Chicas, he tenido que editar el capitulo porque Ayyys me ha comentado que hay partes que no se han visto, sobre todo las que están entre <<>>… por lo visto blogger no acepta esas comillas (las cuales he de decir, son las autenticas comillas pero… si blogger no quiere, no quiere).
¡¡Hola mis chungas!! Aprovechando que en breves me voy a pasar el día a la playa y ya no volveré hasta mañana, os dejo ya el capítulo de los viernes.
Pero primero voy a ir aclarando pequeñas dudas que veo que van apareciendo.
James es el socio mayoritario del hotel, es decir, uno de los máximos inversores del mismo, Bella trabaja para el hotel como relaciones públicas del mismo, así que en cierta manera se podría decir que James, es su jefe. Si hay una relación más haya de la subordinación o no, ya se verá ;-). Jacob ya ha dado la cara, lo digo por todas aquellas que parecéis temerle :-}. De momento se ha presentado como el amigo de Bella, si hay o no, una relación más estrecha, ídem de lo mismo, se vera con el tiempo ;-). Edward, cada día os demuestra más su personalidad, es un cabrón como muchas lo habéis bautizado pero, lanzando una lanza a su favor diré, que no es el típico cabrón al uso que va engañando a las mujeres con falsas promesas. Él es muy clarito, vosotras mismas ya lo habéis visto. Que luego ya las mujeres con las que se enreda se hagan ilusiones, eso ya es otro tema, pero él, no promete nada más allá de una noche (estamos de acuerdo en que utiliza a las mujeres como objetos sexuales pero… también porque ellas se dejan ¿no?... pues obligar…, no ha obligado a ninguna). Con Bella parece ser que quería alguna que otra noche más, y de momento la cosa le esta saliendo rana X*. Por cierto, en aclaración a un punto, Edward no ha sufrido ningún desamor, quiero dejar eso muy muy claro, porque no quiero que penséis que esa es la excusa de su comportamiento, pues no lo es. El problema, por llamarlo de algún modo, de Edward, es que jamás ha dejado que ninguna mujer le toque, sentimentalmente hablando, de verdad. Digamos que él mismo se impuso una barrera (bien porque ninguna le llenaba, bien porque adora su soltería, bien porque, quizás ni él mismo lo sepa… hay un sin fin de posibilidades pero todo se acabará sabiendo). Tanya a sido lo más cercano a eso que ha tenido, y la alejo de su vida, en parte él mismo ya os ha dado una pista de porque. Puede que se equivocara, puede que no, eso también, se sabrá;-).
Y otra cosa que me sorprende sobre manera. Algunas estáis sorprendidas por la actitud de Bella… ya os dije que os quitarais los tópicos que Meyer nos metió en la cabeza. Bella es una tía fuerte, independiente y sobre todo muy muy observadora, no necesita de ningún hombre que le caliente la cama, igual que no necesita estar colgada de ningún tío que a sus ojos (porque la sensación que vosotras percibís de Edward, es la misma que percibe Bella de él), solo busca lo que busca. Que una vez se acostara con él, no es sinónimo de ir de tras él babeando…
Y sobre Heidi… vosotras mismas lo habéis dicho, una mujer herida puede hacer mucho, pero que mucho daño.
Y ahora si, hechas todas las aclaraciones que puedo ir haciendo de momento, os dejo con el siguiente, no sin antes reiterarme en los mismos agradecimientos que ya vosotras le habéis hecho a Ayyys. Gracias nena por mantener el fuerte ;-)
Y por supuesto gracias a todas por haber seguido leyendo y comentando en mi ausencia, no sabéis lo agradecida que me he sentido esta mañana cuando os he leído con más calma. Gracias por ello, y por vuestras muestras de apoyo en estas semanitas tan… chungas :-S.
Y ya me calló antes de que me lancéis tomates para que lo haga, no sin antes deciros que poco a poco se van a ir viendo cambios en Edward… poco a poco :-}
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Capítulo 7
—Madre mía –susurro Emmett, mientras una morena de curvas despampanantes se exhibía ante nosotros.
—Y tú que no querías venir –exprese risueño, clavando la mirada en el rostro perplejo de mi amigo.
Aún recordaba perfectamente, como varios días atrás, Emmett me repetía una y otra vez que no había sido buena idea la de acompañarme a San Francisco. Eso fue lunes, mientras sus amplios y fornidos brazos dejaban su pequeña maleta en el suelo. Hoy, tan solo cinco días después, estaba convencido de que no le importaría quedarse una semana más por aquí.
—Y luego dicen que Nueva York es la ciudad más libre del mundo –de nuevo su voz, volvió a sacarme de mis pensamientos—. Amigo mío, quien dijo eso, jamás ha estado en las playas californianas. ¡Por dios! –vocifero cuando la morena se dio la vuelta sobre su toalla, dejándonos ver su esplendido culo desnudo, solo adornado por una fina tira negra, la cual envolvía las cuervas de su cadera, perdiéndose entre el centro de sus piernas—. ¿Has visto que culo?
No puede contener las fuertes carcajadas ante su reacción. Ver el rostro de mi amigo ahora mismo, era como estar mirando los bocetos de un comic. Ojos fuera de sus orbitas, boca abierta al máximo dejando entre ver como la baba se iba formando en su interior. Incluso juraría que podía ver sobre su cabeza aquella nube blanca tan peculiar en las viñetas, revelándome todos sus pensamientos lujuriosos.
Rápidamente cerré la puerta a ese pensamiento. No es que no me agradara que mi amigo volviera a la carga pero… imaginármelo en esos menesteres, sinceramente no me apetecía demasiado, y menos con la fuertísima resaca que notaba fluir por mi organismo.
—Te dejo que le entres a la morena –susurre mientras me levantaba de la hamaca que me había servido de cama, hasta que los fuertes rayos de sol comenzaron a cegar mis ojos, aún estando cerrados—. Tengo que volver a las obras antes de que Jasper llame para controlarme.
—¿Repetimos esta noche?, o la edad ya no te lo permite –se mofó Emmett, mientras mi boca se abría en un amplio bostezo acompañando a mis brazos ya casi desperezados.
—Yo no necesito de largas siestas reparadoras –ironice poniéndome nuevamente la camisa, de la cual me había desecho al llegar hacía un par de horas—. Esta noche arderán las playas californianas –sentencie con un guiño de ojos, y tras la amplia carcajada de Emmett me marche rumbo a darme una buena ducha reparadora, no sin dejar de envidiar a buen amigo por poder disfrutar de semejantes vistas.
Él si que estaba de vacaciones y no yo, que desde hacía un par de noches sentía todos mis músculos entumecidos, consecuencia de no haber dormido desde hacía días en condiciones. Pero era lo mínimo que le debía a Emmett, y más después de casi amenazarle para que me acompañara a este viaje.
Los saludos de las recepcionistas no se hicieron esperar, apenas hube entrado por la puerta del hotel donde nos alojábamos. Sonrisas, miradas y algún que otro ligero rubor, eran solo ciertos de los gestos que nos venían dedicando desde el primer día en que llegamos. Por supuesto los comentarios no se hicieron esperar, al igual que los susurros cómplices entre estas, cuando Emmett o yo pasábamos frente a ellas. No podía escucharlas, ni tampoco leer sus mentes, pero no era muy complicado adivinar de qué hablaban.
Y si tenía alguna duda de ello, se disipo en el mismo instante en que la camarera de mi habitación, una joven a la que parecía habérsele encogido la bata de trabajo, me pregunto si yo era el arquitecto del que todas hablaban.
—Buenos días señor Cullen –me saludo la susodicha en mitad del pasillo, justo instantes antes de meter la tarjeta en la cerradura de mi habitación.
No dude un instante en corresponder a su sonrisa antes de cerrar la puerta tras de mi. El sutil coqueteo que todas se traían con nosotros dos, lejos de intimidarme conseguía que me sintiera más cómodo, pero no lo suficiente para lanzarme a meterlas en mi cama. De hecho, mis planes de llenarla no habían salido como yo esperaba, y no porque no tuviera con quien, al revés. Emmett y yo no habíamos dejado de salir ni una sola de las noches desde que estábamos aquí. Chiringuitos de playa, las mejores discotecas del centro de la ciudad, los clubes con más habiente, los mejores restaurantes, todo, no nos estábamos privando de absolutamente nada.
Pero en todos los lugares era lo mismo.
Las mismas miradas felinas, los mismos movimientos sensuales, la misma sutileza, todo. Todas parecían cortadas por el mismo patrón, y en todas se notaba los intereses sexuales a través del maquillaje. Y por alguna razón, yo ya estaba cansado de lo fácil.
Si en algo me había hecho reflexionar todas las borracheras de los últimos días, era en que llevaba años haciendo exactamente lo mismo. Acostándome con mujeres a las que solo tenía que decirles “hola”, invitarles a una copa y deslumbrarlas con una simple sonrisa. No habían cortejos, ni sutilezas, ni siquiera el más mínimo tonteo previo antes de lanzarme a hablar con ellas. Nada. Todo era simple y vació.
Igual de vacio que me sentía a la mañana siguiente.
Cierto era que esa era la vida que yo mismo había buscado, la vida que nunca había pretendido cambiar pero… desde hacía varios meses, esa vida que antes tanto me gustaba ya estaba comenzando a hartarme, y lo ocurrido con mi secretaria no había hecho más que precipitar las cosas.
Y no es que estuviera pensando en la monogamia, ni hablar, ya había pasado por ello y… estaba claro que yo no servía pero, el hecho de escuchar a todas suspirando a mi paso, el ver como estas caían rendidas a mis pies con tan solo una ligera mirada y eso sin añadir que, aunque jamás había tratado mal a ninguna, tampoco había sido el gran caballero que toda mujer espera, pero aún así, ver como todas volvían a por más… solo me llevaba a pensar a que yo mismo me había metido en una espirar sin salida, llena de sexo y masoquismo. Una cadena, que estaba empezando a asfixiarme.
Y yo que me las daba de ser un tío tan libre.
Quizás después de todo, Alice siempre había tenido razón. “Si eres monógamo. Al sexo”, eso me decía desde hacía años. Por supuesto yo siempre me reía, pero ahora, mirando atrás y comparándolo con el presente… ¿qué era lo que buscaba realmente de cada mujer? Sinceramente me daba igual que fueran rubias, morenas o castañas, todas tenían algo en común, y ese algo era lo único que me importaba, el sexo, un sexo que ellas mismas me ofrecían antes siquiera de acercarme.
Mis pensamientos filosóficos, producto de los ligeros rastros de alcohol que aún quedaban en mi cuerpo, siguieron acompañándome mientras dejaba que el agua tibia calmara la tensión en mis cansados y rígidos músculos. Cuatro noches apenas sin dormir, cuatro noches de borrachera, cuatro noches todas iguales a las otras, y en ninguna de ellas había habido nada distinto. Rutina, pura y dura rutina que sin querer, me acompaño en mi maleta de viaje.
Cerré los ojos mientras sentía como la tensión iba disminuyendo poco a poco mientras un pesado suspiro brotaba de mi garganta. La rutina que tenía aquí, solo era el aperitivo de lo que me esperaba cuando volviera a Nueva York.
Dicen que uno nunca se conforma con lo que tiene, yo era un claro ejemplo de ello. Toda mi vida había soñado con tener la posición que tenía ahora. Durante mis largas noches de estudio, lo único que conseguía mantenerme despierto era el soñar con la vida que justo ahora mismo tenía. Dinero, lujos, reconocimiento, chicas con tan solo el chasquido de mis dedos… y ahora que lo tenía todo, sentía que no tenía nada, me sentía vacio, incluso algo perdido.
Las gotas de agua seguían deslizándose por mi pelo, sobre mi cara hasta mis hombros y pecho desnudo, mientras le daba las primeras caladas al cigarrillo que acaba de encender. Desde la ventana de mi habitación divisaba con claridad la orilla de la playa. Incluso desde aquella distancia podía verla llena de chicas, nada avergonzadas de vestir únicamente una ligera prenda que apenas tapaba su pubis.
Meses atrás habría deseado terminar cuanto antes con mi jornada laboral y marcharme corriendo hasta allí. Ahora, ni el más ligero espasmo se provocaba en mi cuerpo. ¿Y todo porque?... ¿Por qué me estaba cansando quizás?... No… uno no se cansa de la noche a la mañana de algo.
Suspire pesadamente, intentando olvidarme de mis malditos pensamientos. Tenía que salir de esta maldita habitación, estar en ella me llevaba a pensar demasiado.
La sensación deja vu me recorrió por completo al girarme hacía la cama. Esa cama vacía me recordó a otra de hacía seis meses, a otra que siempre se colaba en mis pensamientos sin previo aviso.
El recuerdo de esa cama vacía no llego solo. Tras el lo hicieron esos ojos almendrados del color del café, esa larga melena que tanto me recordaba a las hebras del tabaco, esos labios rosados y ligeramente gruesos y esas curvas… esas curvas que era incapaz de quitarme de la cabeza.
Seis meses hacía ya de aquella maldita noche. Seis meses desde aquel día en el que fui seducido por la mejor de las amantes que había tenido hasta ahora. Solo una maldita noche, una maldita noche que había conseguido embrujarme por completo. Pero todo fue a peor, cuando apareció en el momento que yo creía que conseguiría olvidarla.
Una vez, verla de nuevo una maldita vez me basto para grabar con fuerza su recuerdo en mi memoria. Y dos veces más para saber, que lo sucedido en aquella cama seis meses antes, no iba a volverse a repetir. No al menos como yo creía.
Y he ahí la cuestión de todo, ella no era como el resto de mujeres que había conocido, ella era distinta a todas, y por eso ansiaba cada vez con más ímpetu volver a tenerla, volver a hacerla mía, demostrarle que ni chuchos ni repelentes estirados podían compararse a mí. Pero ella no estaba dispuesta a ponerme las cosas fáciles, y yo no estaba dispuesto a ser su puto perro faldero. Pero por más que lo intentara, mi obsesión por ella estaba consiguiendo apoderarse de mi orgullo y ser superior. De ese orgullo que había quedado reducido a la nada, cuando ella misma me negó.
Ninguna mujer me atraía físicamente porque ninguna mujer se le parecía en lo más mínimo. A todas las miraba de la misma forma, intentando ver en ellas algo que me recordara a Bella, a Isabella, a aquella mujer que había conseguido hechizarme, sentada en la barra de aquel bar. Pero en ninguna de ellas había el más mínimo de los parecidos. En ninguna.
Bebía para olvidarla cada vez que mi memoria intentaba jugarme otra mala pasada. Cerraba los ojos y me dejaba arrastrar por las tonterías de mi amigo intentado alejar de mi mente sus rasgados ojos, el color de estos, la forma de ellos. Pero nada, por más que intentara mentir a mi mente, cuando volvía a la soledad de la habitación del hotel, la sombra de esos ojos, el brillo de estos volvía a aparecerse en la oscuridad de mis pensamientos. Y eso sin contar la fuerte tensión que se agolpaba en mi zona baja, la cual me tocaba desfogar como el más imbécil de los adolescentes.
Suspire vencido nuevamente cuando mi entrepierna volvió a protestar con fuerza. Esa mujer no solo me estaba obsesionando, sino que estaba consiguiendo rememorar mis tiempos de la pubertad…
—Deberá ir una presa que conecte la fuente de aguas termales con las piscinas climatizadas y las abiertas –le indique al hombre regordete y bajito encargado de hacer las obras.
Por nada del mundo imagine, el día que llegue al gran solar desierto donde en pocos meses se levantaría el hotel, que ese tiempo que yo tenía en mente, iba a ser inferior al que me imaginaba.
El hotel había contratado a dos de las mejores constructoras del país para encargarse de las obras. De día la constructora Bechtel, S.A., famosa por su gran expansión en el país, se encargaba de escuchar y hacer todas las ideas definidas en el proyecto. Por la noche, la importantísima constructora francesa Vinci, S.A., tomaba su relevo, adelantando con ello el trabajo de casi una semana, en tan solo una noche. Dando lugar a que los cimientos del hotel estuvieran prácticamente listos en tan solo cinco días y que por tanto, mi trabajo aquí, estuviera prácticamente concluido y con varios ceros aumentando mi cuenta corriente, a mi regreso a Nueva York.
Pero así era como funcionaban las cosas. Los años de escasa experiencia y todas las puertas cerradas por el camino me habían dejado claro que, si tenías poder y dinero, tenias el control absoluto del mundo. Nada más importaba. Con tener esas dos cosas el resto de preocupaciones dejaba de existir.
Y yo lamentándome porque no lograba que una mujer me hiciera el menor caso, cuando cualquiera de los socios del nuevo hotel, serían capaces de conseguir a la que quisieran con tan solo extender un talonario al portador. “Puede que a ella no”, susurro mi otro yo. Si… si habían sido capaces de encontrar la financiación suficiente en menos de un mes, y elaborar el proyecto y comenzar las obras en menos de dos semanas, sin duda alguna, eran capaces de eso y de más.
“Y tú también lo eres”, me dijo la voz de mi cabeza. No… yo de lo único que era capaz era de embaucar a cuanta mujer se me pusiera por delante. A todas menos a la que realmente parecía interesarme.
—¿Y esas mismas tuberías deberían conectar con las del hotel? –pregunto Joshua, el hombre regordete, disipando con ello mis pensamientos y trayéndome de vuelta al solar, lleno ahora de cobre y metal.
—En absoluto. Deben ser independientes para que no pierda fuerza al renovar el agua de las piscinas. Además, habrán unas turbinas con la función de reciclar el agua –respondí abriendo nuevamente los planos que concienzudamente me había encargado de llenar de indicaciones.
—Las turbinas cuestan mucho dinero –lo sentí susurrar a mi lado.
—Pero más caras son las facturas de llenar el contenido –respondí abstraído, cerrando con ello los pensamientos que me decían, que el dinero era algo secundario en todo esto—. A la larga se amortiza el precio de las turbinas y la rentabilidad que eso da, no tendrá color —añadí echándole un vistazo rápido a su rostro, el cual parecía estar pensativo.
Tras mis palabras, la duda se atenuó en las agudas arrugas de su rostro. Sinceramente, poco nos importaba a nosotros lo que costaran o no las turbinas o el resto de materiales. Si había sido contratado era para hacerles la vida lo más gratificante posible. El ahorro que consiguiera con ello, iría a parar directamente a mi cuenta corriente.
—Usted es el jefe, usted manda –contesto con ironía, dándome una ligera palmadita en el hombro, antes de darse media vuelta y dirigirse hacía los operarios, inundando el ambiente con sus gritos.
Yo seguí ahí parado en mitad de la nada, con el único sonido de las maquinas y los gritos de fondo, un sonido que aunque grave, no podía compararse al escándalo de vivir en Nueva York. Pero aún así… ¿cómo podía ser que una ciudad tan turbulenta, contuviera tanta rutina dentro?
—Veo que estas haciendo un trabajo excelente –la suave melodía de aquella voz tan conocida, a punto estuvo hacerme saltar de la impresión.
Con la duda presente en cada poro de mi piel, me gire sobre mis talones para confirmar que verdaderamente la dueña de aquella voz estaba tras de mí. Un ligero escalofrió me recorrió por completo cuando vi su exquisita silueta, apenas a un metro de mí, mirándome con ojos expectantes, y saludándome con aquella amplia sonrisa que acentuaba sus pómulos hasta el punto de verse aún más Bella de lo que ya lo era.
Bella… sin duda alguna era Bella.
—No se si sentirme alagado por tu comentario, o molesto porque estén vigilando mi trabajo –me obligue a decir, intentando no mostrar más emoción de la debida.
No podía mostrarme débil ante ella, no cuando la que tenía que mostrarse débil, era ella conmigo.
—James simplemente supervisa el buen cauce de sus fuertes inversiones –respondió dedicándome otra sonrisa relajada.
—¿Y manda a su chica para esas supervisiones? –respondí cínico, sin dejar de mantenerle la mirada.
—Pensaba que me preferías a mí antes que a él, si lo llego a saber no le convenzo para ser yo quien viniera –susurro con cierto deje de humor en sus palabras. Instantáneamente sonreí ante su comentario.
—Creo que ahora soy yo el que se siente alagado –volví a sonreír a la par que aparte unos segundos la mirada de la suya, los suficientes para que mi cuerpo sintiera la nostalgia de estar mirándola.
—¿Que tal ha ido la semana? –pregunto suavemente, mientras mis ojos la estudiaban de manera detenida. Hoy se veía incluso más guapa que cualquiera de los otros días.
Su larga melena caía en cascada libremente por sus hombros hasta la terminación de sus pechos, los cuales se mostraban levemente a través del pequeño escote en V de la camiseta negra que se ceñía marcando cada una de sus curvas. Unos simples vaqueros ajustados acompañaban a la prenda superior, los cuales parecían estar hechos para vestir sus piernas, piernas que parecían más largas gracias al efecto de los altos tacones que tapaban sus pequeños pies.
Sin duda alguna, la vestimenta casual le sentaba incluso mejor que cualquier ceñido traje.
—Genial –susurre cuando un sonido parecido a un carraspeo, broto de su garganta. Nuevamente, me había vuelto a eclipsar—. La verdad es que esto es bonito, aunque no tanto como Nueva York claro.
—Neoyorkino de corazón –sonó a pregunta, aunque más parecía una afirmación.
—Algo así –susurre—. Si ¿tu?
—Hija adoptiva desde hace tres años –respondió a la par que intentaba apartar cuidadosamente de su rostro, uno de los ondulados mechones de su pelo que volaban rebeldes producto del ligero aire—. Soy de Washington, bueno más bien soy de un pueblecito cercano. Forks, algo bastante más tranquilo que Nueva York –aseveró con otra sutil sonrisa, haciendo que las ganas de ceñirme sobre ella me envolvieran.
—Washington ya es mucho más tranquilo –dije con una fingida sonrisa, intentando mitigar con ello todos los impulsos que mi cuerpo me estaban comenzando a dictar—. ¿Has llegado hoy? –pregunte antes de que el silencio nuevamente nos arrullara, complicándome con ello aún más la existencia.
—Anoche, y espero estar por aquí hasta el domingo.
—Yo también me quedare por aquí hasta ese día –afirme rápidamente tras sus palabras.
“Edward contrólate… va a notarte las ganas que tienes de ella. No puede controlarte… No dejes que te controle.”
—¿Huyendo de alguien Cullen? –dijo con ironía, a la par que levantaba una de sus cejas, haciendo con ello que sus grandes ojos se aumentaran.
Tome una bocanada de aire mientras intentaba recordar que acababa de decirme. Lo único que conseguí con ello fue estremecerme debido a su perfume afrutado.
Y de pronto, el recuerdo de lo sucedido la última vez que nos vimos, hacía ya una semana, me golpeo fuertemente.
—Siento lo del…
—Hey… —me corto mientras me regalaba otra sonrisa—. ¿Quién soy yo para que me pidas disculpas? –eso era cierto, pero por alguna extraña razón, quería dárselas—. He venido con una amiga –volvió a retomar la conversación—. Rose, una de las gerentes del plaza, la conociste el día de la reunión –asentí tras el recuerdo de aquella rubia despampanante, capaz de cortar la respiración a cualquiera, a cualquiera que no estuviera bajo los efectos del embrujo de la mujer que ahora me miraba con esos ojos tan intensos—. Pero si quieres podemos quedar alguna de estas noches para cenar los tres –sugirió tranquilamente, mientras yo sentía como la respuesta se agolpaba en mi garganta.
—Si… —tranquiliza la emoción—. Claro que si –intente sonar más tranquilo—. Bueno, lo único que yo tampoco he venido solo…
—Pensaba que Jasper no vendría –me interrumpió nuevamente.
—Y no lo ha hecho –aclaré a la mayor brevedad—. Mi amigo… Emmett no tiene nada que ver con todo esto, simplemente ha venido a hacerme compañía. Bueno quiero decir que… —intente retractarme de mis propias palabras, tras el gesto gracioso de su rostro.
—Tranquilo… te entiendo –dijo risueña, mientras yo deseaba dejarme llevar por esos carnosos y seductores labios, los cuales volvieron a curvarse, al continuar hablando de nuevo—. Bueno, pues si os interesa a tu amigo y a ti, esta noche inauguran un club en Washington Street y es posible que nos pasemos un rato —¿eso era una cita?... “No te emociones, es una simple invitación”.
—Puede que nos dejemos caer por allí –respondí con naturalidad, como si el dato de saber donde iba a estar, no importara en demasía. Aunque si importaba, y mucho.
—Bien, pues… quizás nos veamos –asentí mientras ella sonreía—. Tengo que marcharme, me esperan varios operarios.
—Bien –susurre mirándola fijamente.
—Bien –repitió mis palabras, no sin antes volver a sonreír, antes de darse medía vuelta y dirigirse hacía el epicentro de las maquinas.
Era un hecho, por más que intentara sacarme a esa mujer de la cabeza, ella siempre volvía para recordarme su existencia. Y esta vez, no podía volver a dejar que se escapara. Necesitaba tener Bella Swan en mi cama… inminentemente.
Una última cosa antes de marcharme, si todo sale como tengo en mente, es posible que no tengáis que esperar hasta el viernes para el siguiente capítulo :-}. ¡Disfrutar del viernes!
5 Sonrisas:
Edward , Edward .... ha empezado analizar lo que viene haciendo ya varios años con su vida y llega el momento en que se aburre de lo mismo , nada le satisface , no hay el mas minimo entuciasmo ...bien dice que no estamos conformes con lo que tenemos siempre hace falta algo más .... eso empezo hace seis meses atras .... se ha dado cuenta que todas esas chicas no se parecen en nada a Bella , lo facil ya no le satisface , y necesita tener otra vez a Bella en su cama ..... veremos que sucedee .... porque va a ir a ese club con Emmet..
cuando Emmet vea a Rose jejej ya me lo imagino XD
Genial mi Almu !!!! gracias por el capitulo!! vamos a ver que a Edward le va a ir cayendo los veinte poco a poquito :-}
omg omg wow mi vido pobre ed me da penita cositaa jajaj anda traumadito pero como decias mi almu edward a sido claro con todas de ahi que ellas acepten porque ahora heidi quiere más jaja bueno eso es otro rollo.. el caso es que me da gusto en parte que se este autoanalizando jeje.. y lo otro mas gustozo es que siempre la encuentra jaja se me hace que iran a la inauguracion del club jejej uy sii siii sera que tengan un torrido romanceee?? segurito emmet y rosalie hacen click jojoj ... estuvooooooo buenisimoo mas el final jejej asi ke espero que actualizes prontoooooooooooooo!
Hola Almu!!!
oooommmmmmgggggggggg.....:-D
nunca pense q Bella se iba a aparecer osea casi me caigo de la silla jajajajaja....;-D
respecto a Eddie es como que en este capitulo lo conoci un poco mejor y hasta me dio cosita, nose si lastima pero buenoo es lo q quizo, pero es como q se esta dando cuenta de lo tiene y lo q quiere y digamos q esta cayendooo y dandose cuenta q la realidad no esta buenaa.... :-(
mueroo x q vayan al club osea creo q cuando Rose y Emmett se vean saltan chispas jajaj, noseee una teoriaaa o tal vez noo, nosee.. habra q esperar!!!!!!! y ni contar sobre lo q pasara entre Eddie y Bella!!!!! jojojo
Besooooooossssssss........ ;-)
Parece que el paso de los años y la rutina esta haciendo mella en el caracter de Edward, siempre hace falta un buen sacudon para darte cuenta de lo vacia que se encuentra tu vida y el sacudon de Edward tiene nombre y apellido, Isabella Swan, por primera vez en su acelerada, maratonica forma de vivir se encontro con su contraparte femenina que le demostro en carne proria como èl trata a las mujeres y eso fue lo que hizo que se obsecionara tanto, no resiste el reto y no cree que alguna mujer sea capas de tratarlo asi.
Creo que los planteos existencialista que ahora se hace mucho tienen que ver con lo que Bella le despierta pero tambien con un vacio interno que ya no coinsigue llenar con el eterno desfile de mujeres que pasan por su cama, ya no le encuentra el gusto a lo facil, probablemente por lo mucho que le costo lo que hoy en dia tiene, despues de tanto luchar por conseguir ser alguien en la vida, ahora que tiene todo lo que siempre soño, se da cuenta que por lo unico que no tenia que esforzarse era por conseguir mujeres, esas se arrojaban solas y que eso no le represente un reto lo hace sentirse disconforme, si a eso le sumamos la resistencia que Bella ofrece tenemos a un Edward haciendose planteos y en la divergente de querer a una mujer que lo obseciona y de no querer ser un perro faldero para ella.
Que Bella sea asi de dificil e inaccesible para èl es lo que lo lleva a quererla mas todavia y a buscar la forma de que vuelva a su "vida", por no decir a su cama, tal vez crea que con tenerla una vez mas la pueda exorcisar de su cuerpo y asi pueda seguir con su planificada vida de exitos y excesos sin consecuencias.
Si para èl la monogamia no es una opcion, por que se siente tan vacio y ya no encuentra satisfaccion en las relaciones de una noche o en los acostones sin compromiso como el caso de Heidi. A la larga se dara cuenta de lo solo que esta y que todo lo que tanto le costo y que ahora tiene no son mas que cosas.
Besos
:-D wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii me encantaaa XD
Y tú, ¿nos regalas una sonrisa?