ACTUALIZACIONES DEL BLOG

RESULTADO - Fanáticas de crepusuculo - Las pelis


Hola chicas!

Hoy os vengo a traer los resultados de las votaciones que hicimos sobre las películas de Crepúsculo. 

Así que sin más preámbulos os dejo los resultados y si eso, los comentamos!

De la peli de Crepúsculo:


La mayoría de las votantes ha visto la peli entre 4 y 6 veces, pero también hay un gran número de gente que  la ha visto entre 7 y 15 veces. No está nada mal eh? Peroooo, lo alucinante es que hay al menos 3 personas que lo han visto más de 30 veces. 

Tengo una duda para estas compañeras... ¿os sabéis los diálogos de memoria verdad? Venga, decidme un trocito de diálogo que os guste! jajajaja Dad la cara, ni que sea desde el anonimato! jajajaj Simplemente, os declararemos reinas frikys de crepúsculo, os haremos una ola y seguramente os daremos vuestro título! Como debe ser! jajaja



De la peli de Luna nueva:


La mayoría de las votantes ha visto la peli entre 1 y 3 veces. ¡Vaya cambio ¿no?! Parece que es una película que se ha visto bastante menos que crepúsculo, de echo,  casi no hay gente que la haya visto más de 20 veces. ¿Puede ser que al ser una película más tristona, no anime tanto a verla? ¿Qué pensais?


De la peli de Eclipse:



Pues Eclipse sigue un poco la tendencia de Luna Nueva...la mayoría de la gente la ha visto de 1 a 3 veces, y también hay mucha gente que la ha visto de 4 a  veces.

Pero definitivamente, la película que más  veces se ha visto ha sido la de Crepúsculo. ¿Qué tiene esa peli que engancha tanto? ¿Qué es lo que nos hace volver a verla de vez en cuando? Y.... tú, amiga friky de Twilight, da la cara y cuéntanos que te ha llevado a ver más de 30 veces la peli. ¡De verdad que me tienes intrigadísima!

BUeno chicas, nos vemos! Y gracias por participar! 

¿Quieres? - Capítulo 20

Chicas, primero que nada lamento mi ausencia todos estos días, pero como ya dije varías veces por el chat, la semana santa y los días previos a esta absorben mi tiempo por completo, convirtiéndose en la semana más estresante del año :S, y aunque el domingo termino todo, necesitaba de un par de días de cama. Espero que hayáis disfrutado de estas “semi” vacaciones para algunas, y vengáis con ganas de leer :-}





Gracias a… Airam, Nuri, Karla, May, Marianna, Erin, Maria, Lau, Miluska, Dana, Muñ3, Al, Virgy, Adry, Ayyys y anónima por leer, pero sobretodo gracias a aquellas que me dedicáis unos minutillos en comentar, os aseguro que se agradece muchísimo ;-). Vosotras si sois geniales…

Dudillas…

Y esta es mía. A ver Erin, ¿cuándo me has robado el Word donde tengo escritas todas las ideas?, a ver que me entere yo :-}

Marianna, aún queda fic… Bella aún tiene que volveros a todas locas :-}. Y May… no, no ¿eh?, yo tengo una mente muy casta, sois vosotras quienes me habéis revolucionado a mi X*. Por cierto, Ayyys, como siempre, las pillas al vuelo, es lo que tiene la dura vida :-}

Vale, tenemos a un Edward más interesado en las cosas de Bella, a una Bella a punto de entrar en un manicomio, imaginando animales y signos de dólar y a una madre desquiciada que necesita de su hija… veremos a ver en que queda todo esto :-}

Os dejo con el capi, por cierto, este viene con canción incrustada, intentar seguir la canción al ritmo del capítulo. Y sin más…


Capítulo 20 - Sonrisas y lágrimas

“Aún cinco días antes de la boda…”


-Bella… Tenemos un problema – respondió completamente seria.

Dios… ¿Por qué no me quieres?


El sueño de toda novia, es que el día de su boda sea perfecto, de hay que no tengan ningún reparo en hacer lo que haga falta para lograrlo. El sueño de mi hermana no era muy difícil de cumplir. Boda romántica, en la intimidad de pocos invitados, sin ninguna ostentidad que hiciera de ésta algo recargado.  Todo perfecto, salvo por un pequeño detalle, se casaba al aire libre, algo que no sería descabellado de hacerlo en un lugar soleado y con pocas posibilidades de lluvia pero… casarse al aire libre, en uno de los pueblos donde la probabilidad de que lloviera cualquier día del año, era de un ochenta por cierto pues…

Aún así, Rose acepto el reto de casarse allí alegando “que se casaría en Forks, lloviera o tronase”, lo que suponía hacer un gran despliegue de medios para acomodarlo todo, algo que no debía ser un problema pero…, como siempre en mi vida tenía que haber un dichoso pero.

Renee había sido muy clara “Bella, hazte la maleta y vente para Forks. Me da igual que tengas que venir andando, pero te quiero antes de esta noche aquí”. Y yo, como la súper Bella sin capa que era, no hice más que volver a cumplir sus órdenes. Por supuesto todo menos la parte de ir andando.

-¿Hemos llegado? – la voz de Edward me hizo apartar la mirada de la revista que había utilizado de parapeto para no mirarlo demasiado.

-Si… - susurre sintiendo como la humedad del clima se colaba por mis huesos - Te presento Forks, el pueblo más soleado de todo el condado de Washington – respondí con ironía, pues como no podía ser de otra forma, estaba lloviendo.

Edward simplemente se limito a sonreír ante mi respuesta, mientras continuaba con el manejo del volante mientras yo, contaba los escasos minutos que me quedaban para salir de ese espacio tan reducido.

Si, finalmente dios escucho mis plegarias y conseguí mi propósito de no volver a entrar a la cocina en compañía de Edward, a cambio, mi querido dios me había encerrado con éste en un coche durante las últimas cuatro horas.

Para que luego digan que rezar sirve para algo, ayudara algunas, porque lo que es a mí… desde luego no. Y para colmo de males, si pensaba que la excusa “conduce tú, yo no soy muy buena en el tema” me iba a servir para algo, de nuevo, estaba equivocada.

La primera hora del viaje fue bien. Edward se limito a contarme las hazañas de mi futuro cuñado el día anterior, en su lucha por encontrar el perfecto traje de novio, mientras yo reía ante semejantes ocurrencias. Todo genial, no  hubo tensión en el ambiente, ninguno saco el tema de lo ocurrido las noches anteriores, y por un momento, hasta consiguió que no lo recordara.

El problema llego junto al silencio.

Intente no mirarle demasiado, intente acallar a mi mente hiperactiva, la cual no cesaba en el intento de tentarme a que girara la cabeza, incluso llegue a cerrar los ojos en un momento de debilidad, pero todo se fue al traste al ritmo de Bon Jovi, y su canción It´s my life…





“-¡Wow!, me encanta esta canción – escuche decir a un emocionado Edward, mientras subía el volumen de la radio.

-Vaya… no sabía… - calle, pues la energética voz de éste en plena actuación lirica, no me permitió seguir vocalizando palabra alguna…

Esta no es esta una canción para los que tienen el corazón roto.
Ni una plegaria silenciosa para una fe difunta.
No voy a ser tan solo un rostro entre la multitud,
vas a escuchar mi voz cuando lo grite bien alto…

¡Es mi vida!....

Es ahora o nunca,
porque no voy a vivir para siempre,
solo quiero vivir, mientras siga vivo.

¡Es mi vida!...

Mi corazón es como una autopista abierta.
Como dijo Frankie, lo hice a mi manera.
Tan solo quiero vivir, mientras siga vivo…

¡Es… mi… vida!

-¿Qué? – pregunto risueño ante mi estado de shock – ¿No esperabas que un chico como yo tuviera un lado roquero? – ahí estaba otra vez su sonrisa, esa que ahora mismo poco efecto podía causar en mi.

Y ahí estaba yo, intentando luchar contra mi boca aún abierta, y mis ojos totalmente perplejos debido a la escenita que acaba de presenciar. Y lo peor de todo, es que hasta el jodido sabía cantar bien.

¿Sabía hacer algo mal?

-Canta conmigo – pidió con voz sedosa, clavando sus ojos en mí por un momento. Rápidamente me negué a hacerlo - ¡Va Bella!, no te hagas de rogar, no vas a morirte por cantar – volvió a pedir, exhibiéndome nuevamente esa sonrisa tan arrolladora.

-Yo no, pero puede que tu si – cantar en voz alta… acompañada de él… Ni loca lo haría.

-Calla, seguro que no lo haces tan mal – espeto golpeando ligeramente el volante, dejándose llevar nuevamente por el sonido de las estrofas.


¡Es mi vida!....

Es ahora o nunca

-No… - volví a negar ante su mirada inquisidora.

Porque no voy a vivir para siempre

-Mmm…mmm. No, no lo hare – aparte la mirada de él.

Solo quiero vivir, mientras siga vivo.

-No… no… no, no voy a cantar – dije entre risas.

¡Es mi vida!...

-Da igual que me hagas esos gestos… - respondí ante su intento de mirada de cordero, a la par que me cruzaba de brazos.

-¿Por qué eres tan sosa?... nadie va a cobrarte dinero por reírte un rato - expreso con ese deje de euforia en la voz, mientras los dedos de una de sus manos, arañaban suavemente el volante, simulando ser éste las cuerdas de una guitarra.

-No, pero puede que me lo den para que me calle – conteste sin dejar de mirar el movimiento de sus hábiles dedos.

¡Dios!... ¿Cuánto queda para llegar a Forks?

-Se trata de reírnos un rato, además, solo estoy yo, y no voy a cobrarte por cantar – sonrió, clavando su mirada nuevamente en mi.

-¿Seguro? – pregunte mordaz. Iba a cobrarme por tantas cosas que por una más… ya daba igual.

-Bella… - rio a la par que giraba su cabeza en un gesto de negación - Tienes que aprender a reírte de ti misma – espeto llamando nuevamente mi atención, la cual volvió a captar con su mirada brillante mientras siguió con los acordes de la canción.

Será mejor que estés de pie cuanto te llamen.
No te dobles, no pares, nena, no te eches para atrás…

Y un nuevo escalofrío recorrió mi cuerpo desde los pies a la cabeza…

¡Es mi vida!....

-Yo ya me rio bastante de mi misma – aclare en voz alta, interrumpiendo su perfecta actuación.

-No lo haces – susurro entre risas.

-¿Por qué no canto no lo hago? – inquirí.  

-No… Porque siempre te reprimes a hacer aquello que te apetece – sentencio con firmeza.

-Tampoco me conoces tanto – masculle entre dientes en tono enfadado. Odiaba que me juzgaran, lo habían echo toda la vida conmigo, y él aún no me conocía lo suficiente para hacerlo.

-Lo suficiente para saber que tengo la razón – rebatió.

-No me apetece cantar – bufe apartando mi mirada y centrándola en la ventana… ¿Tan importante era cantar una estúpida canción?


-Vale, pues no cantes – le escuche decir, antes de volver a entonar el estribillo.

-No me digas lo que tengo que hacer – espete con fuerza. Estaba empezando a cansarme esos aires de superioridad que tenía conmigo, como si me conociera de algo para comportarse así.

-Yo no marco las pautas de tu vida, eres tu quien tiene las riendas. Quizás cuando te des cuenta de que la vida son dos días aproveches la oportunidad que ésta te brinda – respondió antes de volver a apartarme la mirada y seguir a lo suyo con naturalidad.

Yo me quede allí, boca abierta sin saber muy bien que hacer o que contestar, hasta que mi garganta cobro vida propia, obviando la vergüenza que me carcomía en mi interior, y junto a él, comencé a entonar las ultimas notas del repetido estribillo…


¡Es mi vida!...

Mi corazón es como una autopista abierta.
Como dijo Frankie, lo hice a mi manera.
Tan solo quiero vivir, mientras siga vivo…

-Grítalo bien alto…

¡Es… mi…vida!


-¡Wow!- grito a la par que reproducía el sonido de un silbido con sus labios, y soltaba el volante escasos segundos para aplaudirme, mientras mi cara se teñía de un granate color vino, con la misma intensidad con la que mi pecho palpitaba - ¡Ves como no ha sido para tanto! – añadió efusivo, efusividad que llevo a su mano a rozarse con la mía, haciendo que mi estómago diera un vuelco ante ese leve contacto…”




Extrañamente me sentí mejor tras mi pequeña incursión  musical. Más suelta… como más libre conmigo misma, pero las extrañas reacciones de mi cuerpo ante los gestos, actitudes y aptitudes de Edward no ayudaron a hacer el resto del viaje más llevadero.

Además estaba esa parte de él que estaba comenzando a odiar, esa que no le llevaba a tener ningún reparo a la hora de juzgarme o decirme como debía actuar, como si me conociera lo suficiente para creerse con el derecho de hacerlo, y aunque lo hiciera con la única idea de ayudar… no necesitaba sus consejos, pues aunque fuera un conocido a ojos del resto, no era más que un desconocido para mi, uno que había dejado que se colara entre mis piernas… nada más.

Aún así, mi acritud hacía él no impidió que fueran varias las veces que me sorprendiera a mi misma observando sus movimientos. La manera tan suave con la que jugaba con el cambio de marchas, o la afabilidad con la que parecía manejar el volante eran solo algunos de los gestos con los que mis ojos se deleitaban.

El punto culminante del viaje llegó cuando paró en uno de los bares de carretera, gracias a que mi inquieto y sonoro estómago,  no pudo conformarse con el café que me había tomado en la mañana…

“-Tengo un hambre feroz,  ver esas tortitas y no poder comerlas a sido una tortura – confesó mientras tomábamos asiento en una de las mesas que daban a la ventana – Creo que pediré unas, tengo ganas de tortitas – murmuro mientras cogía y abría la carta de cartón plastificada, sostenida en el servilletero de papel.

-¿Tortitas a las doce de la mañana?… Wow – exprese siendo yo ahora quien abría uno de los menús de cartón.

-Es un antojo – susurro risueño.

-Míratelo, no vaya a ser que estés embarazado – conteste con ironía a la par que intentaba buscar algo de comer que no incluyera plancha o aceites.

-Sería un caso digno de estudio… Me convertiría en un ratón de laboratorio – murmuro arqueando sus cejas. Y otra vez me sorprendí a mi misma observando cada uno de sus gestos, mientras una escueta sonrisa comenzaba a dibujarse en mis labios. 
Maldito sarcasmo embaucador.

-Buenos días chicos… - nos saludo de pronto una señora regordeta, con una sonrisa afable - ¿Sabéis ya que vais a tomar? – pregunto mientras sacaba del bolsillo de su delantal una libreta del tamaño de su mano, y un bolígrafo azul oscuro que bien podría hacer juego con el vestido veraniego que utilizaba de uniforme.

-Hola… Doris – saludo Edward tras cerciorarse del nombre de la mujer, el cual llevaba bordado en el vestido a la altura del pecho - A mi me vas a traer un par de estas tortitas tan apetecibles, con mucho chocolate – remarcó la palabra mucho - Y un café con leche, a poder ser con un poco de crema y… ¿tenéis canela? – Doris asintió correspondiendo a su sonrisa. 

- Vale, me traes un poco y… - concluyo señalándome a mí.

-Para mi otro café con leche – pedí tras cerrar el menú de cartón.

-Ya esta… ¿no vas a comer algo? – inquirió Edward, con ojos expectantes.

¿Quien dice que no tiene hambre ante esa mirada?

-Eh si, si y un… - dude unos instantes intentando recordar cual de los platos que había visto podían gustarme - Un sándwich vegetal, pero sin mayonesa y sin espárragos… por favor – sonreí ante la mirada desaprobatoria que los ojos azules de Doris me regalaron.

¿Qué pasa?, ¿es que nunca antes nadie se había negado a comer mayonesa en un lugar como éste?

-¿Algo más? – pregunto la mujer, tras anotar las indicaciones.

-Si Doris… ¿podrías traerme un sándwich mixto también?, pero con mucho queso – Edward volvió a sonreír, ganándose una mirada bastante contraria a la que a mi me había dedicado.

Tienes que sonreír más cuando pidas las cosas, hay esta el truco… Si, hay y en cierta zona baja que nos diferencia bastante…

-¿Los queréis en pan frito? – pregunto Doris mirándonos a ambos.

-Por supuesto.

-No, no… pan de molde normal – pedí casi a la misma vez que Edward. Si no quería mayonesa, mucho menos un pan lleno de aceite.

-Enseguida os lo traigo – concluyo la mujer, arrancando la hoja del pedido antes de girarse dirección a la cocina.

-Gracias… ¿Qué? – pregunto Edward de pronto, llamando mi atención, la cual para variar, estaba centrada ya en él.

-¿Vas a comerte todo eso que has pedido? – pregunte sin apartar mis ojos de su cuerpo. Nadie con un cuerpo así podía permitirse el lujo de comer todo lo que él había pedido.

-Por supuesto, sino no lo habría pedido – sonrió con arrogancia.

Malditos genes tan… perfectos.

-Ya… Es sorprendente el buen metabolismo que tienes – susurre mientras intentaba acomodarme en la incomoda silla.

-Lo sorprendente es lo radicales que sois las mujeres a la hora de comer. Os priváis de verdaderos manjares solo por no engordar un gramo de grasa.

-Es que un gramo de aquí, y otro de allá… suma muchos gramos al final del día – sino que se lo dijeran a Ángela, una obsesiva compulsiva de las grasas, la cual con los años, había conseguido traspasarme esa obsesión a mí.

-Hay muchas formas de mantener la línea… - sonrió - no tendríais porque ser tan estrictas – concluyó acomodando su espalda, levemente arqueada hacía la mesa, en el respaldo de la silla.

-Bueno, todo eso es gracias a la sociedad. Todos queréis cuerpos esbeltos – afirme esa gran verdad.

-Eso es mentira – negó con firmeza.

-¿Si?... ¿entonces dime porque todos los anuncios se hacen con modelos? Aun no he visto a ninguna mujer pasada en kilos anunciando un sujetador – por poner un ejemplo, pero como ese… miles.

-Ese ejemplo no vale – sentencio clavándome nuevamente esa mirada esmeralda - no es más que una estrategia publicitaria debido a la fuerte demanda, demanda que vosotras mismas establecisteis – sostuvo mientras me apuntaba con uno de sus dedos - Sois vosotras mismas las que os hacéis la guerra por el físico, el resto se adapta a vosotras – sentencio con firmeza a la par que se llevaba una de sus manos a su ya de por sí, despeinado pelo.

-¿Entonces a ti no te importaría estar con una chica rellenita? – a ver que contestaba.

-Para nada – venga ya, ni él mismo se creía ese cuento - Hay cosas más importantes que preocuparme por que mi chica tenga diez, veinte o treinta kilos de más… Mientras ella sea feliz – sentenció con normalidad. Y yo por un momento dude de sus palabras.

-Eso lo dices ahora – respondí tras varios segundos, justos los suficientes para darme cuenta de que el adonis que tenía frente a mi, jamás estaría con una chica que no tuviera sus mismas condiciones.

Chico guapo, chica guapa… Así había sido siempre, era como una ley de la vida.

-Bella somos nosotros mismos quienes conquistamos al mundo. La gente ve en ti el estado de ánimo que tú reflejas. Eres tu quien trasmite a los demás lo que quieres que ellos vean de ti.

Y de nuevo dude ante la contundencia de sus palabras, duda que disipe de mi mente en cuanto a esta se le ocurrió un ejemplo.

-Si ahora mismo entrara por la puerta un tío con un cuerpazo de infarto, seguido por un bajito rellenito, te aseguro que mis ojos se irán a los músculos del macizorro – sentencie esa gran verdad.

El físico siempre es lo primero que entra por el ojo, dijera Edward lo que quisiera. ¿Sino yo porque me había quedado prendada de él, nada más verlo en la cafetería?...

Es absurdo intentar cambiar esa realidad.

-Eres muy superficial – demando entre risas. Superficial no, realista, que es distinto - ¿Quién te dice que ese musculitos no es un borde que simplemente se aprovechara de ti cuanto pueda, y después pasara a la primera superficial que vuelva a encontrar? – preguntó haciéndome dudar nuevamente - Si ahora entrase por esa puerta una mujer despampanante acompañada por otra mas insignificante, da igual que sea alta, baja, gorda o esquelética, si la insignificante no es tan superficial y rígida como de seguro lo sería la modelo de su amiga…  – matizo entrecomillando al aire la palabra amiga- … ten por seguro que mis ojos se irían tras la sonrisa de la paliducha… Siempre y cuando no sea otra amargada como su amiga. Y esa es la gran verdad, al menos la mía – dijo con rotundidad, rotundidad que empezaba a romper mis esquemas, pues si el mismísimo adonis viviente, prefería la personalidad al físico despampanante…

Entonces… según sus palabras… ¿Podría un chico como él, estar con una chica como yo?...
Mierda de hormonas, ya me están llevando a pensar estupideces.

-Aquí tenéis chicos – irrumpió Doris, cargada en los brazos con nuestro pedido. De ser yo ella, seguro que ahora todo estaría desparramado por los suelos.

-Mmmm, gracias Doris – sonrió Edward, cuando ésta termino de acomodarnos los platos - Que buena pinta… ¿Quieres probar? – inquirió Edward, mientras cortaba un trozo de aquellas tortitas bañadas en chocolate. Negué, ahora mismo en mi estomago se había formado un gran nudo producto de sus palabras  - Vale… más para mi – dijo antes de engullir con ansias la comida.

Y de nuevo me volví a perder en la gracilidad de sus movimientos, en como mezclaba las tortitas con ligeros bocados a su grasiento sándwich, algo desagradable de ver quizás en otra persona. Viéndolo en él, era motivo suficiente para sentir como cierta parte sensible de mi cuerpo se iba humedeciendo.

Aparte mi vista de la escena antes de pedirle a gritos ser engullida como lo hacía con la comida, y me centre en mi café. Era lo único que era capaz de tomar ahora mismo.

-No, no, no hagas eso… - grito Edward, antes de que introdujera la cucharilla en la taza - prueba este primero y si te gusta, haz lo mismo que yo – dijo pasándome su café, al cual primero echo una pizca de canela, mezclándolo todo después con la cucharilla.

-Mmm… esta muy bueno – exprese saboreando el dulce sabor que se acaba de asentar en mi paladar.

-El secreto esta en la canela. Una pizca en la crema de la leche y hola a todo un mundo de sabores y sensaciones…”


-Gira por esa calle a la izquierda – indique a Edward.

Cuatro horas de viaje, una actuación musical, que bien podría ser la causante de la lluvia en Forks, de no ser porque aquí siempre llovía, un desayuno-almuerzo-comida, y una hora más en la que me dedique a leer los cotilleos de la primera revista que había sido capaz de coger, antes de marcharnos de aquel bar, por fin estaba a punto de llegar a aquella casa que había sido mi hogar.

Y entonces el nudo asentado en mi estomago desde hacía ya algunas horas, se contrajo todavía más. Por un lado, necesitaba salir del vehículo con urgencia, pues ya había sobrepasado el tiempo de estar junto a Edward, sin sentir la maldita necesidad de tirarme sobre él, pero por otro lado, una parte de mí me decía que lo peor me esperaba al llegar a aquella que fue mi casa… ¿Si no de que nos haría Renee hacer las maletas?

Mis pesadillas si hicieron realidad cuando divise mi casa a pocos metros de distancia.

-Es en esa casa – señale a Edward.



Hacía bastantes años que no venía por aquí, pero no hacía falta haber venido alguna vez, para saber que la casa que tenía ante mis ojos, no era la casa en la que en pocos días iba a celebrarse una boda.

-¡Bella! Gracias a dios que estas aquí – grito Renee, apenas comencé a salir del coche ya aparcado.

-¿Que ha pasado aquí? – pregunte al no divisar las carpas que a estas horas debían estar colocadas, y por consiguiente, no estar en medio de una charca de barro, que era en lo que se había convertido el jardín donde Rose iba a casarse.

-Estas son las consecuencias de no colocar las carpas primero – escuche decir tras de mi, lugar en el que se encontraba el dueño de aquella tosca voz, uno hombre algo más mayor que mi padre, enfundado en un mono color verde, el cual, estaba repleto de barro.

-¿Y que se manchen? Este hombre esta loco Bella, no le hagas ni caso – vocifero mi madre, consiguiendo con ello ponerme más nerviosa de lo que ya lo estaba.

-Las carpas son plastificadas, no importa que se mojen, están preparadas para ello – dije dirigiéndome al hombre de ruda mirada.

-Las carpas que nos han llegado no son plastificadas – sentencio él.

-¿Como que no?, yo las pedía así – proteste.

-Señora…

-Isabella, sino le importa – interrumpí contradiciéndole.

Lo que me faltaba, que un completo desconocido que bien podría ser mi padre, aunque él no me mirara como si su hija fuera, me echara años encima.

-Isabella, esas de ahí son las carpas que nos han mandado, y como puede comprobar, no están plastificadas – me indico los bultos que habían a mi izquierda, los cuales, como bien me había echo saber, no eran plastificados.

¿Quién manda unas carpas de tela para una boda en uno de los lugares más lluviosos del mundo?... Alguien que por supuesto no se había molestado en escucharme un minuto…

-Perfecto… ¿Y ahora que? – mire desesperada a Renee, a ver si ella podía ser capaz de dar alguna solución.

-A mi no me mires, tu eres la encargada no yo – no, ella no era la indicada para dar soluciones.

-Estupendo… ahora hay que pedir carpas nuevas – bufé cabreada.

-Ya lo hice yo por usted, tienen que estar a punto de llegar – hombre… si el hombrecillo de mirada lasciva tenía iniciativa propia, cosa… que por ejemplo mi madre no tenía.

-Fantástico… ¿y entonces?

-Bueno, las colocaremos intentaremos limpiar un poco todo este desastre y mañana nos encargaremos del jardín – contesto.

-El jardín ya tendría que estar terminado – pensé en voz alta.

-No es culpa nuestra – se intento disculpar.

-Vale vale, hagan… hagan lo que tengan que hacer – dije rendida, de nada valía enfadarme ahora, el jardín no iba a estar terminado con tan solo un chasquido de mis dedos.

-Bella, no sabes lo que ha sido levantarnos esta mañana y ver el desastre en el que se había convertido el jardín – dijo Renee, mientras me dirigía hacía mi padre, el cual estaba a la entrada del jardín junto a Edward.

-Ya me imagino… - susurre desganada.

-Tienes que quedarte aquí por cualquier complicación que pueda ocurrir.

-¡Mama! – grite parándome en seco.

-Yo no puedo quedarme, hay diez mil cosas por hacer aún, y además tu padre tiene que trabajar – intento excusarse.

-Pero yo aun tengo que resolver los cabos que quedan sueltos…

-Bobadas – me irrumpió - nada que no puedas hacer desde aquí – hablo la que no había sido capaz de devolver unas carpas que no eran las pedidas - Además solo van a ser unos días… Viernes tenemos que estar todos aquí – dijo con voz más pausada – Bella… hija – pidió mirándome con esos ojos que tanto odiaba, ojos a los que yo era incapaz de decir que no.

-Vale mama, me quedare aquí… - solté sin más apartándole la mirada y dirigiéndosela a mi padre - Hola papa – lo salude tras un suspiro.

-Hola Isabella, le estaba comentando a Edward el desastre – respondió él, con más amabilidad de la que me tenía acostumbrada.

-Si bueno,  nada que súper Bella no pueda arreglar – murmure entre dientes - Nos toca quedarnos aquí Edward, sino te importa claro – dije mirándole a los ojos.

-No hay problema, además nos hemos traído la ropa – respondió con una sonrisa.

-Perfecto entonces… Un problema menos – expreso mi madre con euforia.

A mi no me quedo otra que reírme ante la situación. No solo el jardín era un completo desastre, sino que además me tocaba quedarme varios días en este pueblo, en compañía de Edward además. Solos… Los dos.

De no ser por las inmensas ganas que tenía de llorar, me pondría a saltar…


El siguiente capítulo ya se esta cociendo, con suerte, os lo podré colgar a lo largo del fin de semana ;-)

Chicas me voy corriendo que el futbol ya esta empezado, rezar para que el Barça gane, que cuando estoy feliz, escribo con más alegría :-}