Blogger a veces es un completo tormento, pero si algo bueno tiene, es que programas las actualizaciones y el sólito se actualiza, así, en momentos como estos tenéis una actualización, mientras yo estoy siendo devorada por los libros, ya que a las seis de la tarde tengo mi segundo examen (a las seis de la tarde sí, a las seis... que asquerosidad).
Chicas antes de nada, deciros que este capítulo es un poco más complicado que los anteriores, de hecho, me atrevo a decir en nombre de Karla, que a partir de ahora la historia va a tener de bonito lo que tengo yo de pelirroja, es decir, nada (siento el guiño sarcástico, pero era para quitar hierro al asunto :S), y como estas cosas hay que avisarlas para no herir la sensibilidad... pues avisado queda.
Deciros también que el retraso de la publicación de este capítulo se ha debido a mi culpa, como sabéis, estoy ayudando un poco a Karla, un poco solo aunque ella diga que no :-}, y debido a mis exámenes no he podido hacerlo antes, por lo menos no con el resultado que se merece la historia.
Y ahora si, por mi parte no tengo que decir nada más, os dejo ya con Karla, que quiere deciros algo;
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Capítulo 3
Narrado por Isabella
Mi entusiasmo, mi alegría, mis ganas de trabajar, todo mi sueño por salir adelante se había convertido en el peor de los miedos, miedo a lo que pudiera ocurrir, miedo a lo que estaba por enfrentar, miedo a que mis peores temores se cumplieran.
-¡Mírame!- sabia que era una orden pero mis piernas temblaban, mi labio inferior lo hacia también.
-¡Levanta tu maldita cara!- y así lo hice, no tenia otra opción…
Al llegar a migración me sentí nerviosa. Antes de bajar del avión, Rachel me había dado indicaciones de lo que tenia que decir a las autoridades correspondientes en el momento que preguntaran cual era el motivo de mi visita a los Estados Unidos;
-Vengo de vacaciones… Por tres semanas –repetí aquellas palabras.
No entendía por que tenia que mentir, se suponía que mis papeles estaban en regla además… ¿que tenia de malo decir que venia a trabajar de modelo?
El caso es que yo tampoco quise preguntar, el hecho de pisar por primera vez América por mis propios medios, hicieron que mis tontas dudas salieran sobrando. Lo único importante, es que ya estaba aquí.
Ya afuera del aeropuerto, nos dirigimos al estacionamiento donde el fotógrafo de la entrevista, Jude, nos estaba esperando en una camioneta negra y de un tamaño mayor a las que estaba acostumbrada a ver, cerrada con vidrios polarizados.
-Rachel, se pueden dar prisa. Esta haciendo un calor infernal y no tengo todo el tiempo -dijo Jude, con un tono muy molesto- bastante he soportado ya con el retraso del vuelo -termino diciendo.
Tenia razón, hacia mucho calor, calor que para nosotras no tenia importancia a pesar que de donde veníamos, la mayoría del tiempo hacia frio. Pero aquí era mediados de agosto estábamos en pleno verano.
-No te quejes, que para esto te pagan ¡así que a callar! –dijo Rachel en un tono autoritario que me sorprendió totalmente.
-Frank, Alex, suban el equipaje inmediatamente -dijo a los dos hombres que nos acompañaron en el viaje.
En completo silencio, los dos hombres hicieron lo que Rachel había ordenado mientras nosotras ocupábamos los asientos de la camioneta que, para suerte mía, me toco ir en la ventana.
Jude arranco la camioneta saliendo del aeropuerto para dirigirse a la ciudad. No podía creer que estuviera en Nueva York, la ciudad de los rascacielos, la ciudad que por su diversidad de cultura, de razas, de historia era atrayente por miles y miles de personas. Seguía sin poder creerlo, pero estaba aquí e iba observando y admirando los grandes edificios por donde Jude iba pasando, mirando los espectaculares donde modelos portaban alguna marca famosa, soñando con poder estar en el mismo lugar algún día.
Todo el trayecto lo había acompañado con una sonrisa en mi rostro. Sonrisa que cambio a desconcierto cuando atrás quedaban los edificios imponentes, los maravillosos paisajes, los grandes espectaculares, las calles atestadas por gente, para dar paso a una zona no muy agradable a la vista de cualquier turista, calles no muy limpias, paredes llenas de grafitis, calles en las cuales se levantaban edificios ya viejos, e incluso podía ver a personas pidiendo dinero, esas a las que llamamos mendigos.
Mis ojos examinaban con atención todo lo que estaba viendo y no entendía porque nos habían dirigido hasta este punto de la ciudad. Nadie hablaba, nadie decía nada, todo era silencio, silencio que cada vez se volvía más y más incomodo, sobre todo al ver las caras de la otras chicas, las cuales tampoco hablaban, pero no hacia falta saber lo que estaban pensando, sus facciones lo decían todo, también ellas estaban desconcertadas, al igual que yo.
-¿Falta mucho por llegar? –pregunto una chica. Fue la única que se atrevió hacerlo y era la primera vez que la escuchaba hablar.
-¡Oh, no nena! Ya falta muy poco -contesto una Rachel con voz seria.
Tenia razón Rachel al decir que no faltaba mucho, al poco tiempo la camioneta rodeo un edifico, parándose frente a una cortina de metal, la cual fue abierta al instante. Antes de traspasar aquella cortina, alcance a divisar el bar que parecía encontrarse en la parte de arriba del edificio, o eso al menos fue lo que me pareció que indicaba el letrero luminoso colgado en la roída fachada.
Una vez dentro, me di cuenta que era una especie de bodega donde habían otras camionetas similares a la nuestra. Jude se estaciono quedando al final de las otras. Tanto Jude como Rachel fueron los primeros en bajar, seguidos por los dos hombres, instalándose cada uno en las puertas traseras para darnos paso a que nosotras hiciéramos lo mismo.
Salí de ahí, pero algo en mi interior me decía que no lo hiciera, que esto no era lo que esperábamos y acto seguido sentí un jalón el cual me hizo tambalear.
-¡Muévete! –me grito uno de los dos hombres antes de marcharse y hacer lo mismo con el resto de las chicas, las cuales no tarde en escuchar gritar.
Por primera vez sentí miedo y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
-¡Alex, Frank, Jude traerlas para acá! –ordeno Rachel que se encontraba en el centro de la bodega.
Los jaloneos y lo gritos no se detenían. Una de las chicas corrió hacia la cortina de metal, siendo detenida inmediatamente por un hombre corpulento lleno de tatuajes de lo más asqueroso que había visto en mi vida. La tomo de los cabellos e inmediatamente se la llevo a Rachel.
Nos colocaron en una fila mirando hacia al frente donde ellos nos observaban a cada una de nosotras.
El ver como esos tipos nos miraban, opte por mantener la cabeza agachada. No podía resistir aquellas miradas, me moría de miedo solo de imaginar lo que podían llegar hacer, de un miedo que estaba consiguiendo paralizarme por completo. Pero era mejor estar así aunque todo mi cuerpo temblara.
De pronto escuche los pasos de alguien que se aproximaba hacia nosotras, levante la mirada para ver quien era. Un hombre de raza negra se paro cerca de Rachel.
-Rachel ¿todo en orden? –pregunto.
-Si David, todo en orden. Los chicos han hecho bien el trabajo -dijo Rachel, mientras yo volvía a bajar la mirada.
-Bien, el jefe no tardará en salir –respondió aquel tipo. En ese momento el llanto y los gemidos de nosotras se volvían a escuchar.
No tardo. A los pocos minutos, teníamos al jefe, un tal Señor Anderson, parado frente a nosotras con otras personas más. Rápidamente baje la mirada de nuevo.
-¡Hola señoritas!- un nuevo escalofrió recorrió mi columna al escuchar aquella voz- Me alegro que hayan llegado bien. Pido una disculpa por no haberlas recibido como se merecen pero creo que ya se han dado cuenta a lo que ha venido. A trabajar, pero no a esa ridiculez del modelaje y revistas de modas. Han venido a trabajar de verdad, a trabajar para mi, a dar placer ¿me entienden? Yo creo que si –no entendía una sola palabra de lo que estaba diciendo, el miedo apenas me permitía escucharle, los escalofríos recorrían incesantemente mi cuerpo por completo, en mi mente lo único que había, era el sonido repetido de su repulsiva risa.
-Vuestras ansias por venir a este país me han costado bastante dinero y lo quiero de regreso. Y si alguna de ustedes hace algo estúpido, los que pagarían las consecuencias serian sus familiares –mi cuerpo comenzó a convulsionar, producto del miedo, al escuchar esas ultimas palabras- Tenemos todos sus datos, nombres de sus padres, hermanos, hermanas, etc. Así que no se los recomiendo…
Guiada por el pánico, me atreví a voltear de reojo y lo que vi me hizo temblar aun más.
Mientras aquel tipo hablaba, se paseaba por cada una de las chicas tocando sus pechos. El llanto fue peor, mi angustia, mi miedo, mi desesperación aumentó, pero algo en mi interior decía que me quedara quieta. De pronto, una de las chicas no soporto más y se puso a gritar sin control. Enseguida, uno de los hombres que nos acompaño en el viaje puso orden y la callo con dos fuertes bofetadas.
El sonido de aquellos golpes retumbó en mis oídos, haciéndome cerrar los ojos con fuerza.
-¡Anthony! –grito llamando a alguien – Quiero ver de lo que eres capaz de hacer.
El sonido de mi propia respiración, no impidió que escuchara aquellos pasos avanzando hacía mi dirección.
Sentí la presencia de su cuerpo parada frente a mí. Y al segundo, el sonido de su voz severa ordenó que lo mirara.
Mi cuerpo no respondía, estaba consumida por el pánico, pero eso a ellos no les importaba, pues al instante su voz, ahora con tono más demandante, volvió a ordenar que levantara la cara.
Mis ojos cubiertos por mis propias lágrimas, miraban al hombre que tenía frente a mí esperando lo peor. En un movimiento rápido, rasgo mi blusa dejando mis pechos al descubierto y a la vista de todos. Mi instinto fue cubrirme rápidamente, pero ese hombre me quito las manos con un fuerte tirón.
-¡No te cubras! -volvió a ordenar.
Ya no pude detener las lágrimas.
-Muy bien Anthony –dijo aquel que parecía estar al mando, mientras se acercaba a mí- Pero que tenemos aquí, es la chica Irlandesa ¿verdad? ¿Cuál es su nombre Rachel? -pregunto viendo a la misma.
-Isabella, señor.
-Oh, lindo nombre, hace honor a tu belleza preciosa -dijo acariciando mi rostro y mirándome con unos ojos que examinaban todo mi cuerpo. Sentí asco de mi misma mientras sus rudas manos me acariciaban- No dudo que tendré muy buenas ganancias contigo –susurro de nuevo y una fuerte angustia se apodero de mi estómago.
-Hemos hecho muy buena elección ¿no les parece?- pregunto hacía los demás, a los cuales ni siquiera me atreví a mirar.
Esto tenía que ser una pesadilla. Si, eso era, una cruel pesadilla de la cual pronto despertaría.
-Bien, dejemos ya las presentaciones, todo ha quedado muy claro –un suspiro rasgo mi garganta cuando sus manos por fin se alejaron de mi cuerpo- Señoritas, esta noche será su primer día de trabajo. Hoy habrá fiesta privada, vendrá gente, gente que deja mucho dinero –prosiguió con su discurso. Yo solo quería marcharme ya de allí- así que espero que cooperen, no quiero que nadie salga lastimado, ya saben las consecuencias.
Las ganas de vomitar se acentuaron al escuchar nuevamente aquella risa.
-¡Rachel! –grito de nuevo- encárgate de instalarlas y darles las instrucciones -continuo diciendo– Anthony, te quiero en mi oficina –dijo finalmente, marchándose seguido de aquel hombre.
Tome los bordes de mi blusa y me cubrí.
-Muy bien –dijo Rachel- ya han escuchado. Chicos llévenselas.
A pauta de jalones nos subieron por unas escaleras que estaban al fondo de la bodega. Al salir por una puerta, se encontraba un pasillo por el cual nos hicieron caminar, justo allí se detuvieron. Jude, que iba adelante, abrió lo que seria una habitación y con ayuda de uno de los tipos metió a dos chicas cerrando con llave.
Mi turno y el de otra chica llego. Era una habitación oscura, una litera con dos camas yacían en el lado derecho de la misma. Al izquierdo, una pequeña ventana protegida por unos barrotes de acero, dejaban entrever bajo ella un wáter y a su lado el desagüe de la manguera de ducha que se apreciaba un poco más arriba. Eso era todo.
Me acerque a la ventana para ver hacia donde daba. Mis esperanzas de ser escuchada se vinieron abajo al darme cuenta que la ventana daba a la misma bodega.
-Es inútil –susurro en un inglés con acento, la chica que me acompañaba- Nadie sabe que estamos aquí, y no van a jugársela con una ventana que de al exterior -mis lagrimas volvían a salir- Pasara mucho tiempo hasta que volvamos a salir de aquí.
-No, no, no…. ¡Quiero salir de aquí! –grite y empecé a golpear la puerta de la habitación- ¡Déjenme salir! ¡Déjenme salir! -seguido de mas golpes… no podía controlarme era como si estuviera sacando todo ese autocontrol que tuve momentos atrás, pero unos brazos me detuvieron al instante.
-Hey, deja de hacer ruido, ¿qué quieres?, ¿que vengan otra vez esos tipos y nos lastimen? ¿Eso es lo que quieres? -dijo zarandeándome por los brazos en un intento por calmarme. Yo la miraba pero no podía hacerle caso.
-No quiero eso, solo quiero salir de aquí –hipé, tragándome mis propias lágrimas.
-No hay manera –dijo alejándose de mi, mientras se limpiaba las suyas.
¿Por qué no podía salir de aquí? ¿Qué era lo que estos tipos querían de nosotras? Aún con el llanto en mis ojos, pero si algo más calmada, me fui directa a sentarme en la cama.
-¿Que edad tienes? –me pregunto la chica del acento mientras me sentaba.
-Casi veinte –sorbí mi nariz- ¿Y tu?
-Pronto cumpliré veintiséis –susurro en un suspiro- Mi nombre es Sara, si no me equivoco tu eres Isabella, la irlandesa ¿verdad?
-Si –siseé- ¿Y tu de donde eres? -seguí preguntando con un nudo en la garganta. Pero no me interesaba nada, solo quería salir de este horror.
-De la Republica Checa -dijo con tristeza.
Nos quedamos en silencio, silencio que fue interrumpido cuando la puerta se abrió. En ese instante apareció Rachel con ese hombre horroroso, lleno de tatuajes, él cual hizo que mi corazón latiera a un ritmo acelerado.
-Roger quédate en la puerta, por cualquier cosa, ya sabes lo que tienes que hacer -dijo una Rachel autoritaria. El tal Roger hizo lo que Rachel ordeno.
-He traído lo que van a usar esta noche -dijo sacando de una maleta varias prendas las cuales fue depositando a los pies de mi cama.- Sara, tu te pondrás esto con estos zapatos, y esto es para ti Isabella –ni siquiera mire hacía aquello que me mostraba, mis ojos estaban clavados en la apertura de la puerta, y en el hombre que estaba sellando mi libertad- Aquí se los dejo. También les dejo maquillaje, quiero que se maquillen. La gente que estará arriba es importante así que queremos que se vean bien para ellos -en ese instante me levante de la cama, pero en respuesta Roger se aproximó.
-Siéntate Isabella, no te recomiendo que hagas enfadar a Roger -ordeno Rachel. Su cara me decía que más me valía obedecer.
-Les daremos media hora para que se alisten. Al regresar quiero que estén listas, no queremos usar la fuerza pero en caso necesario no duden que así será. Tampoco les recomiendo que se atrevan a hacer algo estúpido, como dijo el Señor Anderson, tenemos todos sus datos y las consecuencias serian muy tristes para ustedes. Charles podría sufrir un accidente saliendo de esa mugrosa fabrica… ¿Verdad que no queremos eso Isabella? –mis ojos la miraron por primera vez desde que entro en esa habitación- Y tu hija Sara, Nikola, creo que así se llama… Querrás volver a verla ¿verdad? A juzgar por sus caras creo que nos estamos entendiendo, así que solo media hora.
“Charles podría sufrir un accidente saliendo de esa mugrosa fabrica… ¿Verdad que no queremos eso Isabella?”
Aquellas palabras retumbaban en mi cabeza, con la misma fuerza con la que aquella mujer cerró la única salida posible de aquel infierno, un infierno del que ni sabía, ni quería saber nada, uno del que esperaba salir cuando antes. Cerré mis ojos con fuerza, deseando que al abrirlos fuera la imagen de mi casa la que tuviera frente a mí.
Aún con la poca claridad que me daban mis ojos envueltos en lágrimas, supe que no estaba soñando, que no eran las paredes de mi pequeña habitación las que ahora observaba, sino otras corroídas por la humedad y la suciedad del lugar.
Busque con mi mirada a la chica que me acompañaba, quizás ella pudiera decirme lo que tanto ansiaba poder escuchar. Que todo esto no era más que una broma, una broma muy pesada de la que pronto nos reiríamos en el calor de nuestro hogar. Su imagen semi desnuda y completamente amoratada, hicieron que mis lágrimas volvieran a cobrar fuerza.
-Deberías vestirte. No les hará gracia verte así cuando vuelvan –susurro sin llegar a mirarme, mientras se colocaba un minivestido azul marino, repleto de lentejuelas.
¿Vestirme? ¿Vestirme para que?, yo solo quería salir de aquí.
-Toma, ponte esto, si algún día quieres volver a casa hazlo –susurro pasándome aquellas prendas que instantes antes yacían sobre la cama.
-Quiero irme a casa –dije con voz rota, mientras alzaba la mirada buscando la suya, buscando en ella un atisbo de esperanza a que todo esto no fuera más que una broma o una mala pesadilla.
-Si quieres hacerlo ponte eso –respondió de forma seca, mientras terminaba de colocarse los zapatos que acompañaban a su vestido.
No pude evitarlo, el sonido de su voz, acompañado al pánico que recorría cada uno de los poros de mi piel, hicieron que volviera a romper en llantos.
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no podía volver a casa? ¿Por qué tenía que ponerme esas ropas? ¿Qué eran lo que querían de mí? ¿Qué tenía yo que ellos quisieran?
-Isabella… Isabella escúchame… ¡Isabella! – gritó Sara, zarandeándome de nuevo por los brazos –Esto no es lo que te dijeron. Ni vas a ser modelo, ni el príncipe azul esta tras esa puerta.
-¿Por qué? –fue lo único que pude decir, las lágrimas no dieron cabida a más.
Sentí su mano recorriendo mi mejilla en una dulce caricia, dando con ello algo de paz a los miles de frentes internos en los que se había convertido mi cabeza. Pero toda esa paz se derrumbo, cuando fue ella la que se rompió ante mi mirada suplicante.
-Porque hay gente que se aprovecha de las inocentes como tú y como yo –susurro sin dejar de acariciar mi rostro. El suyo ya estaba envuelto en lágrimas.
-Quiero irme a casa Sara –dije con voz rota y lo siguiente que sentí fueron sus finos brazos rodeando mi cuerpo tembloroso.
-Y nos iremos –susurro en mi oído sin dejar abrazarme y acariciar mi cabeza, intentando calmar con ello mis llantos.- Te prometo que volveremos a casa, pero tenemos que ser fuertes Isabella, por tu padre, por mi niña tenemos que ser fuertes. Bella –dijo alzando mi rostro entre sus manos- Prométeme que vas a ponerte esas ropas y que pase lo que pase una vez salgamos por esa puerta, tu vas a ser fuerte. Prométemelo…
Con las pocas fuerzas que me quedaban me puse la ropa que me habían asignado. Una minifalda color morado chillante y un pequeño top negro que solo me cubría el busto. Sara, que ya estaba lista con aquel minivestido azul marino, me miraba a la espera para terminar de arreglarme. Tal como ellos habían ordenado.
Ninguna de nosotras dijo mas nada después, ni siquiera cuando aquella puerta volvió a abrirse, desatando de nuevo el nudo de mi estómago, solo sentimos el calor de nuestros cuerpos al darnos la mano.
Nos dirigieron hacia la parte mas arriba del edifico, allí se encontraba un bar muy amplio. En medio de este había una pista con varios tubos de metales donde varias chicas casi desnudas, bailaban hacía la expectación de hombres, que sentados, se encontraban a su alrededor.
Cerré los ojos ante los gritos y vítores de aquellos hombres que no dudaban en levantarse de sus sillas cada vez que una de las chicas se acercaba a ellos, al mismo tiempo que sacaban dinero de sus carteras para colocárselos en sus pequeñas bragas.
Intente no abrirlos de nuevo pero fue inútil, por mucho que me imaginara estar en otra parte, los ruidos y gritos no daban tregua a mi miedo, miedo que hacía que mis ojos se perdieran en aquel recóndito y asqueroso lugar, repleto de mesas amplias y sillones tapizados de color rojo formando medias lunas. Del techo colgaban numerosas lámparas y al otro extremo se encontraba una larga barra. Tras ella, dos chicas llevaban pintadas en la cara lo opuesto a ese olor nauseabundo a tabaco, alcohol y perversión. Miedo.
Del mismo tipo que recorría cada célula de mi cuerpo.
Seguimos caminando hasta el arco que separaba aquella zona de un largo pasillo repleto de habitaciones. Sin ningún tipo de contemplación, nos empujaron hacía el interior de la única de ellas que tenía la puerta abierta. Varios hombres con sonrisas asquerosas, llenas de lasciva, nos saludaron nada más entrar. En un gesto involuntario, apreté la mano de Sara. Ella me devolvió aquel gesto.
-Aquí las tiene señor Anderson –susurraron a nuestras espaldas.
Aquel tipo, aquel al que llamaban señor, nos miro de arriba abajo mientras una sonrisa libertina bordeaba su rostro. No puede evitar la mueca de asco involuntaria ante aquella mirada. A su lado se encontraba aquel tipo que horas antes había hecho de mi blusa añicos, aunque éste, a diferencia del resto no sonreía, y la lujuria tampoco formaba parte de su mirada.
-Llevaros a ésta a la habitación cinco –susurro aquella voz tan repulsiva, señalando con la barbilla a Sara –A ésta otra la dejáis aquí –añadió.
-No… no… no… -gemí en llantos, mientras veía como arrastraban a Sara hacía la salida.
Ella me miro con aquellos ojos suplicantes, antes de sentir como uno de aquellos tipos me abofeteaba.
-¡Parad! –grito el dueño y señor de todo aquello.
Poco me importaba aquello, lo prefería a seguir allí sin Sara rodeada de todas aquellas miradas.
-Si las tocáis, los clientes se quejaran, y eso serán menos ganancias. Además –sentí su aliento repulsivo cerca de mi rostro- A esta niña no se la va amaestrar a golpes ¿verdad preciosa? –pregunto alzando mi rostro con aquellos mismos dedos con los que lo acarició mientras hablaba.
No conteste, ni quería ni podía, el asco y las ganas de vomitar junto al miedo no me lo permitían.
-Eso es –susurro sonriente antes de alejar sus sucias manos de mi rostro, alejándose también, varios pasos de mi- Marchaos, de ésta me encargo yo.
Paralizada por el miedo y la incertidumbre, cerré mis ojos y permanecí inerte, sin mover un ápice de mi cuerpo, al tiempo que escuchaba los pasos y comentarios que aquellos tipos susurraban a mis espaldas.
Los cerré con más fuerza al escuchar como aquella puerta se cerraba.
-¿Así que eres irlandesa? –preguntó aquel tipo. Ni siquiera alce la vista para mirarlo.
-Tímida e irlandesa. A ver… creo que aún no comprendes cual es tu misión aquí. Tranquila, te entiendo, por eso te aseguro que jamás se te hará daño, siempre y cuando seas obediente y servicial claro. No queremos que Charles sufra ¿verdad? –el sonido de aquellas palabras me hicieron levantar el rostro, corrompido nuevamente por las lágrimas.
-No… no queremos, porque queremos mucho a papa ¿verdad? –hipé mientras aquel tipo seguía hablando –Por eso querías venir aquí, para darle una vida mejor ¿no? –su mirada me penetraba con la misma intensidad que sus palabras erizaban toda mi piel- No sería justo para nadie que algo malo le pasara. Yo tengo que guardarme las espaldas Isabella, tu caprichito por venir a América me ha costado mucho dinero, y si algo malo te pasara, no lo recuperaría y de algún modo tendría que cobrármelo –mis llantos ya formaban eco en aquella habitación.
-No llores, cuanto mejor te portes mejor me portare contigo y antes podrás salir de aquí, y podrás vivir el sueño americano, ese por el que viniste. Creo que es un trato muy justo ¿o no? –no podía contestar, mi voz y mis ganas de hacerlo estaban opacadas por el más absoluto de los temores.
Quería salir de allí, lo quería con todas mis fuerzas, quería cerrar los ojos y aparecer en otra parte, o gritar para que alguien me ayudara. Pero ni siquiera para ello era capaz de abrir la boca.
-Estás nerviosa, creo que ya es hora de relajarnos un poco. Desnúdate –demandó, y por la dureza de su mirada, estaba claro que no iba a volver a repetirlo.
Grite, internamente grite una y otra vez que alguien me ayudara. Llame a mi madre, a mi padre, a todo aquel al que le importase algo. Nadie vino.
Puras lágrimas de desconsuelo avanzaban raudas por mi rostro tembloroso, mientras mis dedos, convulsionados por el miedo, fueron a parar hasta el corpiño que tapaba mis senos, dejándolos desnudos ante la mirada lasciva de aquel tipo, que no dejaba de morder su labio inferior mientras llevaba mis manos hasta el comienzo de la falda.
Por favor… Por favor… Por favor…
Suplique una y otra vez internamente, mientras aquel hombre se acercaba lentamente hacía mi posición.
Pero nadie me escuchó. Nadie vino.
Esa puerta no se abrió…
A miles de kilómetros de allí, el silencio del amanecer de un nuevo día, era roto por el estruendo sonoro que provocó el choque de las rodillas contra el suelo de un padre, casi inerte. Solo una simple lágrima, descendiendo por su fría mejilla, advertía de la presencia de vida aún en él. A sus pies, una nota con la firma de su hija. Y en el centro de su pecho, la presión se cebaba con fuerza contra su corazón.
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6 Sonrisas:
uf que tristeee,, un tema muy dificil sobre todo gente inocente o mas bien ignorante o incapaces de creer que las cosas se consiguen asi de faciles, lamentable que las personas tomen las cosas a ciegas sin analizar o ver mas allá de la realidad...
Ahora nuestra bella sufre y es terrible ... como sobrevivir a un abusoo o seria lo peor k a una mujer le podria pasar ... dios ni pensar..
k fuerte tema que valor mi krlis... sin duda se ve que no es nada facil expresarlo.. y me parece genial que almu stes contribuyendo..
sobre bella me pongo a pensar.. ojala que el tipo con el k sta ahora sea edward no noo no kiero k le pase nada maloo tan grave.. talvez el podria suavisar las cosas hacer las menos dificiles de lo que son.. ay nose cada cosa k se me viene a la mente.. pero eso seria un plus talvez no seria tratada tan mal la primeravez seria mas traumatico .. pero bueno creo k n cualquier situacion es asi ... pero ay mi cabezita.. tss
simplemente k dolor k pena por bella :(
muy buen capituloo como siempre super interensantee esperando para el prox cap. pov ed :)
Maris temo decirte que el hombre que se quedo con Bella es el dueño y señor de todo , es el jefe , el tal Anderson como se dio a conocer con las chicas, no Edward :-S . Como dice Almu no queremos herir los sentimientos de nadie, pero esto realmente existe,muy triste pero realmente existe , este tipo de cosas no deben ocurrir , sobre todo cuando tambien existe la prostitución infantil que van de la mano y las cifras estan en aumento . Creo que lo estamos tratando con mucho respeto.
Pero igual me gustaría saber si no lo estamos haciendo así, en mi opinión al decidir tratar este tema,sobre todo con los consejos de Almu se tenía que contar así, como se merece como dijo ella alla en el inicio ,tambien agrego con tacto y respeto.
No queda mas que decir, gracias por el apoyo!
:-[:-[:-[:-[:-[:-[:-[:-[
Karla acabas de romper mi corazón y conciencia y todo!! Que triste esa parte final me mato en serio!! Que tema tan fuerte, pero tan bien manejado las felicito a ambas!!
Creo que nos pega tanto esta historia porq es tan real ahorita mismo a alguien le debe estar pasando, viendo su sueño destruido por algo tan horrible como la prostitución!! Me da tristeza que Edward no la haya podido salvar a ella (y a todas las demás) de esa situación por tener q seguir cumpliendo con su papel!! esperare el otro cap con ansias!!
Karli, que momento más difícil, cuanto miedo y deseperación, se me erizaron todos los vellos del cuerpo de solo imaginar lo que esta pasando la pobre Bella. Debe ser terrible creer en un mundo mejor para tí y los tuyos y que te encuentres con esta realidad tan diferente y no solo temer por tí sino tambien por todos los que quieres y quedaron atrás.
Espero que Bella sea lo suficientemente fuerte para de algun modo poder sobrellevar la triste y dura realidad que le toca vivir, tener que dejar que alguien que no conoces haga contigo lo que quiera debe ser verdaderamte repulsivo y deseperante por no decir traumático, muchas mujeres no pueden superar el hecho de que fueron violadas, se imaginan como debe ser que lo hagan repetidamente.
Karla estuvo increible el capi, Besos
:)
Miju Chan esta parte si que esta triste!!! gracias por leer y a todas las demas!!!!
Y tú, ¿nos regalas una sonrisa?