Femme Fatale - Capítulo 4

Chicas me quede durmiendo… siento el retraso de verdad, pero me senté en el sofá y me quede traspuesta, es lo que tiene dormir a penas cuatro horas diarias :-S…

Bueno antes de nada, al igual que "¿Quieres?", los siguientes dos capítulos de "Femme Fatale", os los subirá Ayyys, una por la razón que ya explique en el otro fic, y dos, porque da la casualidad que ambos viernes tengo examen, ósea que lo de entrar, y subiros el capítulo con mi estado de nervios, el cual os aseguro, da miedo, como que no… :S. Vosotras no os cortéis en expresar vuestras dudas, en cuanto vuelva os las responderé todas (al menos todas aquellas que se puedan responder), prometido ;-)

Y ahora si… Gracias por vuestra acogida… Karla, Airam, MamitaKaren, Erin, Thays, Marianna, Ayyys, Alba, Muñ3, Jorgi y Marchu ;-).

Ya he visto todas vuestras palabras de cariño tras dejar así el capítulo de la semana pasada (va en cariño), siento haberlo dejado así tantos días, suelo ser cabronceta, pero no tanto, y os aseguro que si no estuviera de exámenes, os habría hecho algún regalo extra, así que esa me la apunto para cuando termine ;-).

Volviendo un poco a la historia, veo que ya habéis captado la personalidad de Edward… él se cree sincero, y escuda todos sus actos en esa sinceridad que cree tener, en otras palabras, es un cabrón, sin más, un cabrón que os pondrá miles de excusas para que caigáis en su juego… la cuestión es… ¿caeréis?... y lo que es más importante ¿caerá Bella?...

Otra cosilla que deje el otro día en los comentarios, por si acaso alguna no tuvo la oportunidad de leerlo… <<La historia empieza (sin contar el prologo) seis meses atrás, cuando, Edward fue con Jasper al hotel Four Seasons, ha hacer una remodelación del mismo, remodelación que contacto Alice, allí fue donde Edward conoció a Bella, paso lo que paso y ésta desapareció y ahora han pasado seis meses de aquello. Gracias a aquella remodelación Ed y Ja, han conseguido el éxito en su trabajo y ahora, el hotel Plaza Athenee los ha contratado, debido a lo bien que lo hicieron en el Four, para hacer un nuevo hotel. En este es donde ha encontrado a Bella trabajando de relaciones públicas, ¿puede que en el otro trabaje también de relaciones públicas?, ¿puede que no?, ¿puede que solo estuviera allí por estar?... eso… ya se verá con el devenir de los capítulos>> Lo dicho, puede que resulte un poco lioso en apariencia, pero os aseguro, que todo se debe a una razón, recordar que yo no suelo escribir a la suerte :-}

Vale, y dicho todo esto, solo queda que leáis el siguiente. Por cierto, a la pregunta de si Bella se acuerda de él, o como va a reaccionar ante su presencia… mejor que juzguéis por vosotras mismas.

Ahora sí…

****

Capítulo 4

—Usted debe ser Jasper Whitlock, hablamos por teléfono.  Encantada —saludo ésta, alzando su mano en busca de la de Jasper—. ¿Y usted es? –y entonces me miro por primera vez.

Sus ojos oscuros se cruzaron con los míos… Era ella, si su voz y su nombre no me lo habían dejado claro, el reflejo de sus ojos no dejó espacio a la duda. Era ella, la misma Bella de aquella noche, la misma que me entrego su cuerpo para después marcharse, dejándome una profunda huella de su paso por aquella habitación.

Jasper golpeo su hombro contra el mío, en un intento de llamar mi atención.

—Edward… —tosí—. Edward Cullen –susurre sin apartar un ápice mis ojos de aquella mirada que había conseguido eclipsarme.

—Encantada señor Cullen –me sonrió, igual que hizo aquella noche. Tras ello aparto su mirada de mí–. Bueno, hechas las presentaciones… cuando quieran, podemos empezar –volvió a sonreír mirándome.

—Detrás de ustedes… —expreso Jasper—. ¿Edward? –escuche como mi amigo pronuncio mi nombre, pero mi mente y mis ojos solo estaban en el contoneo de esas caderas, esas caderas que seguían grabadas con fuerza en mi memoria.

—Es ella –susurre sin dejar de observar como su cuerpo se contoneaba mientras caminaba hacía una de las sillas.

—Edward siéntate –masculló Jasper entre dientes. Yo no era capaz de hacerle caso.

Ahí estaba ella, la mujer que llevaba seis meses apareciéndose todas las noches en mis sueños. La mujer que me estaba haciendo volver a la pubertad con cada uno de sus recuerdos. La mujer que había estado buscando durante todo este tiempo estaba aquí, había vuelto, no era un espejismo, era real, era ella.

—Edward –volvió a reclamar mi amigo.

—No escuchas lo que te estoy diciendo. Es ella –susurre sin dejar de mirar como ésta sonreía a la par que hablaba con la otra chica, la chica que al lado de Bella, era totalmente insignificante.

—Me da igual quien sea, ¿recuerdas por lo que estamos aquí?... –reprochó estirando de mi brazo para que lo mirara—. Siéntate ahora mismo… —masculló entre dientes. Yo seguí inmóvil sin saber que hacer—Siéntate… —volvió a escupir, antes de arrastrarme junto a él hacía la mesa— Discúlpennos, mi socio… esta un poco indispuesto.

Jasper intento disculparse con aquel socio que no dejaba de mirarnos con cara de pocos amigos. A su lado, ambas mujeres, nos miraban extrañadas, como si con ellas no fuera la cosa, como si, al menos una de ellas, no me conociera.

Suspire a la espera de intentar relajarme, por fin, después de tantos meses, volvía a tenerla frente a mí y estaba actuando como un completo gilipollas.

—¿Se encuentra bien señor Cullen? –preguntó esa voz que ahora tanto recordaba.

—¿Eh?, si… perfectamente –respondí con una afable sonrisa, igual a las que le dedique aquella noche.

—¿No quiere un poco de agua?… Esta usted muy pálido –preguntó la rubia, la cual de no dejaba de mirarme con ojos expectantes.

Negué y volví a centrar mi atención en Bella…

—Bueno pues… ¿empezamos? –preguntó ésta mirándonos, yo simplemente asentí como un imbécil, pues eso era en lo que me había convertido desde aquella noche en la que la conocí—. Bien, como hable con usted señor Whitlock, el Four Seasons nos dio muy buenas referencias sobre ustedes. Hicieron un trabajo formidable –me sonrió a mi tras aquellas palabras, trayendo de vuelta el recuerdo de aquella gloriosa noche.

—Gracias. 

—A ustedes –respondió en respuesta a Jasper, mirándonos nuevamente a ambos—. Cumplieron con todos los plazos, congeniaron a la perfección diseño y economía, por no hablar de los miles de dólares que gracias a sus brillantes ideas, pudo ahorrarse el Four. Eso es lo que buscamos para el nuevo Plaza Athenee, calidad, diseño y todo el ahorro se convertirá en ganancias que irán directas hasta sus bolsillos –hablaba mientras el rubio sentado a su izquierda, asentía a la par que la miraba con admiración.

Gilipollas… ¿Por qué tenía que mirarle él así?... ¿Quién era él para hacerlo?

—Para nosotros es todo un honor que el Plaza Athenee quiera contar con nuestros servicios. Puede que no tengamos la experiencia de los más grandes pero, les aseguro que rendimos igual o más que ellos —contesto Jasper, yo era incapaz de hablar.

—Bobadas, la experiencia no solo la dan los años, y ustedes han demostrado estar a la altura de los grandes –volvió a mirarme, y una sonrisa se dibujo en sus perfectos labios, esos labios tan apetecibles que tanto invitaban ser probados.

El resto de la reunión, se convirtió en un monólogo a dos bandas. Bella hablaba y Jasper respondía, a veces el rubio participaba en dicha conversación con alguna que otra exigencia, pero mis labios, mis labios siguieron completamente sellados. Ni una palabra, nada, fui incapaz de decir nada. Simplemente me limite a observar. A observarla a ella.

Los gestos de su cara, las pequeñas arrugas que se formaban en la comisura de sus labios al hablar o sonreír, los movimientos de sus manos acompañando a sus palabras, la seguridad que vislumbraba al hablar o simplemente al mirar. Todo… visualice hasta el último de los detalles como si de una película fuera. Y por un momento volví a estar en aquella habitación apagada, junto a ella, solos los dos, sin palabras de por medio, solo gemidos y placer, mucho placer mezclado con deseo.

—¿De verdad se encuentra bien señor Cullen? –su sedosa voz me sorprendió de pronto, mientras yo seguía deleitándome con su mera presencia.

Y por unos segundos me olvide de cómo se hablaba, segundos que bastaron para darme cuenta que solo los dos, seguíamos sentados en aquella mesa. La reunión había dado a su fin, y yo sin enterarme.

—No… quiero decir, si… –rectifique rápidamente.

—Es que está usted muy callado –sonrió y mi entrepierna protesto.

—Tranquila, estoy bien –susurre—. Soy de pocas palabras –pero eso tu ya lo sabes, pensé—, me gustan mas los hechos –añadí con una sonrisa–. Y por favor… tutéame –volví a susurrar, en tono de insinuación.

Ella simplemente se limito a sonreír escuetamente. Tras ello, se levanto de la silla y fue al encuentro de la otra chica, la cual estaba varios metros alejada de nosotros, charlando animadamente con el de la cara de pocos amigos.

Y yo como un pasmado me quede mirando como se marchaba.

—¿Se puede saber que coño te pasa? –la voz de mi amigo, claramente enfadada, me trajo de vuelta al despacho.

—Jasper…

—Jasper no –protestó, silenciándome con ello— si llego a saber que ibas a ser una momia vengo solo. ¿En que diablos estas pensando?

—¿De verdad quieres saberlo? –insinué entre risas.

—Déjate de estupideces, es una advertencia –inquirió, completamente serio. Rara vez veía así a Jasper.

—No puedo Jasper… es ella, la mujer que me tiene completamente loco –susurre—. No puedo cruzarme de brazos y esperar a que se vuelva a marchar –intente hacerle entender.

—Edward…

—Caballeros, si gustan, podemos pasar al restaurante a tomar algo, allí nos esperan otros socios –llamo nuestra atención la rubia.

Ahora era mi oportunidad.

—Jasper déjame a mi, lo tengo controlado —no me contesto, simplemente se limito a rodar los ojos a la par que negaba con la cabeza.

Armándome de ese valor que tanto me caracterizaba, me acerque nuevamente hacía ella, antes de que saliera por la puerta. Necesitaba hablar con ella y necesitaba hacerlo ahora, aunque no tuviera muy claro el que decirle.

—Señorita Swan –susurre tras su espalda. Ella giro hacía mi y sonrió.

—Isabella, tutéame también –respondió afable.

—¿Y no puedo llamarte Bella? –pregunte sin más rodeo.

—Bueno... si te gusta más –respondió algo ruborizada, gesto que la hacía ser más perfecta de lo que ya lo era para mí–. Bueno… ¿tú dirás? –inquirió, trayéndome de vuelta a la sala.

Sin darme cuenta me había quedado absorto mirándola. No había dudas, ahora que la tenía tan cerca, no había dudas. Era ella. Su perfume no dejaba espacio a la incertidumbre.

—Eh si… —venga Edward, esto es tu especialidad, no te rajes ahora–. Me estaba preguntando, ¿si te gustaría tomar algo conmigo en un sitio… un poco más tranquilo? y así podríamos hablar de varios puntos que tengo en mente para el proyecto –dije sutilmente, sutileza revestida en la más pura de las insinuaciones.

—Bella… —ladró el rottweiler que se hacía llamar James, él cual no dejaba de estudiarme con la mirada desde el marco de la puerta.

—Lo siento señor Cullen… no suelo mezclar el trabajo con el placer. Pero gracias igualmente –sonrió, se dio media vuelta, y se marcho por la puerta tras éste y la chica rubia.

Me ha… ¿me ha dicho que no?

—Veo que lo tienes todo controlado –susurro mi amigo tras de mí, dándome un ligero golpe en la espalda.

Yo seguí paralizado, sin saber que hacer ni que decir. Me había dicho que no, sutilmente, pero el mensaje fue muy claro.

Me pase las siguientes dos horas apoyado sobre la barra del restaurante, acompañado de lo único que podía consolarme en ese momento, el alcohol.

Jasper iba y venía, repartiendo su tiempo entre alguno de los socios que estaban por allí, yo, y la mujer que por momentos miraba con más rabia.

No le había quitado el ojo en toda la noche, no había podido. Tras su negación a quedar conmigo, no volvió a mirarme ni a dirigirse hacía mi en toda la noche. Por supuesto, yo tampoco lo había hecho, su mensaje había sido muy claro… “No mezclo el trabajo con el placer”. En otras palabras, lo de aquella noche estuvo bien pero… no habrá segunda parte, justo el tipo de mujer que había esperado encontrar siempre, justo el tipo de mujer, que no quería que fuera ella.

Y luego me piden que valore a las mujeres… ¿para que?... si para una que valoro… Si estuviera aquí mi hermana, seguro que me diría que lo tengo merecido, por mis años de conquistas y vanas esperanzas.

Mierda, por más que lo intentaba no podía apartar mis ojos de ella. La gracilidad con la que se movía entre los presentes, las sonrisas que estos le dedicaban, sobre todo el rubio que a cada minuto parecía comérsela más con los ojos, ni tampoco las risas que ellos provocaban en ella, y yo… yo había pasado de desear ser participe de ello, a mero espectador.

Y odiaba esa posición.

—¿Regalan algo en este sitio? —pregunto mi amigo llamando mi atención–. No me mires así… ¿Piensas estar aquí toda la noche?

—Todas las mujeres son unas golfas –sentencie volviendo a clavar mis ojos llenos de rabia en ella, la cual ahora parecía reír alguna de las gracias del tal James.

—Estás borracho –susurro con ironía mi amigo.

—No estoy borracho, no me hace falta estarlo para decir que esa mujer de allí es una…

—Edward escúchame bien –dijo con rotundidad, posicionándose frente a mí—. Esa mujer es la portavoz de nuestros clientes, la jefa, la que manda, da igual como lo quieras mirar. Más vale que dejes de lado tu orgullo de machito y recuerdes ese detalle antes de hacer cualquier gilipollez.

—Puedes estar tranquilo, no pienso rebajarme –conteste sin apartar mis ojos de ella. Ahí estaba, brindando con ese mientras yo…

—A ese tipo de estupideces me refiero Edward. Tranquilito me oyes, si perdemos este trabajo, perdemos el prestigio y al garete todos nuestros sueños. De un solo proyecto no se puede vivir, ya lo sabes –intento hacerme entrar en razón.

Tenía razón, yo ya no hacía nada allí.

—No te preocupes… —respondí antes de terminar de beberme mi copa de un solo trago—. No pienso hacer nada, es más,  me largo de aquí –y sin más, deje el vaso vació sobre la barra y me dirigí hacía la salida.

—Edward… ¡Edward! –escuchaba gritar a mi amigo tras mi espalda, pero no me di la vuelta para mirar que quería, hacerlo, sería volver a ver como esa mujer se pavoneaba ante todos, y eso era algo que no quería volver a ver.

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Tremendo es este Edward…

Por cierto, aunque voy a dejar un comentario en "¿Quieres?", pero por si no lo leeis, os lo dejo por aquí también para aquellas interesadas. Le he dado libre albedrío a Ayyys con el capítulo, es decir, que lo publique cuando ella crea conveniente, pero… algo me dice que no os lo va a poner nada fácil :-}. Otra cosa, para aquellas a las que le siembre la duda, Femme Fatale no es negociable, así que… al viernes que viene más :-}.

Bueno chicas, ahora sí, durante estos quince días dudo mucho que entre al blog, si lo hago será a saludar brevemente por el chat, por lo tanto, os libráis de mi durante unos días, pero os dejo a solas con Ayyys, que no se que es peor :-}. Que sepáis que os echare de menos, y aunque no este presente, estaré en forma espiritual, escapándome para leer todas vuestras reacciones.

¡¡¡Un besazo a todas!!! (Dios mío, si parece que me vaya al corredor de la muerte jejejeje. Lo paso fatal en exámenes… :-S)

Publicado por Almu en 23:34