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¿Quieres? - Capítulo 30

Pasada ya la nube en la que he vivido los últimos días, por culpa de cierta película que con tan solo recordarla, ya era motivo suficiente para hacerme suspirar, aquí os traigo nuevo capítulo de esta historia que a mas de una le esta dando dolores de cabeza, y no hablo solo por mi :p

Veo que más o menos todas, las que soléis comentar digo, no habéis tenido muchas dudas respecto al anterior capítulo. El resto tampoco, ya que tampoco habéis preguntado nada :p. Me alegro que así sea, no porque me alegre de que no lo hagáis, si no porque demuestra que no quedó tan mal lo que yo quise plasmar.

Visitas inesperadas, sentimientos a flote, una boda a pie de altar, aún muchas dudas sin resolver y otras que vienen en el intento de aclararlas, y eso solo, quedando dos días para la boda… Poco tiempo ¿no?... ¿O quizás sea el suficiente?...  No se, no se…

De momento, aquí os dejo con la cabecita de Bella :p. No sin antes daros las gracias a mis soletes por levantarme el animó con sus comentarios. Me gustaría contestaros una por una, pero… a la altura que ya esta la historia, y sabiendo como se lo que le pasa a los protagonistas, creo que si lo hago, o bien os podría liar, o bien daros más pistas, y quiero que os baséis en vuestra propia percepción de lo que vais leyendo, no en ellas :p.

 Y sin más preámbulos…


Capítulo 30 – Loca, pillada… perdida.

“Dos días antes de la boda”


Apenas pude pegar ojo durante la noche. Las palabras de Ángela retumbaban en mis oídos, haciéndome imposible conciliar el sueño. Y cuando lo conseguía, el culpable de todos mis desvelos se materializaba en mi mente, sobresaltándome en mitad de la noche. Y no precisamente porque esos sueños fueran malos.

-¿Para ti ya no es un simple contrato verdad?

Hay estaba la clave de todo. Y su respuesta la evidencia que con tanto ahínco me había negado a admitir.

No, para mí ya no era un simple contrato. Todo lo vivido durante los días anteriores, las sensaciones, las reacciones de mi propio cuerpo… ¿Cómo seguir negando lo incuestionable cuando a Edward solo le bastaba una mirada para convertir mi cuerpo en pura arcilla?

Implicada emocionalmente. No sabía en que medida, pero si sentía la fuerza de esta, la sentía en la boca de mi estómago con tan solo pronunciar su nombre. La sentía erizando cada poro de mi piel con cada uno de los recuerdos. La sentía en el centro de mi pecho por su ausencia, y eso que solo habían pasado unas pocas horas desde que se fue. Y eso que sabía que iba a volver…

¿Qué pasaría entonces cuando de verdad no volviera a verlo?

Me negué a mi misma a contestar aquella pregunta. No podía hacerlo todavía, no cuando seguía sin saber como había pasado esto. No cuando por más que mirase al pasado, seguía sin entender en que punto de todos estos días dejo de ser lo que era para convertirse en algo más.

¡Esto no podía estar pasándome a mí! Si apenas lo conocía… Es… es imposible pillarse por una persona que a penas conoces de unos días. Es… es materialmente imposible, ¡¿qué sabía de él?! ¡¿Qué?!

Y de nuevo su recuerdo respondió a todas mis dudas. A las pasadas, a las presentes, y a las posibles futuras.

Estaba pillada por él, como una quinceañera, como creí no volver a estarlo por nadie, como jamás recordaba haberlo estado por nadie.

Y la gran pregunta era ¿en que posición dejaba eso a Jasper?

No hacía mucho me había hecho una pregunta parecida, y aunque continuaba sin saber muy bien la respuesta, tenía claro que su recuerdo ya no dolía. Ni siquiera sentía aquel rencor por como hizo las cosas.

¿Como iba a sentir algo por Jasper si en mi cabeza ahora mismo solo había cabida para una persona? Edward, aquel al que pague para que fuera mi pareja en todo un circo lleno de mentiras, aquel que aceptó con una simple sonrisa, aquel que había convertido mi mundo patas arriba.

“Estás jodida Bella”, susurro mi otro yo. Y eso que aún me faltaba por saber la parte bonita de toda esta historia.

¿Mis sentimientos serían recíprocos?... Y de ser así ¿en que medida?

¡Señor! Al igual que mi vida, mi cabeza era un completo desastre.

-Vas a chamuscarte el cerebro de tanto pensar –susurro Ángela con voz adormilada. Sus ojos negros ahora fijos en mí, contrastaban con el blanco impoluto de la sábana.

-¿Te he despertado? –pregunte con una sonrisa, mientras su cuerpo se revolvía intensificando el volumen de la maraña en la que se había convertido su pelo oscuro.

-Tu cuerpo no. Tu mente… parece una olla exprés –ironizó, incorporándose y quedando sentada sobre la cama, con la espalda apoyada al cabezal de esta.

-No podía dormir –susurre a la vez que apoyaba un pie sobre el resquicio de la ventana en la que llevaba sentada más de una hora.

-¿Por fin te has aclarado? –asentí con la mirada perdida hacía suelo-. ¿Y que vas a hacer ahora?

-Nada –dije en un suspiro, sin dejar de negar con la cabeza-. No, no puedo hacer nada –me encogí de hombros y volví a centrar mi vista en la calle amplia y solitaria que tenía a mi izquierda-. Esperar supongo –susurre abstraída por el suave follaje de las copas de los árboles-. Esperar a ver como se dan las cosas. Esperar a ver si es un simple capricho y se me pasa.

Al igual que aquellas hojas a las que ahora miraba con tanto interés, a mi no me quedaba de otra que esperar. Ellas esperan los cambios de estaciones para desatar los nudos que las atan a su hogar, en busca de otro nuevo, otro lugar desconocido. En el peor de los casos bajo la rueda de algún coche, o en el interior de la basura. En el mejor, en el interior del libro de una niña soñadora.

Yo ya no era ese tipo de personas. En ocasiones intentaba recuperar aquel encanto propio de la niñez, y durante los minutos que duraba aquel sueño era feliz. Pero luego me golpeaba la terrible realidad.

-¿Y hablar con él? –inquirió mi amiga en un susurro.

-Bella, y si te dijera que esto puede durar lo que tu y yo queramos...

Cerré los ojos ante aquella idea tan perfecta en apariencia.

Le confesaría mis sentimientos, él los correspondería, volveríamos a Boston y…

¿Entonces que?

Mi castillo de naipes se caía antes de ser levantado. Ni siquiera podía imaginarme una vida con él, porque ni siquiera sabía como era su vida. ¿Viviría en un piso o en una casa? ¿Al norte o al sur de la ciudad? ¿Iría al gimnasio por las mañanas? ¿Haría su propia colada o sería de los que mandan a que se la hagan? Su día a día… ¿Cómo sería su día a día?

Y por las noches… ¿Sería ese su horario de trabajo?

¡Dios mío, era un chico de compañía! Me estaba pillando por el chico al que pague para que me acompañara.

Hay estaba mi cruel realidad, esa que hacía que los sueños no duraran más que unos pocos minutos. Él estaba aquí, conmigo sí, pero porque yo le había pagado para que lo hiciera. No nos habíamos encontrado por la calle, ni éramos compañeros de trabajo. Nada nos unía salvo aquel contrato verbal y una cifra que desde el primer día estuvo en su bolsillo.

¿Cómo podía siquiera pensar en hacerme ilusiones con algo tan efímero?

Sería bonito… si. Pero solo en apariencia.

Y en mi cruel realidad puede que yo le gustara, la atracción sexual era patente por parte de ambos, pero el profundizar… Eso era otra historia.

-Bella, y si te dijera que esto puede durar lo que tu y yo queramos...

Si… podía durar ¿pero el que?... ¿Qué era “esto”… cuando lo único que había realmente era sexo?...

-Bueno, aún es pronto para decidir nada, dejemos que pasen estos días –susurró Ángela, acercándose hasta mí y poniendo una de sus manos sobre mi espalda, en un intento de reconfortarme-. Después pensaremos en algo – añadió. Y no pude más que devolverle aquel gesto con un abrazo.

-Os he echado de menos –musite sobre su cuello-. Mucho.

-Lo se cielo –respondió intensificando el abrazo-. No eres nadie sin nosotros –aquella broma le valió un ligero estirón de pelo.

-¿Bella estas…? –pregunto Rose, asomando su rubia cabellera por la puerta-¡Hey! ¡Yo también quiero un abrazo! –grito abalanzándose hacia nosotras.

-Chicas… me ahogo… socorro –de poco servían mis gimoteos, aquellos cuatros brazos parecían adherirse a mi cuerpo a cada segundo con mas fuerza-. ¡Chicas, me vais a tirar! –proteste de nuevo y ante la falta de comprensión, no pude más que unirme.

Si no puedes con el enemigo únete a él. Aunque en ocasiones como las de hoy, cualquier gesto de cariño se agradecía, aunque fingiera mi mejor sonrisa para no mostrar mi necesidad de el.

-¡Trió de holgazanas! –gritó Renee desde el patio delantero de casa. Aquellos brazos se liberaron de mi automáticamente, cosa que agradecí profundamente-. ¡Bajar ahora mismo hasta aquí a ayudarme! –siguió vociferando, mientras recuperaba el oxigeno que aquel par de locas me habían hecho perder.

-¡Ya bajamos mama! Chicas no hay tiempo que perder. ¡Oficialmente ya es mi despedida de soltera! –gritó Rose completamente emocionada, corriendo escaleras abajo.

-¡Ehhh! ¡Fiesta! ¡Vamos Bella! –canturreo mi amiga, dando saltos de alegría.

¿Y luego la loca era yo?

Estaba claro que, si lo que quería era dejar de pensar, algo me decía que no sería difícil.


-Chicas, debéis abrir todas las cajas y separar los manteles de la boda, de los verdes que vestirán las mesas en la cena de ensayo de mañana. Lo mismo con las servilletas y las fundas de las sillas. ¡Y no olvidad contarlos y comprobar su estado! –reiteró Renee, señalándonos con el dedo, antes de darse media vuelta, dirección hacía los empleados que habían venido desde Seattle con el mobiliario para la boda.

-¿No debería ser yo quien diera los ordenes? –inquirí irónica.

Aún a lo lejos, podía escucharla repetir una y otra vez, el correspondiente orden en el que debían ir colocadas las veintiuna mesas.

-Es mama, ya sabes lo mucho que le emociona estar al cargo de todo –susurró Rose, totalmente abstraída en la misión de desdoblar, observar minuciosamente y nuevamente doblar, para después separar cada una de las telas.

-¡Haced lo mismo con la vajilla, la cuadrada es la de la cena, y la redonda la de la boda! –gritó Renee, haciéndome fruncir el ceño.

Ángela, que apenas había conseguido abrir la primera de sus cajas, dejó esta para dirigirse hacía el extremo derecho de la larga mesa, en la que en menos de dos días se serviría el menú de la boda.

No pude evitar sonreír ante el malestar de su rostro por la dificultad que le acarreaba abrir las cajas. Patosa.

-Entiendo que hayan distintos tipos de manteles pero… ¿dos vajillas, dos cuberterías y dos cristalerías? –inquirió mi amiga en un suspiro-. Decidme que esto no tendremos que ponerlo también nosotras.

-Agradece a los del servicio del catering, ellos lo harán por ti –vacilé ante su expresión dubitativa.

Y de nuevo el silencio se ciño sobre nosotras, solo roto por el sonido de las mesas y sillas que se arrastraban contra la tarima superpuesta de parqué, seguidos por los gritos de una, cada vez más, encolerizada Renee.

-¿Ya esta? ¿Estos son los planes para hoy? –inquirí -. ¿Contar manteles, y cuberterías? ¿Qué hay de esa fiesta loca para despedir tu soltería? –añadí sarcástica.

Tenía miedo de que aquel silencio me aislara de nuevo en mis pensamientos.

-Tú, como una de mis damas de honor, deberías saberlo –escupió con ironía la aludida.

-Yo me lleve la parte chunga en el reparto de obligaciones. Alice es la dama de honor indicada –respondí sagaz, ganándome un guiñó cómico por parte de mi hermana.

-Debí encargarte esa parte a ti, al menos ya estas aquí.

-¿Bella preparando una fiesta? –inquirió Ángela, en respuesta a las palabras de Rose. La expresión de su rostro me alertó que se avecinaban trapos sucios-. ¡Por poco mata de un infarto a la última novia a la que le organizó la despedida!

¡Bingo!

-¿Qué hiciste?

Ni siquiera me dio tiempo a responder a una curiosa Rose, para cuando el enmudecimiento desapareció, mi amiga ya estaba dispuesta a soltar su versión distorsionada de los hechos.

-Solo te diré, que aquí tu hermana debería actualizar su agenda de strippers –respondió con diversión.

-¡Venga ya Ángela! Ese hombre solo era un poco más mayor que la media –escupí con acritud.

-Un poquito Bella, ¡un poquito! –abrió sus ojos desmesuradamente- Rose, ¡ese hombre tenía más arrugas que una pasa!

Las carcajadas de mi hermana ante los chirridos de mi amiga, ensombrecían cualquier sonido que hubiera a nuestro alrededor.

¡¿Por qué nunca estaba Renee cuando verdaderamente la necesitaba?!

-Era entrado en años si, pero… se movía muy bien –intenté decir en mi defensa, aludiendo las palabras de Ángela, y centrando mi atención en uno de los manteles que tenía entre mis manos.

Sabía que su respuesta no se haría esperar, aquel hombre podría ser muchas cosas, pero no precisamente un buen bailarín.

-¡Bella por favor! –replicó como esperaba, haciéndome cerrar los ojos en un gesto de negación-, ¡si casi se parte la pelvis quitándose el cinturón aquel bombero!… apaga fuegos.

La repulsión con la que susurró aquellas dos últimas palabras, estremeció todo mi cuerpo ante el recuerdo de aquel intento de bailarín.

Que digo de bailarín ¡más bien de hombre!... Uno que por cierto no tenía ninguna dignidad, o al menos, ningún espejo cerca.

-Dios mío –susurró mi hermana.

Por la expresión de su rostro, y la forma en la que soltó las servilletas que desde hacía rato contaba, Ángela había conseguido que no solo yo visualizara aquella escena.

-Fue un error de la agencia a la que llamé, por lo visto el hombre todavía no se había jubilado, yo no tengo la culpa de eso –comenté en un nuevo intento por defenderme.

Pero ya no había defensa posible. Aquella historia había pasado a encabezar mi propia “LCB”, lista de chapuzas de Bella, como así había bautizado Jacob mis errores.

Aunque si me paraba a pensar todos los días de atrás, el ranking de esa lista seguro que cambiaba.

-¿Pero a que agencia llamaste? ¡¿A una experta en bailarines o a una experta en años?! –prosiguió Ángela. Sin duda alguna hablar de aquello era mejor que echar el tiempo atrás-. Aún no he olvidado su amenaza de sacar la manguera…

-Vale, está bien –suspire pesadamente, soltando de golpe la tela de entre mis manos.

El recuerdo del alias con el que se hacía llamar aquel hombre tenía un pase, pero la comparación con la que ese hombre bautizo a su miembro, me hizo recordar porque desde aquel día el cuerpo de bomberos ya no me provocaba ninguna fantasía. Pesadillas más bien.

-Ahí la cague un poco –admití ante las miradas divertidas de aquel par de dos-. Pero reconoce que te he dado muy buenas ideas para alguna de las despedidas que tú has preparado –presumí-. La del barco sin ir más lejos… Así me hubiera gustado celebrar la mía –recordé centrando nuevamente mi atención, en aquel mantel que se resistía a doblarse.

Y lejos de lo que pensaba que sucedería, aquel recuerdo no tuvo nada de amargo, a diferencia de lo sucedido hacía unos meses cuando le di la idea a Ángela.

¡Por dios! ¿Como pude ser tan idiota? Aquel día me pase dos días llorando, soñando con lo bonita que podría haber sido aquella forma de despedir mi soltería. Y ahora no hacía más que preguntarme ¿cómo podía ser bonito algo donde no estuvieran mis amigos? Aquellos a los que nunca habría conocido de haber celebrado aquella fiesta.

Aunque podría haberse celebrado, siempre y cuando después no me hubiera casado…

Dios mío… ¿había pensado eso de verdad?... Después de todas las lágrimas que había derramado… ¿Cómo?... ¿Cómo podía pensar así después… después de todo aquel dolor?

Puede que fuera yo misma la que se martiriza negándose a olvidar todo aquello, y justo ahora que lo hacía, conseguía lo que siempre quise… Olvidar de verdad.

-Pero como no me case, no hubo necesidad de hacer ninguna despedida –matice entre risas. No dolía… ¡Ya no dolía! Aunque la seriedad en los rostros de Rose y Án, me indicaban que creían lo opuesto-. Chicas, aquello ya paso –dije segura-. No tiene porque seguir siendo algo tabú –añadí.

La perplejidad en sus rostros no cambio lo más mínimo con mis palabras, y apostaría cualquier cosa que por el fruncimiento de sus ceños, sus mentes cavilaban sin parar, en busca de alguna frase con la que compadecerse de mí. Igual que llevaban haciendo desde hacía años. Tres para ser exactos. 

Pero no hacía falta… ya no. Había llegado la hora de pasar página de verdad.

-¡Bella! –los gritos de Renee me sobresaltaron, justo cuando a punto estaba de romper de nuevo el silencio formado con mi comentario-. ¿Dime que aquello que acaban de traer es un error?

-¿El que? –pregunte mirando hacía la dirección de su dedo-. Pues… no –confirmé-. Son los bancos de madera que pedimos para la capilla.

-¿Bancos? –inquirió perpleja-. ¡Bancos! –gritó exasperada. Aunque a este paso, la exasperada iba a terminar siendo yo.

-Si mama, bancos –reitere con resignación-. ¿Te acuerdas de aquella conversación, en la que criticabas todo aquello que fueran sillas o taburetes de jardín? –suspire ante su negativa-. Dijiste que además de incómodos, daban aspecto de boda vulgar –insistí. Como me llamaba Bella que le haría recobrar la memoria-. Dijiste que habías visto unos bancos, tallados en madera antigua, que irían muy bien en la zona donde iría la capilla. De hecho, me mandaste una foto de ellos por internet. ¿Tu te acuerdas de algo de lo que digo Rose? –la aludida asintió y por lo bajini escuche la risa contenida de mi amiga. Seguro que recordaba mi cólera tras aquella conversación telefónica con Renee-. Pues bien mama. ¡Esos son los bancos! –grite con cierta irritación.

Yo no se si ella recordaría algo, pero yo recordaba a la perfección la semana de búsqueda que me llevó encontrar los dichoso bancos, con apliques superpuestos en cobre envejecido, tanto en la zona alta de los laterales, como en los respaldos del mismo.

-Creo… -susurro vagamente- que ya voy recordando. ¡Y son perfectos! –gritó efusivamente, zarandeándome por los hombros, antes de alejarse corriendo hacía la zona donde los estaban descargando.

-Espero que la pequeña chucky llegue antes de que empiece a correr la sangre –escuche susurrar a mi hermana.

-Y de paso que se traiga una caja de Valium. O dos… mejor dos –añadí al comprobar con mis propios ojos, que la euforia de Renee no era del tipo de las que se contenían, ni siquiera con desconocidos.

¿Qué te sorprende Bella? ¡Es Renee! Siempre ha sido así… no se de que me sorprendía ahora.

-Oye Bella, ¿crees que vuestra madre conseguiría bajarle los humos a Jane Vulturi? –susurró mi amiga.

Rápidamente la mire sobre mis pestañas. Aquello si que no olía bien.

-¿Vais a contarme lo que ha pasado con ella? –pregunte inquietada. De fondo podía ver como mi madre continuaba con su danza de la alegría.

¡Señor!

-¿En resumen? –asentí- Nos ha despedido, dice que no entendemos sus necesidades –soltó sin más paños calientes, dejándome aún más impresionada de lo que ya lo estaba.

¿Quién despide a dos días de su boda, a la empresa que se la organiza?

-Pero… pero… ¿Sabes? –inquirí-. No quiero saberlo. Ni siquiera voy a molestarme en seguir preguntándote.

Bastantes problemas tenía ya con todo lo que tenía encima, y no solo hablaba de mis sentimientos hacía Edward, él cual, no sabía porque, tenía que hacer acto de presencia en mi cabeza cuando nadie lo había invitado a entrar en ella.

No hay mal que por bien no venga, y librarse de Jane Vulturi sin duda era un bien mayor, del que gracias a mi hermana yo me había librado.

Esa si que estaba loca comparada con Renee.

-Pues deberías –susurró mi amiga, tijeras en mano para abrir otra de las cajas-. Nos va a demandar, y algo me dice que hablaba muy en serio -¿demandarnos? –Ah, y por cierto, insiste en decir que la culpa es tuya, por dejarla colgada sin avisar.

-¡Pero si yo la avise! –grite.

Ángela se limitó a encogerse de hombros, mientras mi rostro pasaba de la palidez extrema al rojo furia.

-¡Bella! ¡Tienes que venir! ¡Corre! –gritó Renee, desde la zona en la que se estaba instalando la capilla para la ceremonia.

-Lo siento, Bella –susurró Rose, ante mi evidente malestar.

Aunque a diferencia de lo que ella creía, este no se debía a las voces de nuestra madre, sino más bien, a la información que mi mente intentaba procesar.

¿Jane nos iba a demandar? ¿Qué iba a alegar? ¿Falta de comprensión?

¡Señor! ¿Es que no tengo ya bastante con los preparativos de una boda, que más bien parecía la de la reina de Inglaterra, y lidiar con una madre loca que para colmo de males, era la mía?...

Las hay que nacen con estrella, y otras que nacemos estrelladas, y estaba claro que eso es lo que Jane buscaba de mí, lo supe desde el primer día que sus aires de princesa, inundaron mi pequeño despacho…

Pero por mucho sarcasmo que utilizara en este momento, no podía olvidar el hecho más importante de todos. Existía un contrato de por medio, un contrato que nos comprometía, un contrato que yo misma había firmado y no había podido terminar de cumplir, por la insistencia de mi hermana a que viniera unos días antes. Un contrato que, dado el poder de aquella familia, bien podría significar el cierre de la empresa de mi amigo.

Ni siquiera mientras hacía caso a las exigencias de Renee, supervisando la colocación de cada uno de los famosos bancos, pude olvidar el motivo de mi preocupación.

Ahora no dudaba sobre la principal razón por la que había recibido tantas llamadas a lo largo de la semana. Ángela y Jacob podrían estar preocupados por mí, ¿pero al borde de colapsar mi teléfono?... no. Estaba claro que tras ellas estaba la presión de Jane.

¡Por dios! Si había saturado la bandeja de mi correo electrónico, ¿como no fui capaz de pensar en ello antes?

Y antes de que la voz de mi supuesta razón hablara por mí, la causa de mi aislamiento, se volvió a filtrar en mi mente.

Edward.

Dios mío… ¿Qué clase de persona era? ¿Qué chica se olvida de todas sus obligaciones? Por dios ¡no estaba de vacaciones! Que estuviera en otro estado no significaba que tuviera que olvidarme del trabajo. Y lo peor de todo ¿qué clase de persona deja colgado a su jefe? Y más aún cuando este es por encima de todo un amigo.

La misma clase de persona que se pilla por un tío sin apenas conocerlo. Esa era yo. Y la misma que no podía dejar de pensar en él, ni aún teniendo mayores preocupaciones en las que pensar.

Y aún peor, sabía que Jacob sería incapaz de echarme a mí la culpa, alegando que la loca era ella y no yo. Pero él sabía, al igual que yo ahora, que una simple llamada por mi parte, habría bastando para contener a Jane.

¡Dios! Cada día odiaba más mi trabajo. Y cada día eran mayores mis ganas de mandarlo todo al cuerno. Esta no era la vida que yo quería tener, ¿por qué me empeñaba en seguir teniéndola cuando no era lo que quería?

Suspiré pesadamente en un intento por relajarme, si no quería que fueran dos, las bodas que echara a perder en un mismo fin de semana.

Tenía que hablar con Jacob, y tenía que hacerlo cuanto antes...

-¿Me hechas de menos? –susurró una voz a mis espaldas.

Mi cuerpo ni siquiera se sobresalto cuando sentí como su mano tapaba la visión de mis ojos. Ni cuando su respiración rozó mi nuca. Ni cuando su cálido aliento acarició mi oído con sus suaves palabras. Ni cuando aquella voz erizó todo mi cuerpo.

Sabía a la perfección quien era incluso antes de que estuviera a medio metro de mí. Su perfume, el dulce olor de su piel… incluso el sonido de sus pasos al andar…

-¡Edward! –intente sonar sorprendida-. ¿Qué haces…? ¿Qué haces aquí? –y la verdad es que lo estaba porque estuviera allí. Aunque en verdad, mi mente albergaba la esperanza de verlo antes de que la mañana cayera.

Y entonces su mano dejó de ser una venda para mis ojos, y con la ayuda de la otra, que ni siquiera había notado presa a mi cintura, giró mi cuerpo sobre mis propios pies, cual bailarina de bale, y nuestros rostros quedaron uno frente al otro.

-Fuimos a la salida del pueblo a esperar a los amigos de Rosalie y Emmett. Y de paso a traer a Jacob –respondió con aquella sonrisa que tanto había echado de menos.

¡Señor! Si apenas hacía diez horas que no le veía ¿Por qué?... ¿Por qué…? ¿Porque no podía dejar de mirarlo como si hubieran pasado años?

-¿Tan horrible a sido que lo traéis de vuelta? –inquirí con inocencia.

Aunque más que inocencia, era la timidez la que hablaba por mí. Esa timidez que me provocaban las mariposas que Edward había traído consigo para instalarlas en lo más profundo de mi estómago.

Esa que sentía flotando por mi cuerpo con tan solo mirar aquellos ojos verdes.

Esa que solo se siente cuando se está…

-Para nada, él insistió en venir –su voz volvió a sacarme del trance en el que su presencia había llevado a mi mente-. No paraba de hablar de una reunión que no podía perderse. Es un buen tío, y se nota lo mucho que te aprecia –sonrió de nuevo, y mis rodillas a punto estuvieron de flaquear.

-¿Habéis hablado de mí? –pregunte curiosa.

¿Edward le habría preguntado? ¿Se habría interesado por mí? ¿Qué le habría contado Jacob?

Tenía que hablar con él, sonsacarle hasta el último de los detalles, exprimirle hasta que…

Dios mío. Tenía que hablar con Jacob sí, pero no principalmente sobre eso… Céntrate Bella, céntrate. Primero el trabajo, después…

-Algo –susurro arqueando sus cejas de una manera poco formal para las horas que eran-, sobre todo cuando se coló en mi cama.

¿Como podía centrarme cuando le veía sonreír de esa manera, mientras despeinaba aún más su…?

Un momento…

-¡¿Que Jacob ha hecho que?!

-Tranquila, ya no tiene dudas sobre mi sexualidad –respondió, haciendo que mis ojos casi se salieran de sus orbitas-.  ¡Es broma! –suspiré aliviada ante sus carcajadas. Conocía lo suficiente a Jacob para saber que aquello, podría no haber sido una broma.- No ha hecho falta demostrarle nada, pero si tuvimos una larga conversación.

Y mientras finalizaba su respuesta, su mano acarició la mía, quedando esta entrelazada entre mis dedos.

-¿He intuyo que no vas a decirme nada de lo que hablasteis? –inquirí en un susurro.

Las palabras fluían por mi garganta, cerrando con ello mis parpados, mientras me volvía a perder en la absorbente sensación de sentir su piel en contacto con la mía.

Yo… yo ya no tenía ningún remedio.

-Intuyes bien, ni siquiera tus intentos de sacarme información van a servir ahora.

Y aquella sonrisa ladina, torció de nuevo aquellos labios tan perfectos como todo él.

-No es justo, tu cada vez sabes más cosas de mí y yo de ti… nada –dije sin pensar.

Aquellas palabras habían salido de lo más profundo de mí ser.

-¿Quieres saber algo? –inquirió alzando sus cejas, apretando con ello el nudo de mi estómago-. Estás preciosa con el pelo recogido –susurro contra mis labios, unos que instantáneamente sentí temblar bajo su aliento.

Y no fue hasta entonces, cuando realmente reparé en lo increíblemente sexy que se veía Edward aquella mañana.

Una simple camiseta blanca con cuello en V, ceñida a la perfección alrededor de sus fuertes hombros y sus fibrosos brazos, junto a unos vaqueros desgastados que abarcaban su anatomía desde su bajo vientre, unos que le daban aquel toque de informalidad, capaz de hacer derretir a cualquiera. Justo al igual que hacía con sus palabras.

Era perfecto para encandilar a cualquier mujer. Todo él parecía estar hecho para ello. Su físico, sus gestos, sus sonrisas… toda su imagen al completo era perfecta para ello. Para fascinar a cualquiera… justo de la misma forma que lo había hecho conmigo.

Pero aquello no era suficiente. ¿De que me servían a mí todas las reacciones de mi cuerpo, si ni siquiera podía tenerlo?

¿Que garantía tenía que de dijera la verdad? De que sus palabras no fueran más que meras adulaciones.

¿Quién me decía a mí, que todo aquello no era más que un patrón, que estaba siguiendo a la perfección?

-No… no mientas –susurre apartándome ligeramente de él-. Debo estar horrible –fingí llevar las manos hasta la coleta en la que estaba recogida mi pelo, para borrar aquella expresión dubitativa de su rostro-. Ni te imaginas la mañana que estoy teniendo.

Y aquellas mil y una preguntas no ayudaban en nada.

-¿Complicaciones? –inquirió, acortando con un paso la distancia que nos separaba.

Mi reacción fue instantánea, y en su rostro se volvió a instalar la duda cuando volví a separarme de él.

-La boda, Renee, la boda –reí en un intento por disimular.

Y agradecí internamente que no intentara de nuevo acortar la distancia, esa que utilizaba a modo de defensa para no caer.

Pero ya era demasiado tarde… Demasiado.

-Bueno, ya solo quedan dos días –dijo, y su boca se torció en un mohín.

-Si… -suspire tragando mi propia saliva-. Solo dos.


Yo se que es para matarla, si lo se, pero por más que intento razonar con Bella nada, que no quiere caer del burro. Pero es lo que tiene la inseguridad, que no te deja ver más allá de la imaginación que uno mismo se crea. Con lo fácil que sería coger el toro por los cuernos y hablar, y lo complicado que lo hacemos todo intentando protegernos… (Y eso que no  quería dar más pistas ¿eh?)

Marianna, no suspires todavía, que Jacob aún no ha dicho su última palabra :p

¡¡Buen fin de semana chicas!!

Ayyyyy que calooorrrrr!!

Hola chicas!!


Aviso ya desde un principio que vengo con Spoiler en mano, siiii SPOOOOILEEERRR.

Así que si eres de las pobres desgraciaditas que no han podido ver la peli, que tienen que aguantar que todo el mundo diga.. "ufff lo que te pierdes", que tengas que ir esquivando los blogs para no enterarte de nada, que tengas que esconderte de la gente para que no te cuenten nada...Pues lo siento.,... este post tampoco es para ti.  :(

Pero si eres una enganchada que ha visto la peli y que no para de darle vueltas y que está pensando cuando va a poder escaparse a verla de nuevo, si 8 veces seran suficientes o quizás seran 10.... pues entonces esto te va a encantar!

Porque en la película las imágenes pasan muy rápido... si te pierdes unos segundos puede ser que te pierdas algo importante. Y claro, aquí en el blog de las chungas nos interesamos por unas determinadas escenas IMPORTANTÏIISIMAS! Síiii, las calenturientas escenas de roce roceeee! Y por eso, aquíi os dejo estos entretenidos gifs! Con algun comentario, claro.




Almu, eso claramente es una buena espalda. Estoy segura que eres capaz de apreciarlo, aunque te cueste creerlo! jaja Será en esta escena donde dice Robert que le borraron la "rajita" del culo? jajajja




Como se amarra Bella a la melena de Edward eh! jajaja No se suelta!



¡Que vaivén! Madre mía... suerte que es un vampiro incansable! jajajaj



Grrrrr, la garra!!!! jajajajaja Qué envidiosas estáis ahora mismo verdad?



Ayyyy el agua...que calorcito! :P



Al ataquerrrrrr! Que pasión madre mía!



Y dale que te pego... no hay quién los pare eh! jajajaj Mira como Bella se agarra a la camisa... si es que la pobre .. pa no agarrarse... (esto forma parte del momento Paquito el chocolatero, recordáis? jajaja )


Pues nada chicas, esto es todo. ¿Qué os parece?

Nos vemos!



Otra de muñecos... :P

Hola chicas!


Hace algún tiempo estuvimos hablando del merchandising de la saga y de todas las cosas que se vendían.... incluidos muñecos. Estuvimos dando un repasillo a todas las opciones que había e incluso alguna fue capaz de destaparse y decir que ella tenía un Edward! jajaja Y no contenta con ello, esa loca también destapó a ese pobre Edward y todas pudimos ver que brillaba y que el pobre andaba poco cargado! jajaja

Pues bueno, han salido nuevos muñecos... y no he podido esperar para dejarlos aquí y saber vuestra opinión!



¿qué os parecen esta Bella y Edward en el día de su boda? ¿Os convencen? ¿Dan el pego?

Se me ha ocurrido que también podrían hacer los de la luna de miel... eso sí, aquí necesitaríamos que el muñeco de Edward tuviese una bomba hidráulica o algo así para poder estar reventando camas sin parar! jajaja

Nos vemos!

(ACTUALIZADO, + FOTOS) Nueva portada de Entertainment: ¡¡Taylor, Kristen y Robert!!

Así es chicas, tenemos nueva portada del trió mas solicitado en los últimos días...  ¡y que portada!...



¡Jo-der!... Se me ha quedado cara de tonta al ver estas fotos. O soy yo, ¿o me han dado la sensación de que están envueltas en un morzabo impresionante?
Quizás sea por el contraste del negro contra el rojo,  o por la luz de las mismas, o por esas miradas... ¡o que se yo! Lo más llamativo de todo, es que   miras la fotografía, y aunque hayan tres siluetas, tus ojos inevitablemente solo ven a dos, y al rato es cuando dices, joder ¡si también esta Taylor! ¡No lo había visto! Al menos eso es lo que me ha pasado a mi durante unos segundos :p.

Lo que esta claro, y no es porque quiera hacer de menos al pobre, es que Taylor en ese momento pensaría, “Y digo yo… ¿Qué hago aquí?”

Os dejo con el resto de fotografías que han visto la luz...





Si esto no es complicidad, que me digan que lo es :p


Debo confesar, que para esta película esperaba un reportaje rollo al de Bazar de hace algunos años, pero en su defecto… este no esta nada, pero que nada mal. Eso si, si esta es mi impresión con estas fotos… ¿Cuál sería si alguien se apiadara de nosotras y nos regalaran un reportaje de ellos a solas, como dios manda?


....

Ayer os traje el contraste del rojo contra el negro, hoy os traigo la del negro contra el blanco...





Tremendo el photoshop que se han marcado los de Entertainment, yo ya visto lo de ayer, pensaba que no habían más sorpresas, y mira tu por donde...

Y no me digaís que no es preciosa esta última foto del sofá, aún sobrando como sobra alguien... es preciosa :p


Cual os gusta más chicas, ¿el rojo o el blanco?

















(Por cierto, que no lo dije ayer, las fotos son vistas y copiadas de la SagaRobsten)


En una se apoya ella, en otra se apoya él, en una ella parece estar un poco tímida, en la otra le agarra él, en una sonrie ampliamente, en la otra más natural... Da igual el color, ya puede llevar Kristen un vestido rojo, blanco o turquesa, que igual resultado a primera vista es éste...


... que este otro...

(esta ya es hecha por mí, cutremente pero oye... algo es algo :p)

Si es que hay cosas de dos... que por mucho que pretendan meter tres... no... no, no, no. Prueba de ello, se verá esta noche :p.