Chicas os dejo el capítulo rápidamente, que ayer entre pitos y flautas se me fue el santo al cielo.
Como siempre, daros las gracias a todas por vuestros comentarios super acertados. Me encanta ver como vais captando esos cambios que Edward va sintiendo. Y aunque puede, no se si es así, que os parezca que la cosa va un poquito lenta, todo esto es necesario para que comprendías la esencia de los personajes y de la propia historia.
Os dejo con el siguiente, no sin antes deciros que intentare volver el viernes con otro capítulo.
Y ahora me marcho rápidamente. El otro fic me esta esperando para darle el cierre al final del capítulo. En unas horas os lo subo ;—)
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Capítulo 8
—¿Crees que es buena idea perseguir a esa chica?, no crees que sería mejor que te las dieras de interesante, en vez de desesperado.
—Emmett –suspire.— ¿Que parte de esa mujer me vuelve completa e irracionalmente loco no entiendes?
Intente no sonar desesperado pero no pude evitar el tono malhumorado de mi voz.
Si durante los días pasados, los recuerdos de Bella me atormentaban cuando llegaba la noche, en la soledad de mi habitación, hoy, después de saber que ella estaba aquí, en la misma ciudad que yo, tan cerca de mí, la cosa no había ido a mejor.
Intente relajarme el resto de la mañana, intente no hacerme ninguna idea preconcebida como en anteriores ocasiones, pero su afinada y dulce voz, no hacía otra cosa que repetirse en mi cabeza aumentando así mis ansias porque la noche llegara.
Mi reloj apenas marcaba las once de la noche cuando Emmett y yo entramos a aquel club. Su esencia a nuevo se respiraba por cada una de sus esquinas, junto al perfume de las muchas féminas que ya aguardaban en el a la espera de tíos como nosotros. Pero ni rastro de Bella por ninguna parte. Aunque el local era bastante grande y podría jurarse que medía ciudad estaba en su interior, estaba convencido de que ella todavía no estaba allí.
—¿Nos quedamos en la barra o mejor pillamos una mesa? –pregunto mi amigo, llamando mi atención.
—¿Eh?... No, mejor en la barra –contradije señalando la barra metalizada que se extendía varios metros desde la puerta de la entrada.
—Vas a verla igual si te quedas en la barra como si te sientas en una mesa.
—No es por ella –rebatí rápidamente las palabras de mi amigo.— No solo estoy aquí por ella.
—Ya –bufó Emmett, en un gesto sarcástico.
—Hablo en serio –contradije nuevamente.— Y si te digo de quedarnos en la barra es porque las mesas estarán todas reservadas.
—Eso solo pasa en Nueva York –respondió con ironía.
—Y aquí también –volví a insistir.— De todas formas, prefiero la barra.
Emmett suspiro resignado y me siguió hasta la barra, donde una camarera bastante resultona, nos atendió rápidamente.
No podía engañarlo, de igual modo que no podía seguir engañándome a mi mismo. Estaba deseando ver a Bella entrando por la puerta, había estado deseando este momento desde la mañana.
Siendo sincero, estaba deseando este momento desde aquella mañana en la que la soledad, fue mi única compañera en aquella habitación.
—No vas a conseguir que entre antes, por mucho que mires a la puerta. Relájate chaval, vendrá antes o después.
—Estoy muy relajado –gruñe terminando de golpe lo que quedaba de mi copa.
—¿Si? –inquirió mi amigo, a la par que alzaba sus cejas.— ¿Y porque en la media hora que llevamos aquí, apenas has hablado, solo miras hacía la puerta o hacía el reloj de tu muñeca?
—Creo que tu eres él que esta nervioso, por eso no puedes dejar de mirarme –respondí malhumorado, apartando mi vista de los ojos de mi amigo.
—Edward, las obsesiones no son buenas.
—Yo no estoy obsesionado –bufé mientras jugueteaba con los cubitos casi desechos de mi vaso ya vació.
—¿No?... pues mas vale que esa chica venga, si no… no habrá quien te aguante.
—Vendrá, lo se –sentencie esquivando nuevamente la mirada de mi amigo, tras un vistazo rápido a la puerta.
—Por si acaso, ve contando con el no.
Un gemido frustrado emano de mi garganta tras las palabras de mi amigo. ¿Y si no venía de verdad? ¿Y si Emmett tenía razón, y Bella no aparecía?, no sería la primera vez que me hacía falsas ilusiones al respecto. Desesperado ante aquella posible realidad, apoye mis codos en la barra en un intento de no volver a mirar hacía la puerta, y tras reclamar la atención de la camarera, enterré mi cabeza entre mis manos a la par que estas se enredaron en mi pelo con exasperación.
“¿Qué mierda pasa contigo Cullen?”, me pregunte a mi mismo totalmente frustrado. Me estaba comportando como un completo gilipollas, y lo irónico, era que no tenía razón para comportarme así.
Estaba en otra ciudad, en una ciudad mítica que olía a sexo por cada una de sus esquinas. Rodeado de miles de completas desconocidas a las que no tendría que dar ninguna explicación al marcharme, chicas con curvas de la cabeza a los pies y poseedoras de una exquisita piel bronceada nada común en mí cuidad. Y yo… yo parecía un puto mueble inútil, sin vida, bebiéndome con ansiedad la segunda copa de la noche, ante la mirada de pepito grillo.
Estos no eran los planes que yo tenía en mente. Se suponía que al llegar a esta ciudad iba a ser capaz de dejar fluir mi personalidad con completa libertad. Se suponía que este viaje iba a ser un recuerdo a los años de adolescencia, esos en los que nuestras mayores preocupaciones eran decidir entre la rubia, la morena o la pelirroja, se suponía que esto que me estaba pasando, no debía de sucederme a mí.
Y menos ahora, ahora que ya lo tenía todo.
Cabreado y frustrado conmigo mismo, termine de golpe el contenido de mi copa ante la fija mirada de mi amigo, al cual podía apreciar observándome por el rabillo del ojo. Seguramente, su mente le estaría gritando lo sumamente gilipollas que estaba siendo yo ahora mismo. Él, que si tenía problemas de verdad, estaba cargando con mis tonterías de adolescente, con unas tonterías que por más que lo intentara, no podía evitar pensar.
Mire por enésima vez el reloj de mi muñeca. Faltaban cinco minutos para las doce de la noche y Bella seguía sin aparecer, y mi cabeza, en vez de ignorarla como habría hecho con cualquier otra, no hacía otra cosa que recordármela.
Ignore los gruñidos que mi amigo vocalizo al pedirme otra copa, centrando mi atención en el escote vertical de la camarera. Sentí la sonrisa agradecida de la misma por mi mirada escrutinia, una mirada, que lejos de intimidarla o cohibirla, hizo que se pavoneara más ante mí. De seguro que los labios de Bella ya se habrían torcido en un comentario mordaz, de ser su escote el que estuviera mirando de manera descarada.
¡Joder!… ¿Por qué no podía tener otra cosa que no fuera su nombre metido en mi cabeza? Tenía ante mí a una preciosidad, a punto de pasarme los dígitos de su teléfono escritos con carmín en una de las servilletas, y yo, en lugar de sonreír para invitarla a hacerlo… solo podía pensar en su puto nombre.
Bella, Bella, Bella… ni que fuera la única mujer que existía en el mundo. Solo tenía que echar un vistazo a cualquiera de mis lados para darme cuenta de la cantidad de mujeres que abundaban, mujeres deseosas por reclamar mi atención. Pero en lugar de ello, mi jodida mente no hacía otra cosa que pensar en ella, ella que volvía a dejarme plantado una vez más.
De pronto sentí como las costuras de mi camiseta me apresaban con fuerza desde los brazos hasta la cintura, a la par que el sonido de la música comenzó a retumbar en mi cabeza, mientras unas, cada vez mas, profundas nauseas comenzaron a tejerse en el interior de mi estómago.
—¿Estas bien? –pregunto Emmett mientras luchaba con el amargor del whisky que comenzó a agolparse en mi garganta.
—Voy a la calle a fumar… a ver si así consigo despejarme.
Emmett se limito a asentir escuetamente tras el seco sonido de mis palabras. Para que dar mayores explicaciones si él, estaba siendo participe en primera persona de aquello que me estaba sucediendo, de algo que ni siquiera yo era capaz de comprender.
La ansiedad por salir de aquel lugar iba en aumento a medida que me acercaba hasta la puerta. Necesitaba salir de allí con urgencia, salir de aquella prisión en la que mis propios pensamientos me estaban sumergiendo. Y apunto estaba de lograr mi objetivo, cuando la puerta se abrió ante mis narices, dejándome ver la figura más angelical que nunca antes había visto, vestida de manera endemoniadamente sensual.
—¡Hey! Al final si has venido.
Su preciosa sonrisa a punto estuvo de doblar mis rodillas. Su exquisito perfume se coló por cada uno de los poros de mi cuerpo. Mi cuerpo se estremeció por completo, cuando sus manos rozaron mi cuello y sentí la corriente electrizante que sus labios provocaron en mis mejillas. Pero por encima de todo ello, su oscura mirada felina, esa que ahora estaba puesta fijamente en mí a la espera de una contestación, agitaron los latidos de mi pecho, haciéndome olvidar cualquier estúpido pensamiento.
—Si –susurre en respuesta a su afirmación, tragando de golpe la saliva amarga que su presencia había aglutinado en mi garganta.— Bueno ya sabes, dos chicos jóvenes y solteros por la ciudad de San Francisco…
—Necesitáis un nuevo sitio donde experimentar –respondió irónicamente, como solo ella sabía hacer ante mis comentarios.— Mira, ¿te acuerdas de Rosalie? –inquirió señalándome a la escultural rubia que la acompañaba, aquella en la que sin duda alguna habría puesto mis ojos, de no haber conocido antes a Bella.
—Claro. ¿Qué tal? –salude cordialmente, dándole un beso en cada una de sus mejillas.
No pude evitar comparar sus mejillas con las de Bella. Estas sabían a maquillaje, las de Bella… las de Bella sabían al perfume de su piel.
—Genial. Encantada de volver a verte –contesto Rosalie, correspondiendo a mi sonrisa.
No… no podía compararse a la de Bella.
—¿Ya te ibas? –pregunto la castaña, embobándome de nuevo con su mirada.
—¿Eh?... no –negué al comprender su pregunta. ¿Irme?... ¿Ahora?— No. Iba a tomar un poco el aire, pero ya que estáis aquí, el aire puede esperar –aún con la tenue luz del local, pude apreciar el ligero rubor que sombreo sus preciosos pómulos.— Mi amigo esta en la barra –dije tras unos segundos en los cuales me dedique solo a mirarla.
—Pues… preséntanoslo –respondió animada, tras una rápida mirada a su amiga, la cual correspondió con otra sonrisa.
Mi cuerpo ya no estaba tenso mientras acortaba junto a Bella, los escasos metros hasta llegar a mi amigo. La tensión había dado paso al entusiasmo, a la euforia que su mera presencia provocaba en mí, una euforia totalmente opuesta a la ansiedad que su ausencia me había estado provocando. Una ansiedad desaparecida por completo, en el mismo instante en el que abrió esa gran puerta de metal.
—Emmett, mira ellas son Isabella y Rosalie.
La dura mirada con la que me recibió mi amigo al sorprenderle volviendo tan pronto, se emblandeció nada más mirar a las dos mujeres que me acompañaban. Una sonrisa socarrona surco sus labios, cuando sus ojos se pusieron en la castaña que tan sumamente loco me volvía, sonrisa que desapareció en el mismo instante en el que se fijo en la rubia que había a su derecha. Una rubia capaz de quitar el hipo a cualquiera, incluido a él.
—Encantado. Estaba deseando… conoceros –su voz se apago cuando sus ojos volvieron a posarse en las extenuantes curvas de Rosalie.
—Llámame Bella –contradijo la susodicha con una sonrisa, llamando la atención de mi amigo.
—De acuerdo, y tu puedes llamarme Emmett –respondió éste con humor, haciendo que todos riéramos.
—Gracias –añadió Bella con ironía. Y yo no pude más que seguir mirándola embobado.— Oye chicos, tengo una mesa reservada, ¿queréis que nos sentemos, o preferís que nos quedemos aquí? –inquirió Bella, mirándome finalmente a mí.
No dude un instante en asentir, mientras mis labios se curvaban ligeramente hacía la izquierda. Necesitaba sentir con urgencia su cercanía.
Bella y Rosalie se adelantaron hacía las mesas entre risas y susurros. Desde atrás, podía observar con detenimiento como todos los hombres las miraban con detenimiento a su paso. Sonreí enorgullecido ante ello, por mucho que otros hombres miraran el contoneo de sus caderas envueltas en aquel vestido de raso negro, ceñido desde su pecho hasta sus rodillas, esas caderas solo tenían un dueño, y ese dueño iba a ser yo. Tarde o temprano, estas volverían a estar encima de las mías.
—¿Qué te parece? –pregunte a Emmett, él cual caminaba a mi lado en completo y absoluto silencio.— ¡Emmett! –grite reclamando su atención, a la par que golpee su hombro. Éste me miro totalmente desconcertado— Bella ¿qué te parece? –inquirí nuevamente, una vez hubo fijado su atención en mí.
—Es… es preciosa y muy simpática. Normal que estés así –respondió ausente, apartándome rápidamente la mirada, para centrarla de nuevo en el parquet.
—¿Que te pasa? –pregunte extrañado ante la actitud de mi amigo. Éste se limito a negar con la cabeza, pero eso, lejos de tranquilizarme, consiguió inquietarme más.
Se suponía que esta noche el amargado de la fiesta era yo. ¿En que momento habían cambiado las tornas?
Deje de fijarme en el comportamiento inquietante de mi amigo, en el mismo instante en el que me senté en la mesa, justo al lado de Bella. Ya hablaría con mi amigo más tarde, ahora mismo, mi atención estaba siendo reclamada por otra persona, otra que no dejaba de mirarme con cada uno de sus comentarios y sonrisas, haciendo que mis ganas por besarla aumentaran por momentos.
Sabía que la deseaba, pero no hasta el punto de hacer otra cosa que no fuera mirarla durante el resto de la noche.
Cada vez que hablaba, me dejaba llevar por el dulce y melodioso sonido de su voz.
Cuando sus manos se movían en el aire acompañando a sus palabras, mis manos temblaban de impaciencia sobre mis pantalones, deseosas de sentir la suave textura de su piel.
Y cada vez que sonreía, sentía mi cuerpo flotar en otra dimensión distinta a la de ahora, en una en la que la suave música no entorpecía sus palabras, ni el sonido de su risa. En una en la que la tenue luz daba paso a otra que me hiciera apreciar con más claridad cada uno de sus gestos, cada uno de los ligeros movimientos de su cuerpo, cada una de las ligeras y pequeñas marcas de expresión que se formaban en su bello y angelical rostro.
—Y entonces Rose le tiro el Martini en toda la cara aquel tipo.
—Si, pero no cuentas el rodillazo que le diste tu al amigo.
—En este momento siento un poco de miedo por mis nobles partes —dramatice ante las confesiones de ambas amigas, causando las risas de todos.
—No, tú trabajas con nosotros, no puedo tratar así a uno de nuestros arquitectos –dijo Bella, volviendo a clavar sus ojos en mi.
—¿Y que trato puedes tener? –inquirí en un susurro solo destinado a ella.
Sus mejillas volvieron a sonrojarse ante el contexto de mis palabras, pero me mantuvo la mirada en los breves segundos de silencio que nos envolvieron.
—Bella, son las dos y medía –habló Rosalie, rompiendo con ello la magia del momento.
—Dios mío, yo mañana tengo una reunión importante con algunos inversionistas –rió Bella, terminando el contenido de su copa.
—¿Las dos y media?... El tiempo se ha pasado volando.
—Si, y lo gracioso es que no quiero marcharme –susurro ella tras mi comentario.
—Pues no te vayas –susurre yo, en un intento de que solo ella me escuchara.
—Debo irme Edward –respondió, mirándome de nuevo fijamente.
Estuve tentado a insistir, estuve tentado a pedirle que me dejara acompañarla hasta su hotel, que me dejara subir hasta su habitación, que me dejara compartir con ella la soledad de esta, pero algo en su mirada, esa que seguía fijamente puesta en mi, me lo impidió.
—Mañana podríamos quedar –la voz de Rosalie llamó nuestra atención.— Mañana aún estaréis en la ciudad ¿verdad? –pregunto.
—Estaría bien –asentí.— Me han recomendado un sitio donde hacen una comida Italiana excelente. ¿Qué tal si quedamos para cenar? –inquirí mirando nuevamente a Bella.
Sentí la ansiedad nuevamente recorriendo mi cuerpo, durante los breves segundos que tardo en contestar.
—De acuerdo –suspire aliviado tras su asentimiento.— Pero con una condición, que mañana nos hagáis participes de vuestras anécdotas.
—Dalo por hecho Bella –respondí, ganándome con ello una sonrisa por su parte.
—Entonces, ¿a las ocho en vuestro hotel? –pregunto Bella, mientras se levantaba del asiento y se hacía con su pequeño bolso.
—Por supuesto – sonreí.— A sido un placer volver a verte Rosalie.
—Igualmente Edward —respondió la aludida con una sonrisa—. Y bueno… conocerte a ti.
—Lo mismo digo Rosalie –respondió mi amigo, al cual apenas había escuchado hablar en todo el tiempo.
—Nos vemos mañana chicos.
Ensimismado, observe como Bella se marchaba del club, mientras peleaba con mis pensamientos, los cuales me gritaban que corriera de nuevo junto a ella. Pero, aunque me moría de ganas por hacer caso a mi subconsciente, había algo que no me permitía levantarme de la silla, algo que me susurraba que hacía lo correcto quedándome ahí sentado, esperando a que llegara el momento oportuno. Un momento que sentía cada vez más cerca, pues, todas aquellas miradas, todas aquellas sonrisas que me surgían de manera espontanea, fueron respondidas por ella de igual medida.
Al final había venido, con su mera presencia había conseguido calmar la ansiedad que llevaba recorriéndome durante todo el día, y lo más importante, había conseguido quedar con ella de nuevo mañana, no había razón por la que apresurar las cosas. Si había sido capaz de esperar más de seis meses, podría ser capaz de esperar varias horas más.
Bella valía toda esa espera.
Un pesado suspiro rasgo mi garganta, al observar como la silueta de Bella se perdía tras la pesada puerta de la entrada. “Mañana”, mañana me dije a mi mismo mientras volvía a la realidad de aquel local, a una realidad en donde mi amigo, continuaba jugueteando con el contenido de su copa en silencio, mientras su mirada parecía totalmente perdida.
—Te noto impresionado. ¿Qué te pasa? –pregunte, reclamando aquella mirada perdida.
Puede que durante las horas que Bella había estado aquí, mi atención hubiera estado puesta únicamente en ella, pero también había sido consciente de la ausencia de mi amigo.
—Emmett tío, soy yo, se que te pasa algo, cuéntamelo –insistí ante su negativa a hablar.
—Es que… —suspiro callando de nuevo. Era como si estuviera pensando las palabras apropiadas que decir.— No se, esa tía me ha recordado a Jane –susurro finalmente.
—¿La rubia? ¿Rosalie?… ¿A Jane?… No tienen nada que ver, si acaso en el color del pelo y ni eso –respondí totalmente sorprendido por la comparativa.
Emmett jamás había comparado a nadie con esa arpía, quizás porque jamás había mirado a nadie con los mismos ojos con los que en su día la miró.
—No se… esa mirada, el orgullo que hay tras esos ojos –calló agachando de nuevo la mirada hacía el interior del vaso que seguía entre sus manos.
—Por dios Emmett, Rosalie no es más que una tía segura de si misma, ¿no me jodas que te has sentido intimidado por ella?
—No… no. Es que… Da igual —y de nuevo pareció volverse a perder en sus pensamientos.
—Hey, Emmett. Ya hubo un bicho en tu vida, no tiene porque haber dos —dije ante su sería mirada, esa que tantas otras veces había visto, esa que no quería volver a ver en él.
—Eso viniendo de ti amigo… es mucho decir –susurro mordaz.
—Ya sabes lo que siempre dijo Jasper, “el día que menos lo esperes, llegara una mujer que cambie todos tus pensamientos” –dije imitando la voz de mi cuñado.
Esa imitación, me valió una nueva sonrisa de mi amigo.
—¿Y esa mujer es esta? ¿Donde queda aquello de volver a tenerla en tu cama?
—Eso sigue estando –afirme ante su pregunta.
—Nunca cambiaras –sentencio llevándose el extremo del vaso hasta su boca.
Puede que todos tuvieran razón y nunca cambiara, pero las reacciones que Bella provocaba en mi cuerpo, estaban empezando a escaparse de mi control.
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7 Sonrisas:
Almu que buena forma de calentar motores le das a este par,la espera esta enloqueciendo a Edward!!!
Y pobre Emmett...realmente esta afectado por su pasado,ojala tenga la oporunidad de ser feliz!!!
Almu eres una genia!!!!Saludines desde Argantina
Marchu
genial!!!!!
sabes,, leyendo este cap me ha dado la sensacion que Edward siente una obsesion hacia Bella, tal vez por tanta espera o como dice que las reacciones de su cuerpo pueda que esten fuera de control.... pero lo que si controlo y me gusto fue el hecho de no ir tras ella o pedirle que se quedara ... me encanto que hayan quedado para la cena.... eso hace que se relacionen y se conozcan un poco mas.... como dices paso a pasitoooo ....
pero creo que a Edward le va a costar y se va a tener que morder un huevo y parte del otro jejejejje para controlarseee
gracias mi Almuuuu se esta poniendooo muy buenooo este asuntooo!!!
besos y cuidate!!!!!
omg.... los sentimientos de posesion van aplacando con otro sentido jajaj mi vidoooo jjaja siempre siempre los muy muy terminan como perritos jajaa digo enamorados jajaj claro k seguro va a tardar en k se den cuenta pero mi querido edward esta cada vez mas clavado con ella no solo tenerla en su cama!
ejeje y emmett pobre quedo impresionado y ala vez sacado de onda por recordarleee a ese bicho como decia ed jeje ... ojala se relaje y disfruten todos de la proxima cenaaa auuuuch! se me antojo pasta jajaaj
fantastico y como dice marchu... que forma de calentar motores!
Ay pobre Edward, que ciego esta!!!
Sabes? toda esa ansiedad y esa desesperacion por solo ver y hablar con Bella, me recuerda mucho a cuando era adolescente y me gustaba un chico, asi veo el comportamiento de Edward, nada mas que magnificado por el echo de que conoce intimamente a Bella, pero asi como cuando sientes mariposas en la panza y no puedes esperar a verlo, asi como los primeros sintomas del enamoramiento sin la inocencia del primer amor, porque claro esta lo que menos tiene Edward son intenciones inocentes con respecto a Bella.
Jasper tiene razon “el día que menos lo esperes, llegara una mujer que cambie todos tus pensamientos”, para Edward ese dia llego hace seis meses pero el arbol aun le impide ver el bosque, va a abrir los ojos a la realidad cuando se choque con el arbol y todo el bosque, jajaja.
Almu, me encanto, como siempre fue un capi super, eres genial.
Besos
Almu corazon Genial!!! aunque quede con ganas de mas, sabes..? jajaja
Pues estoy de acuerdo con Karla este chico esta obsesionado y entre mas esta mujer se resista mas va a insistir él, es la ley!
Me encanta la actitud de Bella eso es saber manejar a alguien y tenerlo donde quiera, ojala y no ceda tan rápido jaja me gusta la intriga, pero no me gusta la intriga de Emmett esa ausencia solo porq le recordaba a Jane uhmm es contigo nunca se sabe Almu, nunca eres predecible jaja saludos!
Hola Almuu...
Creo q la frase de Jasper resume todo el capitulo “el día que menos lo esperes, llegara una mujer que cambie todos tus pensamientos”..
Es tan para Eddie pero solo el tiene q darse cuenta y va camino a eso, xq tanta obsesion, desesperacion x Bella y la manera en q todo se calma cdo esta con ella va a terminar un tremendo enamoramiento, y ahi lo quiere ver jejeje.. osea me mata como niega lo q siente, despues se lo plantea y hasta cierto punto lo reconoce pero no del todo asi q creo q cuando se de cuenta va a ser guuauu...
Bueno me voy a leer el siguiente capitulo q vengo media atrasada jejeje..
Besosssss...
Awwwww :)
Y tú, ¿nos regalas una sonrisa?