¡¡Hola chicas!!
Ya es domingo, que rápido pasa lo bueno ¿verdad? Pero bueno, aún quedan muchas horas para despedir el fin de semana y volver de nuevo a la rutina. Mientras que eso pasa aquí os dejo el quinto capítulo de esta historia que con tanto cariño, y algún que otro quebradero de cabeza, nos tiene en vilo a todas las que la seguimos.
Después de dejarnos a todas con la boca seca, con ese Edward debatiéndose entre lo que quisiera y debería hacer, hoy Karla nos trae el día a día de Bella. Os aconsejo tener cerca los pañuelos :(.
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Capítulo 5
Narrado por Isabella
Ultrajada. Utilizada. Vejada. Sucia. Violada…
Un día, otro, y otro… y otro…
Gritos ahogados que nadie escuchaba. Lágrimas amargas, derramadas en un intento de que alguien terminara compadeciéndose de mí. Caricias que yo no deseaba, besos que yo no daba, gemidos que yo no protagonizaba.
Los días avanzaban y con ellos se llevaban la poca inocencia que ya quedaba en mí.
Ya no había sueños, ni ninguna motivación por la que querer superarme. Todo mi mundo se había convertido en una pesadilla, de la cual ya ni siquiera rezaba por despertar cuando cansada, tras derramar miles de lágrimas, me dormía con el amanecer de un nuevo día.
Ni siquiera me quedaban lágrimas, ni ganas de protestar cada vez que venían a por mí para… para empezar de nuevo con mi infierno particular. Un infierno en el que no había días libres… Un infierno en el que ya no había nada.
La única motivación que tenía para seguir con vida era mi padre. De lo contrario, no habría dudado un solo instante en hacerme con una de las armas que llevaban aquellos hombres para dispararme a bocajarro antes de que alguno lo impidiera.
Había soñado con hacerlo, había disfrutado con las imágenes que mi mente recrearon de mi propia muerte, e incluso, había encontrado aquella paz que tanto ansiaba necesitar.
Pero tan pronto era invada por aquel sosiego, la angustia se ceñía sobre mi, con el recuerdo de mi padre, un recuerdo que ni siquiera las mil y una humillaciones me habían hecho olvidar, un recuerdo al que me abrazaba con fuerza al caer la noche.
Un recuerdo que jamás ellos podrían quitarme como habían hecho con el resto de mí.
¿Lo volvería a ver? ¿Volvería a sentir sus brazos alrededor de mi marchito cuerpo? Su olor inconfundible, ese hormigueo seguido del típico escozor provocado por su bigote.
En momentos como los de ahora, recordaba a la perfección las mil y una veces que le había martirizado inútilmente para que se deshiciera de el, y ahora… ahora no había otra cosa que más deseara que sentirlo de nuevo.
Cada vez que la puerta se cerraba, mientras los ojos de algún desalmado me miraban, mi mente se abstraía llevándome de nuevo junto a él. No había ningún reproche por su parte, ni vergüenza por la mía, solo lágrimas, lágrimas de pura felicidad mientras llenaba de besos mi rostro, mientras susurraba lo mucho que me quería.
A veces también pensaba en Ciara y daba gracias al cielo porque ella no quisiera hacer el casting. Si ella estuviera aquí, en mi lugar, podría imaginarme lo peor, ella no lo hubiera soportado.
Nadie podría soportar esto, nadie que no tuviera algo a lo que aferrarse.
Si tan solo pudiera echar el tiempo atrás.
-¿En que piensas? -pregunto Sara, que se encontraba en su cama.
-En todo y nada -conteste a la vez que limpiaba las lágrimas que me provocaban mis recuerdos.- Sara ¿puedo preguntar algo?
-Dime –contesto.
-¿Con quien dejaste a tu hija?
-Con mi madre -dijo, soltando un suspiro.
-Antes de hacer el casting ¿trabajabas?-su respuesta fue automática.
-Yo no hice el casting Isabella –lo que dijo me sorprendió totalmente.
En ese momento me senté en mi cama para poder verla mejor. Ella observaba el techo.
-¿Entonces? –pregunte.
Los días y lo parecido de nuestra situación, habían formado un vínculo especial entre nosotras.
-Yo trabajaba en un restaurante, atendiendo las mesas. Allí conocí a Frank.
¿A Frank?
-Espera –dije interrumpiéndola- ¿Frank?... ¿El mismo Frank que trabaja aquí?
-Si, el mismo –contestó en un mohín que reflejaba dolor.- Siempre era yo la que lo atendía. Una noche al terminar la jornada, él me estaba esperando fuera, insistió tanto en invitarme a tomar una copa que accedí, así fueron varias noches donde él me decía lo hermosa que era, confesándome su amor por mí, y su anhelo por poner el mundo a mis pies –rió fingidamente- Era cariñoso, atento, amable… todo un caballero, todo lo que una mujer quiere encontrar en un hombre. Pero que él se tenía que ir a Estados Unidos, no podía esperar mas decía. Y yo… como tonta lo creí, creí sus promesas de una vida mejor, una en la que no habría que aguantar pobrezas ni horarios interminables, una en la que estaríamos los tres, él, yo… y mi pequeña –su voz se quebró.- Al llegar a Irlanda, me sorprendió verlas a ustedes, él me explico que ese era el negocio familiar. Que manejaban una Agencia de modelaje. En ese momento no sospeche nada. Todas estaban tan contentas y tan entusiasmadas que no había ningún motivo para sospechar. Hasta que llegamos aquí. El resto ya lo sabes –concluyo, encogiéndose de hombros.
-¿Crees que podamos salir de esto?
-No lo se Isabella, pero quiero pensar en que si. Quiero volver a ver a mi hija.
-Yo también quiero volver a ver a mi padre – susurre, antes de volverme a perder entre mis recuerdos.
La noche cayo, y con ello la vuelta al horror. Mientras atendía una mesa, me di cuenta que una de nosotras faltaba, aunque casi no teníamos contacto entre nosotras, pero sabia perfectamente que era Helena la que no estaba. Intrigada por su falta, fui directa donde se encontraba Sara para preguntarle si ella sabía algo. Maldecí mil veces mi curiosidad cuando, encerradas en uno de los baños, me confeso como había escuchado su cruel final.
Helena había intentado escaparse y a ellos no les había temblado el pulso.
“La han matado”, aquellas palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza, mientras sentía como el mundo se abría bajo mis pies.
Empecé a hiperventilar, sentía que me faltaba el aire.
-Isabella, tienes que calmarte, por favor Isabella si se enteran que estamos aquí no puede ir fatal –susurraba una Sara muy preocupada.-Isabella por favor, piensa en tu padre, tenemos que salir de aquí. Respira profundo, tienes que calmarte -como pude, empecé a respirar y soltar el aire poco a poco.- Eso es, así Isabella, tenemos que salir de aquí.
-Nunca vamos a salir de esto –susurraba ida con la repetición que mi mente hacía de aquellas palabras.- Vamos a terminar como Helena, nunca vamos a ser libres, nunca vamos a tener nuevamente una vida, porque esto no es vida Sara, prefiero que vengan de una vez y me maten, lo prefiero mil veces a tener que seguir soportando este infierno –ya no podía contener la fuerza de mi voz, ni las lágrimas incesantes que se derramaban por mi rostro.
-No debes pensar así, no seas egoísta Isabella, tienes que pensar en tu padre, por el amor de Dios piensa en él. El no tiene a nadie mas que a ti, piensa en el sufrimiento que le causaría si se llega enterar que estas muerta. Tenemos que seguir, por ellos Isabella tenemos que seguir.
-No… p… puedo m… mas Sa… ra –hipé. –
-Si puedes –repetía una y otra vez.- Puedes Isabella, puedes. Algún día saldremos de aquí, lo se… lo se…
-Prométemelo –pedí.
-Te lo prometo –susurro.
Y con todas mis fuerzas, me aferre aquella promesa.
Tras limpiarme los restos del maquillaje corrido por mi rostro, salí del baño de la mano de Sara. Rachel nos esperaba tras la puerta cruzada de brazos. Gracias a que mi amiga fue más rápida que yo, y antes de que ésta preguntara, le hizo saber de su supuesto malestar, motivo por el cual ninguna de las dos estábamos donde se nos exigía estar.
-Para la próxima vez, no molestes a Isabella –demandó autoritaria.- Isabella, el Sr. Anderson te espera en el privado.
Salí de ahí y me dirige al privado del Sr. Anderson. Al entrar se encontraba sentado atrás de su escritorio y como siempre a un lado de él, David.
-Te he mandado llamar Isabella, porque estoy muy contento y satisfecho contigo, he obtenido ganancias enormes gracias a ti.
Yo solo escuchaba, escuchaba y esperaba. Desde aquella primera vez, varias habían sido las veces que habíamos estado solos de nuevo en aquel sitio que solo podía traerme malos recuerdos.
-Esta noche me han pedido algo especial –siguió con su monologo- Llamémoslo… el pago de una deuda. Yo nunca suelo hacer estas cosas pero… tratándose de ti, no veo porque no. Por una noche no pasa nada. David, acompáñala- demandó.
No entendía absolutamente nada, pero ya no me importaba nada. David se detuvo en un privado, abrió la puerta y entre.
De pronto la luz del privado se encendió. Ahí, el que esperaba y me miraba con unos ojos que nunca había visto, era el tipo ese, Anthony.
-Aquí la tienes, no es la más exuberante pero si de las más obediente.
Y tras cerrar la puerta, nos quedamos los dos solos. Él mirándome incesante, y yo intentado llamar a mis recuerdos.
No podía resistir su mirada. Nunca olvidaría el día en que me dejo casi desnuda delante de todos ellos. Ese momento, lo llevaría grabado en mi memoria para el resto de mis días. Esa mirada me acompañaría siempre. Y hoy estaba de nuevo a su merced, podía esperar lo peor por parte de él. Pero estaba claro, Helena había sido asesinada, así que ya no había ninguna esperanza de salir con vida de aquí, ya no me importaba nada.
Mis dedos fueron lentamente hacia mi blusa, empecé abrir los botones hasta dejar casi descubierto mi sostén.
-Detente, no hagas eso- pidió en un tono no demandante.
Inmediatamente alce la mirada, extrañada, no sabía que esperar. ¿Que iba hacer conmigo? El miedo que sentí en ese momento, recorrió todo mi cuerpo. Pero no hice caso a lo que pidió, baje la mirada de nuevo y continúe con lo que había empezado.
-Por favor, deja de hacer eso. Abróchate esos botones.
¿Por favor? ¿Por favor? Claro que no había escuchado bien.
-Deja de desnudarte ¿no me has escuchado?- su tono era el mismo.
Con la blusa totalmente abierta, y con mis pechos al descubierto, mis ojos se encontraron con los suyos. Él me miraba con una expresión tensa en su boca.
-Haga lo que tenga que hacer conmigo, hágalo rápido – fluyeron mis palabras.
Era la primera vez que me atrevía a responder delante de alguno de ellos. La sensación fue tan extraña, tan liberadora. Él podía hacer conmigo lo que quisiera, pero en este momento había decidido librarme de este infierno.
Avanzo hacia a mi, su mirada era tan penetrante que un escalofrió recorrió toda mi espalda.
-Cúbrete, no voy hacerte nada –repitió con voz serena, e inclinando un poco su cabeza hacia mi- Hazlo, no hay mucho tiempo –luego de decirlo, giro dándome la espalda.
No entendía nada. ¿Qué estaba pasando? ¿No voy hacerte nada? ¿Eso era lo que había dicho? ¿Tiempo? ¿A que se refería con que no había mucho tiempo?
Rápidamente abroche los botenes de mi blusa. Esto no era normal.
-Ya hice lo que pidió.
No se giro, en vez de eso, dio unos pasos hacia adelante, casi hasta llegar al otro extremo de la habitación.
-No soy lo que crees, no soy uno de ellos, soy un infiltrado -dijo con voz pausada.
¿Infiltrado? No entendía de que estaba hablando y tampoco a que se refería con que no era uno de ellos. No entendía nada.
Mi silencio lo hizo hablar de nuevo.
-Se que es difícil de entender –tomo un respiro para hablar- Soy un agente federal, soy una especie de policía.
¿Un policía? ¿Pero que broma era esta? Si, si, claro, era una broma, una broma muy cruel.
-¿Por quien me toma? Usted cree que soy tan idiota para creer que usted es un policía. Acabe de una vez con esta tortura, si no, empezare a gritar o golpear esa puerta. En el momento que me escuchen, vendrán. Ellos pensaran que me esta golpeando o haciéndome daño y bien sabe que eso, no les conviene, ni a usted, ni a todos los demás.
Las palabras salían tan rápido por mi boca que mi corazón latía frenéticamente, era una combinación de miedo y valor al hablar, un valor que desconocía porque poco me importaba ya lo que hicieran conmigo.
Mis palabras lo hicieron girar y avanzar directamente hacia mí. Mientras yo retrocedí hasta toparme con el borde de la cama.
-No harás eso. Te vas a sentar y me vas a escuchar -dijo con firmeza, pero sin levantar el tono de su voz.
Me senté mirándole. Él rompió el contacto visual, pasando su mano por sus cabellos. Podría decir que estaba nervioso, pero eso era una estupidez.
-Escúchame bien, no eres ninguna idiota y se, que lo que voy a contarte es difícil de creer, pero tienes que hacerlo, no tengo otra opción.
¿Creerle? ¿No tenía otra opción?... ¿Qué clase de broma era esta?
-Soy un agente federal, trabajo para el FBI, llevo más de ocho meses investigando para capturar y desbaratar una de las redes más grande de tráfico de mujeres que existe en el país. Pero todo se ha complicado, aquellos a los que conoces tienen comprado a un soplón. Esa persona…
-¡Espere! -interrumpí bruscamente.
No daba crédito a lo que estaba escuchando. Impulsada por algo me levante de esa cama.
-Como voy a creer eso si usted, el día que llegue, usted… –no pude terminar, no me permitió seguir hablando.
-Todo este tiempo he estado fingiendo para hacerles creer que soy unos de ellos, un hijo de pu… -no termino la frase, sus ojos brillaban, reflejaban una especié de odio.
Costaba creer, costaba mucho creer.
-Entonces… ¿Usted…, usted realmente es un policía? –pregunte lentamente, esperando su respuesta.
-Si -contesto en un susurro y desviando su mirada hacia un costado de la habitación.
Ese gesto hizo que la duda se disipara.
-Dios… -¿sería cierto?- ¡Dios mío! Entonces sáqueme de aquí, ¡sáquenos de aquí! – suplique sin poder evitar acercarme hasta él.
Necesitaba salir de allí, ser libre, dejar toda esta pesadilla atrás. Necesitaba volver a ver a mi padre, y él parecía tener la llave para eso. Quería salir de aquí, era lo único que pedía, pero él no se movía, no decía nada.
-¡Haga algo!, llame en este momento para que vengan por nosotras, haga algo ¡maldita sea! –grite frenéticamente, tomándole fuertemente de su camisa- Por favor sáquenos de aquí, sáqueme de este infierno –rogué.
Haría lo que hiciera falta por salir de este infierno con vida.
-No puedo hacer eso.
Aquellas simples palabras golpearon contra mi cuerpo. Mis manos se fueron de inmediato a mi boca, un pequeño gemido salió de ella.
Nuevamente me dio la espalda.
-No puedo hacer eso –repitió de nuevo, yo ya no tenía fuerzas para contrarrestar lo que decía.
-¡Maldita sea! Estoy atado de pies y manos, tienes que escucharme, me tienes que ayudar Isabella O’Conaill –al decir mi nombre se giro nuevamente hasta quedar frente a mí.
-He investigado todo sobre ti. Tu padre se llama Charles O´ Conaill. Tu madre Maríe O´ Conaill, falleció hace dos años. Vivías con tu padre en una pequeña provincia al norte de Irlanda. Pero toda esa información es secundaría, lo primordial ahora mismo es que se de tu conocimiento con las computadoras.
Mis lágrimas se deslizaron por mi rostro en el mismo instante que mencionó a mis padres.
-Lo siento, se que esto es muy doloroso.
El nudo en mi garganta me impedía hablar.
-Me has pedido que te saque de aquí, pero para poder hacerlo, para poder hacerlo los dos, -hizo una pausa- primero tengo que obtener toda la información necesaria, toda la información que los incriminen para que no tengan ninguna opción de salir de la cárcel y se pudran ahí -no podía creer lo que estaba escuchando, simplemente no podía creer.
-Y que mejor prueba, que la que usted ha presenciado en estos días, acaso… ¿acaso no es suficiente? ¿Que mas quiere? ¡Dígamelo! –pedí con voz demandante mientras limpiaba el resto de mis lágrimas.
-Se perfectamente a lo que te refieres y estas en todo tu derecho de pensar que soy un cobarde. Lo soy por no poder hacer nada, pero… de nuevo te repito, que estoy atado de pies y manos. Llevamos más de una semana metidos aquí, haciéndome pasar por uno de ellos, pero no he logrado obtener la información que los incriminen, que les incrimine de verdad. Créeme cuando te digo que no esta siendo fácil. Tienen comprado a un policía. Presentarme sin pruebas, únicamente con mi testimonio sería peor que un suicidio.
No entendía absolutamente nada, no entendía como la policía podía llegar a saber donde estábamos y no había sido capaz de hacer nada. Nada. Como él… como él era incapaz de hacer algo…
-Ese topo –ante mi silencio, siguió hablando- les proporciona el informe exacto, la hora exacta, cuando nosotros vamos tras ellos. Con una simple llamada, el soplón hecha a perder todo el trabajo.
Todo lo que estaba escuchando no tenía ningún sentido para mí.
En un intento de comprender, me dirigí hacia un costado de la cama para sentarme, la habitación estaba comenzando a dar vueltas en mi cabeza.
-Hace apenas dos semanas, unos días antes de tu llegada a los Estados Unidos, hubo una persecución para atraparlos, pero el soplón les advirtió y pudieron escapar, aunque no salieron bien librados. Dimos muerte a dos tipos y se capturo a uno de ellos Owen -¿Owen?- Se le amenazo, se le injerto un GPS, gracias a el dimos con este sitio, y gracias a él, pude infiltrarme aquí, haciéndome pasar por un amigo.
Luchaba por controlar el temblor de mi cuerpo. Todo aquello parecía sacado de una película. Aquellas palabras que apenas registraba en un principio, ahora daban vueltas en mi cabeza.
Era un policía, era un infiltrado, no había hecho nada por nosotras, ni por Helena que había sido asesinada.
¿Por qué me estaba contando todo esto? ¿Por qué a mí? ¿Qué era lo que quería de mí?... Que lo ayudara… ¿Cómo?... ¿Por qué a mí?
-Necesito tu ayuda –repitió en voz baja.
Me miraba con incertidumbre, como queriendo meterse en mi mente para saber lo que estaba pensando en estos momentos.
Yo lo observaba ante mí, intentaba comprender esas palabras que decía, pero lo único que se repetía en mi mente, era aquella persecución de la que hablo. De ser cierta, de haber acabado de otra manera, quizás… quizás nunca habría tenido que pasar por este infierno.
-Debes creerme. No me iré hasta sacaros de aquí -una risa nerviosa salió mi garganta.- Esto esta sido frustrante, no sabes hasta que punto.
¿Qué no sabía?
-¿Frustrante señor policía? esa palabra para mi no es nada, no es absolutamente nada. ¿Quiere que le diga lo que es frustrante de verdad? ¿Quiere oírlo? –inquiría cada vez más poseída por la ira.
-Lo se –susurro.
-¿Lo sabe? ¿Sabe lo que siento? ¿De verdad usted cree saber lo que siento? ¿Sabe lo que es ser manoseada? ¿Ultrajada? ¿Sabe lo que es tener que aguantar las miradas lascivas de gente sin alma? ¿Sabe lo que es dejar de tener sueños? ¿Sentirse humillada, vejada, violada? ¿Llorar noche tras noche hasta quedar sin lágrimas? Sabe lo que es no importarle nada… ¡Nada!
Ya no podía contenerme, ya no.
-No… Usted no sabe nada, ¡nada! Ni sus jefes saben nada. Me ha queda claro, señor policía, que para ustedes nosotras no importamos, no hemos importado, ni la muerte de Helena importa, solo importa su investigación y quedar como héroes en una sociedad tan hipócrita como usted.
La acritud de mis palabras pareció reflejarse en su mirada. Pero aquella lastima fingida no me daba pena, ya no podía sentir pena por nadie.
-Estas en todo tu derecho de reprocharme como lo estas haciendo. Si fuera por mí, si dependiera de mí, ni tu ni ninguna de las otras chicas estarías aquí. Ni vosotras ni las miles que habrán escondidas por medio mundo. Puedes creerme o no, puedes odiarme si lo deseas, pero eso no cambiara el hecho de que estoy siendo sincero cuando te digo que quiero ayudarte, a ti y a todas. No deseo que acabéis como esa pobre chica, y si hubiera estado aquí, jamás hubiera permitido que la mataran.
-¿Si hubiera estado aquí? De lo contrario ¿hubiera hecho algo para impedirlo? -pregunte con toda la firmeza que había en mi interior.
-He estado una y otra vez tentado en sacar mi arma y terminar con esto de una buena vez. Se muy bien que mi situación no puedo compararse a la tuya, pero te aseguro que la contención que estoy teniendo todos estos días para no liarme a tiros es enorme… Enorme. ¿Sabes que es lo que me retiene a no hacerlo? –pregunto.
Ni siquiera lo miré, poco me importaban sus preguntas.
-¿Crees que yo solo podría hacerlo? No soy ningún héroe, los héroes no permiten esto, los héroes se enfrentan, los héroes no caen abatidos al primer disparo. Pero como te digo, yo no soy ningún héroe, y solo no puedo hacer frente contra todos ellos. Si en algún momento flaquease, en menos de un minuto yacería muerto contra el suelo, todo se iría a la mierda. En el mejor de los casos huirían con vosotras, en el peor, tendrías el mismo final que yo. Vosotras, y todas aquellas que os siguieran. Todas aquellas a las que volvieran a engañar.
-Esta claro que yo no puedo contra todos ellos, pero lo que paso hoy, con esa chica, ha sobrepasado los límites. Por eso estas aquí, en esta habitación, no puedo esperar más.
¿Qué podría hacer él solo contra todos ellos? Me hice la misma pregunta, también eso estaba claro. Nada, no podía hacer nada, él solo no podía contra todos ellos. A estas alturas su verdad también la comprendía y él pareció notarlo.
-¿Esta dispuesta a ayudarme? –repitió de nuevo.
-¿Por qué a mi? -pregunte.
-Porque te he estado observando desde el día que llegaste. Puedo confiar en ti, se que puedes hacerlo aunque te escondas tras esa vulnerabilidad que aparentas. Además, si tengo que ser sincero, el jefe tiene una preferencia sobre ti –al decir eso, sus ojos volvieron a clavarse en mí.
Yo escondí la mirada, el saber que ese hombre tenía preferencia sobre mi, solo hacia que mi vergüenza aumentara, acompañada del asco y la repugnancia.
-¿Qué es lo que tengo que hacer? –pregunte decidida.
Quería salir de aquí, no podía confiar en él, porque simplemente ya no podía confiar en nadie. Pero si sus palabras eran ciertas, si de verdad tenía la llave para salir de allí, me aferraría con uñas y dientes a esa idea.
Era mi única posibilidad. La única.
-Primero que nada, no decir nada a nadie, a ninguna de las chicas, puede ser muy peligroso.
-Entiendo, no diré nada.
-El siguiente paso es esperar hasta que el jefe te mande llamar. Tengo entendido que por ahora el bar se cerrara por unos días.
-Siga – dije, él se había quedado en silencio, no era ninguna tonta, sabía que estaba midiendo mis reacciones. Hizo un movimiento de afirmación con su cabeza y continúo.
-Necesitamos entrar en su computadora y robar todos los archivos que contenga. Es muy probable que tenga alguna clave, pero para eso los investigadores se han puesto a trabajar -hizo una pausa y metió la mano en la bolsa delantera de su pantalón.- En esta memoria se encuentra la clave correcta. Usted probara con varías hasta que consiga abrirse, guardara todo en la misma -añadió.
Mientras hablaba, avanzaba hacía donde yo estaba sentada para entregarme la pequeña tarjeta. De nuevo metió la mano en la bolsa trasera de su pantalón y saco una pequeña bolsita transparente. En su interior, podía vislumbrarse un polvo blanco.
-Necesitamos que este inconsciente para que puedas conseguir la información- asentí y estire uno de mis brazos para cogerla.- Tendrás que hacer que se la tome, el efecto de la droga dura aproximadamente treinta minutos. Después no recordara nada, no tiene efectos secundarios.
-Bien – asentí de nuevo, comprendiendo la información.
-A partir de hoy, tendrás la memoria y esa bolsita en tu poder. Deberás ser precavida sino quieres que las descubran.
-Entendido –respondí a la vez que me ponía en pie.
-Créeme cuando te digo, que no tengo otra opción. No te arriesgaría tanto si supiera el modo para que David lo deje un minuto solo sin levantar la mínima sospecha. Y los días siguen y…
-Pare, no es necesario…
-Bien –gesticulo, mientras pasaba su mano con algo de exasperación por su cabello.- ¿De verdad estas segura de poder hacerlo? –pregunto, escudriñando mi rostro en busca de esa respuesta.
-Si -conteste segura.
Era mi única opción.
Él asintió con la cabeza.
-Es hora de salir, lo hare yo primero -dijo caminando hacia la puerta. Pero antes de tomar el pomo de la misma, me dio una ultima mirada.- No hagas nada arriesgado. Prometo estar alerta y vigilarte, y si algo sale mal, te doy mi palabra que actuare sin importarme las consecuencias- dijo finalmente, antes de salir, dejándome a solas en aquella habitación.
Tenía la posibilidad de salir de aquí. Y lo iba a lograr, no sabía como, pero lo iba a lograr. Apuñe fuertemente mis manos, en ellas estaban las armas que él me había dado, esas que me iban a sacar de aquí.
5 Sonrisas:
karla me has dejado con la boca abierta, ya te habia dicho lo mucho que me gusta tu fic, y que no recordaba como acaba pero si he visto la pelicula, aaa que capitulo, espero que les salgan las cosas bien, pobre de mi bella cuanto ha sufrido y la entiendo un poco porque es dificil confiar en las personas cuando no te demuestran que puedes hacerlo, pero de eso a sentir odio por el creo que hay mucho, lo que si es coraje, rabia y enojo porque no hace nada, pero ya le ha dado las armas para hacer algo y salgan los dos de ahi, tampoco me pasa desapercibida la frase de que no la arriesgaria si no fuera necesario y que si le pasaba algo el la protegeria aun a costa de su vida, ahora otra cosa intrigante es porque de entre tantas chicas el confia plenamente en ella, para mi que ahi hay algo mas de lo que posiblemente nos seguiras contando cierto karlita sigue asi que empiezas a despuntar como una de las grandes, espero encontrarte pronto por el chat, asi me resuelves una pequeña dudita de cuantos capitulos le quedan, besos y bendiciones para ti y tu familia, aa y se acercan las vacaciones, que felicidad!!!!
WOW karlis ami también me has sorprendido..me gusta la evolución de la historia viene lo mejor lo mas intenso...bien aprovechada el arma de edward la verdad no habia imaginado algo así.
Y pasando a bella no puedo ni imaginarme tanto dolor y todo lo que soporta... gracias a k tiene a alguien en que aferrarse y ahora con mas intensidad..
me encanto de verdad anciosa por acción y por leer mas acercamiento sobre nuestra pareja preferida
almuu genial igual tu participación :)
Ay mi Karla, y luego te atreves a decirme que esto te queda grande. Que equivocada estas, puede que pienses que no controlas la narración tanto como te gustaría, pero tienes lo que para mi es más importante, la imaginación, y tu sin darte cuenta cariño, has pasado de una idea que para ti con solo dos capítulos sería narrada, a algo mucho más grande. Y ni siquiera te has dado cuenta de ello. Al igual que no admites que cada nuevo capítulo, es mejor al anterior.
Me tienes totalmente dividida. Por un lado odio tener que imaginarme por todo lo que esta pasando Bella, pero por otro no puedo dejar de hacerlo mientras sigo leyendo. Y cuando termino de hacerlo me quedo con la sensación de más furulando por mi cuerpo.
En este caso es fácil ponerse en la situación de Edward, pues paralelamente vamos viendo su realidad. Pero entiendo a la perfección la indignación de Bella. Quien en su caso no lo haría, al decirle que saben de la existencia de esas chicas, pero no pueden hacer nada porque... lo realmente importante no son ellas. Lo importe es pillar a los malos y coronarse como héroes, no Edward, el para mi no es más que un peón, otro engañado más, pero como él bien dice ¿que puede hacer él solo? Nada... y eso es lo jodido, y lo que más me pone los pelos de gallina de toda esta historia.
Al igual que a Mimi, me queda la duda de porque a Bella... más bien de porque esa confianza. Pero al siguiente toca Edward, así que se que nos responderás :p.
Esperemos que a Bella le sea fácil conseguir la información aunque... miedo me das, que lo sepas :p.
Ya lo sabes Karla, así que no lo dudes ;).
woooooooooooooooooo me encantaaaaaaaaa ;)
Oh por Dios!!!!! Que capítulo! Sabia que Edward iba de alguna forma saber aprovechar ese favor que le debia el jefe, lo que me sorprendió fue la manera en que lo usó, es un riesgo confiar pero no creo que hubiera encontrado a alguien más confiable que Bella.
Ella esta desesperada por salir.
Me dejó con un gran sabor amargo la realidad de Bella, que es la realidad de muchas mujeres y de tantas niñas, vivir esa pesadilla día a día solo para que gente sin escrúpulos se hagan ricos a costa del sufrimiento y la desolación ajenos. Comparto totalmente la indignación de Bella al pensar que es verdad que muchos de aquellos que se suponen deben proteger y velar por el bien del prógimo, tienen pleno conocimineto de la situación por la que pasan estas mujeres, victimas de una sociedad enferma, diariamente y no hacen nada por detenerlos.
Como se hace para sobrevivir en ese infierno? Como se hace para intentar retomar tu vida, si es que algún día te ves libre de él? Como se cree en que puede haber una salida cuando les es tan fácil disponer de una vida? Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero como no perderla cuando estas acorralada y sin salida.
Por fortuna, Edward le esta ofreciendo un poco de esperanza a Bella, una posibilidad de tal vez volver a ver a Charlie, una pequeña luz en medio de una oscuridad tan cerrada.
Karla, me encanta las maravillas que creaste en esta historia, es tan diferente, es tan real y a pesar de que hasta aqui no hay romance, ni suspiros, ni palabras de amor, tiene el poder de hacerte querer más, de querer saber si finalmente se hará justicia.
Besos
Y tú, ¿nos regalas una sonrisa?