diga?
- No. Quiero que me lo demuestres.
Y no hizo falta más.
Haciendo lo que hacía ya demasiados minutos que estábamos ansiosos por hacer, acercamos nuestros rostros hasta recorrer el último milímetro de la distancia que nos separaba. Demostrándonos con eso todo lo que habíamos dicho con palabras, y lo que aún no nos atrevíamos a decir.
Nos besamos como nunca antes lo habíamos hecho. Reconociéndonos, saludándonos. Con ansia pero con ternura, con urgencia pero con dulzura.
Edward rompió el beso para trazar una línea con sus labios hasta mi cuello, en donde se detuvo para susurrarme.
- Quiero que esto de quede grabado en nosotros para siempre. Basta de recuerdos débiles, de destellos. Quiero recordarte. Necesito recordarte. Quiero dejar de preguntarme que es fantasía y que es realidad.
- Yo también necesito recordarte.
Me separé y tiré de él, sujetándole la mano, guiándolo hasta mi habitación. Recorrimos ese espacio sin dejar de mirarnos, de sonreírnos. Al llegar a nuestro destino, Edward fue el que tiró suavemente de mi para llevarme hasta mi cama y sentarme sobre ella.
- Déjame grabar cada parte de ti en mi mente, te juro que nunca más me olvidaré de algo que haya vivido contigo, sé que todo lo vivido está ahí, en alguna parte de mi. Déjame despertarlo.
Y se lo permití. Le permití acostarme sobre la cama, sin dejar de mirarme. Le permití que recorriera cada parte de mi cuello con sus labios. Le dejé que me acariciara mis brazos con sus dedos, mientras que su otra mano iba deshaciéndose de mi camiseta, acariciando cada trozo de mi piel que iba quedando al descubierto a su paso.
Y me permitía a mi misma disfrutarlo, sentirlo. Me permití devolverle sus caricias, los besos que iba depositando sobre mi cuerpo. Le permití a mi cuerpo estremecerse con cada roce de su cuerpo sobre el mío.
No había una sola parte de mi cuerpo que no sintiera su presencia. Poco a poco nos fuimos despojando de nuestra ropa, entre caricias. A cada paso que dábamos, a cada roce que nos proporcionábamos, nos mirábamos a los ojos. Y sonreíamos. Sonreíamos porque por fin estábamos viviendo algo de verdad, algo real, algo que de lo que nunca podríamos olvidarnos. Porque nos necesitábamos, y porque queríamos empezar a vivir una vida nueva, una vida en la que el otro tendría que estar irremediablemente presente. ¿El porqué? ¿El porqué de necesitar estar juntos? No era necesario pensar en eso, porque nos lo estábamos demostrando. Con cada milímetro de piel del otro que recorríamos, con cada mirada, y con cada sonrisa.
Una vez libres de toda prenda que había cubierto nuestros cuerpos minutos antes, Edward volvió a acariciarme en los lugares más sensibles de mi cuerpo, con esa suavidad, delicadeza y dedicación. Arrancándome suspiros, haciendo que mi cuerpo se estremeciera hasta límites que nunca creí posibles.
No permitió que me moviese ni un solo centímetro cuando intenté devolverle sus últimas caricias, sólo entrelazó sus manos con las mías, suavemente. Después de sonreírme una vez más, y mirarme a los ojos, como haciéndome saber lo que iba a pasar en un instante, entreabrió mis labios con los suyos, en un beso lento, pero íntimo. Mi boca recibió a la suya con entrega, a la vez que otras partes de mi cuerpo también lo recibían. Y todo lo que me rodeaba desapareció.
En esos momentos en los que nos acoplábamos cada vez más el uno al otro, solo podía concentrarme en esas partes de mi piel que estaban en contacto con la suya. En todo lo que me estaba haciendo sentir. Y en todo lo que yo le estaba haciendo sentir a él, que se evidenciaba por su respiración entrecortada, la presión creciente de sus manos sobre las mías y la intensidad de sus movimientos.
- Nunca jamás….podré olvidarme de esto – me susurró agitadamente. No sabía cómo había sido capaz de decirme algo, cuando a mi me faltaba el aliento. Pero yo no necesitaba más palabras, sólo necesitaba seguir sintiéndolo como lo estaba haciendo. Y lo hice, durante unos momentos llenos de las más intensas sensaciones que haya podido imaginar.
Después de notar como algo explotaba en mi, Edward y yo nos miramos a los ojos, volviendo a sonreírnos, y cuando rozó sus labios con los míos una vez más, supe que yo tampoco podría olvidarme nunca de esto. Porque quería a Edward en mi vida, y porque por fin, esto era algo real. Algo que iba a recordar por siempre.
Besándonos, abrazándonos y esperando a que el sueño nos venciera, le dijimos adiós a la fantasía, y le dimos la bienvenida a la realidad.
¿Qué tal?..., ya tocaba no, seguro que ellos no lo olvidan nunca….
Una cosilla, las actualizaciones van a ser un poco diferentes durante estas fiestas, por dos razones. Una, salvo a que nadie diga lo contrario, esta será la ultima ronda del fic… :-[, si, da penita, por tanto si finalmente es así, este será el último capítulo escrito por Nuri. Y dos, por las fiestas navideñas.
Por lo tanto esta posible ultima ronda queda de la siguiente manera
20/12/2010 Nuri
23/12/2010 Karla
27/12/2010 Airam
30/12/2010 Alba
03/01/2011 Milu
07/01/2011 Ayyys
10/01/2011 Almu
3 Sonrisas:
Hermoso capitulo Nury!!! que bonita forma de avanzar su relacion! ademas que Edward abrio sus sentimientos desde lo que paso con tanya hasta donde se encuentra actualmente, explicaste muy bien todo su comportamiento dentro de la historia no entendia como una chica como Bella le movio todo su mundo... ayyyy me encanto muchoooooo sobre todo el final donde por fin ese encuentro esperado por todas!!! asi o mas hermoso jeje ahora ya no hay pretexto para no acordarse es buen inicio para su relacion!!!
Nury te felecito este tu ultimo capitulo ha sido excelente muchas gracias!! sobre todo porque a raiz de disturbia te conoci mas!! y por ayudarme a mejorar!!! y ya no le sigo porque estas fechas me ponen sentimental!!
de nuevo gracias!!! cuidate y muchos besitos!!
te quiere Karla!
waaaaa que hermosooo jejeje muy lindo nury.. porfin llego el tiempo de ellos jeje me encantoooooo me encantoooooooo !
y bueno si da penita que ya llegue a su fin ... hemos vivido una nueva experiencia escribiendo esta historia y que gusto... muxo esfuerzo por parte d todas asi que animo.. un bezazo!!
Vale, yo como siempre tarde :*).
Ya te anticipe algo por msg, cuando leí el capitulo, pero para dejar constancia, me repetiré, y ampliare mis palabras :-}.
Esto es lo que se llama ser claros, y lo demás son tonterías. Primero Alice, la pobre, que de celestina, esta viendo que no podría ganarse la vida :-S. Le ha dicho claramente lo que sentía, y vaya si lo ha hecho, lo que me he reído con la duende, tiene cada cosa ;-D. Pero Bella no es Alice, y es normal que camine despacio, por si acaso aún quedara alguna arena movediza. Las sonrisas tontas, que recuerde Alice cuando su psicólogo la invito a cenar...anda que no, todas, las mas fuertes, temblamos como tontas, ese es el poder de los tíos sobre nosotras.
Y aunque a Alice le parezca que la noche no acabo como debería, a mi si me gusto, y no porque fuera yo quien lo escribió ojo, sino porque, dadas las circunstancias por las que estos dos han tenido que pasar, no podía ser de otra forma.
Emmett, puff Emmett, me tiene en un dilema, sigo pensando que Rose tiene una coraza, coraza que Emmett es muy capaz de quitar, pero... ¿es necesario todo esto para que ella de una vez se de cuenta?... Emmett se lo merece, y no por la insistencia que esta teniendo, sino, porque para mi, es el más realista, y el que más ha sufrido a lo largo del fic, sin tener porque, y hay esta, haciendonos reír todavía más. Es un ejemplo este muchacho, un ejemplo de lo que hay que hacer contra las adversidades...Ya me he puesto filosófica, lo dejo ya :-}, solo decir, que espero que el no ir a casa de Bella, sea una buena señal, sino, por mi Rose ya estaría más que desterrada :-S
Y ahora a lo importante, a la verdadera evolución de la historia, Edward y Bella, sin caretas, sin tapujos y sin vergüenzas, así los has descrito, con naturalidad, nada forzado, simplemente dejándose llevar por lo natural, por lo que ellos sienten. Esas palabras de Edward a Bella, demuestran maduración, y no poca, y para cerrar el capítulo, ese encuentro entre dos personas que por fin dejan de lado las tonterías, sutil, simple, delicado, cuidado... ¿Quieres más Nuri?, genial, el ideal, lo que se necesitaba después de todo lo que han tenido que pasar... No hay más que decir.
Tu último capitulo Nuri, supera con creces todos los escritos hasta ahora por ti, aunque tu pienses que no. Romántico, si, cursi, en su justa medida, nada cargante, la dosis necesaria, justo lo que esta pareja necesitaba, ni más, ni menos.
Lo has bordado, y me quito el sombrero ante este capítulo... Besos!!!
Y tú, ¿nos regalas una sonrisa?