llevar por sus caricias. Esa fue la noche en la que todo empezó a cambiar… - ¿De que te ríes? – pregunte al sentirlo reír sobre la piel ya erizada de mi cuello.
-Estaba…estaba acordándome… del ascensor – volvió a reír antes de morder el lóbulo de mi oreja.
-¡Oh! …el ascensor – si hubiera sido Bella, seguro que ahora estaría ruborizada solo con nombrarlo.
No se si fueron todos los días juntos de la promoción, si fue mi subconsciente que ya estaba cansado de negar la realidad o bien mis ganas mezcladas con deseo, pero nada más cerrarse esas dos puertas, esa sensación extraña, esa que solo sentía cuando estaba junto a él y que era mucho más fuerte que yo, se apodero de mi cuerpo clamando por ser suya, por sentirme suya, únicamente suya.
Aún no se de donde saque el valor para alejarme de él, una vez se abrieron las puertas. No después de pedirle que me hiciera suya allí mismo, no después de sentir sus dedos acariciando mi interior, ese que gritaba ser tomado sin pensar en las consecuencias. En ese momento no habían consecuencias, no existía un después, en ese momento solo existíamos él y yo, él y yo junto a nuestras ganas de sentirnos.
Esa noche…fue el principio del cambio.
-¿Qué hubiera pasado…, si esa noche si hubieras ido a mi habitación? – pregunto a la vez que formaba un reguero de besos sobre mi mejilla, así hasta llegar a la comisura de mis labios.
-Mmmm…. Seguramente lo que paso dos meses después, cuando toque tu puerta en Tokio – respondí haciendo que el movimiento de mis labios al hablar, provocaran el roce con los suyos.
-Nos hubiéramos evitado muchas cosas – susurro entre besos.
-O no – dije llevando una de mis manos hasta su pelo, el cual comencé a enredar entre mis dedos mientras sus ojos grises se clavaban en los míos - Mira, si esa noche hubiera ido a tu habitación, quizás después el arrepentimiento habría llamado a mi puerta – quizás no, seguramente, conociéndome, era muy probable - Todo hubiera sido muy distinto.
-O quizás te hubieras fugado conmigo a Londres esas navidades – sonrió entrelazando mi mano libre con una de las suyas.
-No…, no – negué mientras mis dedos jugaban con los suyos - Por aquel entonces yo no tenía nada definido – todo no eran más que dudas - Además estaba… - calle ante su semblante serio - bueno, ya sabes quién. Las cosas pasaron como tuvieron que pasar, lo que esta claro es que esa noche comenzó a ser el detonante de todo – desde esa noche mi relación con Michael cambio completamente, desde esa noche las cosas comenzaron a ser más claras, y después esa separación…, ayudo bastante a terminar de aclararnos, al menos a mí.
-Bueno…, tarde pero seguro ¿no? – susurro marcando esa sonrisa tan jodidamente sensual, esa que tan loca me volvía, antes de posar sus labios en los míos, rozándolos suavemente, de manera delicada, sin prisa.
Pequeños jadeos de pura frustración se escapaban de mi garganta, cada vez sus labios se separaban de los míos. Justo en el momento en el que yo entreabría los míos, invitándolo a pasar, él volvía a alejarse, dejándome con las ganas de sentir su lengua enredándose con la mía. Varías veces proteste, varías sin obtener nada a cambio, solo el sonido de su risa, acompañado de otro leve roce de sus labios.
No se en que momento, su lengua sustituyo a sus labios en el juego de desesperarme. Primero delineo mi labio inferior con la punta de esta, estremeciéndome solo con sentir la calidez de ese músculo. Luego paso al de arriba, haciendo con ello que mi risa acompañara ahora a la suya, risa que murió en el mismo instante que sus dientes apresaron mi labio inferior y comenzaron a mordisquearlo, a la vez que su lengua junto a su aliento, lo iban acariciando.
Loca, estaba completamente loca por él. Él me hacía sentir así, sentirme como arcilla entre sus manos, arcilla que él modelaba a su antojo. Daba igual que su caricia fuera la más sencilla del mundo, él tenía el poder de convertirla en la más excitante de las sensaciones. Daba igual que fuera un beso, un simple roce o una inocente sonrisa, hiciera lo que hiciera, mi cuerpo respondía siempre de la misma forma, de esa que solo él me había echo sentir, de esa, que estaba segura que solo con él, sentiría.
Arrastro sus dientes por mi labio hasta volver a separarse de este, haciéndome abrir los ojos ante su ausencia. Apenas tres centímetros me separaban de sus labios, tres largos y tediosos centímetros. Entreabrió su boca casi a la vez que apoyo su frente en la mía, yo, instantáneamente volví a cerrar los ojos al sentir la calidez de su aliento sobre mi, a la vez que entreabrí los míos nuevamente.
Otra vez se apodero de mí la frustración al ver que la lejanía no se acortaba. Busque su boca, pero él se ayudo de sus manos, las cuales vagaban ya por mi cintura, para anular mi cuerpo y que así, no consiguiera mi propósito. Otro gemido reprimido salió de mi garganta con mi nuevo intento fallido y entonces sentí su lengua nuevamente acariciando mi labio superior.
No dude ni un instante. Cuando esta intento bajar, buscando el inferior, atrape su lengua entre mis dientes y acariciándola con la mía, fui dejándome llevar hasta que sentí sus labios puestos sobre los míos. Y entonces dejaron de hacer falta la prisión impuesta por mis dientes, pues su lengua se enredo con fiereza contra la mía, la cual le respondió de igual forma mientras mis manos, enredadas para entonces en su pelo, lo asían con fuerza contra mí.
Sin separar ni un solo milímetro nuestras bocas, fui cambiando mi postura con ayuda de sus manos. Un jadeo más pasional, prominente de ambos, murió con las acometidas de nuestras lenguas cuando quede sentada sobre su regazo, con ambas piernas pegadas a los lados de las suyas, frotando perfectamente su duro miembro contra la excitación de mi sexo.
El beso se fue convirtiendo cada vez más demandante, a medida que me iba restregando más contra él, sintiendo con ello, como sus caderas se apretaban dolorosamente contra mí, un dolor placentero, delirante…necesitado.
Extasiados por la falta de aire sumada a la lujuria del momento, rompimos el beso entre jadeos pero sin dejar de cesar el vaivén de nuestras caderas. Era como estar haciendo el amor con él, la sensación era la misma aún habiendo ropa de por medio. Ese calor, el fuego quemándonos por dentro, la necesidad con la que nos acariciábamos.
Sin darle tiempo a reaccionar, lleve mi boca hasta su cuello, mordiéndolo con fuerza justo en el instante que sus manos apretaron con ansia mi trasero. Seguí mordisqueando y succionando la piel de esa zona a medida que sus manos dejaron atrás la parte baja de mi cuerpo y comenzaron a colarse por mi camiseta, haciendo que los escalofríos tan conocidos se asentaran en mi espalda.
Pero de la misma forma que la pasión se cebó sobre nosotros, lo hizo el sonido molesto de su teléfono móvil…
-No, no, no… - lloriqueé sobre su hombro a la vez que mis manos apresaron su torneada espalda. No quería separarme de él, no ahora.
-Creo, que mejor nos frenamos un poquito ¿no?, ya va siendo hora de irnos – rió sobre mi pecho.
-Y no podemos quedarnos un poquito… - rogué sobre sus labios - Solo quince minutos – pedí entre besos – Solo un poco más….
-Kris…. – susurro mordiéndose el labio inferior, sus ojos dejaban claro que si quería quedarse – Si llegamos tarde…nos matan – termino de hablar a la vez que aflojaba el agarre de sus manos sobre mi cuerpo.
Adiós deseo, bienvenida frustración.
-Eres una mala persona….pero tienes razón – dije dejándome caer sobre su pecho totalmente vencida.
-Peque – volvió a reír - Esta noche en Londres no te libras, que lo sepas – enfatizo abrazándome fuertemente contra su pecho, abrazo que tuvimos que romper cuando el sonido del teléfono, volvió a sonar.
Lo que hubiera dado por poder parar el tiempo y quedarnos abrazados hasta hartarnos, solo abrazados, no pedía más, pero juntos. Juntos para volver a ver el amanecer de París, juntos para pasear por sus calles, para conocer la ciudad, para quedarnos en la cama sin tener que preocuparnos por ningún tipo de obligación. Pero no, ni siquiera para ir al aeropuerto íbamos juntos, ya que por seguridad, la productora nos exigía ir a cada uno en un vehículo.
Y pensar que ahora estoy aquí, anhelando como una loca estar con él, y hace apenas unas semanas, estuve a punto de echarlo todo a perder. Todo.
-Que tipo de vida puedo darle mama, ¿una en la que me esconda cada vez que todo vaya mal?, ¿una en la que me encierre por miedo a ellos?...no, eso no es vida para nadie. Así no puedo hacerlo feliz.
-¿Eres feliz a su lado?
-Si.
-Entonces ¿porque te empeñas en creer que él no lo es?
-Porque todo son peleas mama. Yo no quiero esto que tengo, no quiero salir a la calle sabiendo lo que hay fuera, no quiero tener que estar huyendo cada vez que veo a los periodistas, no quiero pasar mas noches como la de hace unos días. Yo solo quiero que mi vida sea como antes, una en la que ir a comprar el pan, no suponga tardar en llegar a casa dos horas por tener que despistar a los paparazzis, una en la que pueda salir con él tranquilamente, sin la paranoia de que nos están fotografiando…Simplemente una en la que ellos no estén…Y mientras eso no suceda, yo no puedo hacer feliz a nadie…
-Kristen…Tu problema no son ellos. Tu problema…eres tu cielo, y mientras no cambies el chip, mientras no te des cuenta de que lo de antes, jamás va a volver, ni tu misma serás feliz. Lo único que conseguirás con eso… será alejar a la gente que te quiere de verdad…
Dicen que de todo en esta vida hay que aprender, que todo lo malo tiene un lado bueno, positivo… Ahora me doy cuenta de esa gran verdad.
¿Por qué tiendo a engañarme a mi misma?...la respuesta es clara, por miedo, un miedo superior a nosotros mismos, uno que no se puede controlar, uno que yo… he sentido dos veces a lo largo de mi corta vida. Primero con mis sentimientos, siempre estuvieron ahí, siempre, pero yo me negué a verlos, me empeñe en negarlos y en complicarme las cosas no solo a mi, sino a todos los que tenía a mi alrededor. ¿Y todo porque?...por miedo, miedo a admitirme a mi misma esa realidad que gritaba en mi interior, miedo a dar un paso en balde…y caerme, perdiéndolo así todo. Egoísta si, pero así somos los seres humanos, egoístas, conformistas, incapaces de arriesgar hasta que no vemos que vamos a perderlo todo…
Ahora, como si ya no hubiera tenido bastante, vuelvo a engañarme a mi misma, aferrándome a una vida que ya no volverá. Y no volverá, porque nos guste o no, las cosas cambian. Yo elegí un camino, un camino que al igual que todos tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Anduve por ese camino durante nueve años sin pena ni gloria, pasando desapercibida casi para todo el mundo, madurando con cada una de las experiencias que me aportaban los guiones que tocaba. Daba igual la intensidad que tuviera la película, o la trama que la envolvía, de todas había aprendido algo, todas me habían aportado algo, y por supuesto, la saga crepúsculo…no iba a ser menos.
¿Quién me iba a decir a mi que aprendería tanto con ella?, e ahí el problema. No todo esta en los guiones. Siempre recordare lo que pensé al acabar este… “Esta es una historia para aprender a soñar que el amor imposible, existe”…, que ingenua fui… Pues no solo el papel de Bella me había enseñado a que no se necesitan dar razones para hacer las cosas, que simplemente hay que hacerlas y no avergonzarte por ello, sino que la película en si, todo lo que la envolvía, me había dado la mayor lección de mi vida.
La vida no es mas que un río, uno lleno de corrientes, cruces y distintos caminos, eso ya depende de las elecciones que hagas mientras lo surcas, lo que si esta claro, es que no hay vuelta atrás por ese río, y que depende de nosotros el llegar a buen puerto mientras lo navegamos. Eso justamente me había estado pasando a mí.
No aceptaba el cambio, no aceptaba dejar mi antigua vida para formar parte de esta nueva, esa que me había traído el fenómeno crepúsculo…De lo que yo no era consciente, era que no se trataban de dos vidas distintas, no. Era la misma…mi vida, solo que por un cruce que yo misma había elegido al aceptar hacer dicha película, un cruce del que no había vuelta atrás, uno del que solo tenía dos opciones, aceptarlo y navegarlo lo mejor posible, o seguir amargándome, viviendo del recuerdo.
-Peque… - susurro Robert en mi oído, correspondiendo al abrazo que le estaba dando, con la misma intensidad.
-Te he echado de menos – susurre en su pecho, sin alejarme aún de él, mientras los guardaespaldas iban cogiendo el equipaje de los coches a nuestras espaldas.
-Y eso que solo han sido veinte minutos – río.
-Pues imagínate si llegan a ser más – respondí levantando la cabeza para mirarlo, justo antes de besarlo levemente sobre la comisura de sus labios, provocando así los vítores y silbidos de algunas de las personas de nuestro alrededor.
Me daba igual quienes estuvieran delante, me daba lo mismo no estar en la intimidad de la habitación de un hotel o a escondidas por algún pasillo, me daba lo mismo estar en un aeropuerto privado, privado pero a la vez abierto a los intrusos, y me daba lo mismo que hubieran más de treinta personas conocidas y desconocidas a nuestro alrededor. Ahora ya, ahora que ya era consciente de todo, ya me daba igual, no seguiría reprimiéndome más, no después de haber estado tan ciega.
-Chicos no es por interrumpir este pequeño acto de amor pero… hay un avión que nos esta esperando y una promoción que continuar – dijo Nick colocándose a nuestro lado, trayéndonos de vuelta nuevamente a la realidad.
Hora de seguir con la promoción, no quedaba otra.
Era lo que tocaba, así llevábamos las últimas semanas, de país en país promocionando Luna Nueva, apenas tuvimos un par de días de descanso al acabar eclipse, pues, las entrevistas, las sesiones fotográficas y los interminables viajes, no se hicieron esperar, una vez volvimos a Los Ángeles de Vancouver. Promoción que empezó por separado, pues yo tuve que marcharme a Brasil y México con Taylor, mientras que Robert se fue a Japón con Chris, algo que no me desagrado, al revés, ya daba por echo que la promoción seria igual de extensa que lo fue con Crepúsculo, y que los días para esta serían menos, por lo que estaba claro que nos separarían de esa manera, pero fue inevitable que lo echara de menos, y más después de haber estado distanciados las ultimas semanas de rodaje.
Distanciados por mi culpa, por mi manía de no querer aceptar mi realidad, esa que me golpeo tan fuertemente aquella maldita noche.
Dicen que a veces hace falta caer para poder darte cuenta de las cosas. Yo, no solo tuve que caer en picado, pues hicieron falta mas cosas para darme cuenta de esa realidad, entre ellas, un viaje fugaz a mi casa. Hui de todo nuevamente con la excusa de buscar por unas horas la tranquilidad de mi hogar, volví a darle la espalda a todo como había echo meses atrás, volví a negarme a afrontar la situación y me encerré en mi misma, creyendo que así hacía lo correcto, pero no. De lo que no me daba cuenta, es que haciendo eso, solo conseguía que los días fueran pasando, y que con ello, las oportunidades de tomar las riendas de todo, siguieran escapándose.
-Si mañana también dormimos en Londres, habrá que madrugar, ya que jueves a las doce del mediodía, tenéis la primera entrevista en Madrid – decía Nick, caminando a nuestro lado hacía el avión.
-Voto por madrugar y pasar unas horas más con mi familia – contesto Robert mirándome. Yo simplemente asentí y apreté más su mano, la cual estaba enredada con la mía, indicándole así que estaba de acuerdo con él.
Si tenía que seguirle al fin del mundo, ahora mismo lo haría.
Aquella conversación en la terraza de casa con mi madre fue el detonante de todo. Sin saberlo, huí con la intención de olvidar, y conseguí el efecto contrario. Ahora no me arrepiento de haber ido, sino hubiera hablado con ella, quizás no estaría así con él ahora mismo, o si él, no se hubiera mostrado distante conmigo cuando regrese, tampoco me habría dado cuenta de todo lo que perdía con mi estupidez.
-No es por romper la magia de este momento pero…sino me equivoco, eso que veo a mi izquierda, son flashes – habló Nick, haciendo que los tres miráramos hacía ese lado.
-Si, eso parece – suspire – Dejémosles que por una noche se ganen su sueldo – respondí apretando más mi agarre en la muñeca de Robert. Este me miro, y pude ver el brillo en sus ojos traspasándome.
Era feliz, y lo irónico, es que yo también lo era.
Tenía que aprender, esta era mi nueva vida y tenía que aprender a lidiar con ella. Ya no cometería los errores del pasado, estaba segura que habrían bajones, momentos en los que la presión volvería a hacer acto de presencia, pero ninguno conseguiría que volviera a huir. Ya no huiría más, y por una noche, al menos por esta noche, ellos no conseguirían borrar la sonrisa de mi rostro…, en los nuestros. Quizás mañana, pero no hoy.
-Quizás se apiaden de vosotros y no vendan las fotos – río Nick con su propio comentario, ni él mismo se creía lo que acababa de decir.
-Esas ahora mismo están dando la vuelta al mundo…Pero me da igual – dije volviendo a mirar a Robert.
Hoy marcaría otra de las hojas del calendario de mi vida, ese en el que a partir de ahora, haría lo posible para que cada día contara, en ese en el que haría las cosas tal cual las sintiera, sin necesitar una razón para ello, exactamente igual como me había enseñado el papel de Bella que tenía que hacer, y hoy era el principio.
Hoy me apetecía estar con él, solo con él. Me daba igual a los ojos de quién, lo único que importaba, era lo que ambos sentíamos.
El capitulo es mucho mas largo, pero como son varías las ideas con las que quiero que os quedéis, lo he cortado aquí, así que, nos vemos pasado mañana…Hasta el jueves….