¿Quieres? - Capítulo 13 (2ª parte)

¡Hola! ¿Qué tal la vuelta a la normalidad?, la mía estresante, pero bueno, es lo que tiene. Bueno, aquí os dejo más de ¿Quieres?, esta vez habéis tenido que esperar menos, y aún habría sido menos si el blog hubiera ido en condiciones, pero no quiso ir… Como acordemos os dejo la mitad del capitulo y el sábado, si, os digo el día porque ya esta totalmente escrito , os cuelgo el resto… también lo parto porque son más de 20 hojas y no os quiero cansar

Airam, muñ3, Maria, Karla, Lau, Marianna, Nuri, May, al y Erin… Gracias, me hace ilu que cada vez seamos más, y más todavía leer esas cosas que me decís . GRACIAS!!.

Diferentes opiniones sobre Alice…, me gusta eso . Renee, Renee, Renee, que boquita tienes Renee, esta si que no tiene remedio, cada vez que abre la boca, sube el pan

Capítulo 13 – La fiesta (2ª parte)

“Todavía a ocho días de la boda”

-¿Que desea tomar?

-Un whisky solo… a poder ser doble – conteste al camarero enfundado en traje blanco y pajarita negra, igualito a las películas.

¿Porque me tenia que mirar con esos ojos expectantes?, ¿es que una mujer no es digna de beber whisky?

Finalmente se giro sobre sus talones y comenzó a preparar la bebida que le había indicado. Seguro que había escuchado las palabras de Renee y prefirió no hacer preguntas una vez razono, que yo era “la que estuvo apunto de casarse… pero al final no pudo ser”.

Mierda de fiesta, lo único que quería era marcharme de allí cuando antes, de hecho lo intente, pero una vez salí por la puerta, el fresco aire primaveral de la ciudad, me golpeo en la cara recordándome que no traía dinero encima para pagar un taxi, ni las llaves de esa casa, ni siquiera el zapato adecuado para patearme la ciudad para llegar hasta ella.

Al final no me quedo otra que volver dentro, aunque por un momento estuve tentada a pedir una habitación y cargarla a nombre de la empresa, a ver que tal le sentaba a Charlie pagar por una noche en la suite presidencial. Pero entonces me acorde de Edward, y acabe en el bar donde la celebración continuaba.

Por lo menos, era de las primeras en llegar, y aun tendría tiempo hasta que llegaran los curiosos y comenzaran a mirarme con cara de lastima.

-Aquí tiene, la especialidad de la casa – rompió el silencio el camarero, depositando el vaso cuadrado frente a mi.

-Gracias – susurre llevando mi mano hasta el frio vaso – Por la frustrada boda – levante este a modo brindis, ganándome con ello una rara mirada del pingüino que había tras la barra de madera, y sin mayor dilatación, lleve el líquido marrón hasta mis labios.

-¡Dios! – escupí – ¡Que asco! – grite a la vez que todos mis músculos se estremecían y un gran quemazón se instalaba en mi garganta.

¡Que mierda….! ¡Joder… que cosa más mala!

-¿Desea agua o… cualquier otra cosa? – pregunto el camarero mientras me centraba en limpiar mi lengua con varias servilletas.

Simplemente me limite a asentir sin dejar de escupir en el papel… Perfecto, ahora tenemos un extraño que se suma a reírse de Bella.

-Aquí tiene – susurro el desconocido que ahora mismo se peleaba por no reírse en mis narices. ¡Hazlo!, si total… es gratis…

¡Dios! Bendita agua… Quien fuera su inventor, merecía todos mis respetos.

Ahora entiendo porque todo el mundo que bebe whisky, lo hace de golpe. Lo que no puedo entender, es como se pueden beber algo tan sumamente asqueroso. ¡Arg!, ni siquiera tener mi lengua dentro del agua, ayuda con el amargor que siento en esta…

¿Y esto es la especialidad de la casa?… ¡dios!, no quiero ni saber como será el resto.

-¿Se encuentra bien? – me sorprendió una grave voz a mis espaldas, haciendo que me girara para conocer al destinatario de ésta.

– Hola – susurro de nuevo, el morenazo que tenía ante mi – Se… ¿se encuentra bien? – volvió a susurrar con una grata sonrisa pintada en sus gruesos labios, mientras mis ojos iban abriéndose más.

Y cuando fui a contestar, me di cuanta que mi boca y garganta seguían entretenidas con el contenido del vaso que aún seguía apoyado sobre mis labios…

¡Genial!, hoy es el día de que Bella haga el ridículo. De madrugada en la habitación de Edward, hace un rato en la fiesta, ahora aquí. Pues nada, si lo de organizar bodas me falla algún día, me queda el consuelo de montar un circo siendo yo la única atracción.

-Perdón – murmure apartando el cristal de mis labios, a la vez que el rubor se apropiaba de mi cara…

¿Es que no podía ser menos evidente?

-No se disculpe… Paul – dijo tendiéndome su mano.

-Bella – correspondí al saludo, con una tímida sonrisa.

-Un tostón de fiesta ¿eh? – sonrió, afinándose así, todos los músculos de su cara.

-Si – sonreí apartando la mirada. Debía aburrirse mucho para que un tío así, perdiera su tiempo en hablar conmigo.

-¿Eres amiga de los novios?, porque nunca te he visto por la empresa así que deduzco, que no formas parte de ella – ¿es que este chico no podía dejar de sonreír?, que pasa, ¿es que todas las sonrisas socarronas tenían que perseguirme allá donde fuera?

-Bueno… en cierta forma si – trague mi propia saliva - Soy hermana de la novia – confesé finalmente. Ahora vendrá la mirada de pena.

-¿Eres hija de uno de los jefazos? – abrió sus ojos sorprendido - Quien lo diría.

-¿Por? – inquirí.

-No se – volvió a clavar sus ojos negros en mi - a simple vista no pareces parecerte mucho a ellos. Eres demasiado… atractiva para ser hija de Charlie Swan – concluyo… Ha dicho… ¿atractiva?...

-Gracias… supongo – y de nuevo el rubor sobre mis mejillas.

-No me las des, es la verdad – sonrió ampliamente, mostrándome su perfecta y blanca dentadura, la cual resaltaba aún más, gracias a su tez bronceada - ¿Quieres…quieres tomar algo? – pregunto amablemente.

-Eh, si… si porque no. Algo que no sea whisky, por favor.

-Dos vodkas con naranja… - pidió al camarero - Te, ¿te gusta el vodka…? - asentí, cualquier bebida que no fuera whisky, seguro que me gustaba - Bien… Y cuéntame Bella, ¿porque tu?, que eres la hermana de la novia, ¿no esta con el resto ahí dentro? – pregunto apoyando levemente su cuerpo sobre la barra de madera, dándome así, una mejor visión de su anatomía.

-Estaba un poco mareada… Salí a tomar el aire – uno que no se había dado cuenta de mi salida… vamos bien Bella, tremendamente bien.

-Te pasó como a mi entonces… - rio - Tanta pomposidad, tanto glamour…, no es precisamente lo mío – gesticulo con sus gruesas manos.

-¿Entonces porque estas aquí? – pregunte interesada.

-No podía desaprovechar una cena gratis en el Sheraton, seria una locura – sonrió, clavándome nuevamente sus gemas oscuras.

-Si que lo sería si – susurre devolviéndole una sonrisa. Y de pronto me vi inmersa, observando las formas de su anatomía.

No podía negar, que el chico estaba bastante bien. Espalda amplia, hombros simétricos, brazos a simple vista vigorosos, todo un monumento con el que poder alegrarte la vista…

Y he de añadir, que el color azul satinado de su traje, le sentaba muy bien… tremendamente bien.

-¿Un brindis?... – levanto su copa - Porque esta incipiente relación… - dudó como si estuviera buscando la palabra adecuada - …prospere – susurro finalmente, dedicándome una sonrisa ladina a la que no dude en corresponder.

¿No había decidido dejar de reprimirme?, pues este chico, bien podría ser un buen comienzo.

-¿Bella? – oí mi nombre, seguido de unos pasos que avanzaban hacía mi…

-Oh, hola Edward – me gire sobre la silla, para encontrarme con la cara poco amigable de mi acompañante…

¿Aquellas tres habrían seguido con su rito de seducción?

-¿Hola Edward? – repitió mis palabras - ¿Dónde estabas? – inquirió demandante.

-Pues aquí, hablando con un amigo – conteste pasando mi vista de Edward a un extrañado Paul, para volver a un cada vez más irritado Edward…

¿Y a este que narices le pasa ahora?

-Un amigo – mascullo entre dientes, asesinándome con la mirada, cosa que no entendía muy bien porque.

-Hola, soy Paul – sonó de pronto, la voz grave de mi nuevo amigo.

Edward simplemente se limito a echarle un vistazo rápido y sin contestar, volvió a centrar su atención en mi… ¿Dónde estaba el educado caballero andante?

-Bella – suspiro fuertemente - llevo buscándote un buen rato – protesto llamando nuevamente mi atención.

-No buscaste en el sitio correcto, ¿que quieres que te diga? - respondí algo incomoda, todavía sin comprender la actitud de Edward.

-Ya… - mascullo - Paul ¿verdad? – miro a este - Si, ¿te importaría dejarnos solos? – demando, mandando al carajo todos los buenos modales de días pasados.

-Bueno yo creo que eso es cosa de Bella – contesto éste, causándome una leve sonrisa.

¿Perdón?... ¿Puede alguien explicarme qué esta pasando aquí?

-Vale, entendido – y antes de que me diera tiempo a pensar algo con claridad, los carnosos labios de Edward se estamparon contra los míos, los cuales abrí por impulso, permitiéndole así, un mayor acceso a mi boca, a la vez que sus manos fueron a parar a mi cintura, apretando ésta fuertemente.

Para cuando fui consciente del demandante gesto, esos labios ligeramente rosados ya no colisionaban contra los míos, haciéndome sentir un gran vacio mezclado con una urgente necesidad, por volver a sentir su aroma afrutado.

-¿Algo más Paul? – inquirió claramente irritado.

-Encantado de conocerte Bella – asentí aún paralizada por lo que acaba de ocurrir…

-Porque… ¿Porque has hecho eso?... – demande una vez Paul desapareció de mi ángulo de visión - Para una vez que parece que le gusto a alguien, y tu vas y lo espantas… - proteste volviendo a mirar al motivo de mi irritación - ¿Qué pasa contigo?

-¿Que pasa conmigo?... ¿Qué pasa contigo?, para todos los que están ahí dentro soy tu novio ¿recuerdas? – manifestó alzando levemente la voz - Que, ¿me cruzo de brazos mientras te enrollas con ese intento de…?

-Era agradable – lo interrumpí.

-Si… mucho, pero se supone que yo estoy aquí por algo, así que guárdate tus hormonas hasta que volvamos a Boston - ¿perdón?... lo que me faltaba esta noche, recibir ordenes de… de…

-Tú no me das órdenes…. – reclame altiva… pero entonces, la mirada interrogativa de Edward, me hizo darme cuenta de que… así no íbamos a solucionar nada - Mira perdona… estoy nerviosa – susurre antes de dar un sorbo a mi bebida.

-Discúlpame a mí…, no debí…

-No – irrumpí - tienes razón, no debí… da igual… ¿Siguen todos en el salón? – pregunte cambiando de tema, lo que menos me apetecía ahora, era armar otro numerito, y la verdad es que él tenia razón, aunque dudo mucho que hubiera llegado tan lejos con el morenazo… al menos esta noche.

-Por poco tiempo…

-¡Bella! – vale, ahora le tocaba el turno a Alice - ¿Cómo estas?

-Estoy bien, ¿vale?, no volver a preguntarme lo mismo, estoy bien de verdad – respondí a la defensiva - Lo… lo siento Alice yo…

-No te preocupes…, te entiendo… - acaricio suavemente mi brazo, haciéndome sentir aún más culpable - Olvida lo que ha dicho tía Renee, sabes que es muy impulsiva.

-Si, una impulsiva bocazas… - proteste - Va Alice, por favor, tu no me mires así…

Lo que menos me apetecía era tener que enfrentarme a las miradas de lastima. Simplemente quería pasar página, olvidarlo todo de una maldita vez.

-Está bien – susurro con dulzura - ¡Por cierto! – volvió su voz cantarina - te has perdido un nuevo espectáculo de la pelirroja – rompió a reír.

-No me lo recuerdes, por favor… - suplico Edward.

-No puedo dejarte solo… Casanova – reír, eso era lo único que quería hacer.

-Ni yo a ti… - respondió clavándome su seria mirada.

-Uy uy uy… ¿noto ciertos celos en el ambiente? – inquirió Alice, con cara de curiosidad.

-No es que…

-Bella… - no, no, no… ¿Qué quiere Jasper ahora? – Bella quería… - callo una vez llego a nuestra posición - ¿Alice…? - susurro al girarse ésta.

-Hola… - susurro ahora ella, tensándose ligeramente en el sitio…

-No… no te había visto – murmuro otra vez Jasper.

Edward y yo contemplábamos en silencio la escena, quizás justificable para él, pero desde luego no para mi. ¿Desde cuando Alice se tensaba ante la presencia de Jasper?... es más, ¿desde cuando, ni siquiera lo miraba?

-Ni yo a ti… - respondió secamente - Bueno, tengo que ir al baño…, ahora seguimos hablando ¿vale? – dijo mirándome únicamente a mi, para después darse media vuelta y salir despavorida por la puerta.

¿Alguien me explica que esta pasando aquí?

-Si te topas con alguna de esas tres, ¡átalas por mí! - grito Edward, para después devolverme la misma mirada interrogativa que yo tenia…

¿Dejarían de hablarse cuando paso todo aquello?... La verdad, si es así, eso justifica la reacción de ella, por no hablar de la de él, que continuaba mirando hacía la dirección por la que Alice se había marchado.

-¿Jasper? – ni caso - ¡Jasper! – grite consiguiendo llamar así su atención, aunque los gestos de su cara, reflejaban cierta preocupación - ¿Pasa algo?

-No… no – negó - yo solo… - suspiro - Bueno te estaba buscando porque… Joder, escuche lo que dijo Renee y…

-Habértelo pensado antes Jasper – irrumpió Edward con voz molesta.

-¿Edward? – pregunte sorprendida por su reacción y la furia con la que le clavaba su mirada.

-Si, todo esto es culpa mía – susurro llamando mi atención - Bella yo…

-Déjalo Jasper… - irrumpí rápidamente - De verdad… estoy bien, no necesito la compasión de nadie, y mucho menos la tuya.

Si no soportaba la de Alice, que era la que más me conocía de todos los presentes, mucho menos la del causante de mi malestar.

-Ya… bueno… supongo que me lo merezco… - musito cabizbajo - Creo que será mejor que me vaya.

-Si – demande, lo último que sentía por él, era lastima por su supuesto afligimiento.

Además, ahora tenía cosas más importantes en las que centrarme, por ejemplo, la actitud tan desconcertante de Edward.

-¿Qué te pasa esta noche?... - pregunte una vez se marcho Jasper - ¿Estas bien? – insistí colocando mi mano en su brazo.

-Si – susurro a la par que me mostraba su sonrisa - es solo que…

-Isabella – ¡Oh por favor!, ésta ahora no…

Yo tuve que hacer algo muy malo en otra vida, para que ahora todo el karma me lo devolviera.

-Señora Hale – salude con falso entusiasmo.

-No te había visto todavía querida… - beso mi mejilla, bueno, besar, besar no era lo que había hecho, aunque si se inclino a milímetros de mi cara, e imito el sonido que sus labios habrían hecho, si hubiera chocado con mi pómulo - ¿Qué tal estas? – pregunto con una hipócrita sonrisa pintada en su boca.

-Bien, y ¿usted? – pregunte por cortesía, a la vez que el olor a laca de su pelo oxigenado, mezclado con el fuerte aroma de su perfume me embriagaban, pero no precisamente para bien.

Que gran verdad, aquella que dice que el dinero no compra la clase.

-Como siempre – contesto a la par que hacía un gesto despreocupado con su mano. Como la gran señora que era.

-Oh, disculpe… Él es Edward Cullen, mi…

-Encantada – hablo sin apenas mirarlo - Me alegro de verte querida, aunque no voy a negar, que me sorprende que estés aquí, pensaba que no volverías – comento con vanidad.

Venga ya, ¿cuánto tiempo más tenia que seguir aguantando esto?

-Bueno, no hay ningún motivo porque el que yo no deba estar aquí esta noche…, ni en la boda de mi hermana – aclare, yo si que no sabía que hacía ésta aquí.

-No, no, claro, no me malinterpretes – se justifico - pero… te fuiste de esa manera tan… repentina que… pensaba que jamás volverías – para después volver a clavarme su ponzoña.

-Bueno, pues ya ve que se equivoco – volví a aclarar, manteniéndole la altiva mirada.

-Si, ya veo. Me dijo Renee que tu estabas organizando la boda de Rosalie.

-Así es – afirme de mala gana, ya que mi paciencia, estaba a punto de desbordar.

-Veo que has encontrado algo que te llene – señor - Quien lo iba a decir…

-¡Alison! – la llamaron haciendo que con eso su lengua viperina se abstuviera de seguir hundiéndome.

-¡Maggie!… Disculparme – pidió antes de marcharse de una vez.

-¿Y ésta? – sentí decir a Edward… yo ya no tenía fuerzas ni para mirarlo.

¿Cuantas humillaciones tiene que soportar una persona, para decir basta?

-Bella…

-Déjalo Edward… es inútil… ya no tengo fuerzas… - conteste totalmente derrotada.

¿A quien engañaba haciéndome la dura?

-Hey… mírame – pidió Edward, agachándose hasta quedar a mi altura - estos no son más que una panda de estirados que no aspiran a nada mas que llenar con más ceros su cuenta corriente – susurro acariciando mi mejilla – A ti no debe importarte nada lo que ellos digan o piensen de ti, tu vales mucho más que todos ellos – clavo su mirada en mi, de igual forma que sus palabras habían hecho.

Y dejándome llevar por ese brillo hipnotizador, ese que lo último que reflejaba, era lastima, la lastima que todos los demás si sentían por mí, hice lo único que mi cuerpo y cabeza me pedían.

-Sácame de aquí… por favor… - suplique sin apartar la mirada, ni quería ni podía dejar de mirarlo.

Lo se, lo he cortado en un sitio que…, pero así todo se hace más emocionante y no tendréis que esperar una semana para leer la continuación. ¡Besos!

Publicado por Almu en 23:34