Inicialmente este capítulo iba a ser de otra manera, pero una vez escrito este y el que le seguía, el resultado de ambos no me gusto, así que tras muchas vueltas he fusionado ambos y el resultado es el que os traigo. Personalmente me gusta mucho más así que la idea inicial, espero que a vosotras también ;).
Algo importante a tener en cuenta antes de la lectura del capitulo. Todo lo que esta en cursiva, salvo los primeros tres párrafos del capítulo anterior, son flashes que va recordando Bella del fin de la noche en Port Ángeles. A vuestro juicio os dejo la idea de que algunos puedan ser reales o imaginarios ;).
Y nada más, solo daros las gracias a mis soletes Airam, Lau, Marianna, Karla y Erin, me gustaría contestaros mejor, pero ando con el tiempo justete justete. Un besote, y como siempre, gracias ;)
Capítulo 29 – Leyendo entre líneas (3ª parte)
Puede que a nuestro alrededor todo fuera alboroto y diversión, música y alcohol, puede… yo ya no era consciente de nada, bueno, si era consciente de algo, del remolino de emociones que azotaban con fuerza mi estómago, del toque fluido de un par de lenguas que se abrazaban lentamente, de la suave caricia de unos labios que parecían no querer separarse.
Pero por encima de todo, de aquellas caricias, de aquellos roces, de aquel cosquilleo infantil recorriendo mis entrañas, de las mil y una sensaciones que todo aquello me estaba provocando, de lo que más era consciente, era del abismo que se abría bajo mis pies.
Un abismo del que hasta hoy había sabido mantenerme lejos de su precipicio… Hasta hoy…
…
…-Creo que por hoy, es suficiente.
-¿Y si no lo es? ¿Y si no fuera suficiente?
-Bueno, si me doy prisa puedo llegar a tu casa en menos de dos horas.
-¿Y mañana? Mañana estará toda mi familia aquí y ya será viernes y yo no…
-Pero aún quedará el sábado, y el día de la boda.
-¿Y después que?… Déjalo, no contestes, he bebido demasiado para hacer este tipo de preguntas y para acordarme de tu contestación mañana.
-Bella, ¿y si te dijera que esto puede durar lo que tu y yo queramos?…
-Bella… Bella despierta, ya estamos en casa.
En casa… que bien sonaba eso.
-Te dormiste mientras volvíamos –susurro de nuevo Edward, mientras lentamente me iba incorporando sobre el asiento.
Aturdida, mire a través de la ventanilla de mi derecha para darme cuenta que aquella casa no era la nuestra, sino la de mis padres, y de golpe volví a realidad.
Aquí no había un lo nuestro.
-¿Cuanto tiempo he dormido? –pregunte con voz pastosa.
Sentía la garganta irritada y un ligero zumbido comenzaba a golpear en mi cabeza.
-Solo el par de horas que tardamos en volver –respondió.
¡Dios mío!, ni siquiera recordaba haberme quedado dormida. Para ser sincera, ni siquiera recordaba como llegué hasta el coche.
-No deberías haber dejado que me durmiera –conteste luchando contra unos parpados que parecían no estar muy conformes con la idea de estar abiertos.
-Caíste redonda… sin más. Es lo que tiene el alcohol.
Y a estos les basto la sutil sonrisa de Edward para centrarse en él, y a mi mente solo esa mirada para empezar a despejar incógnitas.
…-No entiendo como algo que esta tan bueno, puede ser a la vez tan traicionero.
¡Mira!, si la caipirinha se podía comparar con los hombres. Adiós a la búsqueda de comparativas inútiles, a partir de ahora, hombre que viera, hombre que bautizaría con el apelativo de esta bebida.
-Te lo advertí antes de que te tomaras la segunda copa... y la tercera.
-Si… Vosotros siempre tenéis excusa para todo –espeté sarcástica ante su respuesta.
-Bella otro día, ahora no tengo ganas de enzarzarme contigo en otra pelea feminista.
Claro, que iba a decir él después de volverme completamente loca, acariciarme en público, quitarme las bragas, hacerme babear por medía ciudad y emborracharme…
¡A partir de ahora, Edward sería mi caipirinha!
-¡Dios! el alcohol no me ha sentado muy bien, una gran marejada nubla mi cabeza…
-Te he comparado con una caipirinha –susurre en voz alta mis propios pensamientos.
-Te creo –respondió Edward, antes de llenar el pequeño vehículo con el sonido de su risa.
-Madre mía –suspire, llevándome las manos hasta mis sienes, en las cuales el dolor parecía intensificarse.- Creo que no volveré a beber en una larga temporada.
-Anoche no decías eso –se burló.- Bueno, quien dice anoche dice un par de horas.
Remató, ganándose un bufido por mi parte. ¿Por qué si habíamos bebido lo mismo, su aspecto era tan fresco y lozano?
Estaba claro quien de los dos se había llevado la mejor parte de la madre naturaleza. Ni el sarcasmo estaba ya de mi parte.
-Te hace falta dormir un poco más. Mañana estarás mejor –susurro antes de poner su mano sobre mi frente.
La calidez de esta contrasto rápidamente con la frialdad de mi piel, gesto que agradecí enormemente, cuando el dolor comenzó a mitigar.
-Creo que podría quedarme dormida nuevamente –musite débilmente, acomodando nuevamente mi espalda contra el asiento.
Solo el murmullo provocado por la sonrisa de Edward, me hizo abrir los ojos de nuevo.
-No tengo ningún problema en quedarme aquí pero… creo que dentro estaríamos más cómodos.
-Si, tienes razón –ronronee antes de incorporarme de nuevo. -¿Dónde están…?
-Te quitaste los zapatos –respondió él, antes de que terminase la pregunta.- Intente que te los pusieras de nuevo pero…
…-Y que el alcohol no te haya sentado bien también es culpa mía –protesto.
-Claro que sí, si no fuera por tus vueltas esas. ¡Ah! ¡A la mierda!
-¿Qué haces? –inquirió.
-No aguando un minuto más con estos zapatos. Me has hecho andar más de lo permitido –respondí una vez sentí el frió suelo bajo mis pies.
Y estos, lejos de protestar como justamente estaba haciendo Edward, se sintieron más agradecidos que nunca de pisar por fin suelo firme, aunque no fuera tan limpio y plano como me hubiera gustado.
-Espérate a llegar al coche, si justo esta ahí…
-Edward –suspire tras encararlo- me duelen los pies… ¡Mucho!
-Reza para que no topes con ningún vidrio, con tu torpeza –reclamó a mis espaldas.
-¡Oye!, ¡oye!, ¡oye!… ¿que insinúas? –le reproche, una vez Edward llegó hasta mi posición.
¿Torpe yo?… ¡Envidia la suya de no poder estar tan cómodo como lo estaba yo ahora!
-No insinuó nada, digo la verdad…
-Vaya –susurre en un mohín.- Creo que voy a necesitar una ducha también.
Y no solo para mis pies, pues si estos estarían como el mismísimo hollín, no quería ni imaginar que había sido del rímel con el que inocentemente acicale mis pestañas en la tarde.
Era un hecho, el alcohol y yo habíamos roto relaciones para siempre.
-Veo que poco a poco te vas acordando de las cosas –mascullo Edward, intentado ocultar la risa tras sus palabras.
-Si, y no es nada agradable –confesé avergonzada.
Y no era para menos. Si mi otro yo daba miedo, mi yo normal en estado ebrio… todavía daba más.
-Tranquila, a todos nos ha pasado alguna vez –susurró en tono conciliador.
Si, pero seguro que a ninguno de esos “todos” les pasaba lo que a mí ya de sobria.
-¿Y hay algo más de lo que deba arrepentirme? Prefiero que me lo cuentes antes de recordarlo –alce mis hombros, acompañando la ironía que aquella mirada provoco en mi voz.
-No hay nada vergonzoso en ninguno de tus actos.
-Eres demasiado adulador ¿lo sabías? –inquirí. Él se limitó a seguir sonriendo. – Que peligrosa es la ignorancia –suspire, dejando caer de nuevo mi cabeza contra el respaldo de lo que en su día era cuero de primera calidad.
-¿De donde has sacado esa expresión? –pregunto risueño.
-De una serie, me hizo gracia el día que la escuche –respondí mientras mis ojos se fijaban en la tela envejecida del techo. Aunque más bien, estos estaban idos con mis pensamientos.- Siempre había pensado que vivir en la ignorancia no podía ser tan malo… Hasta ahora.
-Es graciosa.
-¿Yo? ¿O la frase? –pregunte girando el cuello treinta grados para mirarle.
Esperaba que dios fuera justo conmigo por una buena vez, y que de mis ojos no descendieran dos chorretes negros como el carbón, ya que por miedo a lo que pudiera encontrarme, no había sido capaz de mirarme en el espejo retrovisor.
-Las dos –rió de nuevo y automáticamente lleve mi mano hasta mis ojos.
Gracias a dios, parecían no haber huellas de pintura en ellos.
-El día de hoy también ha sido gracioso, aunque tu no lo creas –y tanto, y si no que se lo digan a mi cabeza, o a mi cuerpo.- Fíjate si esta siendo gracioso que nos negamos a despedirnos de el.
-¿Qué hora es?
-Las dos y media –respondió totalmente despreocupado, mientras mi parpados se abrían todavía más.
-Mis padres llegarán temprano –susurre.
-Me lo imagino.
-Mi hermana supongo que llegará en la tarde.
-¿Y el resto de invitados?
-El sábado… imagino.
-¿Imaginas? –inquirió, haciendo que volviera a girar el cuello varios grados hasta toparme con sus ojos.
-¿Ves porque es peligroso vivir en la ignorancia? Soy la encargada de los preparativos de la boda y ni siquiera se cuando llegan los invitados.
-Todo saldrá bien, has hecho un buen trabajo, este par de ojos te han visto hacerlo –respondió.
Tras ello, guiño uno de sus ojos y yo aparte mi concentración de él por miedo a caerme del asiento, algo difícil pero… no imposible dadas las reacciones que Edward provocaba en mi cuerpo aún adormecido.
-Creo que deberíamos entrar. Debería dormir un par de horas antes de que llegara la histérica de Renee.
No había terminado de pronunciar aquellas palabras, y ya me estaba arrepintiendo de decirlas.
Ya no me apetecía dormir, perfectamente podía amanecer que yo gustosa seguiría en el interior del coche junto a Edward y nuestras conversaciones.
Por muy estúpidas o raras que fueran estas.
-Creía que esta noche no querías dormir –insinuó Edward en un tono sátiro, y de nuevo recordé la escasez de mi ropa interior.
No me dio tiempo a reprocharle. Antes de que mi garganta emitiera cualquier sonido, la puerta del vehículo se abrió, desapareciendo Edward tras ella.
Y ni siquiera me dio tiempo a arrepentirme por haber sido la causante de su rápida evacuación del vehículo, cuando la puerta de mi derecha se abrió y su mano se escurrió tras ella para ayudarme a salir.
-¿Estas bien? –preguntó ante la mueca que se dibujo en mi rostro, tras apoyar mis pies contra el suelo.
Puede que gracias a los efectos del alcohol, hace unas horas estuvieran cómodos paseándose libremente contra el asfalto pero ahora… ahora ya no.
-Algo me dice que caminare hacía el altar en deportivas –respondí en un mohín. Sentía mis pies completamente hinchados.
-Deja… yo te ayudo.
Y a penas me dio tiempo a reaccionar cuando sus brazos se perdieron por mi cuerpo y me elevaron hasta acoplarme contra su cintura.
-¡Hey! Esto me suena de algo –dije cuando la sensación de dejavú me embargo con los primeros pasos.
-¿Si? No se de que…
…-¡Al diablo! –grito. Y antes de que me girara para verle, mi cuerpo volaba en el aire junto con mi estómago.
-¿Qué haces? –proteste.
-Evitar pasar la noche en el hospital.
-Se ir sola. No necesito que me cuides tanto, se cuidarme yo solita –demande frustrada.
-Si… es evidente.
-¿Eres así de protector con todas? Déjalo no contestes.
¡Mini punto a mi lengua de trapo!
-Me estas quitando las ganas de arroparte con las sabanas esta noche.
-Si, ahora mismo estoy para que me tapes con una sabana –ironice.
Más bien para que me destapara de ella.
-Pensaba hacerlo después de ayudarte a ducharte.
-Hombre –eso era otra cosa- si hay una ducha de por medio… –ronronee, llevando mis dedos hacía la apertura de su camisa.
Eso es lo que Ángela llamaba zorrear ¿no? ¡Pues yo también sabía hacerlo!
-No, ya no… Tu no necesitas que te cuiden ¿recuerdas?...
-No sabes de que ¿vedad? –insinué una vez mi mente volvió a la oscuridad de aquel barrio de Forks.
-Nunca había hecho esto –mintió, esbozando una amplia sonrisa.
-Ya –sisee con sátira, antes de romper a reír junto a Edward.
…-¡Mientes!, te estas riendo.
-Tú me haces sonreír…
-¿Más recuerdos? –inquirió Edward, cuando mi mente volvió a abstraerse en aquellas imágenes tan reales.
-Esto es muy exasperante –proteste.- A cuenta gotas voy recordando cada una de las cosas.
-El cansancio, la falta de sueño, la reseca… Cuando te relajes las recordaras todas seguidas.
-Desde que te llamo mentiroso hasta dormirme… ¿Cuánto exactamente me queda aún por recordar?
-¿Eh? –divagó frunciendo el ceño.- Poca cosa, nada importante. ¿Tienes las llaves?
-Si –respondí en un resorte.
Ese “poca cosa, nada importante”, viniendo de quién venia, no me convencía en absoluto.
-¿Nos dejamos la luz encendida?
-No lo se... podría ser. Dios mío –susurre clavando mis ojos en la pantalla de mi móvil.- Veinticinco llamadas perdidas, solo quince de Renee.
-¿Crees que haya podido pasar algo?
-¿Qué se haya roto un jarrón? –conteste con otra pregunta.- No se, también tengo llamadas de Ángela, aunque lleva llamándome toda la semana así que…
-Verás como luego queda en nada –intentó tranquilizarme.
Aunque aquella sensación de paz, duró escasamente los breves segundos que Edward, conmigo en brazos todavía, tardo en abrir la puerta.
-No… nosotros no nos dejamos la luz encendida.
Edward seguía hablando cuando mis ojos, adoloridos por el exceso repentino de luz, recabaron en la preciosa escena que tenía esperándonos en el salón.
-¡Hombre!, hasta que por fin llegáis.
La luz ya no era una molestia para mis ojos, ni siquiera para mi atolondrada cabeza, de hecho, si la tierra se hubiera abierto en ese mismo instante, y me hubiera tragado con la misma rapidez con la que Edward me había vuelto a dejar en el suelo, habría sido feliz. Muy feliz.
¿Qué hacían ellos aquí? ¿Por qué esta noche?
No es que no me alegrara, al revés pero… bastante tenía ya con mis propias lagunas mentales, o con el principio de resaca que empezaba a fluir por mi cuerpo.
Y que Renee junto a una impoluta y perfecta Rose y un más que risueño Emmett, nos miraran a Edward y a mí como si el hecho de que estuvieran aquí, fuera la cosa más natural del mundo independientemente de la hora que fuera o las pintas que lleváramos, no ayudaba en nada a que viera la situación menos incrédula.
-Renee –salude en un hilo de voz.
-Estaba preocupadísima, llevo llamándote desde la tarde. ¿Dónde estabais?
-Nos entretuvimos –respondió Edward de forma autómata, haciendo que mi vista se desviara desde mi madre hasta él, donde una cómica sonrisa comenzaba a dibujarse por sus labios.
He inocente de mi pensaba que nada peor podía pasarme hoy.
-Rose… no me dijiste nada –masculle entre dientes, una vez se acerco ésta a mí para abrazarme.
-Era una sorpresa.
-¡Y vaya si se la han llevado! –añadió Emmett a las palabras de mi hermana, ganándose una buena colleja por parte de ésta.
Siempre había odiado las sorpresas, ¿y porque? pues por cosas como estas…
-¿Desde cuando estáis aquí? –pregunte aún sin salir de mi asombro.
Quizás todo fuera un sueño. Quizás volví a dormirme, o quien sabe, puede que hasta incluso aún no me hubiera despertado y todo formara parte del mismo sueño.
-¿Por qué estas descalza? ¿Y ese pelo? ¿Es que no te has traído un peine?
No, no era un sueño.
-Renee –intente protestar, pero el vozarrón de mi cuñado me interrumpió.
-Creo que es evidente de donde vienen –canturreo con ironía.
Y con la misma rapidez con la que Rose volvió a golpearle, sentí el calor acoplándose en mis mejillas.
-¡¿Alguien va a decirme porque estáis ya aquí?! –proteste en un intento de clamar la atención que el comentario de mi futuro cuñado se había llevado.
¿Por qué a mí? ¿Por qué me tenía que estar pasando esto a mí?
-¡Culpables!
Esas voces…
-¡Ángela!... ¡Jacob!
-Mírala, se alegra más de verlos a ellos.
-Mama –siseo mi hermana.
Pero no hice el menor caso a su comentario, si que parte de mi familia estuviera en el salón ya me parecía surrealista, que también estuvieran mis amigos…
-Pero… ¿Pero que hacéis aquí? –inquirí totalmente incrédula.
-Ya era hora que llegaras, llevamos más de dos horas encerrados en la cocina –reprochó Jake, tras saludarme con dos besos.
-Ya ves. Si la montaña no va a Mahoma –añadió mi amiga, cuando llegó su turno de abrazarme.
-Estábamos preocupados por ti, llevamos días llamándote y tu nada –siguió Jacob.
-¿Pero el trabajo? Teníais una boda este fin de semana…
-Tú lo has dicho, teníamos –ironizó mi amigo, envolviéndome ahora entre sus brazos.
-¿Edward?... ¡Edward!
¡Mierda! Edward…
-Ho… Hola –respondió éste, a la efusividad con la que mi amiga lo saludo.
-Cuantos días sin verte. ¿Cómo estas?
-¿Bien? –respondió el pobre con otra pregunta mientras me miraba con cara de “tierra trágame”.
-Eres una perra –me susurro Jacob, antes de ser él quien se acercara hasta Edward, como si lo conociera de toda la vida.- Eddie, Eddie, Eddie… ¡Te echaba de menos amigo! –y sin pensárselo dos veces, el corpulento cuerpo de mi amigo se abalanzo sobre el de Edward, sellando su saludo en un abrazo no igualmente correspondido.
Y si hasta ahora mi cara había sido un poema, la del pobre Edward ya no tenía precio.
¿De verdad estaba pasando todo esto? Más que algo real, la escena que estaba viviendo parecía sacada de una mala comedia, de esas que me empeñaba en ver todos los domingos espatarrada sobre el sofá de casa, mientras mitigaba mis ganas de llorar por lo triste que era mi existencia, poniéndome hasta las cejas de yogur helado.
Y me reía yo de las absurdas situaciones que los guionistas les hacían pasar a los protagonistas.
-¡Hey! ¿Qué son esas confianzas con mi cuñado? Solo yo puedo llamarlo Eddie –reclamó Emmett a Jake.
-Emmett, te conozco pocas horas, y créeme, me caes genial pero –contesto Jacob- si alguien puede llamarlo Eddie, ese soy yo, nos conocemos de más tiempo.
-Vale, genial. ¿Puede alguien explicarme que esta pasando aquí? ¡Por favor! –grite en un nuevo intento de hacerme con la atención de todos los presentes.
Necesitaba que alguien me explicara que estaba pasando. Como había pasado, en apenas diez minutos, de darle vueltas a lo sucedido en Port Ángeles, a estar en medio de un circo, lleno de susurros, risas y miradas.
Y si de paso alguien podía explicarme porque Jacob parecía incapaz de soltarse del brazo de Edward… mejor.
-Ángela llamo ayer a casa preguntando por ti –Rose fue la única que se apiado de mí.– Bueno, anteayer dadas ya las horas –reculó.
-No contestabas a nuestras llamadas ni a nuestros correos así que…
-Y le confesé lo culpable que me sentía por que tuvieras que estar en Forks.
-Y Jane acababa de amenazarnos con ponernos una demanda así que…
-Los invite a la boda.
-Y como no teníamos nada mejor que hacer este fin de semana… aceptamos.
-Y utilice la supuesta despedida de soltera como excusa para que no sospecharas nada.
-Y aquí estamos.
-¡Sorpresa! –añadió finalmente Jacob, ganándose una nueva mirada rara de Edward, que aún continuaba con el brazo secuestrado.
-Vale, ya va quedando más claro –susurre mis pensamientos, aunque estos, estaban llenos de dudas, para variar.- Y entonces, ¿tu despedida…?
-Mañana, todo el día, y toda la noche –respondió Rose con una gran sonrisa.
-¿Y los invitados? –inquirí nerviosa.
-Llegan mañana, o mejor dicho, dentro de unas horas –respondió.- Tranquila, ya esta todo arreglado –intento tranquilizarme.
Pero lejos de conseguirlo, la larga lista de todas las cosas que aún quedaban por hacer, se materializo en mi mente, volviendo a llenarme de ansiedad.
-Pero mañana vienen a colocar la decoración…
-Eso responde a la pregunta de porque estoy yo aquí –respondió una observadora y silenciosa Renee.
-¿Y papa? –inquirí. Aunque antes eche un vistazo rápido a la sala.
Solo me faltaba que él también estuviera aquí y yo lo hubiera ignorado.
-Vendrá mañana con los invitados.
-Deja de hacerte preguntas idiotas, estamos aquí y eso es lo que importa –comento Ángela.
-Y me alegro, me alegro mucho.
Me hubiera alegrado más si me hubieran avisado pero… ¡Ya estaban aquí!
Señor… ni yo misma me creía mi propia efusividad.
-No es por chafar este bonito momento pero –irrumpió Renee- son más de las tres de la mañana, hoy ha sido un día muy largo y el de mañana amenaza ser peor, creo que deberíamos descansar.
Dormir, ¡si por favor! Necesitaba despertar de toda esta locura.
-Si, buena idea –respaldo Rose.
-¿Y como nos vamos a organizar? –inquirí al caer en la cuenta de algo importante.- Solo hay tres habitaciones –y éramos siete. Las cuentas no salían.
-Yo puedo dormir en el sofá.
-Ni hablar –ni siquiera me dio tiempo a responder, Emmett ya lo hizo por mí.- Edward, te vienes conmigo a mi casa. Siento robártelo Bella, pero a estas horas ya podemos decir que es viernes, y oficialmente comienza mi despedida de soltero, por lo tanto… ¡nada de chicas! –canturreo con felicidad.- No me mires así Rose, dentro de tres días tendremos toda la vida para aborrecernos.
No pude evitar romper a reír acompañando al resto. Mi futuro cuñado tenía el don de hacer que pasaras del llanto a la risa con solo abrir la boca.
-Y por mi no preocuparse, yo me también me voy con ellos –apostillo Jacob, asomando la perplejidad en Ángela y en mí –Nada de chicas, ¿no lo habéis oído?
-Tu ya hace mucho que prodigas esa línea –susurre, haciendo que éste me sacara la lengua en un guiño.
-¿Pero no querías estar en mi despedida de soltara? –lloriqueo Rose con pena.
¿Qué había pasado en las horas que yo no había estado con ellos? Si apenas se conocían…
-Y estaré. Lo bueno de mi situación es que puedo estar en los dos bandos –respondió dedicándole una sonrisa a un por momentos, más perplejo Edward.
-Tu lo que eres es un chaquetero –reclamó Ángela.
-Y tú una envidiosa –reí ante la elocuencia de mi amigo.
Seguía sin poder creer que estuvieran aquí.
Varios comentarios en esa misma línea y una vez conseguí que Jacob se soltara del brazo de Edward, acompañe a éste hasta mí habitación para que recogiera algunas de sus cosas.
El silencio que nos embargó una vez en ella, protagonizó los escasos minutos que estuvimos allí. Intente formular miles de frases con las que abordarle mientras simulaba ordenar uno de los cajones de la cómoda, pero ninguna de ellas me parecían lo bastante buenas.
Simplemente no sabía que decir. El día de hoy había sido demasiado extraño. El cine, lo sucedido en los servicios, las palabras durante la cena, las miradas en aquella simulada pista de baile… y eso sin contar aquellas partes que aún no recordaba aunque si sentía.
Y para terminar por colmar mi mente, la visita inesperada y la repentina separación a la que esta nos obligaba.
Y ya podía decirse que era viernes, y eso nos dejaba a solo tres días de la boda, a solo tres días del término de nuestro contrato, a solo tres días de volver a la vida real.
Sentí la cercanía de Edward tras de mí cuando su pausada respiración se coló entre los mechones de mi pelo. ¿Y ahora que se suponía que debía hacer? Darme la vuelta y encararlo parecía lo más correcto… Parecía pero ¿para mí lo era?
Y una vez lo hiciera, ¿que?
Antes de que mi mente me recordara aquello de “no más preguntas”, ya estaba dejándome arrastrar por aquella mirada.
¡Joder! ¿Por qué todo era tan complicado? ¿Porque un simple gracias por todo lo de esta noche, no era suficiente?
Azotada por la propia presión a la que yo misma estaba llevando a mi cuerpo, rompí el contacto visual y me deje arrastrar por aquellas palabras que huía pronunciar.
-Siento…
-¿Cuándo vas a dejar de pedir perdón? -su voz sonó más a petición que a reclamó.
Aún no había experimentado los primeros síntomas del pudor propio de mí, cuando los dedos de Edward comenzaron a acariciar los nudillos de una de mis manos. Poco más tardó en entrelazar sus dedos sobre ella, pero no fue hasta sentir su pulgar dibujando líneas imaginarias sobre la palma de esta cuando por fin me anime a hablar.
-Me siento un poco mal porque tengas que irte, y sobre todo por el acoso de Jacob –susurre, apenas sin llegar a mirarle.
-Tranquila, Emmett me cae genial y tu amigo… sabré mantenerlo a raya –respondió cómicamente.
Y aunque así no fuera, aquellas palabras parecieron sonar a despedida. Y no quería… Simplemente no quería.
-Hey… ¿Qué pasa?
-Nada –musite cuando su mano libre acarició sutilmente mi mejilla, descendiendo hasta mi barbilla para alzarla levemente.
Y ya ni pude ni quise romper el contacto visual.
-Es solo que… Me había hecho a la idea de dormir contigo esta noche.
De donde había sacado el valor para pronunciar aquellas palabras era un misterio del cual, conociéndome como lo hacía, me tocaría hacer frente más tarde.
Fuera lo que fuera la realidad ya estaba dicha, y la pelota en su tejado.
-Bueno… tampoco podemos quejarnos, el día de hoy ha sido bastante movidito.
-¿Aunque aún no recuerde ni la mitad? –inquirí risueña. Aunque lo cierto es que estaba algo decepcionada por su respuesta.
-Lo harás –añadió con su particular sonrisa, antes de que el silencio volviera a fluir entre nosotros.
¿Qué esperabas Bella? Que te contestase; “Si, yo también deseaba dormir contigo”. Y después que… ¿La promesa de una vida juntos? ¿Una casita con una valla blanca quizás? ¿Varios hijos y un perro?
Por favor, si ni siquiera tu misma sabes lo que quieres. Ni siquiera sabes lo que sientes por él y te decepcionas porque no responda lo que quieres oír.
¿Sabes acaso lo que verdaderamente quieres oír?, me pregunte a mi misma mientras intentaba descifrar lo que aquellos ojos verdes parecían querer decirme.
No… no tenía ni idea de lo que quería oír, pero si sabía que no había mentido al decir aquello. Y aún mayor, no me arrepentía de hacerlo.
-Hey parejita, tenemos que irnos.
Tan pronto la voz de mi cuñado llegó hasta nosotros, seguida de su presencia, rompimos el contacto corporal y visual.
-Algo me dice que no voy a dormir mucho esta noche –farfulló Edward entre dientes, una vez se alzó con su pequeña bolsa de viaje.
-Te lo pasaras bien –lo alenté en un gesto ocurrente que pareció no pasar desapercibido ante el curioso de Emmett.
-Tranquila Bella, voy a vigilar a mí cuñado.
-Gracias Emm, pero confió en él.
-Yo de ti no tendría tanta confianza, nunca se sabe quien puede venir y robártelo –irrumpió en escena mi amigo Jake.
Edward palideció nada más verlo y cuando éste se acercó, su ceño se frunció. Era como si en su cuerpo se hubiera instalado un radar de alerta.
Y no podía culparle por ello, dada la delirante presentación que habían tenido y la absoluta normalidad con la que mi amigo se había acercado hasta él, siendo un cómplice más en nuestra charada.
-¡Eh!, no nos confundamos –vocalizo Emmett, en protesta a las palabras de mi amigo.
-No hablaba de ti –le respondió éste.
Tuve que morderme el labio fuertemente para no romper a reír por el tono insinuante que recogían aquellas palabras, mientras Edward, continuaba palideciendo por momentos.
-Ya es un hecho, esta noche no voy a dormir.
-Jacob…
-Tranquila, cuidare de él –respondió éste a mis reclamos, antes de volverme a estrujar entre sus brazos.- Que no se te olvide que me debes una charla, y una muy larga –asentí ante su mirada ya no tan bromista.
-Adiós cuñadita.
-¿Aún puedes quedarte en el sofá si quieres? –insistí de nuevo, una vez volvimos a quedarnos a solas.
-Si me aseguras que bajaras a darme las buenas noches –respondió de forma taimada.
Y apenas iba a responderle cuando nuevos gritos se escucharon desde la escalera.
-¡Eddie!
-Odio lo que hacen con mi nombre.
-Vete ya antes de que te saquen a rastras de aquí –dije en un suspiro.
-Nos vemos mañana.
-Intentaré recordarlo –bromeé, viendo como Edward caminaba hacía la puerta.
Y apenas aparte la mirada de aquella silueta, por el encogimiento que mi estomagó estaba sufriendo al verla, su aroma, el aroma de su cuerpo, volvió a impregnar todos mis sentidos, mientras el suave tacto de su mano estremecía toda la piel de mi cuerpo, como así hicieron sus labios con los míos.
-Yo también me había hecho a la idea de dormir contigo esta noche –susurro Edward contra mi boca, antes de volver a darse media vuelta, y marcharse por donde no lo había hecho hacía unos segundos.
Esta vez no aparte la mirada. Mi cuerpo y mi rostro estaban completamente petrificados viendo como el culpable de ello se marchaba. Y antes de que dejara de escuchar sus pasos por la escalera, una idiota sonrisa rompió la rigidez de mi rostro.
Él también… Él también lo quería…
…-Bella, ¿y si te dijera que esto puede durar lo que tu y yo queramos?…
Una ducha rápida, y varias imágenes recordatorias mas que me dejaron bastante claro como Edward había hecho para llevarnos a mí y a mi borrachera hasta el coche, volví hacía la habitación que ahora tantos recuerdos me traía, para encontrarme con Ángela acomodada sobre mi cama.
Y por su cara, la noche iba a ser muy larga.
-Las sábanas huelen a sexo ardiente, loco y sin preocupaciones –expresó mi amiga nada más verme.
-No seas ordinaria –respondí en un suspiro, mientras cerraba la puerta de mi habitación. Viendo el silencio de la casa, daba por hecho que mi madre y mi hermana ya estarían durmiendo.
-¿Yo? ¡Tu eres la que se esta tirando a ese mazizo! Dijiste que estaba bien pero… amiga mía, ¡te quedaste corta! Es guapísimo y esta… ¡Dios mío!, ¡no puedo creerme la suerte que tienes! –vociferó, mientras se arrodillaba sobre la cama y sus amplios ojos me seguían en cada movimiento que hacía.
-Shusss, baja la voz… ¿Tengo que recordarte el motivo por el que esta aquí? –inquirí en un susurro, mientras llevaba mis manos hacía la toalla que envolvía mi pelo.
-Por dios Bella, ¡mírate! –gritó de nuevo. Opte por darle la espalda mientras me concentraba en buscar algo que ponerme.- Si ni siquiera tú te acuerdas el porque esta aquí –siguió con su retahíla.
-Créeme cuando te digo que lo pienso a todas horas –mascullé entre dientes.
-¿Cómo es? ¿Qué tal es? Cuéntame detalles.
-No voy a contarte nada –respondí con acritud, mirándola sobre mi hombro.
-Bella, llevo años escuchando tus lamentaciones ¿no merezco un premio cuando por fin dejas que te pase algo bueno?
-¿Y que hay de la parte en la que se supone que eres mi amiga y por eso aguantas todo? –proteste lanzándole la toalla que hasta entonces envolvía mi cuerpo.
Ten amigas para esto.
-Venga Bella, sabes de sobra que soy tu amiga, por eso mismo quiero que me cuentes que tal es –insistió de nuevo.
Lo dicho, ten amigas para esto.
-¿Buena persona? –ironicé, algo que visto su rostro, no le hizo mucha gracia.- ¿Qué? –proteste ante el reclamo de su mirada.- ¿Qué es lo que quieres que te cuente?
-¡Todo! –chilló de nuevo.- Aunque estaría bien que empezaras por confirmarme que te lo estas tirando.
¿Si me lo estaba tirando? Vaya si lo estaba haciendo…
…-Eres una mala influencia para mí –susurro mientras se acomodaba en el asiento del copiloto y giraba su cuello en busca de mis ojos para dedicarme una sonrisa.
Gracias a que mi espalda estaba apoyada contra el otro vehículo estacionado, de no ser así, yacería sobre el asfalto por el temblor que su pose descuidada y natural estaba provocando en mis rodillas.
-¿Y me lo dice alguien que lleva mis bragas en su bolsillo? No se quien es aquí la mala influencia –respondí lasciva alzando mis cejas.
El poco autocontrol que quedaba por mi cuerpo, estaba siendo corrompido por aquella curva tan jodidamente sensual formada entre su labio inferior y su mejilla, una que no hacía otra cosa que gritarme que me abalanzara sobre él para borrársela con cada uno de mis besos.
-Tú eres quien me tienta a hacerlo –respondió en un susurro ronco, mientras su mirada lasciva recorría mi cuerpo entero.
Y aquella simple mirada bastó para acortar la poca distancia que nos separaba, hasta abrirme paso hacía el interior de aquel vehículo, quedando sentada a horcajadas sobre él, sintiendo como su miembro comenzaba a cobrar vida bajo sus pantalones, clavándose así justo entre mis piernas a la par que su cálido aliento lo hacia sobre mis labios, apenas unos milímetros separados de los suyos.
-Así que te tiento ¿eh? –jadee débilmente sobre sus labios, siendo yo ahora quien rozara estos con mi aliento.
Sus manos apresaron con fuerza mi cintura mientras su boca intentaba capturar la mía, la cual, con ayuda del balanceo de mi cuerpo, alejaba y acercaba como si de un caramelo se tratara.
Un caramelo que estaba al borde de fundirse por la ansiedad de sentir su lengua acariciándolo.
-Eres demasiado irresistible para no hacerlo –susurro en mi boca, antes de ser acallada con mis labios, casi a la par que sus manos bajaron hasta el final de mi vestido, arrastrándolo con fuerza por mis piernas hasta llegar a mi cintura, dejando mi sexo totalmente expuesto a su merced…
-No se que me esta pasando Ángela –dije abrumada por los recuerdos que había traído mi resumen de aquella última semana-. Te juro… Te juro que he luchado por mantenerme alejada, por no caer, pero me mira, me habla, me toca. ¡Dios! no se lo que tiene, pero cuanto más lejos quiero estar de él, más cerca lo estoy – mi voz sonó a completa frustración.
-A eso se le llama atracción sexual.
-Exacto –aseveré-. Atracción, y una muy fuerte.
-¿Y cual es el problema? ¡Disfrútalo!
-El problema es que no está bien, el problema es que yo no soy así…
-¿Quién demonios te ha hecho creer esa estupidez? –pregunto en un resorte-. Que no eres así ¿así como? Bella, ¡el celibato no te va a llevar directa a dios!
-Muy graciosa –dije en un bufido-. Sabes muy bien a lo que me refiero.
-Bella acabas de decirme que es el mejor sexo que has tenido nunca. Aunque eso viniendo de una inexperta como tu… tampoco es gran cosa.
-Me parto de risa –gruñí de nuevo.
Se suponía que debía ayudarme ¿no?
-No Bella, ya en serio. El sexo sin amor de por medio también es bueno, y necesario en la mayoría de las ocasiones.
-Pero es un desconocido Ángela –dije omitiendo la parte mordaz y picarona de su respuesta.
-Si… -asintió pensativa- un desconocido que sabe más de ti que gran parte de tu familia –mi mirada se tornó incrédula ante sus palabras-. Cariño, os he visto ahí abajo y –alargó el sonido de la sílaba- ese chico será muchas cosas, pero no un desconocido…
…Gemí sin más retención que aquella que provocaba su lengua dentro de mi boca, cuando Edward alzó sus caderas clavando así, su duro miembro contra mi desnuda humedad.
No pude evitar llevar mis manos hasta los botones de su camisa cuando sentí las yemas de sus largos y cálidos dedos ronzando mi sensible zona, justo de igual forma ha como tenía por costumbre, justo de aquella que tanto me excitaba y atormentaba.
Desesperada porque introdujera sus dedos en ella, a fin de apaliar así un poco mi ansiedad, arquee mi pelvis en movimientos circulares, restregándome cual gata en celo contra su mano.
No me importaba cuan desesperada pensara Edward que estaba. Lo estaba, total y completamente, y solo él era capaz de calmar esa desesperación.
Dos de sus dedos se escurrieron con facilidad, acariciando mis más internas paredes en movimientos circulares, acompañados por los cada vez más frenéticos vaivenes de mis caderas.
Deje de luchar contra los botones de su camisa cuando la ansiedad por sentirlo llenándome por completo, llevo a mis manos hasta el descenso de su torso, en busca de la abertura de sus pantalones.
-Bolsillo derecho… Be-lla… bolsi… joder…
Y con el mayor de los apremios, lleve mi mano hasta sus indicaciones, y con el envoltorio plateado entre mis dedos, libere aquello que más necesitaba ahora, junto con el dulce sabor de sus besos…
-¿Crees que mi familia sospecha algo? –pregunte cuando volví en sí.
-¿De que tú y él…? –frunció el ceño, a la vez que gesticulaba con dos de sus dedos-. No cielo, si hasta yo me lo he creído cuando os he visto entrar.
-Entonces, misión cumplida –susurre agazapando la mirada entre las rayas azules de mi pijama.
Había cumplido mi cometido pero entonces… ¿Por qué sentía ese nudo en mi estómago?
-Oye y al final –llamó mi atención.- ¿Qué ha sido de Jasper? -¿Jasper?-. Quiero decir, ¿si habéis hablado o algo?
¿Hablar con Jasper? ¡Si ni siquiera me había acordado de él!
-No lo he vuelto a ver –dije de forma atropellada–. Desde la cena en el Sheraton nada –me encogí de hombros ante su mirada inquisidora.
-Ya… y supongo que eso será gracias a Edward –inquirió-. Junto al hecho de que no hayas respondido a ninguna de nuestras llamadas, claro.
-No se que pretendes con ese sarcasmo –intente huir de su mirada acusadora-. Si no he hablado con Jasper es porque quedamos en hacerlo tras la boda. Además, ya me vine aquí y…
-Perdiste el norte –ironizó-. Tenías razón –suspiró, llamando de nuevo mi atención-. Forks es un pueblo alejado y poco conocido, no hay nada que hacer en el, todo es aburrimiento…
-¡Para! –reclamé-. Se por donde vas, y no… ¡No! –grite ante su mirada risueña.
-No he dicho nada –intentó sonar inocente.
-Pero lo ibas a hacer –advertí, apuntándola con el dedo. Ángela sonrió.
-Créeme, en tu lugar… yo también habría pasado del resto del mundo –respondió alzando sus cejas de manera insinuante, haciendo que rompiera a reír junto a ella.
Quien en mi lugar no habría olvidado el resto del mundo…
…-Joder… eres tan estrecha –susurró Edward, adentrándose de golpe en mí.
Su voz sonó áspera por la excitación, pero nada comparado con los sonidos erráticos que emanaban de mi boca con cada una de las raudas estocadas.
-¿Te gusta? –pregunte entrecortada por mis propios jadeos, cuando abrí los ojos para encontrarme con su intensa mirada ennegrecida por la excitación.
-Dios… si joder… muévete… pufff –resopló y con ello su agarre en mi cintura se intensificó.
Y solo eso me bastó para afianzar mis manos sobre sus hombros, avivando así, mis cabalgadas sobre él.
-¿Así? ¿Te gusta así-iii? –gemí sobre su boca.
Ni siquiera respondió. No hacía falta que lo hiciera, sus ojos dilatados, la presión con la que mordía su labio inferior, la fuerza con la que clavaba sus dedos sobre la piel de mis muslos, la manera en la que empujaba sus caderas contra mí en cada uno de los descensos de mi cuerpo sobre él, pegando cuerpo a cuerpo, sin dejar que ni el aire se filtrara entre nuestros sexos.
Y así hasta ver como su mandíbula se tensaba, así hasta verlo maldecir entre dientes, luchando por mantener los ojos abiertos. Así hasta sentir el hormigueó recorriendo mi espina dorsal, hasta quebrarme sobre su pecho en busca de su boca…
No hacían falta las palabras cuando de por sí ya hablaban los hechos.
-Se que lo que voy a decir es una locura pero, –cerré los ojos en un suspiro- hacía mucho que no me sentía tan cómoda. Aunque este tensa gran parte del tiempo… todo es natural con él, no me juzga aún teniendo motivos para hacerlo.
-¿Y a él como lo ves?
-¿A él? –pregunte mirando los fijos ojos de mi amiga-. No se que pensar An. Él..., es atento, es cortes, observador, adulador, sabe que decir en cada momento, sabe como camelarme, y hasta incluso parece sincero en sus gestos pero… -callé.
-¿Pero qué? –inquirió, a la vez que colocaba una mano sobre mi hombro, haciendo que volviera a mirarla de nuevo.
-Es su profesión. Debe tener la técnica más que aprendida –confesé.
Y ahí estaba mi mayor temor.
-¿De verdad lo crees?...
…-¿Qué pasa? –pregunte una vez mi respiración se normalizo lo suficiente, para desenterrar mi cabeza del hueco de su cuello.
Edward se limitó a sonreír escuetamente, y casi sin pestañear, llevo sus dedos hasta mi mejilla. Aún con él dentro de mí, no había llegado a estremecerme de igual a forma a como lo hice al sentir ese gesto.
Y por ello no puede evitar apoyar mi frente contra la suya, cuando abrí los ojos, encontrándome de nuevo con los suyos.
Ni tampoco la sonrisa que se abrió paso en mis labios, ni enterrar uno de estos entre mis dientes, cuando aquella mueca fue correspondida con otra de las suyas…
-Somos grandes actores –suspire y de nuevo desvié la mirada, focalizándola esta vez hacía la ventana.
-Puede que sí, o puede que no –se encogió de hombros.- Lo que es cierto es que tú estas cómoda con él, y a lo que cuentas, él también parece estarlo.
-Pero mi miedo es que eso no sea sincero, mi miedo es…
-¿Y a que esperas para saberlo? –inquirí mi amiga, abriendo ampliamente sus ojos.- ¿A que venga yo a decírtelo? No respondas, la pregunta no es esa, la pregunta es… ¿importa algo que lo sea?
-¿Que quieres decir? –susurre dubitativa.
-Si verdaderamente él estuviera actuando ¿hasta que punto te molestaría? O mejor dicho, ¿qué es lo que esperas de todo esto? ¿Esperas algo? –repitió mientras se hacía con mi mano y la apretaba con ternura-. Empieza por hacerte esa pregunta a ti misma, y después sigue contestando el resto, solo tú puedes hacerlo...
…-Deberíamos volver a casa o al menos cambiar esta postura antes de que llegue público –habló Edward, tras varios segundos de miradas llenas de silencio.
-Pensaba que te gustaba exhibirte –ironicé.
-Creo que por hoy, es suficiente –respondió con su particular sonrisa.
Pero esa respuesta activo algo mí, algo que no pude retener.
-¿Y si no lo es? ¿Y si no es suficiente? –ya no había rastro de ironía en mi voz.
-Bueno, si me doy prisa puedo llegar a tu casa en menos de dos horas –contestó ladino, pero la seriedad de mi rostro borró rápidamente su sonrisa.
-¿Y mañana? Mañana estará toda mi familia aquí y ya será viernes y yo no…
-Pero aún quedará el sábado, y el día de la boda –susurro suavemente, intentando calmarme, pero ya no podía hacerlo, ya no podía controlar las palabras que brotaban por mi garganta.
-¿Y después que?… Déjalo, no contestes he bebido demasiado para hacer este tipo de preguntas y para acordarme de tu contestación mañana.
-Bella, y si te dijera que esto puede durar lo que tu y yo queramos...
-¿Dormimos? –preguntó Ángela, apretando nuevamente mi mano para reclamar atención.
Asentí sin dudar. Estaba demasiado abrumada para continuar charlando. Lo sucedido hoy, las sensaciones vividas, esta última conversación, los flashes que sin tregua azotaban toda mi razón…
Quería cerrar los ojos y olvidar. Mañana sería otro día.
-Se que no estoy tan buena como Edward, pero en su falta puedo dar el pego así que… si necesitas abrazarme.
-Ángela –susurre en protesta a sus bromas, una vez nos introducimos entre las sabanas.
-Estoy intentando ser amable y tú no haces otra cosa que protestar.
-Ángela –la reprendí de nuevo.
-Lo ves. Creo que míster chulazo aún debe echarte algún que otro polvo más…
-¡Ángela!
-Si tu no lo quieres, yo no tendría ningún problema en…
-¡Ángela cállate ya! –grite en un último intento por que se callará. Una broma más y no dudaría un segundo en ahogarla con la almohada.
-Te he echado de menos…
-Y yo también a ti –confesé.
A veces podría llegar a exasperarme pero… era Ángela. Mi Ángela.
-Ya sabes, si quieres tocar es gratis –rompí a reír.
-Gracias, lo tendré en cuenta –respondí antes de seguir ahogando mis risas en la sabana, algo que no hizo más que recordarme quien había estado usándolas hasta entonces…
…-Ojala me acordará mañana de lo que estas diciendo –cerré los ojos en un gesto de negación hacía sus palabras.
-Te lo puedo recordar si quieres. Te lo puedo recordar durante toda la noche.
-¿Toda la noche? –alcé las cejas en un gesto picarón.
-Y todos los días –añadió en un susurro, llevando sus dedos hasta mis labios.
Olían a mí, a mí junto a él.
-¿Y que hay de ese autocontrol que tenías?
-Tú has conseguido que ya no quede nada de aquello a lo que llamas autocontrol…
-Bella…
-Dime –susurre aún perdida en mis pensamientos. Aún pérdida en él.
-¿Para ti ya no es un simple contrato verdad?
Sabía a lo que se refería, y por ello mismo solo pude cerrar los ojos, dejándome llevar de nuevo por mis recuerdos…
…-Volvamos a casa –susurró Edward antes de poner el coche en marcha, no sin antes entrelazar sus dedos en los míos.
A casa…
Y hasta aquí, este largo testamento :p
En el siguiente capitulo, Bella estará más centrada y podrá reordenar en su cabeza todo lo que ha dado de si esta visita inesperada, junto a los recuerdos de su estado de embriaguez. (^_^)
Como os he dicho al inicio, este capítulo no incluía nada de la llegada de los familiares, eso iba a estar en el siguiente, el fusionarlos se debe a dos motivos. Primero, porque no me gustaba en absoluto el resultado que quedaba de Bella borrilla, cuando es ella quien narra la historia, pero necesitaba que lo estuviera porque formaba parte de este nuevo paso que ella misma ha dado. Y segundo y principal, el incluir a los amigos, a la par que ella recuerda, lo he visto una buena forma de ir descubriendo finalmente que es lo que Edward esta provocándole. Cosa que ya era hora, pensaréis :p. Me ha quedado un poco largo, y puede que sea algo lioso, pero aún así espero que os haya gustado.
Cuando sea Edward quien narré este capítulo, podré describir mejor sus propios gestos y los de Bella, ella pues… en su estado, ha hecho lo que ha podido, y creo que lo entenderéis aún mucho mejor.
Cualquier pregunta o duda que tengáis, siempre y cuando no sea un spoiler del siguiente que os conozco ;), hazla, y os contestaré en los mismos comentarios.
¡¡Besacos gordos, y a disfrutar mucho de la peli esta noche!!
6 Sonrisas:
Pues me ha encantadooo que los amigosss llegaran ,me he partido de la risaaa, solo de imaginarme la cara de bella y edward cuando lo saludan como si lo conocieran de añosss , buenas risas me has sacado!!!!!
Que capitulazooo , fue una montaña rusaa entre el pasado y el presente aunque solo hayan pasado solo dos horas eso ya es pasado jejjeje junto con los recuerdos del mismo y que recuerdos pufffff
Como bien dice Angela solo basto unos poco minutos para observar que se ven comodoss, como una pareja real..... lo que bella piensa que son unos buenos actoress!! logicamente pero despues de esta noche , despues que ella solo se limito a ya no custionarse y dejarse llevar es lo que la llevaraa a tomar decisiones o a contestarse las preguntas que le ha hecho Angela.
Ahora espero que Bella hable con él de todos estos recuerdos, él dijo que la ayudaría hacerlo si no recordaba.... otra cosita cuando él dice ... bella si te dijera que esto puede durar lo que tu y yo queramos ....
ella no dice nada??? o no recuerda que dijo o es cuando dice ojala me acordara de lo que estas diciendo!!! auchhhhh pues ojala como digo que le recuerdeeeeee
gran capituloooo felicidades Almu!
"…-Ojala me acordará mañana de lo que estas diciendo –cerré los ojos en un gesto de negación hacía sus palabras." ...
Eso es lo que Bella responde a las palabras de Edward, palabras que recuerda al principio mientras duerme, cuando ve a Edward marcharse, y ve reflejadas en su mente mientras mantiene la conversación con Ángela. Su respuesta, la de ella, la recuerda una vez esta acostada, justo antes de que Ángela le pregunte "-¿Para ti ya no es un simple contrato verdad?"... Y evidentemente, desde hace mucho, no lo es, solo que hasta hoy, ella no ha quería admitirlo, aunque si lo veía. (Vaya trabalenguas me acabo de montar :p)
El que va a hacer a partir de ahora ya es un spoiler del siguiente Karla :P
Ya me lei el cap, la verdad amanecer me ha dejado sin sueño y q mejor q leer quieres, q cuanto extrañba un cap, Almu como siempre eres una genia!! Hay q tener talento para hacer este tipo de mezcla, entre pasado y presente, y q quede asi de bueno!
Me encanto la parte en que Edward le dice que el tambien le hubiese gustado dormir con ella aww q lindo no? Porq yo tambien habia quedado decepcionada con su primera respuesta jaja te cuento q me gusto la llegada de sus amigos pero no me pude relajar con Jacob cerca de Edward despues de aquellos comentarios en aqellos cap donde Almu como cosa rara nos aclaraba y creaba mas duda jajaja en fin me agrada q Bella se este soltando y dandosew cuenta q ya eso no es un contrato y q es obvio q ella espera algo mas si no simplemente se terminara de relajar y empezaria a disfrutar, espero como dijo Karlita q le pida a edward q la ayude a recordar seria bueno, y lo q mas me gusta de todo es q ya ella no se a cuerda de jasper y eso es excelente!!
Gracias nuevamente Almu!
omg porfin termino de leer porque me interrumpen jaja lo que hace el alcohol... gracias a dios que ha podido recordar y ahora nose si pegaria el ojoo jaja
dios vamos a casa.. me huviese gustado dormir contigo.. ya lo recordarás ... que estrella.. las manos agarradas noo pordio.. y y que puede durar todo lo que ella kiera .. y todos los días.... muerte totalll el esta adorando a bellaaa dios miooooooo dios mioooooo aaaaaaaaaah..
y bella no pos perdicion total bien dicho hasta ahora no keria reconocerlo y angelita ha dado en el clavo...
amo sta historiaaaa jaja
me mata de risa angela y que corajeeeeeeeee con la familia jajaj yo staria histerica como bella.. pordios k momento se aparecen jajaja
sin duda fantastico me encantro entre el presenta y el pasado aajaj la noche anterior...
muero por saber k bella se de cuenta de lo yo me doy cuenta jajaj que el tambien siente mas k un solo contrato es massss lo ha dichoooooooooo ash bellaaaaa open your mind jajaj
waaa amo amo amooooooo sta historia y todas almuuu me encanta eres fantastica de verdad.
y mira k soy mala pa xplicar solo se k me hace sentir jajaja
Almuuuuuu que emocion!, ahora va tomando todo caminoooo, muero por saber que piensa él de todo esto. Estoy ansiosa, te mando un fuerte abrazo, gracias por los saludos ñ.ñ
Bueno, vaya capitulazo! Un montón de cosas para pensar, no Bella?
Ayy Bella, Bella... lo que hace una caipiriña de más, o dos, o tres, bueno el resultado es el mismo, una borrachera de padre y señor nuestro, una mente totalmente confusa y un millón de dudas nacida de esa confición.
Compartieron mucha intimidad, lástima que Bella no lo recordo sino hasta el final, creo que la charla con Ángela la hizo ver cosas que hasta ahora se venia negando a ver, por lo que es muy bueno que hayan llegado en este momento, ella y Jake van a ser un gran apoyo para Bella en tiempos de tanta tensión, no solo por la boda sino también por la infinidad de conflictos que parece estar teniendo.
La duda, la espina proverbial en el costado de Bella, ella dice que amobos son grandes actores y la comprendo totalmente por pensar en que todo lo que hace, o dice Edward puede formar pate de su trabajo, es más creo que en algún momento ya lo habiamos discutido. Pero lo que ahora veo es que para apreciar la actuación se necesita un público y desde el momento en que solo están ellos dos sin nadie conocido a su alrededor, donde queda esa necesidad de aparentar que antes tenian, tanto Bella como el propio Edward, si bien ambos tienen un contrato donde él tiene que parecer su pareja ante la familia, eso no se extiende a los dias que estuvieron solos.
Claro que todo puede o no reducirse a la mera atracción fisica que sienten el uno por el otro, pero con el correr de los dias, en las conversaciones intrigantes, en los gestos y hasta en las cosas que comparten se nota la increible intimidad. La pregunta de Ángela acerca de que importa si es actuado o no, es muy acertada obliga a Bella a hacer frente a lo que en realidad esta sintiendo.
Bella quiere más y también Edward, parece que por fin él estaba dispuesto a abrirse un poco más, desde el mismo instatnte en que asegura que lo que tienen puede durar tanto como ambos quieran esta dando un paso adelante en la relación, buscando hacer más verdadero lo que es fingido en apariencia.
El miedo, la duda y las verdades a medias no son buenos consejeros, el tiempo apremia y alguno de los dos tiene que dar el primer paso a lo inevitable.
Besos
Y tú, ¿nos regalas una sonrisa?