Lo prometido es deuda, y después de…, no se, creo que me da hasta vergüenza contar los meses, vuelvo a retomar esta historia, y esta vez, espero no volver a dejaros colgadas con ella, pues el hacerlo no fue por falta de tiempo, sino más bien de ánimos. No con el fic, creo que van varias las veces que confieso tener la historia completamente remodelada en mi cabeza pero… a veces, las situaciones, nos hacen estar un poco apagas, y si esas situaciones se juntan con otras que tenías por ahí dentro, y con nuevas que se van sucediendo, la caída por esa costera de emociones es inevitable. Por ahí hay alguna que otra chunga que lo llama fortaleza, yo más bien creo que ha sido la mezcla de apoyo que he tenido, constante, aun cuando me negaba a recibirlo, las profundas lecturas de libros durante este tiempo, o el levantarme un día y empezar a sonreír hasta que por fin esa expresión fue sincera, lo que por fin me ha hecho ver la luz, para observar todo lo que me estaba perdiendo (poético ¿verdad?, cierto en cualquiera de los casos).
En otras palabras, que lo único que a partir de ahora puede frenarme a no cumplir con todos los proyectos que vagan por mi mente, será el bendito tiempo que me roban los estudios, pero aunque tarde, espero que todas seáis testigos de todas esas locas ideas que anidan mi cabeza.
Bueno, y después de esta pequeña confesión, que no es ni mucho menos una excusa, sino una forma de acercarme más hasta vosotras, y de disculparme por todas mis ausencias estos últimos meses, tanto aquí, como por el msg… como en general, pasamos a lo verdaderamente importante, la historia ;).
Pero antes de que leáis el siguiente capítulo, un pequeño y breve resumen de lo sucedido en los nueve capítulos anteriores;
“Edward, incipiente arquitecto de profesión, mantiene un encuentro sexual con una desconocida, desconocida que no es otra que Bella, la cual desaparece tras dicho encuentro, haciendo que este quede totalmente perturbado con su recuerdo. Pasados seis meses, vuelven a coincidir en una reunión en la que ambos no esperaban encontrarse. Edward, del cual hay que añadir, es bastante poco amante de las ataduras, ve esa oportunidad como una forma de recordar aquel pasado encuentro, e intenta ingeniárselas de mil maneras hasta poder quedar con ella, algo que le resulta más difícil de lo que él creía en un primer momento, pues… parece que la joven a decidido hacerse de rogar. Tales son sus ganas de sacarla de sus pensamientos debido a todas sus negativas, que Edward acaba marchándose con uno de sus mejores amigos hasta la ciudad de San Francisco, con el claro convencimiento de centrarse única y exclusivamente en su trabajo. Lo que él no esperaba, es que Bella también fuera a estar por allí, y en un nuevo intento por meterla en su cama, se las ingenia para que quedar con ella, primero en compañía de los amigos de ambos, y más tarde a solas, sintiéndose afortunado por aquello, de ahí que ni corto ni perezoso, le confesase sus “sentimientos”, silenciando el derecho a replica de ella con sus besos”
Ahí se quedo la historia, y así es como sigue…
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Capítulo 10
La estaba besando, había estado esperando este momento más de seis meses y por fin lo estaba haciendo. Nada de evasivas, nada de negativas, sus labios se ceñían a la perfección contra los míos, de igual modo que su cuerpo correspondía al abrazo del mío. Y aunque aquellos labios no respondían con la misma pasión que recordaba, la textura de estos era tal cual a la que no había podido olvidar.
Su inconfundible olor a vainilla, el dulce sabor de su lengua por encima de los rastros amargos del alcohol, la suavidad de su piel bajo el roce de mis manos… todo aquel remolino de sensaciones me arrastro de nuevo al recuerdo de aquel hotel, y mis ganas por poseerla de nuevo me inundaron, aumentando con ello la destreza con la que mi lengua se movía en su boca.
El jadeo emanado de su garganta, basto para que mis manos soltaran su cuello y mentón, y descendieran por su cuerpo desde sus hombros hasta sus caderas, apretándolas contra las mías, gesto que pareció devolver a Bella a la realidad de la que nos evaporamos, en el mismo instante en el que mis labios se rozaron con los suyos.
-Lo siento –dije en un susurro, a escasos milímetros de su boca, cuando esta dejo de seguirme en aquella danza que tan vivo me estaba haciendo sentir-. No puedo evitarlo… me vuelves completamente loco –confesé, perdiéndome en la sensualidad de aquel labio inferior, el cual poco tardó en entreabrirse, invitándome de nuevo a adentrarme en ella.
Ni siquiera lo pensé, acepte esa invitación como él que acepta su última cena en el corredor de la muerte, pues la deseaba más de lo que nunca había llegado a desear a nadie.
Ella en si, el magnetismo con el que su cuerpo arrastraba al mío, el saber de ante mano lo que ese cuerpo era capaz de ofrecerme, lo que era capaz de hacerme… todo en conjunto bastaba para que mi único anhelo, fuera el de culminar esos besos en la forma que más reclamaba ahora mi miembro.
Una forma que con solo imaginarla, o más bien recordarla, bastaba para que toda mi sangre hirviera y mi desesperación creciera, al borde de querer deshacerme de sus ropas allí mismo, ante el ruido de aquellas olas y la fría brisa como únicos testigos.
-Duerme conmigo esta noche –volví a susurrar sobre sus labios, cuando la necesidad de respirar fue mayor a mi deseo.
La necesitaba sobre mí cuerpo toda la noche, necesitaba el tacto de su piel desnuda bajo las yemas de mis dedos, la necesitaba de una forma completamente irracional, tanto tiempo como a mi cuerpo le bastara para saciarse de ella.
-Edward esto… esto no… -jadeaba entre mis besos, haciéndome aspirar su deleitoso aliento, antes de que este volviera a mezclarse con el mío.
-Esto es justo lo que ambos deseamos –susurre de nuevo, antes de acallar sus protestas en otro beso más profundo aún que el anterior.
Y ella, lejos de volverse a quejar, aferro sus manos con fuerza alrededor de mi cuello, y adentrando sus dedos entre los mechones de mi pelo, estiro de ellos aprisionando así mi boca todavía más contra la suya, a la par que mis manos empuñadas en sus caderas, ceñían al máximo su cuerpo contra el mío.
Pero tan pronto mi entrepierna palpito al sentir su bajo vientre rozándose contra ella, el agarre al que me tenían sometido sus manos se aflojo, seguida de su negativa a continuar besándome.
-¿Qué pasa? –pregunte desconcertado ante su pronta resistencia. Aunque sus manos continuaran anidadas sobre mi, sus ojos reflejaban duda, una muy contraria a sus actos anteriores.
-Lo siento pero…
-Hey… -susurre silenciándola-. Tranquila Bella… no estamos haciendo nada malo, nada que no deseemos.
Y de nuevo mi aliento acaricio sus labios levemente hinchados. Pero justo cuando sentí nuevamente el roce de estos, Bella se aparto, y esta vez, si alejo sus manos de mi cuerpo.
-Que… ¿Qué pasa? –inquirí, poseído por la confusión.
-Esta noche no, Edward –respondió dando un paso atrás, alejándose así de mí.
-¿Cómo?... ¿Que quieres decir con eso? –confuso era poco a como me sentía ahora.
Y verla parada frente a mi, con aquella expresión de duda pintando todo su rostro, mientras sus manos se movían nerviosas entre su rostro y el propio aire, no hacía más que aumentar mi incertidumbre.
-Mira… siento si me has malinterpretado. Me gustas y es evidente, pero no por ello voy a caer tan fácil –sentenció, clavándome su oscura mirada aún dilatada por la excitación.
-Si ambos nos gustamos, no entiendo porque tanta resistencia –murmure acortando la distancia marcada por ella. Hoy no soportaría otra negativa.
-Edward… por favor –protesto Bella en un susurro, cuando mis labios volvieron a arremeter contra su cuello.
Con cada uno de mis besos en aquella zona, sentía como su piel se erizaba, y aquel gesto solo me alentaba a terminar de derrumbar todas sus barreras.
-Déjate llevar Bella –musite contra su piel, cuando sus manos se ciñeron a mis brazos-. Ya nos conocemos… no somos dos extraños –jadee sobre su oído, antes de acariciar el lóbulo de este con mi lengua-. Se cuanto lo deseas –resople de nuevo en esa zona tan vulnerable para ella-. Se como te hago sentir…
Y tan pronto mis labios rozaron su mejilla, se abalanzaron por si solos en busca de los bordes de aquella boca temblorosa. Pero a diferencia de lo que esperaba, debido a la manera en la que su cuerpo se estremecía bajo mis caricias, aquellos labios no volvieron a corresponderme, y con la ayuda del impulso que sus manos ejercieron sobre mi pecho, la distancia entre nosotros se volvió a ampliar.
-¡Basta Edward! He dicho que no –gritó.
La dureza en su mirada contrastaba con los gemidos que me veía obligado a ahogar en mi garganta.
-Pero…
-¡No! –gritó de nuevo, justo en el instante en el que mis piernas intentaron nuevamente acortar aquella lejana distancia-. Ni se te ocurra volver a acercarte a mí.
Y sin más se dio la vuelta, desapareciendo entre las llanuras de aquella playa desierta. Ni siquiera fui capaz de articular palabra, la imagen de su dedo señalándome junto a aquella mirada furiosa mientras escupía aquella amenaza, siguieron repitiéndose incesantemente en mi cabeza, los minutos que continúe completamente estático, de pie sobre la arena de aquella playa.
Que mierda… ¿Qué mierda acababa de pasar?
Frustrado y cabreado, llegué hasta el hotel donde me hospedaba. No comprendía nada, no podía hacerlo cuando había sido testigo de cómo Bella había sido poseída por el gen de la locura. Y es que no podía llamar a aquello de otro modo, no cuando ella misma fue participe de toda aquella excitación.
Mi cabeza era un torrente de los peores calificativos hacía su comportamiento. ¿Para que me seguía el juego si de ante mano, su intención no era continuar? ¿Por qué esa respuesta a mis besos, si sabía hasta donde estaba dispuesto a llegar? Que pretendía… ¿probarme?, ¿tentarme?, ¿desesperarme?
“Esta noche no, Edward”… Y si era que no, ¿por qué siguió restregándome aquel caramelo por los labios?, ¿para reírse de mi?, ¿para que le suplicara como lo había hecho? Primero me provoca, y cuando sabe que me tiene comiendo de su mano…
La necesidad por dejar de hacerme preguntas, me arrastro hasta el bar de aquel hotel, donde la continua secuencia de lo sucedido con Bella, me llevo ahogar mis penas de la forma que mejor sabía.
Trago a trago de Whisky, las imágenes se sucedían una tras otra. La noche en que la conocí, su disposición hacía mí en aquella habitación, su desaparición posterior, los largos meses que pase recordándola, como después de tanto tiempo la había vuelto a encontrar, sus miradas en cada uno de nuestros encuentros, aquella sonrisa lasciva que tan jodidamente bien sabía pinzar mi entrepierna. Sus negativas, sus excusas, sus “si”, para después sus “no”… la respuesta hacía apenas unas horas en aquella playa, la manera en la que se había ido, dejándome cual perro, mientras sus pasos de ofendida me daban la espalda negándome el derecho a replica.
Exhale con fuerza todo el aire contenido en mis pulmones, tenía que tranquilizarme y recordando cada uno de aquellos momentos no iba a conseguirlo. A ese paso lo único que conseguiría era desesperarme más, pues ninguna de las preguntas que me hacía tenían respuesta, y por más que lo intentara, no podía quitarme aquellos ojos de la cabeza. Yo, yo que siempre me jacte de no pensar en nadie más de lo permitido y ahora… ahora era incapaz de centrarme en nada que no fuera ella.
Y pensar en sus desplantes hacía mi no mejoraban en nada aquella situación, al contrario, provocaban que la rabia ante mi falta de entendimiento hacía su comportamiento tan frió y distante… se acentuara enervándome más si cabía.
En un intento por centrar mi atención en algo que no fuera Bella o su mero recuerdo, desvié la vista, fija en la barra de aquel bar ya demasiado tiempo, hacía el bullicio de gente varios metros alejados de mí a mi izquierda, encontrándome rápidamente con el saludo de varias de las chicas protagonistas de aquellas risas.
Las reconocí rápidamente bajo aquellas ropas que en nada tenían que ver con el uniforme poco juicioso que vestían durante el día. Y junto aquellas recepcionistas estaba la camarera de sonrisa coqueta.
Antes de que decidiera levantarme y acercarme hasta ella, tomo la iniciativa y su paso felino la llevó hasta mi lado.
Un brindis de nuestras copas, tres palabras tontas y varias sonrisas de la misma índole diaria, bastaron para terminar encerrados en uno de los compartimentos aislados del servicio de mujeres.
Ni siquiera preste atención de cual era su nombre cuando me lo confesó entre jadeos. No me interesaba nada eso, ni su nombre, su edad, si aquel rubio de su pelo era real, o donde viviera… Nada, lo único que necesitaba se hallaba entre sus piernas, caliente, húmedo, completamente dispuesto a recibirme.
No la hice esperar, ninguno de los dos necesitaba mayores preliminares, ni ningún tipo más de confirmación, así que, tras colocarme el preservativo, guardado en el bolsillo derecho de mi pantalón, justo antes de salir aquella noche, con destino a ser usado por otra persona, me coloque entre sus piernas y me adentre de golpe en aquella camarera que abruptamente jadeo en respuesta.
Sus gemidos de placer se entremezclaban con mis bufidos desilusionados, mientras bombardeaba enérgicamente su centro con mi miembro. No era Bella, por más que intentara engañar a mi cuerpo con otro ninguno era como el de ella. Y aquellos jadeos… aquellos jadeos no eran la música celestial que yo esperaba escuchar, esos labios gruesos e hinchados no eran los suyos, aquel abultado y duro pecho, escondido tras la tela de licra de aquel diminuto vestido, en nada podía compararse con los refinados senos de mi castaña. Ni siquiera aquellas voluptuosas caderas entre las que se encontraba albergado mi miembro, podían compararse con sus curvas, ni tan siquiera un mínimo aquellos movimientos.
¡Mierda! Me estaba follando a otra con la clara intención de ahogar mi frustración, y no podía hacer otra cosa que compararla.
En un intento por ayudar a la dureza de mi pene, el cual sentí decaer a medida que aumentaban las estocadas de este contra aquella pelvis desconocida, imagine que aquel centro caliente no era otro sino el de Bella. E incluso llegué a imaginar que aquellos ojos, ennegrecidos por el excesivo maquillaje, eran esos otros grandes ojos almendrados.
Y tan cegado estaba en que si era ella, que dejándome llevar por mis instintos más primarios, esos que apunto estaban de devorarme, me apreté más contra aquella empleada, a la par que aceleraba mis estocadas de forma irracional, al punto de escuchar como su espalda golpeaba abruptamente contra aquella pared donde la tenía sometida, mientras mis manos se ceñían con fuerza alrededor de sus muslos. Con cada una de mis feroces entradas, sentía mi cuerpo purgarse de aquel recuerdo, de aquellos ojos que tan imposible me eran de borrar de mi mente.
Y a punto estaba casi de correrme, haciendo caso omiso a las protestas jadeantes de la maniquí, bautizada hoy con el nombre de Bella, cuando su voz, la de la verdadera, se materializo en mí cabeza de forma tal real, que apunto estuve de parar.
“Esta noche no, Edward.”
-Hey… frena un poco ¿vale? –pidió aquella rubia, borrando de golpe toda mi imaginación.
Asentí casi por inercia cuando aquella nasal voz traspaso mis oídos, haciendo que aminorara mis movimientos junto con la fuerza de mi agarre.
“Edward esto… esto no…”
-¡Joder! –grité cuando aquella voz, contigua a su imagen junto a mi en aquella playa, volvió a mi mente.
Cerré los ojos intentando con ello que aquel pensamiento desapareciera de mi mente, sin darme ni cuenta de cómo mi cuerpo volvía a aumentar el ritmo anterior, sin escuchar las quejas de aquella acompañante de faena, sin ser consciente de nada más que no fuera yo.
“¡Basta Edward! He dicho que no.”
Y de nuevo aquella voz se repitió en mi mente, trayéndome de vuelta a la realidad, en una en la que aquella camarera, aún abierta a mi, me miraba con ojos desconcertantes, haciendo que mi miembro se desinflara de golpe a la par que mi cuerpo de paralizaba por completo.
Joder Edward… ¡Joder!
-Lo siento –susurre-. Yo… -no sabía ni que decir.
Ni siquiera se inmuto cuando salí de ella, ni siquiera protesto cuando aquello me valió un gemido de dolor por la tirantez de nuestros sexos, solo obtuve su mirada recelosa, totalmente opuesta a la vergüenza en la que se había revestido la mía.
Salí de allí como alma que lleva el diablo, mientras luchaba por abotonarme el botón de mi pantalón, una vez me deshice del condón, antes de cruzar la puerta.
El remordimiento y la culpa seguían apoderándose de mí con fuerza, una vez dentro de mi habitación. Nunca, nunca, nunca, había obligado a nadie a estar conmigo, jamás había forzado a nadie a hacer algo que no quisiera, en la vida había insistido cuando una mujer me había dicho que no, pero por encima de todo, jamás me había comportado como un animal, como el maldito animal en el que me convertí en el interior de aquel baño.
A la mirada de aquella pobre chica, de la que ni siquiera recordaba el nombre, debía sumar lo sucedido con Bella en la playa. Hacía apenas unas horas me auto compadecía de mi mismo, convencido totalmente de sus malas intenciones. Ahora, horas más tarde, el arrepentimiento por todo lo que mi obsesión, o cabezonería… que se yo, me habían llevado hacer, me golpeaba con la misma fuerza con la que lo hacía la cruel realidad.
Hoy había sobrepasado todos los límites posibles de mi estupidez. Ciego por mi completa y absoluta ofuscación a hacer las cosas como yo quería y cuando yo lo quería, había estado dispuesto a cometer la peor de las atrocidades, haciendo justo lo contrario a lo que quería.
¿Con que ojos la miraba después de lo ocurrido aquella noche?... ¿Cómo siquiera iba a poder mirarla?...
Pero la peor parada, sin duda había sido esa pobre chica.
Después de todo si había consigo mi propósito, su mirada asustada habían conseguido borrar de golpe aquellos otros ojos, y eso si era algo que no sabía si sería capaz de perdonarme tan fácilmente.
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El libro de reclamaciones a los protagonistas de la historia, ellos son los que mandan sobre mi :S. Aún no voy a desearos feliz navidad, prefiero hacerlo mañana, o mejor dicho, dentro de unas horas ya que aquí ya es noche buena, con más calma ;).
5 Sonrisas:
No puedo quedarme a leer, solo pasae a saludar :-S.
Pero igual GRACIAS por actualizar, creo que recien el martes voy a poder volver aqui, ya saben marido en casa :-}.
Nos vemos y Felices fiestas!
ERIN.
Wuaooooo que narración!!!!!
Me alegra muchisimooo que hayas retomado esta historia la cual me gusta mucho , sobre todo porque no logro comprender algunas de las actitudes de la protogonista jejej .. es que no se me olvida el primer encuentro con él que para él en ese momento era uno más , algo más de lo mismo ... pero después no hemos dado cuenta que hasta hoy se ha vuelto mmmm y}lo puedo decir así como una obseción... la cual ha hecho que él se replantie muchas cosas de su vidaaaa .....
La negativa le afectooo muchisimoooooo, lo bueno que pudo detenerse ... fue una bestia con esa pobre chica pero bueno se pudo dar cuenta a tiempo ......
felicidades por este capitulo!!!! y sigue asií con esta historia!!!!
Bueno, parece que nuestro pequeño Eddi no maneja bien el rechazo.
Me esta costando un poco seguirle el ritmo a Bella, esto de estar jugando al si y al no sin una razón aparente me esta descolocando un poco, pero claro que nada de lo que escribes esta falto de una razón asi que debo asumir que hay un fundamento oculto detrás de estas reacciones de Bella para con Edward, la pregunta es ¿Qué oculta Bella y por qué?
Definitivamente hay gato encerrado y seguramente nos va a sorprender en el momento menos esperado.
Volviendo al tema Edward, aparentemente no va a poder librarse del fantasma de Bella con facilidad, ya ni siquiera puede pensar solo en él, que era lo que venia haciendo hasta ahora, porque aunque compartiera su cuerpo y necesidades con otras mujeres, en última instancia siepre fue solo él, no daba más alla de unos momentos de placer y poco le importaba la otra parte; pero la influencia, por decirlo de alguna forma, que ejerce Bella en su mente lo esta llevando a lugares que el mismo desconoce y lo esta haciendo hacer cosas que no son tolerables ni siquiera para él por más egoista que él sea. Debe de ser toto una experiencia para alguien que hasta entonces tenia una sola cosa en su mente: su propio ser, todo un cambio para quien solo piensa en si mismo, tener a una mujer constantemente ocupando cada uno de sus pensamientos, llevandolo a limites insospechados, impidiendole disfrutar de ciertas actividades con otras mujeres, deseando que fuera su cuerpo y no el de la pobre mesera... No debe haber nada más frustrante para un hombre que no poder conseguir una erección cuando se la necesita, y si esta mecánica se extiende ¿Cómo va a afectar a Edward? Nada bien me imagino.
Almu, niña, gracias por continuar con esta maravillosa historia, ojalá que aquella nube oscura que ocupaba tu mente y te quitaba las ganas se haya disipado y deje que el sol brille para ti cada día.
Besos
Almu primero me siento mal de q se te hayan juntado tantas cosas en estos dias y no lo digo solo porq hayas dejado de escribir q en tal caso seria lo de menos, sino por tu animo y por ti misma, espero q de veraz ya todo este yendo mejor tu te lo mereces, y como muy bien dijiste esta bien q nos los cuente y no por buscar una razon de porq no escribes sino por eso de unirnos me encanta, ya lo sabes estamos aqui para eso, escucharnos, relajarnos y olvidarnos de los malos ratos :-}
Me intriga la actitud de Bella porq obvio le gusta el hombre y lo deja asi tambien por esa manera de ella de ser, de no darse tan facil y disfrutar de eso pero creo q hay algo mas aparte de eso!! Y pobre chica pagar asi la frustración de un hombre con otra mujer, q él por fin ya debería de darse cuenta q es una verdadera obsesión!!
Me fascina q sigas escribiendo esta historia mil gracias por eso, es diferente y atractiva!
almu continuaras con este fic...por fis porfis..esta muy chulooooooo.bss
Y tú, ¿nos regalas una sonrisa?